―Te trajimos unos regalos, dáselos. —Toma, esto es para ti —dijo Hassan, o "Kamal", extendiendo los paquetes hacia Emir con un gesto ceremonioso. Emir los aceptó con una expresión de asombro agradecido. Sus manos temblaron ligeramente al recibirlos, revelando lo poco acostumbrado que estaba a recibir regalos de cualquier tipo. ―¿Son… todos para mí? —preguntó con una mezcla de incredulidad y esperanza, como si temiera que todo fuera una equivocación que sería corregida en cualquier momento. ―Claro que sí —afirmó Salomón―Son… todos tuyos. ―¡Muchas gracias señor Ahmed!―exclamó Emir abrazándolo. Y mientras el muchacho lo abrazaba, Hassan dirigió una mirada elocuente hacia Salomón, negando imperceptiblemente con la cabeza mientras sus labios se curvaban en una sonrisa burlona apenas disim

