El agua del jacuzzi continuaba llenándose lentamente. El vapor comenzaba a elevarse desde la superficie, creando una atmósfera brumosa y sensual que envolvía a ambos como una nube privada de intimidad.
Nina se quedó completamente inmóvil, con su respiración volviéndose más superficial mientras observaba cómo Salomón se posicionaba entre sus piernas abiertas. Su corazón latía tan fuerte que estaba segura de que él podía escucharlo, y cada segundo que pasaba aumentaba la anticipación que la recorría como corriente eléctrica.
«Ay, Dios, caeré de nuevo» —pensó, recordando vívidamente la intensidad devastadora de las veces anteriores que él había usado su boca en ella—. «¿Me volveré adicta a esto?»
Salomón se arrodilló lentamente frente a ella, sus ojos verdes nunca apartándose de los suyos
