Pese al cansancio del día, no pude tener un sueño tranquilo y desperté tan temprano como siempre. El sol aún no ha salido, pero son casi las cinco de la mañana. Me siento al borde de la cama y paso las manos por mi rostro, tratando de despejarme. Enciendo la luz y el celular sobre mi mesa de noche llama poderosamente mi atención. Sonrío al saber que es hora de iniciar la verdadera venganza. Tomo el aparato en mis manos y me envío el primer mensaje como si fuera Ekaterina: "Anoche fue una gran noche, ya tengo ganas de volver a verte, amor". Envío el mensaje. Me responderé en un rato y tendré que mantener esa absurda dinámica por unos días, asegurándome de borrar la notificación. Con solo cuatro días que logre mantener esta farsa, será suficiente; entonces citaré a Ekaterina y nuestro encue

