4 Natalie Cielo santo. ¿Roark era mío? ¿Esto era una broma cósmica? Él estaba ante mí, amenazante, todo protector, gruñón, mandón, y yo no podía hacer nada más que mirarlo y preguntarme qué droga había tomado. Esto no podía ser real. Él era demasiado perfecto para ser real. Sus ropas no gritaban alienígena. Sus pantalones y botas eran simples y negras. Llevaba una extraña túnica gris que resaltaba cada músculo de su pecho y hombros masivos. Parecía humano, solo un poco más grande de lo que estaba acostumbrada. Hacía que Curtis, con su cabello rubio fino, torso delgado y mocasines, pareciera un niño de doce años. Roark era puro hombre. Su cabello era tan oscuro que parecía n***o; sus ojos, enfocados e intensos, eran del color de un expreso. ¿Y su voz? Me daba escalofríos. Tan profunda.

