6 Zara —¡Hora de irnos! El grito de Isaak me puso en movimiento. Dejé caer el bastón de titán, ya que de ninguna manera encajaría por el estrecho pasillo sin electrocutarme accidentalmente, y me apresuré en dirección a su voz. Encontré la cabina de mando o cual sea que fuera su nombre en una nave espacial. Literalmente era como en La guerra de las galaxias, con dos asientos y montones de botones, diales y controles deslizantes. Me senté en el asiento vacío a su lado. —Abróchate el cinturón —dijo, sin mirarme. Oí y sentí el zumbido del motor mientras me abrochaba el arnés de cinco puntos. Giró la cabeza y entrecerró los ojos mientras me contemplaba de la cabeza a los pechos, con la mirada fija por un momento. Usaba un feo y ajustado atuendo marrón que estaba lejos de favorecerme, p

