Elizabeth
ElizabethEl suave golpe en la puerta trajo mi atención y me apresuré a responderla antes de que el ruido molestara a mis hermanas que dormían en la cama. Todas nos habíamos bañado y habíamos hecho lo mejor para refrescarnos, pero, a diferencia de mis hermanas, yo no pude descansar. Estar aquí, en este pueblo, a hora de casarme con mi prometido, hizo que sintiera nudos en el estómago. Peor aún, las fantasías con los dos vaqueros que había visto antes bailaban detrás de mis párpados cada vez que intentaba descansar.
Abrí la puerta lentamente y me asomé por el borde. Ojos de un verde oscuro encontraron los míos y una sonrisa tan cálida que me hizo olvidar respirar hasta que la falta de aire me hizo sentir mareada.
"¿Señorita Lizzie?" El vaquero que había visto antes, por el cual
