Capítulo 1

1942 Words
Xavier King:   —Mamá. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no necesito que me ayudes? Soy perfectamente capaz de encontrar una mujer con la que me quiera establecer por mi cuenta —me froté la frente con frustración, me levanté y caminé hacia las ventanas del piso al techo que daban a la ciudad, mi ciudad.   —Lo sé, cariño, pero estoy cansada de verte solo. Además, me gustaría tener nietos antes de morir. —Dijo dramáticamente, lo que me hizo poner los ojos en blanco.   —Conozco a esa mamá, pero simplemente no tengo tiempo. —Suspiré.   —¿Por favor, Xavi? Sólo una cita y prometo que saldré de tu vida amorosa —suplicó.   —Se supone que no debes estar involucrada en mi vida amorosa en primer lugar. —Gruñí, antes de gemir.   —Bien. ¿Cuál es su nombre, edad y de dónde es? —pregunté.   Mi madre chilló en mi oído emocionada, y no pude reprimir la pequeña sonrisa que apareció en mi rostro.   La amaba mucho y haría cualquier cosa por verla feliz.   —Su nombre es Zelia Harrington y tiene 28 años. Es la hija del dueño del club de campo —dijo emocionada y yo hice una mueca.   Genial, otra heredera que tenía un palo metido en el puto culo, que gasta todo el dinero de papá.   —Bien. Mamá. Pero esta es la última vez. No más intromisiones —advertí.   —Sí, sí. —Dijo con desdén y suspiré.   Sabía que ella no me iba a escuchar.   —¿Cómo está papá? —pregunté.   —Está bien. Está afuera en ese maldito caballo. Estoy cansada de decirle que debe tomarse las cosas con calma —se quejó y yo me reí entre dientes.   —Aguanta mamá. Sabes que retirarse no fue fácil para él.   —Sí, sí, lo sé —suspiró.   —Está bien, tengo que irme ahora. Envíame los detalles de la fecha cuando hayas terminado —le dije.   —Lo haré, y será mejor que te vea para cenar el domingo. No creas que olvidé que faltaste la semana pasada —me encogí, sabiendo que estaría en eso cuando su entusiasmo se desvaneciera.   —Sí, mamá, pasaré el domingo. Hablaré contigo más tarde. —Dijo su último adiós y colgué.   Jesús, esa mujer es cargante.   Mi asistente, Anabelle, entró en la habitación, justo cuando me senté detrás de mi escritorio.   —Buenos días, señor. Su cita de las diez en punto ha sido aplazada a las once, porque había surgido un problema por su parte —dejó el café en mi escritorio y yo entrecerré los ojos.   —¿Comunicaron cuál era el problema? —pregunté, recostándome en la silla.   Una cosa que odiaba era la gente que me hacía perder mi maldito tiempo. No me volví tan poderoso y rico como soy al darme la vuelta y tomar las sobras que la gente quería dar. Luché duro por estar donde estaba.   Sí, le quité la empresa a mi padre, pero eso fue después de años de entrenamiento y de demostrarle que estaba listo.   —No, señor. —Me miró por debajo de las pestañas y yo resistí el impulso de poner los ojos en blanco.   —Cancele la reunión. No me agrada perder mi tiempo. Si hubo un problema urgente, debería haber sido comunicado al menos una hora antes, no veinte minutos antes de que se suponía que la reunión comenzaba —eché un vistazo a mi reloj.   —Sí, señor —se quedó allí mirándome por un momento, sus ojos se posaron sobre mí con lujuria.   —Ahora. —Chasqueé los dedos frente a su cara y ella salió de él, sonrojándose profusamente.   Dios, no sé por qué la mantuve cerca. Seguro que ella era decente en su trabajo, pero eso era cuando no estaba mirándome como si quisiera saltar sobre mí.   Abrí mi computadora portátil, sacando los archivos que tenía que revisar antes de mi próxima reunión. Tomé un sorbo de mi café e hice una mueca.   Esa mierda ya estaba fría.   Cogí el teléfono de la oficina y llamé a Anabelle.   —Tráeme otro café. Este está frío —dije antes de colgar.   Abrí el primer archivo y me froté las sienes donde podía sentir el comienzo de un dolor de cabeza que se formaba.   Qué pésimo comienzo de mañana.   —————————   Olivia Grey:   Aparté la mirada de mi mejor amiga Amelia, que me estaba haciendo pucheros.   —¿Por favor, Livy? Por favor, ven a casa conmigo —suplicó, agarrando mi mano.   —Mi Mi. No creo que deba —dije suavemente.   —¿Por qué no? —gimió.   —Porque este es el único tiempo que puedes pasar con tu familia. No quiero entrometerme en eso. Además, ¿qué pasa si a tu familia no le agrado? No quiero imponerme —murmuré, haciendo que se burlara.   —¡Sé que te amarán, Livy! Eres la chica más amable y dulce que conozco. Y no eres imponente. ¡Ya le pregunté a mamá si estaba bien que trajera a alguien a casa conmigo y ella dijo que sí! Además, no habrá clases durante los próximos dos meses. ¿Qué vas a hacer durante todas las vacaciones de verano?    Bueno... Ella tenía razón ahí.   No tenía familia, siendo una huérfana que creció nada menos que en el sistema de los Estados Unidos. Nadie me quería, así que me quedé allí hasta que tuve la edad suficiente para salir por mi cuenta.   La escuela era mi refugio, ya que algunos de los hogares de acogida en los que me quedé no eran los mejores. Entonces, me concentré en obtener buenas calificaciones y logré obtener una beca completa para el 'University College London'.   Hice las maletas y salí de Estados Unidos sin pensarlo dos veces. Fue difícil al principio. Tuve que encontrar un trabajo para poder comprar comida y tener un techo sobre mi cabeza, pero lo logré.   Conocí a Amelia el primer día de clases y, desde entonces, ha estado cerca de mí como pegamento.   Supongo que se apiadó de la pobre y solitaria chica americana.   Sé que Amelia proviene de una familia adinerada de clase alta. Por eso me pone tan nerviosa ir a casa con ella.   Solo soy una chica promedio. Trabajo como camarera/mesera en los días que no tengo escuela, tengo un pequeño apartamento de una habitación que no está muy lejos del campus. No me codeo con los ricos y adinerados.   No me malinterpreten, estoy orgullosa de mis logros hasta ahora. He sobrevivido bastante bien para alguien que no tuvo el mejor comienzo en la vida. Solo tengo 22 años y he logrado más que el promedio de los de mi edad sin la ayuda de nadie.   —¡Livy, por favor! Quiero pasar el verano contigo. Además, no quiero dejarte aquí en esta gran ciudad sola —suspiró dramáticamente, haciéndome poner los ojos en blanco.   —Mi Mi, he estado sola toda mi vida. Creo que estaré bien durante dos meses sin ti. —Resoplé.   Ella me frunció el ceño, haciéndome suspirar.   —Lamento que no tuvieras a nadie que cuidara de ti, Livy, pero ahora me tienes a mí. Por favor, ven a casa conmigo. No se sentiría bien si te dejara aquí sola —suplicó.   Pude ver lo mucho que significaba para mi amiga y no podía decirle que no.   —Está bien Mi Mi, iré contigo —dije suavemente.   Ella chilló de alegría, saltando encima de mí y sacándome todo el aire, mientras me apretaba con fuerza.   —¡Yay! ¡Estoy tan feliz de que hayas aceptado! ¡Nos divertiremos mucho juntos este verano! —dijo emocionada, antes de que empezara a hablar en mi oído.   —Guau. Más despacio, princesa. ¿Cuándo nos vamos? —pregunté, haciéndola sonrojar y sonreír tímidamente.   —Lo siento, me emocioné mucho. Nos vamos el sábado. Mis padres van a enviar a su chófer a recogernos —dijo ella.   Me removí incómoda. Por supuesto que tenían chófer.   —¿Así que tengo que pasar por tu casa a qué hora? —pregunté.   —¿Puedes hacerlo a las 11?   —Sí, seguro —suspiré.   —¡Genial! No puedo esperar a que conozcas a la familia. Te encantarán —ella sonrió, haciéndome esbozar una sonrisa.   —Sin embargo, todavía tengo que trabajar. No puedo levantarme e irme. No tendré trabajo al final de los dos meses —le dije.   Ella frunció el ceño y me miró con desaprobación.   —Sabes que no me gusta que trabajes ahí, Livy. Es peligroso. La gente se pone muy pendenciera ahí —cruzó los brazos sobre el pecho, haciéndome saber que está lista para la batalla una vez más.   —Sí, lo sé, Mi Mi, pero necesito ese trabajo para mantener un techo sobre mi cabeza. No todo el mundo tiene la suerte de ser una princesa malcriada como tú —la golpeé en las costillas.   —¡No soy una princesa malcriada! —ella gimió, haciendo pucheros.   Levanté una ceja, dándole una mirada que le dijo que acababa de demostrar mi punto.   Ella puso los ojos en blanco, suspirando.   —No sé por qué no me dejas ocuparme de tu alquiler por ti. Puedo pagarlo durante los próximos seis meses, y no tendrás que volver a ese horrible trabajo. Te dará tiempo para encontrar uno nuevo —dijo ella.   —No, Mi Mi. No voy a aprovecharme de ti de esa manera. Además, no es tan malo. Recibo algunas buenas propinas cuando el lugar está lleno.   Ella puso los ojos en blanco una vez más y me miró.   —Sí, eso es porque hay un montón de cerdos que siempre te ven lascivamente, mirándote los senos y el trasero. Demonios, algunos de ellos incluso te han manoseado un par de veces. No me gusta que trabajes allí, ¡no es seguro! —dijo tercamente.   Joder.   —Mi Mi. Sé que no es lo ideal, pero realmente no tengo más remedio que trabajar allí si quiero mantener un techo sobre mi cabeza y comida en mi mesa. No voy a tomar dinero de ti. Eso me hará sentir como un caso de caridad. Solo será por un tiempo de todos modos, hasta que me gradúe. Entonces buscaré un trabajo adecuado —le dije.   —No eres un caso de caridad, Livy, ¿y qué clase de amiga sería yo si tengo los recursos para ayudarte pero no lo hago? Está bien, ¿qué tal esto? ¿Por qué no te mudas conmigo? Ya sabes, tengo todo el penthouse para mí y hay tres dormitorios allí. De esa manera no tienes que preocuparte por el alquiler o la comida.   Gemí, deseando que ya lo dejara así.   —Amelia. Déjalo, por favor. No voy a renunciar y eso es todo. He estado sola durante mucho tiempo. Sé cómo cuidarme —le dije.   Resopló y puso mala cara, luciendo como la princesa mimada que realmente es. No estaba acostumbrada a que nadie le dijera que no. Todo lo que pedía, lo conseguía, así que sé que negarme la estaba cabreando.   —Bien. Pero solo para estar tranquila. Brent, nuestro chófer te llevará de la propiedad y de regreso. Eso no es negociable —dijo con severidad y puse los ojos en blanco.   —Bien —estuve de acuerdo, para quitármela de encima.   Sin embargo, sabía que este no sería el final de la conversación.   —Genial, ahora vayamos por unos tacos. Me muero de hambre —dijo, levantándome del sofá.   Negué con la cabeza, reprimiendo una sonrisa.   Mi mejor amiga está loca.
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