Matrimonio arreglado

POV ALANA Después de una semana de estar en Miami con mi jefe por unos de los contratos más importantes que ha tenido la empresa, vuelvo a casa, aunque aún nadie lo sabía. Había tenido que posponer mi luna de miel por este contrato y aunque mi ahora esposo lo había entendido, sé que le debía mucho, por lo que estaba decidida a sorprenderlo con mi llegada a casa. Faltaba dos horas para que volviera, por lo que, mientras lo esperaba, me daría una ducha para sacarme la suciedad de encima y después trataría de preparar una cena romántica, no era muy buena en la cocina, pero si lograba hacer algo bueno me contentaría. Subo mi equipaje a la habitación y empiezo a buscar la ropa que me voy a poner, elijo un vestido azul que combina con mis ojos y unos zapatos negros bajos, aunque yo no era muy alta, odiaba los zapatos altos, me sentía más cómodas con los zapatos de tacón bajo. Ya listo todo lo que me iba a poner, comienzo a sacarme toda mi ropa y me miro en el espejo, había adelgazado demasiado por las largas horas de trabajo, pero de igual forma seguía siendo hermosa. Con mi pelo castaño largo y sedoso hasta la cola y estos ojos azules que herede de mi mamá, que eran lo primero que los hombres veían de mí y también con unos pechos y una cola que eran los suficientes grandes. No grandes llegando al absurdo, sino un grande que se veía bien y me encantaba, amaba mi figura y sabía que a Liam también la amaba, pero a pesar de eso aún después de cinco años de noviazgo y de una semana de casados todavía no habíamos podido hacer el amor. Eso me preocupaba, primero fue el hecho que él quería que nuestra primera vez fuera cuando nos casáramos y luego estuvo el hecho que después de la boda tuve que irme con mi jefe por ese contrato tan importante, aunque no fue en vano, ahora tenía dos meses de vacaciones pagas por la generosidad del tirano. Dejo de contemplarme, me dirijo al baño, trato de no tardarme tanto, pero cuando me di cuenta, ya llevaba una hora en la ducha, amaba sentir el agua caliente recorrer mi cuerpo. Cuando termino de ducharme y cambiarme, empiezo a maquillarme, aunque al escuchar unas llaves, abrir la puerta de entrada, me detengo en seco, sabía que no podía ser Liam, él tenía que trabajar horas extras para poder irnos de luna de miel, pero lo que escuche después me dejo helada. -Liam, mi amor- escuché, era una vos demasiado conocida para mi gusto -Te has casado con ella, porque no puedes sacarle todo de una vez -No es tan fácil- contesta él suspirando - Su padre ha puesto en el testamento que, aunque ella se case, nadie más que un nieto podría reclamar la herencia No podían estar hablando en serio, como habían descubierto quién era mi padre, siempre lo había ocultado o eso había pensado. - ¿Qué? -pregunta la chica gritando -Se supone que te ibas a casar y nada más, no iba a ver sexo de por medio me lo prometiste -No es mi culpa- dice él - Hace poco se abrió el testamento, me enteré después del casamiento, por lo que tengo que hacer esto, aunque no quiera cariño. No podía escuchar más, salí de mi cuarto y bajé las escaleras, haciéndoles ver que yo estaba en la casa, los dos me quedaron viendo asustados, pero Liam fue el que se recuperó más rápido. -Cariño, estás en casa- me dijo acercándose a mí queriéndome dar un abrazo, sin embargo, lo aparté. -No me digas así- le escupí las palabras -Mañana te mandaré los papeles de divorcios. Y así, sin más me fui, no quería saber nada más de él y mucho menos de ella, que se suponía que era mi mejor amiga y la maldita que me lo presento, no podía creer que había sido tan tonta. -Necesito unas copas- pensé Me dirigí al único bar que no me haría recordar a esas dos escorias y empecé a tomar sin importarme como me miraban los hombres, esta noche no quería saber nada de ellos o mejor dicho ya no quería saber nada más de los hombres. Tome y tome hasta que me harte, entonces, me dirigí a la pista de baile y empecé a bailar, moviendo mis caderas, balanceándola de izquierda a derecha. No me importaba todas las miradas que estaban en mí, pero una llamo mi atención, parecía que me iba a quemar con la mirada, con esos ojos grises que recorría mi cuerpo de arriba a abajo. Aun así, lo que más llamó mi atención, fue su hermosura, Liam era lindo, pero, aun así, este hombre podría hacerle competencia a cualquier modelo. Todo en él era perfecto, su cara, su cuerpo que se veía bastante musculoso y su sonrisa tan brillante, todo en él me atraía y sabía que yo le atraía a él. Por lo que pensé que si me fueron infiel durante tanto tiempo no estaba mal devolverle lo que me hizo y lo mejor es que lo iba a gozar o por lo menos eso esperaba. Me dirigí hasta él con una sonrisa. - ¿Quieres bailar? -No sabía si el despecho o el alcohol me había hecho tan atrevida, pero me gustaba esta yo, esta que daba la iniciativa. Él me sonrió y asintió, nos dirigimos otra vez a la pista de baile y empezamos a bailar, estuvimos un rato así, solamente bailando. - ¿Cómo te llamas? - me pregunto acercándose y agachándose un poco -Alana Thompson- Contesté levantando un poco la cabeza, ese era mi nombre, pero el apellido había usado el de mi madre, no necesitaba que después de esta noche me extorsionaran por la plata de mi padre, ya bastante iba a tener que soportar a mi marido pidiéndome dinero en el momento que los papeles de divorcios empezaran a moverse- ¿Y usted? -Adriel Stavros- me respondió y supe que también me había mentido, sin embargo, tampoco necesitaba su nombre, después de esta noche, no habría nada más entre nosotros, sabía que era un hombre de plata, su ropa de diseñador me lo gritaba a los cuatro vientos, sin embargo, plata era lo que menos necesitaba. - ¿Podemos ir a un lugar más privado? - me pregunta y yo solamente asiento Él agarra mi mano y nos dirigimos a la salida, ahí nos esperaba un Audi de última generación, todo n***o, eso confirmaba mi teoría que no era un simple trabajador, este hombre tenía plata, seguramente más de lo que podría imaginar en estos momentos, no quería arrepentirme y salir corriendo a un hotel cualquiera para ponerme a llorar por la traición de mi esposo y mi mejor amiga. Una vez nos subimos al Audi, deje de pensar y me entregue a lo que sea que el destino me deparará.