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Amor Turquesa

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Blurb

Hasret Demirci tiene que cumplir con un enlace matrimonial con Tarkan Zergin, que su padre pacto cuando ella ni quiera articulaba palabra para ejercer su voluntad. Ahora que es una hermosa mujer adulta de veintidós años agacha la cabeza ante la obligación o perderá la presidencia de la cadena de hoteles que por derecho de ser la hija mayor de tres mujercitas le otorga su padre.

Ayhan Kiliç es un hombre de bajo estrato social, hábil en el comercio y un obsesivo jugador de mesa famoso por su ingeniosa habilidad para estafar.

El azar de la vida le devuelve una con una jugada limpia al tener que ocupar el lugar de su hermano Tarkan Zergin, cuando esté muere días antes de su boda. ¿Quien le diría que el tenía un hermano gemelo? y que el sería su carta para ganar no solo riquezas que codiciaban si no, se le pondría en charola de plata la posibilidad de ganar el corazón del mayor tesoro del señor Mesut Demirci, su hermosa hija con los ojos azul turquesa

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Heredero
Dilara había tenido un hija hace cinco años, su primogénita; pero para su esposo no era suficiente, había tenido ya tres embarazos fallidos y estando en el cuarto con seis meses estaba segura que su dios al fin le habia conseguido el favor de bendecirla y conservar así, el afecto de su esposo, pero la realidad fue otra. Un aborto espontáneo y doloroso le arrebato esa vida, Bekir deseaba tener un hijo, un varón que se convirtiera en el salvaguarda de su legado, que se hiciera cargo de su riqueza y que el apellido de los Zergin continuará soberano y glorioso por generaciones venideras. Berik logro hacer fortuna por su lealtad, fiel servidor al jeque Mustafa, siendo un general del ejército unos años atrás. Consiguió la bondad del jeque cuando una flecha por la espalda trato de cobrar una supuesta traición, el primo de Mustafa intento asesinarlo por robarle la mujer que el ya había conseguido como prometida Berik con la habilidad de un leopardo corrió poniéndose entre la fecha y Mustafa, y aniquilándo con dos flechas al traidor, el fiel sirviente salvó a su amo. Por agradecimiento Mustafa le dio tierras, dinero, y una esposa, Dilara una joven doncella que servía al jeque después de que su dinastía cayera, se la obsequio como esposa liberándola de la esclavitud. Berek dejo el ejército al convertirse en terrateniente debía atender nuevos negocios. Con el favor de Dios y del jeque su fortuna se multiplico. Pero Bekir estaba preocupado, por quien se haría cargo de toda esa fortuna, su hija Kadri al ser mujer no tenía la habilidad ni el poder de hacerlo. Esa era la preocupación de Dilara cuando ella fallara nuevamente en darle un hijo varón su esposo buscaría a alguien más y podría convertirse en una segunda esposa, con menos lujos. —¡Esen!, ¡Esen! — los sollozos se oían en una pequeña casa pero de una construcción bastante llamativa en Reiner Osiria, Dilata tenía que figurar el embarazo, pues por cuarta vez había perdido al niño, en esta ocasión con un desarrollo muy avanzado. No podía seguir así, en cuanto su esposo Berik lo supiera la repudiaría. La echaría de su lado y buscaría una mujer más joven. Esen era una mujer anciana que cuido de ella desde que era una niña de pecho, siempre servicial y con una lealtad intachable. —Ayúdame por favor, ayúdame a darle un hijo a mi marido. —Lloraba cuando su marido salía a trabajar —Mi señora… —¡Estoy maldita Esen! —Algo estaba mal con ella, como había podido ser posible que diera a luz a una niña y no consiguiera jamás dar vida a otro hijo. Todos se malograban y este último aunque hubiera llegado a termino, tenía las devastadoras virtudes de una niña. Las cosas sucedían por un razón era tal vez una bendición que sin saberlo esos pequeños no hubieran nacido nunca. Dios tenía un plan para todos. —Tengo la respuesta a sus ruegos, —se decidió después de meditarlo mucho— he escuchado rumores de una mujer que aún que en realidad aún es una niña está esperando, los tiempos con usted no encajan. Pero si nos movemos por supuestas órdenes de la partera a un lugar tranquilo fuera de la ciudad, podremos comprarle al niño a esa mujer. —¿Pero si le nace niña? —Ruegue a Dios que sea niño, mi señora. La leal sirvienta con una reverencia salió de la casa. Caminaba por el mercado haciendo algunas compras de verduras, y un poco de pan, estaba cerca de una tienda donde elaboraban cestos y fruteros tejidos de mimbre, se cubrió el rostro, nadie debía saber quién era su señora. Atendiendo estaba una mujer mayor, se acerco como una clienta más. Observo algunos de las canastas y demás. Esen traía ropa fina, aún cuando era una sirvienta muchos reconocían que trabaja para alguno de los señores ricos de la ciudad. —Quiero hablar con la muchacha —La mujer adulta de nombre Ceren, observo a su hija que sentada detrás de ella terminaba de tejer una canasta. La muchacha era joven, de nombre Melek, con la piel tierna aún se veía inocencia pero por ello la mirada avergonzaba apagaba la luz de sus ojos y dejaba destilar insatisfacción, se colocó de pie de inmediato el enorme bulto de un embarazo ya avanzado y casi casi a termino fue visible, tenía ya unos casi ocho meses, era predecible que naciera un niño enorme, fuerte y sano. Camino a la trastienda detrás de ella la Esen. —¿Que desea, señora? —Melek tenía una idea, inclino la cabeza. Está sería una oportunidad de salvarse ella, sus posibilidades se reducían a aceptar la voluntad de su padre, venderla como esclava o venderla a un comerciante para esposa con más dinero para limpiar su vergüenza. Dar al niño a una familia de apellido respetable le garantizaba no dormir en la calle junto a un niño hambriento en cuanto esté naciera, esas eran las amenazas de su padre, si ella decidía quedárselo. —Es este un buen fruto, — respondió después de casi tocar la barriga. —El que me a llevado al repudio. Mi padre me ha dejado desamparada, mi madre le ha rogado para que yo pudiera quedarme en casa. Cuando esto nazca yo no tendré dónde dormir, y no contaré con apoyo de nadie para poder alimentarlo, o ropa con que vestirlo, se me va morir en los brazos… mi padre puede casarme con un hombre mayor que me ha pedido, pero al niño no lo querrán tendré que dejarlo a la buena de Dios. Las palabras eran un ruego para que la ayudara a salir de ese desprestigio. —Dame al niño cuando nazca—no le dio rodeos ambas sabían cuál era la razón de esa visita — Yo le daré alimento, vestido, una cama con sábanas de lino y la atenciones que necesita… — no esperaba una respuesta inmediata – ¡Piénsalo! —No tengo nada que pensar, le daré a este … le venderé a mi hijo. Por una suma muy alta. —Remato dejando con asombro a Esen. Una mujer sin escrúpulos que era capaz de vender al crío que tenía en sus entrañas, no merecía ser madre, en cambio su señora que lo anhelaba con tanta ansia no le concedían la gracia. Definitivamente lo haría, le quitaría a ese niño para que su señora lo cuidara. —Crees que estás en condiciones.. —Creo que tengo la solución a sus problemas en mi vientre, ¿o me equivoco? —era cruel y ambiciosa, y no quería el destino que su padre estaba escogiendo. —Soy capaz de dejar a este niño en cualquier calle de la ciudad y era lo que pensaba hacer, sin importarme quien lo recogería o si moría de frío, mis problema ya no tiene solución. Pero usted lo necesita para algo, o para alguien por qué aún puede arreglárseles. Le venderé al niño esa es mi última palabra. Hubo un momento de silencio. —Mas tarde cuando la noche comience a caer pasarán por ti. No lleves nada, dónde estarás los siguientes meses vivirás como una doncella. Esen salió de ahí, sin mirar a la madre de Melek, cuando la joven embarazada salió tampoco dijo nada a su madre y se sentó en la silla a continuar tejiendo la canasta. Había caído en la seducción de un hombre. Nunca nadie le había hablado de cuentos de hadas e historias de amor. Su destino era casarse con un hombre a penas unos años mayor que ella, pero de buen ver. Decían que era un joven educado y bondadoso. Pero Melek sintió tentación por otro hombre del cual sabía que era casado y con mucho dinero, no era extraño en su comunidad ser la segunda esposa de un hombre, pertenecer a un harem o ser una concubina con privilegios eso era lo que quería para su vida, riquezas y comodidad. Si un hombre mayor que a miles de milla se le veía la riqueza la cortejaba, no se conformaría con un joven comerciante bondadoso. Cuando le comunico que estaba embarazada, este, el padre del niño le ordeno que se deshiciera de él, y nunca más volvió a buscarlo. El no está interesado en ella para esposa ni como concubina, solo fue el deseo de conquistar y enamorar a una niña. Intento deshacerse como lo habia ordenado pero su madre llegó a impedirlo. Desde luego el pacto matrimonial que tenía quedó disuelto y ella quedó como una hija manchada de la cual su padre se avergonzaba. Melek esperaba en la puerta de su casa, no le dijo a su madre o a su padre o alguno de sus hermanos que esa noche se iría para nunca más volver. Un hombre con una carreta de madera y vieja se detuvo frente a ella. La llevaron a una casa pequeña, la acomodaron en una buena habitación, le dieron los mejores desayunos la vistieron con ropa más fina, pusieron a su servicio una docena de sirvientas. Dilara dejo pasa una semana, Esen le había comentado que todo estaba listo y que ella debía alejarse de su esposo un tiempo, la tortura de impedir que el la tocará podría acabar pronto. Hablo con la partera quien con una jugosa bonificación apoyaría la versión de la esposa de Berik frente a el de ser necesario. —¿Es necesario que te acompañen? si es así dime y lo dejo todo. Bekir tenía pocas esperanzas en su mujer, era hermosa aún a pesar de los años. Joven y muy dulce pero inservible un tanto al convertirse en madre. Y una sugerencia de alejarse de esa casa era motivo de alarma. Era verdad que había mucho movimiento ahí, compradores de varias partes del país solicitaban cita. Había asentado una micro mediana empresa de muebles, que cada vez tenía más demanda y el producto ya estaba empezando a ser exportado. Era necesario para el estar al frente pero por la salud de su hijos dejaría todo al final esto era para ellos. —No, —Comento algo quitada de la pena para que Berik no le siguiera mirándola con desagrado —Estoy bien creo que la partera exagera. Dilara tomaba algo de té, y evitaba mirar a su esposo. —Entonces quédate y déjame cuidar de ambos, te prometo que no me separé de ustedes. Esen le mando miradas de negación a Dilara, no quería el desprecio de él. Pero alejarse era necesario para conservar su lugar. Berik no había querido conseguir una segunda esposa por qué amaba realmente a Dilara y nada le faltaba. Pero la necesidad de un hijo lo obligaría. —Por otro lado temo que si me niego a seguir sus recomendaciones, pierda al bebé no soportaría defraudarte una vez más Berik la observo con seriedad. Se sentía molesto solo de pensar que su esposa no pudiera mantener a un hijo en su vientre. —Siendo así prepararé todo para que no tengas ninguna molestia. De este nacimiento depende mi futuro mujer. Entiendes — con las palabras ariscas se puso de pie. Se había acabado el té y debía ir a atender sus asuntos —Si, te aseguro que tú legado está asegurado. — le dijo antes de que saliera de la habitación —Es lo que más deseo. Al amaneces salieron para aquella casa, Dilara siempre se mantuvo con un velo cubriendo su rostro. Y jamás compartía la misma habitación que Melek. Si ella estaba en la sala Dilara se mantenía en el jardín o en su cuarto. Fueron cuidadosas para no fuera vista. La joven embarazada se aprovechó de la situación y del tiempo que estuvo ahí, exigía comida, vestidos. Se comportaba como una reina y Esen dejo que disfrutará de cada día, que exigiera como si fuera la ama, que despilfarraba y que humillar a las sirvientas como la que más valía, ahí estaba su paga, pues nadie aún le había dado un solo real, solo estuvo un mes en esa casa sin salir. Y la servidumbre lo tolero, siempre sabían cuál era su lugar pero los señores Zenik no les trataban tan déspotas, la tortura no duró por mucho, al fin el tiempo se cumplió, los dolor de parto vinieron cuando Melek comía unas frutas, la barriga había crecido un tanto más y ella misma había embarnecido un poco más. Nunca se había jactado tanto de la comida viviendo en la pobreza con sus padres. Lanzo un grito, y el frutero se cayó al piso. Un par de sirvientas la ayudaron, la indicación era que el parto se realizará en una habitación que ya estaba preparada con un Moisés de mimbre tejido. Había una puerta detrás de ella donde estaría esperando Dilara —Al fin señora —Esen escucho el escándalo y dio gracias por qué al fin acabaría la soberanía de esa muchacha. Dilara se puso de pie, al saber que por fin conocería a su hijo. Todo ese tiempo paso orando para que fuera un varón y pronto sabría si sus ruegos fueron escuchados por Dios Mandaron llamar a la partera. Acercaron toallas, un balde con agua tibia. La recostaron en una cama y le acomodaron unos cojines en la parte de la espalda. Las contracciones no eran tan fuertes en un inicio pero Melek era débil ante el dolor. —¡Me duele! —decía cada vez que una contracción le partía la espalda por la mitad. —Acaben con esto ya, ¿Dónde está la partera? Era una niña teniendo los desgarrantes dolores para los que su cuerpo no estaba preparado. Respiraba profundamente Esen estuvo con ella, más como un buitre vigilando que no hiciera nada que pudiera poner en peligro la vida del niño que estaba por nacer. La partera llegó se lavo las manos y examinó la situación. —Hay que espera, aún no está lista –era una mujer vieja y llena de sabiduría. Se mostraba tranquila. Era un parto más de una niña primeriza, conocía los riesgos. Y sabía cómo salir de ellos con buenas noticias. La horas se desvanecerán lentamente mientras Melek gritaba cada vez más fuerte y se volvía insoportable el nacimiento. —Ya no aguanto — expreso con una voz rasgada y algo jadeante,. Era más dramática que victima. Melek veía el fin de su sufrimiento. Y una ganancia económica así que entre más pronto sacarán al niño de su vientre mejor. El tiempo pasaba como granito a granito bajando en un reloj de arena que no caía en cascada. La partera revisaba cada diez minutos o cada media hora y la dilación aún no alcanzaba su plenitud, más irritada y molesta grito por la punzada que la partía en dos. —Me manda la señora, ¡quiere saber que está sucediendo! —Avisa que aún no, pero pronto Dilara caminaba en la habitación de junto, escuchando claramente todo lo que sucedía, hacia círculos, la angustia de ser despreciada por Berik la llevaban a la locura. No era solo su esposo a quien le debiera obediencia y respeto, era el hombre que realmente le amaba y no soportaría perderlo, por ser una mujer maldecida. Se acerco la hora, las contracciones comenzaron a ser más seguidas y con mayor dolor. Los gritos eran más escandalosos, Melek sudaba, temblaba por la sensación de espera de las contracciones, cuando estos no eran presentes. Odiaba con todas sus fuerzas al hijo que se formó dentro de ella. No le había sido útil para conseguir algo de comodidad. Deseaba que muriera al nacer, y entre más dolor sentía más odio crecía. Lanzo un fuerte grito, por una contracción, la partera vio la dilatación. —Es hora, comienza a pujar niña Desde antes ya tenía la urgencia de pujar y lo comenzaba hacer, lo empujaba con todas sus fuerzas. Y con mucho coraje, —¡Mmmgggaaaah!— hacia unos extraños ruidos cada vez que se forzaba a empujar. —nnnnnjjjfu fu fu….nnnnnnngggggg!, ¡ya Dios!… ¡ya sal de mi! Respiro agitada, tenía en su cabeza un fuerte dolor y un presión que le debilitaba por instantes, veía luces y luego todo se le oscureció, se relajo un momento para que su cabeza dejara de dar vueltas estaba decidida apartarse de ese crío. Volvió a pujar aún que no le indicaran. —¡Ya veo su cabeza! —apretaba los puños en la cama y continuo pujando, una de las sirvientas le limpiaba la frente, su cuerpo temblaba y sus fuerzas cada vez eran menos. —Puja una vez más Melek se quedó tumbada en la cama un momento, casi estaba fuera toda la cabecita, pero ella ya no podía continuar. Recordó al hombre que la embarazo, y una lagrima escurridiza se mezclo con las gotas de sudor. Había Sido tan ingenua de enamorarse de él en un lugar como el suyo. Que mejor venganza que decir un día que su hijo murió. Quería lastimarlo mientras lo expulsaba de si. —Anda niña, puja. La voz de la partera la hizo alzarse nuevamente sobre sus codos tomo aire y comenzó a pujar, con tanta fuerza que la creatura salió hasta la cintura. La partera tomo al niño y le dio un ligero jalón haciéndolo salir por completo de la madre, corto el cordón y lo envolvió en sábanas de lino. Pero el llanto no se dejaba escuchar. —¿Esta… está muerto? —pregunto Melek con los ojos cerrados, y con las fuerzas en el piso, deseaba que ese fruto no fuera fecundo. Que nadie gozará de él ni de su amor. La partera le dio unos pequeños golpes en la espalda, metió una palanqueta en su boca, el recién nacido escupió un poco de líquido. Al hacerlo el chillido de un varoncito con un fuerte vibrar se escuchó como el mayor canto de felicidad. Esen sonrió y espero que le hicieran una pequeña limpieza al niño que no fuera tan exhaustiva se lo llevaría de inmediato a su señora para que se apegara a ella. El llanto del niño resonó entre aquellas paredes, Esen en cuanto pudo tomo al niño que le fue entregado envuelto en una sábana,. Con el llanto aún a todo pulmón se lo llevó a Dilara, dentro del Moisés que fue mandado hacer especial para él. —Es niño mi señora. —tenía frente a ella su salvación. Tomo al pequeño en sus brazos y lo apretó contra su pecho. Era una pequeña cosita de carne, tan pequeño que parecía quebrarse con solo tocarlo. Al verlo nadie diría que tenía nueve meses si no solo siete. Era perfecto. Y sano muy sano. —Tarkan ese será tu nombre. —Dijo con una voz melódica —Esen, vámonos, no quiero seguir en esta casa, manda llamar a mi esposo dile que he dado a luz a su heredero, que ha nacido prematuro pero con la bendición de Dios el vivirá para enorgullecerlo. —Como diga señora. En la habitación, Melek aún tenia necesidad de pujar, su padecimiento aún no concluía, una diminuta mano salió agitándose como si pidiera ayuda. —¡Dios, otro niño!.— exclamó la partera, pero ninguna de las mujeres en la otra habitación escucharon aquello La partera empujó al niño nuevamente adentro, provocando un dolor incómodo en Melek — vas a tener que pujar más — La chiquilla maldijo su desgracia.. Fatma hizo unos movimientos en la barriga para que él niños se acomodar. Esto era un castigo para ella. No podía creer que la semilla de aquel hombre se multiplicará por dos. De nuevo lloro, era sin duda esa niña con las marañas en la cabeza de cuentos llenos de pasión y amor, ojalá el supiera dónde estás y llegará a buscarla. Pujó fuerte, pujó hasta rendirse, estaba agotada era su primer embarazo y quizás el único. La partera tomo en sus brazos al pequeño, y salió a buscar a la señora Esen. Pero en la pequeña casa no había nadie más. —¿Y ahora que hago contigo? — pregunto la mujer con el niño. Volvió a la habitación y le puso al niño en la cama a un lado. —Muchacha, ¿es tu hijo que debemos hacer con el? Melek se giró al otro lado no deseaba verlo ni un poco o sentiría cariño por el ser desvalidos necesitado de ella. —Dáselo a la señora Esen. —Ella se ha ido. — no tenía fuerzas ni para pensar —Entonces déjalo en un orfanato, yo no lo quiero. — Se giró, evito mirarlo en el fondo sabía que no tenia corazón para despreciarlo. La mujer al verlo tan hermoso y pequeño tuvo compasión de el, y lo envolvió en una túnica suya. Por ahora se lo quedaría, mientras podía volver a buscar a Esen. Esen no volvió a esa casa, ni le dio una sola moneda a Melek como pago por Tarkan. Ya se había cobrado de más con la vida de reina que había disfrutado el último mes. Pronto Berik corrió a buscar a su esposa en cuanto le aseguraron que su mujer estaba dando a luz. Montado a caballo oraba por qué su heredero naciera con bien.

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