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Adiós, primer amor

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Dicen que en nuestra vida solamente tendremos tres amores verdaderos. El primero llega en la adolescencia y es un amor idealista. Nos enseña a querer, nos llena de ilusiones y todo parece ser un guion sacado de una película de romance. Es el amor más intenso e idealizamos lo que es una relación de pareja. Siempre hay llamadas, mensajes de texto, dedicatorias, muestras de cariño y muchas cosas más. Desafortunadamente, también dicen que el primer amor nunca funciona, pero ¿es eso cierto?

Celine Müller, una adolescente de 16 años con una personalidad reservada y proveniente de una familia con un conglomerado multimillonario y dos hermanos mayores muy apuestos, se encuentra en la etapa de su vida donde se supone que aparece ese primer amor idealista.

Su único y mejor amigo es: Stephen Jacoby.

Stephen Jacoby es un chico de 16 años con una personalidad contraria a la de Celine. También es proveniente de una familia adinerada y es hijo único.

Su mejor amiga es: Celine Müller.

Son mejores amigos desde la infancia y ahora que están en la etapa donde sus emociones y sentimientos evolucionan y se experimentan con mayor intensidad, sienten algo más allá de una amistad, pero ninguno lo confiesa por miedo a arruinarla. ¿Se hará realidad su primer amor o pasará como cualquier época del año que siempre llega a su fin?

Bueno, si alguien les hubiese dicho, ninguno se hubiese creído que un cambio de escuela temporal cambiaría su amistad. No solo eso... cambiaría todo, pero... ¿para bien o para mal?

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Episodio 1
Celine Mi nombre es Celine Müller y vivo en Canberra, la capital de Australia. Tengo dos hermanos mayores, Ryan y Cody Müller. Nuestros padres son dueños del mejor conglomerado del país, por lo que hacer y mantener amigos es muy difícil para mí ya que muchos me buscan por mi dinero… bueno, el de mis padres. Pero conocí a alguien que jamás se fijó en eso, tenemos muchas cosas en común, por ejemplo, sus padres son dueños del segundo mejor conglomerado del país. Su nombre es Stephen Jacoby, mi mejor amigo desde que tengo memoria. Nunca nos hemos separado y nuestros padres ya han hecho negocios juntos. Siempre que viajaba a otra ciudad por vacaciones compraba un regalo de recuerdo para Stephen y él hacía lo mismo conmigo, era como un acuerdo mental. 6:45 a.m. —Señorita, debe despertarse, la están esperando para desayunar. —La mucama intentó despertarme. —Ya voy, ya voy. —Bostecé y froté mis ojos por el sueño. —Su hermano Cody ya está con sus padres. —Me sorprendí por su comentario. Ryan se fue a Roma y Cody fue a Los Ángeles, ambos de vacaciones antes de que empezaran las clases. A mí no me dejaron ir sola a ninguna parte, ni siquiera con alguien que me cuidase; mis hermanos no quisieron llevarme y mis padres estaban muy ocupados con el trabajo como para ir conmigo. — ¿¡En serio!? —Me levanté de golpe de la cama y bajé al comedor, ahí estaban mis padres y Cody— ¡Cody! —Corrí hacia él y lo abracé. —Hola~. —Recibió mi abrazo—. Pensé que jamás te despertarías. —Me dio un beso en la mejilla. —¡Pensé que jamás vendrías! ¿Por qué no dejaste que fuera contigo a los Ángeles? Sabes que adoro ir ahí. —Porque Ryan podía molestarse porque te irías conmigo y no con él. Sí, claro, como si fuera a morir de celos por eso. —Ajá —resoplé molesta y tomé asiento—. ¿Cómo te fue? —Genial, por fin fui al letrero de Hollywood. —Lo vi seriamente. —Hija, deja comer a Cody y come tú también, ¿sí? —Asentí a la petición de mi padre y comencé a comer—. ¿Están listos para ir a la escuela? —Ambos guardamos silencio un momento, preferíamos más vacaciones—. Las clases empiezan en 4 días. Cuando llegue Ryan, irán a comprar sus cosas, incluyendo su uniforme. Era una tradición familiar ir a comprar nuestras cosas para la escuela, eso permitía que pasáramos más tiempo juntos. Antes íbamos con nuestros padres, pero ahora que ya estábamos grandes, íbamos por nuestra cuenta como hermanos. —Papá ¿y si las compras tú? —pregunté mientras hacía puchero—. Tú conoces bien mis gustos. Se rio y respondió: —Cody y Ryan también, cariño. Ve con tus hermanos, ya pasaron 4 semanas desde que no se ven. —Bien, iré con ellos, ¿pero puede… —Sí, ya sé, “¿puede ir Steph con nosotros?” —Mi padre me imitó con voz chillona—. No…y siguen en Gold Coast. —Bien~. —Suspiré y seguí comiendo en silencio hasta terminar—. Los veo luego, iré a ducharme. Subí a mi habitación y me di un tiempo para mi aseo personal. Luego bajé en busca de mi hermano. La mucama respondió que estaba en su estudio de música, componer canciones era su pasatiempo favorito. Me mostró un demo que había compuesto en Los Ángeles con la ayuda de sus amigos que compartían la misma pasión por la música. —¡Está increíble! ¿Cuándo compondrás una canción para mí? Sabes que soy buena cantando. —Cuando muera. —Se rio. —Bueno, al menos no esperaré mucho —Me fulminó y reí. Conversamos más tiempo. Bromeamos sobre nuestra estatura; él mide 1.72 mientras que yo soy 20 centímetros más baja que él. También hablamos de la escuela, a mí me faltan tres años para graduarme y, a ellos, dos. Ryan ya tiene 18 años y Cody 17, pero Ryan decidió esperarlo ya que Cody sufría bullying. Finalmente, decidimos ir por nuestro hermano mayor al aeropuerto. —Iré de compras antes —informé. —Guau, ¿no esperarás a que llegue Stephen? Toda mi familia sabe que siempre he ido de compras con Stephen; tiene un buen gusto de moda y confío más en él que en mis propias decisiones. —Estas vacaciones no fui con él —dije con orgullo y le saqué la lengua. —Fuiste con mamá, ¿cierto? —… ese no es el punto; ya me voy. —Salí de su estudio. Fui por mi bolso después de pedirle a una de las trabajadoras que le avisara a Roberto, mi chofer, que preparase el auto. —Vamos al centro comercial, por favor. —pedí y llegamos al Westfield Shopping Centre Belconnen—. Esta vez andaré sola. Te llamaré cuando esté lista, adiós. —Salí del auto y cuando entré al centro comercial fui a muchas tiendas de ropa y zapatos. Compré un par de zapatos y una camisa. Tomar decisiones por mi cuenta me resultaba difícil, siempre tomaba en cuenta la opinión de Stephen, lo que él pensara era muy importante para mí y casi siempre hacía lo que él decidía. Después de caminar un rato, fui a una heladería, pedí un helado y me senté en una mesa del local. Comencé a conversar con mi mejor amigo por mensajes. Le dije lo que había hecho y le envié fotos de mis compras. Me felicitó y me sentí muy feliz. Me contó cómo le iba en sus vacaciones familiares. Ha salido con Suzy y James; James es su primo, Suzy es una amiga de esa ciudad. Es vecina, así que Stephen jugaba con ella cuando se iba de vacaciones a visitar a su tía y su primo. A Suzy siempre le había gustado Stephen. Algunas veces, mi familia y la de Stephen se iban juntas a Gold Coast y cada vez que Suzy me veía con él, lo celaba. Me molestaba mucho porque él era mi mejor y único amigo. Él quería que nos lleváramos bien, pero ninguna cedía y me molestaba que a veces estuviera de su lado. Steph: Es otra de mis amigas. Es loca, lo sé, pero la quiero mucho igual que a ti. Celine: ¿Igual que a mí? Soy tu amiga desde la infancia y con ella convives apenas tres semanas al año y ¿la quieres igual que a mí? Steph: Sabes que no me refería a eso. Celine: Mejor hablemos otro día, estoy un poco ocupada, adiós. Dejé de contestarle los siguientes mensajes, con él me convertía en una inmadura y resentida. Le llamé a Roberto para que fuera por mí. Le dije que me recogiera en la entrada principal y ya estaba ahí cuando llegué. Regresé a casa y me encontré a Cody en la entrada de la casa y se acercó a saludar. —¿Por qué tardaste tanto? —Besó mi frente. —¿Qué crees? —Lo abracé. —No te decidías ¿cierto? —Asentí haciendo un mohín—. Bueno, dentro de una hora y media iremos al aeropuerto por Ryan. Ve a descansar, yo haré eso —Me dio otro beso y se fue a su habitación. —Tú, como siempre, durmiendo. —Subí a mi habitación y me recosté un rato a meditar sobre lo que había le dicho Stephen. Creo que me exageré con lo de Suzy … me disculparé cuando regrese, al menos regresará mañana. Cerré mis ojos y me dormí. (…) Bajé lista y me encontré con Cody. —¿Compraste eso hoy? No te lo había visto antes. —Vaya, qué observador. —Sonreímos—. ¿Nos vamos? —Asintió y salimos de casa. Roberto nos llevó al aeropuerto— ¿A qué horas cae el vuelo de Ryan? —A las 6:05 p.m., ve a ver al tablero. —Me acerqué a la enorme pantalla donde estaban los vuelos internacionales que habían aterrizado hace poco. Toronto, Canadá 5:52 p.m.; Barcelona, España 5:58 p.m.; Roma, Italia 6:01 p.m., entre otros. Regresé hacia Cody. —El vuelo de Ryan cayó unos minutos antes. —Son casi las 7. Esperémoslo en aquellos asientos. —Nos acercamos a unas sillas, pero antes de que llegáramos, se ocupó una. Mi hermano y yo nos vimos las caras y suspiramos—. Ven, te voy a cargar. —Asentí, resignada; sabía que no me iba a ceder el asiento y pues yo tampoco lo iba a dejar tranquilo, así que me senté en sus piernas y después la gente comenzó a vernos extrañados; él y yo reímos, no era la primera vez que nos pasaba, pero tampoco le dábamos importancia porque era algo normal para nosotros. —¡Chicos! —Cody y yo vimos de dónde provenía la voz y era Ryan. —¡Ryan! —Corrí hacia él y lo abracé. Después saludó a Cody. —¿Qué tal Los Ángeles, Cody? —Fruncí el ceño y ellos rieron—. Lo siento, pequeña. —Todavía no entiendo por qué mis padres no me dejaron ir con ustedes. —Porque aún eres una nena. —Despeinó mi cabello—. Nosotros no podríamos haber cuidado tan bien de ti como lo hubiesen hecho ellos, te hubiéramos dejado olvidada. —Lo triste es que ya lo sé. Mejor cambiemos tema antes que me sienta odiada por ustedes. —Sonreí falsamente—. ¿Qué tal Roma? —Genial, conocí a un chico que también es de Australia. Es bueno en la música igual que Cody, incluso tiene un apodo artístico; es de Brisbane. —¿No viene contigo? —Se quedará otros días allá. Además, si regresaba este día, se hubiera ido directo a Brisbane no a Canberra, ¿no lo crees, hermanita? —Lo sé, pero tal vez hacía escala aquí y tú me lo presentabas y nos hacíamos buenos amigos y no sé… ya sabes —Bromeé y ambos me vieron seriamente. Amenazaron al unísono: —Ni lo sueñes, hermanita. —De acuerdo, solo bromeaba... Bueno, vamos ya. —Roberto ayudó con las maletas y comenzamos a caminar. Ryan subió en el asiento delantero y Cody abrió la puerta trasera para que yo entrara primero. Estaba a punto de subir el primer pie, cuando escuché a alguien a los lejos llamar mi nombre. —¡Celine! —Vi a hacia todos lados, intentando encontrar la procedencia de la voz—. ¡Celine Müller! —Al fin la encontré y se trataba de Stephen.

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