bc

SOMALI

book_age18+
719
FOLLOW
3.6K
READ
student
drama
bxg
campus
realistic earth
betrayal
cheating
lies
secrets
passionate
like
intro-logo
Blurb

Luego de terminar la preparatoria, los días se vuelven aburridos para Joseca, quien espera pacientemente para empezar la universidad. En su última noche libre decide ir a un bar en donde conoce a una mujer hermosa y encantadora, que dice llamarse Somali y con quien pasa la noche. Días después, la encuentra en la misma universidad a la que asiste e intenta acercarse, pero la mujer actúa con indiferencia, finge no conocerlo y además, resulta que tiene una relación de noviazgo con otro chico. Cuando Joseca se dispone a no volver a hablarle, ella lo busca de nuevo y trata de convencerlo para seguir comunicados. Desde entonces, Joseca se acercará más y más hasta terminar perdidamente enamorado de Somali, sin poder contenerse y perdiendo el control en ciertas ocasiones.

Luego de haber tenido la certeza de que no habría nada que la separara de ella, descubrirá todas las mentiras y engaños de Somali, dándose cuenta de que no es la mujer que él cree.

chap-preview
Free preview
La chica del bar.
Alguna vez he escuchado una frase que llamó mi atención, la cual decía lo siguiente: “Cuando el pasado toque a tu puerta, no le abras. No tiene nada nuevo que decirte”. El pasado es importante debido a que forma parte de tu historia, pero creía firmemente que la frase era cierta. No existe nada nuevo que puedas obtener de él. Sin embargo, ¿cómo iría a adivinar que el pasado tocaría la mía después de tanto tiempo? Mientras converso con mi amiga Vienna a través de una llamada, escucho unos toques a mi puerta. Al acercarme, veo caer un sobre en la cesta del buzón. Lo tomo y observo el nombre del remitente. Al darme cuenta de quien se trata, me congelo. Definitivamente el pasado tocó a mi puerta y debía decidir si abrirla o no. Pude haberlo ignorado, pero fue imposible. Sin poder resistirme, abrí el sobre y comprobé que la frase no es del todo cierta. A veces, el pasado sí tiene algo nuevo y podría afectar el presente... o el futuro. El sobre contenía una carta que fue escrita por la mujer que alguna vez fue el amor de mi vida y por quien era capaz de poner el mundo a sus pies. En esa carta, mencionó algunos aspectos de su vida actual, pero las palabras que quedaron grabadas en mi mente fueron las siguientes: “...Hace un par de noches atrás, apareciste en mis sueños. No dijiste una palabra, solo extendiste tu mano hacia mí, como invitándome a irme contigo... ...Desde que te conocí e incluso cuando te recordaba todos los días, jamás había tenido un sueño en el que estuvieras presente... ...Dicen que los sueños tienen algún significado, pero desde mi perspectiva, tienen el significado que quieras darle. ¿Sabes cuál le doy yo? Una señal. Creo que es una señal para que vaya por ti. No tengo idea de qué estarás haciendo, pero sé dónde encontrarte...” [Siete años antes...] Todas las noches son las mismas, siempre sentado en el viejo sofá de la sala frente a la televisión. Desde que terminé la preparatoria, todo se ha vuelto aburrido. Muchos de mis amigos han migrado a otras ciudades para empezar la universidad, yo opté por ingresar en una de aquí, la cual comenzará después de este fin de semana. Mis últimas vacaciones fueron definitivamente tediosas. Por esa razón, decidí venir a este lugar: Un bar. No empezaré la universidad sin haberme tomado al menos un trago. Aunque haber venido solo, lo hace igual de aburrido. Bar "Dejavú", ubicado aproximadamente a cinco kilómetros de mi casa. Gabriel, un amigo de la infancia, me lo recomendó pero no pudo acompañarme. Desde que inició una relación fue difícil volver a verlo. Estoy sentado frente a la barra, vestido con lo mejor que encontré en el armario. Observo el tablero de bebidas con la intención de decidirme por una. —Una Margarita —dice una voz fémina a mi lado. Volteo los ojos hacia su dirección y la veo sentarse en el asiento vacío que se encuentra a mi costado. —Espero que no esté ocupado —suelta. —Tranquila —expreso. Estoy un poco maravillado debido a lo bien que le sienta el vestido rojo que trae puesto, el cual resalta sus peligrosas curvas y su largo pelo oscuro se desborda sobre su espalda descubierta. La observo embobado y ella lo nota. Sin embargo, no parece molestarle, sino que sonríe con una mirada comprensiva, como si estuviera acostumbrada a tal situación. —No eres de por aquí, ¿cierto? —asume. Aterrizo de golpe luego de oírla y tardo unos segundos en dar una respuesta. —De hecho, lo soy, pero es la primera vez que vengo a este bar —replico. —Eso explica el porqué no te había visto antes. ¿Cómo te llamas? —José Carlos Fonseca, ¿y tú? —pregunto. Da un sorbo a la Margarita, tomándose su tiempo para responder. —Somali... —responde—. Un placer, Joseca. Levanta la pequeña copa y me brinda una sonrisa. —¿No bebes? —pregunta. —Estaba pensando en qué podría ordenar, ¿qué sugieres tú? —la miro atento. —Bebe esto conmigo —acerca la copa a mi mano. Apruebo la propuesta tomando un sorbo de la copa. A medida que avanza la noche, llegan más personas al lugar pero nadie se acerca a ella. Al principio pensé que estaba esperando a alguien, aunque parecía no ser el caso. No soy muy bueno bebiendo, por lo tanto, siento que el alcohol comienza a hacer su efecto. —¿Viniste sola? —pregunto curioso. —Vine con una amiga y su novio. Estaban muy acaramelados en frente de mí lo cual me hizo sentir incómoda, así que los dejé solos en alguna mesa —comenta. —Debiste traer a un amigo contigo. —No tengo ningún amigo —sostiene. A decir verdad, no me resulta difícil creer. Ser amigo de una chica como ella sería una tortura, pues en el fondo, siempre querrás algo más. —¿No te sorprendes? ¡Eso me ofende! —exclama de repente. Suelto una risa. —No me lo tomes a mal. A las chicas bonitas les cuesta tener amigos varones. Se dibuja una sonrisa torcida en sus labios y recuesta su barbilla sobre la palma de su mano. —¿Piensas que soy bonita? —pregunta. Ella lo sabe, sabe que lo es. —Estoy seguro de que te lo dicen a menudo —asumo, a lo que sonríe. —En efecto —responde con soberbia. Después de incontables rondas, el alcohol nos había afectado a tal punto que estamos riendo sin ninguna razón en particular. Me percato de que suena una atractiva música, como ella. Extiendo mi mano hacia su dirección, lo cual hace que me observe extrañada. —¿Bailamos? —propongo. Las comisuras de sus labios se extienden inevitablemente, como si mi invitación la alegrara de verdad. —Con mucho gusto —responde, colocando su mano sobre la mía. Intento ser lo más sensato posible, cuidando no sobrepasar ningún límite. Sin embargo, al darle una vuelta, se aproxima y se apega a mi pecho, con su delicado rostro tan cerca que su nariz roza la mía. Ladeo la cabeza y me asomo a su oreja, lo que me permite percibir su dulce aroma. Luego de un largo rato, estamos empapados de sudor y nuestras piernas claman por un descanso. Nuestros lugares han sido ocupados, así que nos mantenemos de pie frente a la barra mientras ordenamos unas copas para saciar la sed. Bebe todo el alcohol de un sorbo y pide otra, al rato mira mi muñeca y observa el reloj que traigo puesto. —Es muy tarde, pero mis amigos no querrán irse de aquí aún —suelta—. ¿Tendrías inconveniente en acompañarme a mi casa? —Por supuesto que no, lo haré —afirmo. Tomé prestado el coche de mi padre así que no habría ningún inconveniente. —¡Muchas gracias! —exclama. Terminando de beber las últimas copas, salimos del bar y subimos al auto. Llegamos hasta la puerta de su casa, en donde me despido amablemente. —Que tengas una buena noche. —Gracias por traerme y por el maravilloso baile —expresa. —También lo disfruté. —Te devolveré el favor, te lo aseguro. —No necesitas hacer eso, no dejaría que una chica bien vestida fuera a su casa sola en autobús —sostengo. Sonríe amablemente mientras volteo para regresar al coche, sin embargo, me detiene. —Joseca, aguarda... —suelta de repente. Giro hacia su dirección y me quedo observándola. —¿Quieres pasar un momento a mi casa? —propone. —¿Estás segura? ¿Tus padres no se molestarán? —pregunto un poco desconcertado. —Vivo sola —aclara—. Adelante, pasa. Ingreso a la casa y me invita a sentarme en el sofá de la sala. Toma asiento a mi costado inclinándose ligeramente hacia mí, con sus ojos grises clavados en los míos. —Entonces, ¿qué haces? ¿estudias o trabajas? —pregunta, demostrando interés. —Comenzaré la universidad en unos días, seguiré la carrera de Diseño Gráfico. Me gustaría conseguir un trabajo de medio tiempo, actualmente no cuento con ninguno —explico—. ¿Y tú? —Estoy en el tercer año de mi carrera, estudio periodismo. En realidad tenía que escoger entre ser escritora o periodista, pero me atrajo más la idea de salir en televisión —ríe entre dientes—. Sin embargo, he escrito algunas novelas en el pasado. ¿Te gustaría leerlas? —pregunta, con una mirada traviesa. —Por supuesto —afirmo sin dudar. —¡Estupendo! Te las daré antes de que te vayas —expresa. —Como gustes —asiento—. Por cierto, ¿tus padres en dónde viven? Se mantiene callada durante unos segundos, mirándome fijamente. —Tienen su propia casa en algún lugar de por aquí —responde sin ser específica. —Pensé que se encontraban en una ciudad diferente, ¿porqué te mudaste? —pregunto intrigado. Suelta un suspiro. —¿Siempre haces preguntas muy personales? —desvía la conversación. —Lo siento, no era mi intención incomodarte —aparto la mirada. Una sonrisa torcida se traza en sus labios. —Quería un poco de espacio —agrega—, pero no están solos, tienen a mi hermano menor quien acaba de cumplir los dieciocho años. Vaya, tenemos la misma edad. Tenía un enorme interés por conocer la edad de ella, pero aunque quería preguntárselo, no lo hice. Ella se ve bastante joven para llevar tres años de carrera. —¿En qué estás pensando? —pregunta, asomando su rostro hacia mí. Al mirarla, me invadió la curiosidad acerca de algo que me había estado inquietando desde que entré a esta casa, pero lo olvidé en cuanto empezamos a platicar. —Tengo una duda —manifiesto—. ¿Haces este tipo de cosas a menudo? —¿A qué te refieres? —dice confusa. —¿Siempre traes a chicos desconocidos a tu casa y platicas con ellos? —cuestiono sin titubear. Se forma una ligera sonrisa en su rostro, parece divertirse. —No a cualquier chico, solo a los buenos —agrega. —¿Crees que soy un chico bueno? —pregunto, levantando una ceja. —Lo eres. —¿Cómo lo sabes? No me conoces. —Tengo el don de leer a las personas, y tú eres muy transparente —expresa—. Muchos piensan que para conocer a alguien debes pasar un largo tiempo a su lado, sin embargo, basta con mirar ciertas acciones y conductas que aparentan ser insignificantes pero dicen mucho de una persona. Por ejemplo, si tú fueras un chico atrevido, me habrías besado en el momento en que bailábamos —asume. Separo ligeramente los labios con la intención de defenderme, pero no se me ocurre nada para refutar su teoría. ¿No es lógico que no la haya besado? Estaba pasada de copas, no hubiera sido prudente. —En segundo lugar, me habrías besado frente a la puerta o pedirme que te invitara a pasar a mi casa, pero tuve que hacerlo yo —refunfuña —. Tú simplemente ibas a irte así sin más. Levanto ambas cejas de la impresión, no tenía idea de que esperaba eso. —Y por último, me habrías besado desde que entramos aquí. Sin embargo, seguimos platicando de cosas sin importancia —frunce el ceño—. Todo esto son indicios de que efectivamente eres un chico bueno y que serías incapaz de sobrepasar los límites sin mi permiso. Con cada palabra que deja salir de su boca, se acerca cada vez más a mi rostro, como tentándome a que dé el siguiente paso. Su aroma es embriagador, incluso más que todo el alcohol que he ingerido. Sus labios me invitan a sentirlos. Me pregunto a qué sabrán. —Si te beso ahora, ¿dejaría de ser un chico bueno? —pregunto con la poca resistencia que me queda. —Solo un chico bueno preguntaría algo como eso —agrega, con una sonrisa de satisfacción. Se encuentra tan cerca que con un solo movimiento logro alcanzar su boca. Llevo mis manos a su rostro para sostenerlo mientras que presiono mis labios contra los suyos.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
49.4K
bc

Bajo acuerdo

read
6.9K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
85.3K
bc

Navidad con mi ex

read
8.5K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
156.8K
bc

Tras Mi Divorcio

read
507.6K
bc

Yo, no soy él

read
87.9K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook