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La Duquesa de Edimburgo

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Blurb

Christopher Maxwell juro de rodillas sobre la tumba de su hermano que se vengaría de todo lo que le había hecho aquella mujer, lo que no sabía después de su arribo de Escocia era que se encontraría con dos rostro completamente similares.

Las gemelas Campbell son completamente distintas por dentro, pero lo único que Christopher tenia era una inicial que fácilmente podía ser de una de las dos, Ellenor es extrovertida, alegre y carismática algo contradictorio para las mujeres de clase como decía ser ella, en cambio Elise era una "dama", de buenos modales y encantadora de una manera un poco más conservadora.

Mentiras que destruyen, palabras que hieren una una lista interminable que cosas que una inocente tendrá que pagar por una venganza de un acto que ella no cometió.

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PREFACIO
6 de mayo de 1837 El viento movía las enormes ramas del árbol de caoba que arrastraban sobre la teja de asbesto de la modesta cabaña, dentro yacía un hombre, tan ebrio como si hubiera bebido alcohol durante dos días sin parar, la verdad era que solo tenía bebiendo seis horas, pero la cantidad cubría lo que pudiera beber en setenta y dos. Aquel hombre era Arthur Maxwell, el gran duque de Edimburgo y el hombre más poderoso de Inglaterra después claro, de los reyes y príncipes de la realeza. Sus ojos ahora rojos por el alcohol emanaban dolor, un dolor que le quemaba el alma y le hacía preguntarse si… ¿Debía seguir viviendo? Estos pensamientos le carcomieron por dentro mientras abría una nueva botella y la llevaba a sus labios de manera impudorosa, era un hombre joven y posiblemente el hombre mas deseado de Inglaterra, pero eso no impidió que se viera envuelto en la mas desastrosa historia de amor. —¡¡Maldita!!—Grito el duque mientras arrodillado pasaba las manos por su cabello, estaba perdido por el alcohol y el dolor, en sus manos apretaba fuertemente una carta, el contenido era un misterio, pero según los trabajadores de su mansión en cuanto la recibió no dudo ni un segundo en llenar un pequeño maletín con cuatro botellas y cabalgar hasta la cabaña. Un sollozo escapo de su boca mientras a duras penas lograba llevar aire a sus pulmones, aquella carta había dado un certero golpe a su corazón del que no esperaba volver a recuperarse nunca. Esos ojos azules, esos labios que muchas veces le dijeron que lo amaban y esas cálidas manos que no dudaron en abrazarlo tiernamente le habían propinado la más certera estocada. —¡Esa maldita mujer! ¡Maldita sea la hora en que te conocí Ellenor Campbell! —La lluvia comenzó a caer y los truenos se hicieron presentes, haciendo que los gritos del duque se fundieran con el de la lluvia. Esos truenos y la soledad anticiparon que nada de lo que pasaría aquella noche terminaría bien. Ellenor Campbell era la mujer más bella que había conocido cuando se perdió entre las enormes propiedades de los Maxwell, aquellos ojos azules lo hechizaron, aquel día la conoció y quedo prendado de ella, Arthur siempre había sido un hombre que apreciaba la sinceridad y dejaba de lado todo prejuicio por lo que intentando afianzar lo que sus ojos transmitían mantuvo una relación con ella sin decir ni una sola vez su verdadero nombre o su posición, la bella dama, en concreto, no parecía estar interesada en su estatus social, ambos, o por lo menos fue lo que creyó Arthur, se enamoraron profundamente el uno del otro sin mirar estatus social. Lamentablemente nunca conoció a su amada por dentro, podía tener unos labios que incitaban ser besados, pero tenia un alma tan sucia que de haber visto esa faceta el primero día, o sin tan solo hubiese sido un poco mas transparente, hubiese deseado nunca volver a mirarla. Para su mala suerte, incluso fue cobarde pues no fue capaz de decirle ese horrible contenido en la cara. Tu siempre serás lo que eres, fuiste tremendamente iluso o demasiado estúpido como para imaginar que una señorita respetable y de alta clase se enamoraría de alguien quien no tiene ni una sola libra, jamás cambiaria mis largos y ostentosos vestidos por harapientas telas ni mucho menos confinaría mi vida a permanecer a lado de un hombre de tu clase por la vana ilusión del amor. Fue divertido, disfrute estar a tu lado mirando como me alababas como una diosa mientras yo, te tomaba como mi entretenimiento. Un hombre sin estatus o poder no vale nada, me arrepiento de haber pasado tantas noches contigo, fuiste un gran amante, pero demasiado pobre como para mirarte para algo más. Mi vida esta destinada al lujo y a la ostentosidad, detestaría marcharme de casa a una residencia con menos clase de la que ahora llamo mi hogar. Me casare. Con un Lord, no dire titulos porque seguro no los conoces, un hombre con titulo me ha brindado amor, dinero, poder y un estatus mas haya y del que estoy segura tu nunca podría brindarme. Te escribo de esta manera porque no me gustaría que alguien mas jugara contigo, no debes preocuparte, buscare la manera de ocultar que he dormido contigo, bueno, no es como si valieses demasiado la pena como para ser llamado “El primero en mi vida”. Fuiste nada y seguirás siendo nada. Como esas líneas se repetían mas y mas degradaciones para aquel hombre, su orgullo había sido pisoteado y para alguien de su estatus fue algo que jamás pudo esperar. ¿Un Lord? Que era un Barón comparado con un duque, nada, era nada.  Él era la imagen viva de un hombre herido, pero su reacción no era para menos, su amada lo había rechazado, iba a casarse con otro hombre y él no podía hacer nada, no podía ir y decirle quien era en realidad porque a pesar de ser un duque debía respetar las etiquetas de las Ladys, confesar su amor, era confesar todo lo demás, no dudaba en que cuando ella supiese se arrepentiría, pero el no deseaba eso, deseaba olvidarla y solo había una manera de que lo hiciera rápido.   Llego como pudo a la caja de metal que escondía debajo de un estante, de dentro saco un arma, no dudo ningún momento en apuntarse con ella directamente a la cabeza, su respiración se agito al notar el cañón posicionarse en su sien, estaba temblando, pero también estaba borracho, lo que hizo mas marcado su pesar, uno ebrio podía llegar a cometer muchas estupideces, su conciencia, su sagacidad, todo quedo opacado por el alcohol. Ahora el duque de Edimburgo era un hombre segado por el dolor, un dolor que no podía dejar de invadir su pecho y que estaba dispuesto a parar de una vez por todas y para siempre, no deseaba nada mas que…Morir y con ello matar el amor que sentía por esa ingrata y terrible mujer. —Perdón hermano—Susurró el duque casi entre dientes, mientras en su cabeza pensaba en que posiblemente su hermano nunca le perdonaría dejarlo solo y mucho menos con una carga tan pesada y que nunca deseo como el ducado—¡Con mi muerte se ira el dolor y la muerte misma consumirá el amor que algún día te tuve!   Un trueno fue lo último que se escuchó antes de que el cuerpo inerte de Arthur Maxwell callera al suelo, su cuerpo se convulsiono levemente cuando la bala del revolver le traspaso la cabeza, en unos cortos segundos luchando por tomar aire dio su última bocana en el mundo terrenal, después de aquello, no tardaron más de dos minutos antes de que su cuerpo se pusiera completamente blanco, pálido, sin vida.  

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