¿Porque mamá?

1157 Words
Recuerdo muy bien esa última mañana en la que amanecimos mi madre y yo en nuestra humilde pero acogedora cabaña que se ubicaba en los límites del Reyno de Dreamland. Mi ritual de todas las mañanas era asomarme afuera para dar un respiro y observar cómo se ponía el sol. Pero ese dia pude presentir que el aire olía diferente, normalmente es fresco y ligero pero esa mañana estaba agitado y pesado al entrar por mis fosas nasales hasta llegar a mis pequeños pulmones. —Cariño, vístete ya por favor. —Pero mamá, todavía no sale el sol. —Gaia necesito que estés lista porque... Mi madre no pudo acabar de formular su oración cuando se comenzaron a oír cabalgueos a lo lejos. —Mierda ya están aquí y no estamos listas. ¡Gaia ya!- gritó mientras me empujaba hacia nuestra alcoba. Me vesti rápido al ver a mamá tan preocupada, hasta ese dia jamás había visto a mamá asi. Ahora siempre está así, hasta cuando llega la hora de ir a dormir. Toc,Toc. —¿Se encuentra alguien allí? -Pregunto una voz masculina afuera de la cabaña. Mi madre abrió la puerta rápidamente dejando entrar a un hombre con un vestir muy particular. —Disculpe mi lord, pensé que tardaría un poco más en llegar, no tardaremos mucho ya casi estamos listas.- Decía mi madre con la voz quebrada mientras mirada hacia otra dirección evitando contacto visual con aquel hombre. En el momento entendí que era alguien de la nobleza, ya que esta prohibido mirarlos a los ojos y nadie del rumbo podría vestir así de elegante. —Recuerde que solo pueden llevar una maleta. —Por eso no se preocupe mi lord, solo debo terminar de vestir a la niña. Claro que no había de que preocuparse si no teníamos más, fuera de la cabaña toda nuestra vida cabía en esa maleta. —¿Mama a dónde vamos? Y porque debemos llevar una maleta. —Las espero afuera no tarde.-Dijo el hombre cerrando la puerta. —Gaia necesito que seas madura y entiendas que debemos irnos de aquí. —Pero porque mamá, aquí es nuestro hogar, es la casa que mi padre construyó para nosotras recuerda. —Aqui ya no hay nada para nosotras, si nos quedamos moriremos de hambre, si no es que nos mata alguna enfermedad primero. No dije más, no porque estuviera de acuerdo si no porque mamá es débil y yo debo cuidar de ella. Nos subimos en un hermoso caballo blanco que nos llevaría al palacio. Pero la nostalgia de abandonar mi hogar me impidió disfrutar cabalgar ese hermoso potro. Al parecer habíamos llegado antes de que la servidumbre y los guardias empezarán labores. Al bajar de los caballos el hombre nos metió rápidamente a su enorme mansión a escondidas, nos acompaño hasta guiarnos a un dormitorio, nos dio a mi madre y a mi unas ropas en mejor estado que las que traíamos puestas. —Pronto vendré a ver las, apeguese al plan, no llamen mucho la atención y explicarle a la niña lo que deben hacer.- Susurro para luego salir huyendo. Después de ese día mi vida no volvió hacer igual, me a costado adaptarme pero me esfuerzo por mamá, demonios puedes sacar a la chica del campo pero no el campo de la chica. En una de nuestras primeras noches aquí tuvimos una sería conversación que me marcaría por siempre. —Madre, porque debemos vivir en esta mansión y no en una cabaña como los demás campesinos. —Bueno la explicación de eso conlleva una larga historia y dudo que quieras escucharla. —Mamá - Replique con un tono irritado. —Disculpa querida, olvide por un momento con quién estoy hablando. Bueno te diré, pero no puedes andar por allí divulgando lo que te voy a contar o podrían haber fuertes consecuencias. —Claro que no, mi boca es una tumba. —Bueno acércate y pon atención porque solo te contaré esto una sola vez. Cuando tu padre vivía trabajaba como caballero en el palacio y gracias a su temerario carácter fue el mejor en sus encomiendas, al poco tiempo captó el interés del rey para convertirlo en su escolta personal. —Pero tu me dijiste que murió en la guerra.- Interrumpí. —Bueno si me dejas continuar llegaré a esa parte pronto, aunque creo que mejor ya no, es muy desagradable para mí recordar eso. —No, por favor continua.- Rogué con ojos de cachorro Mamá rodó los ojos cediendo a mi adorable chantaje —A dónde fuera el rey tu padre iba convirtiéndose en su sombra. —¿Hasta cuando iba a hacer sus necesidades?- Volví a interrumpir. —Gaia, ya deja me hablar por favor, esto es serio. Desafortunadamente a los pocos años se desencadenó una horrible y sangrienta guerra. Las tropas caían una tras otra, nuestro Rey y tu padre estuvieron allí de principio a fin. En casa todos estábamos desesperados, el pueblo se encontraba en graves problemas por la falta de alimentos y suministros ya que las despiadadas batallas afectaban los campos y el ganado. La única forma de que alguien se rindiera era si mataban a nuestros rey o nosotros al suyo. Hubo un valiente que se sacrificó para llevar a cabo tan complicada hazaña. —Asi que papá... —Tu padre jugo el rol más importante de esta historia, lucho con puños y dientes hasta su último respiro, pero las tropas enemigas eran más que las nuestras y no pudo salir de allí con vida. —Asi que... —Asi que el rey por agradecimiento nos está apoyando en memoria a su más valiente caballero. —Madre esto es mucho para procesar, si papa fue un héroe porque nadie puede saberlo y de que forma nos está ayudando el rey. —Muchos acusan a tu padre de no haber muerto en combate y ser cómplice del Reyno enemigo. Era conocido por tener la fuerza de nueve hombres, podría terminar con una tropa entera el solo si quisiera. Pero llevaba ya varias semanas al frente cargando con la responsabilidad de proteger al rey y a sus camaradas, provocando le mucho agotamiento. Facilitando que alguien lo tomara con la guardia baja. —Que rabia .-Murmure con los brazos cruzados de coraje. —El rey iba a otorgarle a tu padre un título al terminar la guerra, así tendríamos una vida más cómoda pero por los chismes y rumores que hubo tras su muerte, tuvo que dejar todo en el olvido pensando que yo podría reaser mi vida con alguien más. — ¿Entonces porque ayudar nos ahora?- Gruñi ferozmente. —El rey no estaba enterado de que yo ya estaba embarazada de ti cuando tu padre partió. Pero ante nuestra precaria situación tuve que tomar me atrevimiento de buscar su ayuda, sabiendo que podrían haber represalias. Envés de resentir o cuestionar algo de aquel relato, mi pequeña y loca cabeza quedó maravillada.

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