Capítulo 1 - El Día Esperado

1840 Words
[KEIRA] Dos meses después: Enero 11 Siento que este tiempo que ha pasado me ha ayudado a pensar muchísimo en todas las cosas que han ocurrido, sin embargo, no me he atrevido a hablar con mi padre ni con Sara acerca de la posibilidad que me fue revelada aquella tarde en aquel lugar. He intentado continuar con mi vida como si nada hubiese pasado, pero para ser sincera no ha sido fácil, no sabiendo que el resultado de aquella prueba puede llegar en cualquier momento.  Los únicos que me mantienen en calma son mi esposo y mi pequeño hijo que cada día está más grande. Es increíble lo mucho que me enseña de la vida a cada día que pasa y como su sonrisa puede transformar un día difícil en uno maravilloso, sin él nada tendría sentido, eso lo tengo claro. En cuanto a la empresa, eso es otro de esos asuntos que ahora siento que ya no sé ni siquiera como ver desde un punto empresarial, si ese resultado fuera cierto, las acciones de la empresa deberían ser redistribuidas… son tantas cosas las que cambiarían, que ya no sé ni siquiera cómo manejarlas.  —¿Sirena, estás bien?— Escucho la voz de Dane y al levantar mi mirada, lo veo entrando al despacho que tengo aquí en casa. —Si, solo estoy pensando ¿Dake duerme?— Averiguo y él asiente.  —La verdad es que tenemos mucha suerte con nuestro hijo, se quedó profundamente dormido abrazado a su peluche favorito— Me cuenta. —Quisiera tener la paz que él tiene— Murmuro.  Mi esposo se para detrás de mi silla y lleva sus manos sobre mis hombros para así comenzar a masajear —Ya hemos hablado de esto antes y sabes que no cambiará nada— Expresa inclinándose hacia mí y besa mi cuello.  —No me da miedo por mí, o por la empresa— Me justifico. —¿Entonces?— Presiona. —Por mis padres ¿te imaginas?— Le cuestiono. —¿Me dejarías de amar si después de tantos años de casados supiera que tengo otro hijo?— Me pregunta haciendo que deba voltear a verlo y que él tenga que moverse un poco. —¿Tienes otro hijo?— Inquiero firme y sonrie. Él apoya cada una de sus manos en el apoyabrazos de mi silla y se inclina hacia mi para fijar su mirada gris en la mia y sonríe —El único hijo que tengo y todos los que quiero tener, son contigo… asique la respuesta es no— Me dice muy seguro y comienza a besarme de una manera que me hace olvidar de todos los problemas. —Eres un experto en el arte de hacerme olvidar lo que esta pasando— Me quedo divertida. —Y tú en el arte de hacerme querer tener más hijos ¿cuando buscamos un hermanito para Dake?— Me pregunta sensual. —Nene, no tengo cabeza para otro bebé ahora… Entiéndeme— Le pido poniendo mi mano sobre su pecho, pero antes de que él se separe, el timbre suena y ambos nos miramos —Creo que es lo que estoy esperando— Susurro. —¿Te acompaño?— Se ofrece.   —Por favor— Respondo y de inmediato él me ayuda a ponerme de pie para así ir juntos a abrir la puerta principal donde hay un hombre de cabello oscuro vestido de mensajero parado frente a mi. —¿Keira Olavarría?— Me pregunta y asiento. —Si soy yo—  —Firme aqui por favor— Me pide dandome una planilla. De inmediato hago lo que me pide, y le entregó el documento para que después él me de el sobre —Gracias— Le agradezco y cierro la puerta para después quedarme en el foyer de la casa con mi manos temblando al sujetar este sobre.  Las dudas me están matando y sin poder resistirlo más, abro el sobre, sacó el papel que está dentro y al leer su contenido siento como todo mi cuerpo comienza a debilitarse hasta que mi alrededor se torna oscuro y lo único que escucho es a Dane llamando mi nombre.  [QUENTIN] Hace mucho que no pasaba tanto tiempo dentro de la oficina, no desde que Nadine murió y me enfrasqué en este tipo de rutina que casi me lleva a la muerte entre tanto café espresso y ejercicio extremo. Sin embargo, de nuevo me encuentro aquí, en un horario de ocho de la mañana a dos de la tarde, con la única diferencia que las tardes las he dejado completamente libres para poder estar con mi familia.  Han pasado dos meses desde ese crucero donde no sólo empezábamos a disfrutar de unos buenos cumpleaños y posiblemente unas vacaciones decembrinas cuando todo se convirtió en un caos que hasta ahora no logro comprender y sé que Keira tampoco, de pronto todo lo que sabías durante años se vuelve confuso y después de la prueba puede que sea falso o solo una jugada de las personas que nos quieren hacer daño; hoy llega esa prueba y estoy sumamente nervioso.  Desde lo que pasó lo del crucero mi familia y yo nos hemos encerrado en la casa. He contratado más seguridad para Isabel y mis hijas, por ahora decidimos no llevar a Adelaide en una guardería y mejor tenerla con la niñera que contratamos después de una búsqueda exhaustiva en todo los órganos de la justicia, aunque aún así debe reportarse con Isabel a cada rato y no puede abandonar la casa sin permiso. También por acuerdo mutuo Keira y Dane desaparecieron de nuestra vista. Tan sólo regresamos del viaje en crucero decidimos no volvernos a hablar hasta obtener los resultados, eso si, nos pusimos de acuerdo del el día exacto en el que nos haríamos la prueba de ADN para que éstos llegaran al mismo tiempo y uno no se enterara de la noticia antes que el otro, por lo que creo que sus resultados llegaron ayer y hoy, sólo espero los míos.  Por mi parte no he dejado de pensar en la ironía de la vida. Hace años atrás perdí a una hermana y ahora el destino o lo que sea me da la posibilidad de tener otra, supongo que mi vida está marcada por las segundas oportunidades, como me pasó con Isabel, o tal vez esté a punto de destaparse una red de mentiras y situaciones escondidas que tendré que resolver. Pensé que conocía a mi madre, pensé que conocía a mi padre, ¿a quién más no conozco?, si todo esto es verdad, ¿Jaqueline estaba enterada y nunca me dijo?  ―¿Por qué tarda esto tanto? ― me pregunto viendo por la ventana hacia la calle y luego el reloj de pulsera.  «¿Será que mis resultados estarán hasta mañana?, no se supone que ese laboratorio es el más avanzado en todo esto de genética, ¿no deberían tener resultados más rápidos?» ―Relájate, sólo respira― me digo a mi mismo. Luego camino hacia la pequeña nevera que tengo en la oficina y al abrirla veo uno de esos zumos que Isabel prepara para mí y sonrío―¿cómo es que siempre te las arreglas para estar en todo amor? ― me pregunto.  ―¿Señor Valois? ― escucho el sonido de mi nueva asistente, Jana, la hermana de Vivianne.La cambié porque quería tener todo en un círculo cerrado y Vivianne es la socia de Isabel y mi ex-asistente por lo que confío plenamente en ella.   ―Dime Jana.  ―Me acaban de avisar en el recibidor que hay un mensajero preguntándo por usted y que los guardaespaldas no lo dejan accesar al nivel para venir a su oficina.  Al escuchar eso, siento como me cae un valde de agua fría sobre el cuerpo y el corazón se acelera «¿otra vez los ataques de ansiedad?», pienso mientras trato de respirar como Isabel me enseñó hace tiempo atrás.  ―¿Señor Valois?― insiste Jana.  ―Que lo revisen y que suba a mi oficina, necesito recibir esa correspondencia personalmente― le ordeno tratando de tranquilizarme.  ―Sí señor, a la orden.  Jana vuelve a salir de la oficina y yo me volteo para colocar las manos contra la ventana y ver hacia el horizonte― respira, respira― me hablo a mí mismo sin embargo, no puedo evitar sentirme así, del resultado depende si todo mi pasado ha sido una farsa o no.  ―¿Señor Quentin Valois? ― escucho en la puerta y al voltear veo al jóven mensajero con una sonrisa.  Voy hacía él y le sonrío ―¿dónde firmo?  ―Aquí― me señala la línea y en un movimiento hago mi firma para entregarle― tenga un bonito día.  ―Gracias― hablo en un hilo de voz mientras veo el sobre mis manos. Camino hacia la puerta y la abro ― Jana, sin interrupciones, sólo de mi esposa.  ―Sí señor Valois.  Cierro la persiana que cubre al ventanal de la oficina y camino hacia mi escritorio para sentarme sobre él y con el abre cartas abrirlo. Aquí está, el momento de la verdad, esa información que cambiará mi vida para siempre y que me revelará parte de mi pasado que no sabía o tal vez pueda que lo deje tan y como está y sólo sea una broma de la que nos reíremos.  ―Vale, sólo ábrelo Quentin― murmuro. Saco el la hoja del sobre y comienzo a leer, lo hago con atención y concentración que saltó al sentir la vibración de mi móvil en la bolsa de mi pantalón. Leo en la pantalla Vivianne y la ignoro ― ahora no― digo, sin embargo vuelve a llamar y respondo de inmediato― Viv… ―Isabel se desmayó ― me interrumpe antes de decir su nombre.  ―¿Qué?, ¿cómo? ― pregunto guardando el resultado en el sobre y saliendo de la oficina.  ―No lo sé, estaba dándo indicaciones a los cocineros, yo estaba en la oficina y de pronto se desvaneció y se pegó ligeramente en la frente y afortundamente no se cayó nada de lo que estaba en las ollas. La ambulancia se la está llevando, voy con ella.  ―¡Voy para allá! ― respondo de inmediato― Jana― llamo su atención antes de subirme al elevador― llama a mis suegros y diles que recojan a Adelaide en la casa y luego a Lea y los lleven a su casa, ¿entendido?  ―Sí señor, yo les aviso.  ―No estoy para nadie hoy― hablo un poco angustiado― no quiero llamadas, ni juntas, sólo cancela o posponlo. Quiero que te quedes al pendiente por si necesito algo.  ―Sí señor Valois, pero, ¿todo bien? ― pregunta ella asustada.  ―Espero que sí, sólo haz lo que te pido y quédate al pendiente― le digo y entro el elevador para después salir hacia el hospital.
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