LA OSCURIDAD DE LO PROHIBIDO

3068 Words
AITANA GUZMÁN GALEANO —No te resistas, pequeña, sabes que lo deseas tanto como yo —dijo Álvaro queriendo meter sus manos por mi blusa. Al mismo tiempo que besaba mi cuello. Me separé de inmediato, al no sentir nada. —No, sabes muy bien… —Que deseo estar casada para hacerlo —terminó él por mí. —A veces siento que es una excusa, algo que dices simplemente para engañarme, cuando de verdad no quieres nada conmigo. —Tenemos más de un año juntos, claro que quiero algo contigo. Sólo que hay muchas relaciones que duran años como novios. Se conocen bien, viven juntos, viajan, y tú y yo apenas logramos vernos una o dos veces por semana. —¡Con mayor razón! Soy un hombre de 31 años, Aitana. Tengo necesidades físicas y mucho estrés que liberar. No puedo seguirte esperando. —Pues así de poco “me amas”. Yo que me he hecho a la vista gorda de todas las polémicas en las que has estado envuelto. Creyendo en cada maldita palabra que me dices, pero se acabó. —La verdad es que eres el partido perfecto para mí, mi carrera y… —no lo dejé terminar porque como pude logré darle una bofetada. —Eres un idiota, Álvaro. Ahora entiendo porque siempre que tus manos me tocan no siento absolutamente nada. —Claro que no sientes nada, una santurrona como tú no sabe lo delicioso que es tener a un hombre como yo entre sus piernas. —Está santurrona, conoce muy bien su valor, y tú, jamás estarás a la altura de obtenerme —bajé del auto con rapidez. Golpeando con fuerza la puerta, y perdí completamente la cordura, al gritarle lo imbécil que era. Justo la semana pasada le habían tomado fotos saliendo con una modelo y yo de idiota le creí cuando me dijo que solo la había ayudado a salir del lugar y que la sostenía porque se estaba cayendo de borracha. Idiota, por hombres como él, es que las mujeres perdemos la esperanza de encontrar al hombre perfecto y nos dedicamos a creer en fantasías. Me di la vuelta y entré a mi tienda. Estaba que echaba rayos de la rabia, pero toda esta se esfumó cuando mi abuela Jimena, mi madre Patricia y Susy una chica embarazada a la que estábamos ayudando junto a su familia; entraron al lugar. Se que mi abuela no se toma tantas atribuciones con alguien, si no es importante. Especialmente cuando los protege como si fueran de la familia. No me equivoque, pues, unos días después me entere de quien era el responsable de su embarazo, mi primo Alan. Luego la tragedia llegó a su vida y me sentí terriblemente culpable. Ella se cayó por las escaleras cuando venía a pasar la nochebuena con ella. Tristemente durante la caída se golpeó estrepitosamente su cabeza, al mismo tiempo que casi pierde a su bebé. Susy no tuvo un proceso de recuperación fácil mucho menos rápido. Tuvo que hacer muchísima terapia para volver a recuperar la movilidad en su cuerpo. Sin olvidarme que el idiota de mi primo en lugar de ayudar hacía que todo se complicara cada día mas. Eventualmente sus asuntos se arreglaran o lograran encontrar un equilibrio, ya que el pequeño rompe corazones que tienen como hijo los necesita a ambos. —¿Qué estás leyendo? —preguntó mi madre entrando a la sala donde me había acomodado a leer el nuevo libro de mi prima Liz. Había venido a Zaragoza para la semana de la moda. —El nuevo libro de Liz. La verdad es que cada día me sorprende su capacidad. Este es un libro muy oscuro y diferente. —Cuéntame, de qué trata porque, la cara de impresión que tenías me tiene intrigada, Debe de estar muy bueno. —La verdad es que si, te cuento de qué trata para que más o menos te hagas una idea. La protagonista es una joven de 26 años, maestra en una zona rural, se llama Leticia. Su única familia es su hermano y este fue secuestrado por una banda del crimen organizado. Ella desea saber qué le ha pasado, puesto que no sabe si su hermano está vivo o muerto. En su búsqueda de la verdad y justicia. Se ve atrapada en ese mundo cuando el líder criminal se obsesiona con ella, al punto que la retiene en contra de su voluntad, la convierte literalmente en su esclava… ya sabes, en la intimidad. Ella se va enamorando de él, y él le enseña las cosas que se viven en su mundo, pero a todo esto, ella no sabía que él era el hombre que mató a su hermano a sangre fría y por eso me has encontrado intrigada, porque ahora no sé qué pasará y para rematar tu sobrina, así deja el libro dejando en suspenso la situación. —Vaya, ya me dieron ganas de leerlo. Aunque así como es de celoso y posesivo tu padre, al saber que tiene momentos más 18. Querrá matarme con todo y libro —ambas nos carcajeamos ante eso. —¿De qué hablan ustedes? —dice el imponente Roger Guzmán. Su rostro serio imponía autoridad, pero una vez que dejaba ver su sonrisa podía enamorar a cualquiera. —De que el esposo de mi madre es un hombre muy celoso y que la tiraría con todo y libro, si se entera que está leyendo cosas de adultos —mi padre me mira como si me hubiera salido algo en la frente. —¿Tan poca fe me tienes, mujer? Si son libros educativos no tengo ningún problema —dice y yo miré a mi mamá. Busqué dentro del libro el capítulo más picante y se lo puse enfrente a mi padre. El comenzó a leer y su cara de sorpresa era digna de una foto. Su boca abierta, hasta que carraspeó y volvió en sí. —Yo ya lo terminé de leer. Aquí les dejo para que puedan implementar algunas cosas. Ojo que no quiero llevar a nadie al hospital por fracturas. Me agradeces luego —le digo a mi madre golpeando su hombro. —¡Aitana! ¿Qué haces leyendo estas cosas? Eres una niña —comenzó a querer regañarme. No pude contener una carcajada. —Esta niña tiene casi 31 años, papá. Te recuerdo que tú a mi edad ya tenías 2 hijos. Yo no he encontrado al indicado para eso. Aparte de que creo que voy demasiado retrasada en esas cosas. Eso sí, que cuando el indicado llegué no dudaré en hacer todo lo que dice ahí —corrí antes de que la discusión comenzará. Mi teléfono sonó y la cara de mi asistente se mostraba en la pantalla. —Dime, Anahí. —Hola, Aitana. Ya tenemos todo listo para el desfile, pero creo que tenemos un problema. —¿Qué sucedió? —Una de las cajas se mojó y lastimosamente tres vestidos se mancharon —suspiré cansada, porque siempre sucedía algo como eso. —Anahí, debemos de prestar más atención a esas cosas. Siempre sucede algo como eso. Estaré ahí, tan pronto como me sea posible —colgué la llamada porque últimamente siento que las cosas no son accidentes, sino cosas que pasan a propósito. Me fui directo a mi habitación, me di un corto baño, hice mi maquillaje y me puse mi vestido. Estaba por salir y me pareció escuchar unas risas en el pasillo. Al abrir la puerta, me di cuenta de que venían de la habitación de mis padres, sonreí y negué pensando en lo que posiblemente los tiene tan entretenidos. —Ya me voy, los veré allá. —Si.., allá nos vemos, hija —dijo mi madre en un solo respiro. Evidentemente agitada. —Posiblemente un poco tarde, pero ahí estaremos. Ahora vete no llegues tarde —dice mi padre con rapidez. Cubrí mis oídos cuando mi madre dejó escapar un gemido. —¡Dale duro, papá! —¡Aitana! ¡Largo! —gritaron los dos al mismo tiempo. Al salir de la casa me encontré con mi hermano Omar. —Hermanita, hermosa como siempre —le sonreí, tomé del brazo y lo saqué de nuevo de la casa. —¿Qué sucede? —preguntó con preocupación. —Nada hermano, solo que los señores de la casa están ocupados haciendo cosas de adultos. —Sería extraño si no. Ya estoy acostumbrado hermanita. Por eso vengo a decirles que compre mi propio departamento y que me iré a vivir solo. —Te deseo suerte con eso, posiblemente papá lo agradezca y se sienta feliz con tu decisión, pero mamá se pondrá muy triste —el mueve su cabeza en afirmación. —Lo sé, pero ya no puedo estar llevando a la chica con la que salgo a un hotel para estar juntos. Necesito mi propio espacio —comentó y me dejó con la boca abierta. —¿Estas saliendo con alguien? —Si, es la hija del entrenador del equipo. Es una chica hermosa, espero presentarla formalmente como mi novia pronto. Ya tenemos 6 meses juntos. —¿Si tienen tanto tiempo porque el secreto? —Según ella dice que su padre se enojará si se entera. No por ella, sino porque me está distrayendo. Ya sabes cómo es la situación en el fútbol. —Lo importante es que tienes a alguien que se preocupa por ti, y que está buscando lo mejor para tus intereses. Que no sea egoísta poniéndose ella por encima de todo. —Si, Marina es increíble. Estoy seguro que la amaran. —Estoy segura, hermanito, te dejo porque como siempre algo le pasó a unos vestidos. —Deberías de cambiar de asistente, no te lo había querido decir, pero hace unos días la miré en el campo de entrenamiento esperando por Álvaro. —Explicaría, un poco las cosas inusuales que están sucediendo últimamente, gracias por el dato. Tendré cuidado porque estoy segura de que el que está detrás de todo es el idiota de Álvaro. Te veo en la presentación. —Claro, estaré en primera fila. Espero poder presentarles a Marina hoy, aunque sea como una conocida. —Está bien, hermanito. Te veré allá —me subí en el auto y al llegar al tras bambalinas era un caos. Dos de mis modelos se habían reportado como enfermas, una no tenía el maquillaje listo, los vestidos manchados eran los más importantes de la colección. Los ubiqué en un maniquí y caminé alrededor de ellos. Tomé mis tijeras y comencé a hacer magia sobre ellos. Sin importarme que estábamos contra reloj e ignorando el montón de ojos que estaban sobre mí en ese momento. —Eres increíble —dijo una de las modelos, mientras se colocaba el vestido que había reparado. —Muchas gracias. Ahora vamos que ya estamos por comenzar. —Siempre tienes un as bajo la manga —dice con cierta molesta Anahí. —Que puedo decir, los diseños quedaron mejor. Gracias a ti —ella me mira nerviosa. —Yo no tuve nada que ver —volteé mis ojos. Mientras cruzaba los brazos. —No tienes que negarlo. Ya sé cuáles son tus intereses y aunque no entiendo porque lo haces. Porque te pagamos muy bien para recibir, aunque sea un poco de lealtad y una buena labor de tu parte —con la vergüenza reflejada en sus ojos miraba para todos lados, donde ya algunos ojos estaban sobre nosotras—. Por otro lado, soy una mujer que no se deja amedrentar por nada, ni por nadie. La próxima vez que me quieran sabotear, sepan hacer las cosas mejor. Dile al dolido de Álvaro que me superé, porque esto es lo que muestra es un niño malcriado que no obtuvo el juguete que quería. Hace menos de dos años lo saqué de mi vida y no soy una mujer que vuelve a dejar entrar a su vida a quien no merece estar en ella. También Anahí, estas despedidas —pase por su lado dejándola anonadada y con la boca abierta. Me dediqué personalmente a estar pendiente de cada detalle y salió todo a la perfección. Mis diseños, fueron los más aclamados y comentados de la noche. Estaba de lo más feliz, estaba viviendo mi sueño. —Todo estuvo perfecto, hija. Estamos muy orgullosos de ti —expresó mi padre abrazándome. Para luego sostener a mi madre por su cintura. —Eres un orgullo para todos, hermanita —su rostro no mostraba la misma emoción que reflejaban horas atrás. —¿Todo bien? —cuestioné y él asintió. Se acercó a mí para abrazarme. —Mira hacia tu derecha, discretamente —susurro en mi oído. Hago lo que me dijo y mis ojos van hacia una joven, cabello castaño ondulado, tomada del brazo del desgraciado de Álvaro quien está devorando sus labios. —Tranquila, no caigas en provocaciones. Vuelve a lo tuyo, yo estoy bien. Es mejor conocer a las personas antes de que sea muy tarde —acaricié su mejilla con pesar de que él también tuviera que ser víctima de ese hijo de put4. —Aitana, ya sé que siempre te niegas, pero nos encantaría que nos acompañaras a celebrar el éxito de hoy —Comentó Daniela, una de las modelos que lleva conmigo algunos años. —La verdad Daniela es que… —miré a todas quienes me miraban con ojitos de cordero y una de ella hasta me suplicaba con sus manos unidas —ya me he perdido de mucho. ¡Vamos! —exclamé y ellas gritaron emocionadas. Por fin iba a comenzar a derrumbar las murallas que me había auto impuesto en contra del mundo. Limitándose a que mi vida solo fuera vivir entre telas, costuras y diseños. —Díganme a dónde iremos, le preguntaré a mi hermano si desea ir —una de ella se puso nerviosa ante mi comentario. —No creo que pueda, tiene partido mañana. Tiene que descansar —dijo otra de las chicas haciendo que la anterior la mirara mal. —Vaya, veo que están muy enteradas de todo lo que hace mi hermano. Trataré de convencerlo de que vaya, aunque no puedo prometer nada —me despedí de ellas por el momento, ya que nos veríamos en el lugar. Como lo dijo una de las chicas, Omar se negó a ir con la excusa de que todas sus energías estaban sobre el partido de mañana. Sin mencionar que podía observar la decepción reflejada en sus ojos. No le insistí más y me fui a reunir con las chicas. El bar me encantó, la música y claro, que había venido a estos lugares antes, pero no a desear perderme en la búsqueda de lo desconocido en mi vida. No quise beber alcohol, pero después de tanta insistencia caí en el abismo. Los tragos de tequila comenzaron a embotar mi cerebro. Me fui a la pista de baile con las chicas y comencé a bailar como si no existiera mañana. No me importaba si lo estaba haciendo bien o no, solo me sentí libre de disfrutar ese momento. De repente unas manos rodearon mi cintura y me atraparon por la espalda. Bastaba solo con oler de su perfume, para identificarlo. Me solté de inmediato de su agarre y sin darle tiempo a nada le di una cachetada. —No vuelvas a ponerme una mano encima. Si deseas seguir teniendo tus brazos. —Habla por ti, hermosa. Yo estoy que le quiero cortar las manos, por haber tocado a una belleza como tú, en contra de su voluntad —dijo una autoritaria voz detrás de mí y debo de admitir que solo esa voz causó un escalofrío en mí. El hombre se acercó a mí, pero su mirada estaba fija sobre Álvaro. —Lárgate, si no quieres morir —mencionó el imponente hombre protegiéndome al ponerse enfrente de mí. —Este no es asunto tuyo, ahora déjame solucionar los problemas que tengo con mi novia —esta vez fui yo la que se carcajeó. —Deje de ser tu novia desde hace un poco menos de dos años. Así que lárgate, no quiero volver a verte y mucho menos hablar contigo —Álvaro cometió el error que querer tomarme del brazo, pero el enorme hombre lo lanzó al suelo con un golpe certero en la nariz. Dejándolo con la nariz destrozada y liberando una enorme cantidad de sangre. Álvaro se queja y dos hombres aparecen. —Sáquenlo de aquí —los hombres se lo llevan, ignorando las cosas que Álvaro vociferaba. —Muchas gracias, por eso —dije antes de que sus ojos se fijaran en mi. —No hay de que hermosa sirena —miró a mis acompañantes y les sonrío—. ¿Les importa si me la robo por un rato? —preguntó y ellas negaron. Él caminó hacia una distancia de nosotros esperando a que yo fuera detrás de él. Miré hacia las chicas y todas me insistían en que fuera. Suspiré, pues la manera en cómo me dijo sirena, aceleró mi corazón. Con un poco de temblor en mis piernas caminé hasta donde él me esperaba. Comencé a detallar sus facciones, me encantaban. Su mandíbula tensa con una corta barba sobre ella. Su cabello perfectamente peinado, su piel morena clara. Sus ojos verdes, esa voz que pone a cualquiera de rodillas. Definitivamente era un par de años mayor que yo. Sin olvidarme de la enorme diferencia de tamaño entre nosotros. Este tipo mide casi los dos metros y yo apenas mido 1.55 metros. —¿Y esta hermosa sirena me puede regalar su nombre? —preguntó viéndome de pies a cabeza. Sentir su intensa mirada sobre mí, me estremeció y llenó de un abrumante deseo. Deseo de él. —Aitana. Me llamo Aitana Guzmán —dije tratando de mantener la calma. Él extendió su mano y yo extendí la mía, pero su mano pasó hasta mi rostro y con su pulgar acarició mi mejilla. —Has logrado hechizarme, sirena. Y créeme que no estoy dispuesto a irme de este lugar si no es contigo a mi lado o sobre mí. Tú decides —desde ese momento supe que este hombre sería mi perdición o mi autodescubrimiento de lo que hay en la oscuridad de lo prohibido. Copyright © 2023 Valery Archaga / Valarch Publishing Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2312176410827
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