CAPÍTULO 1.

2185 Words
Jelena.                    ¿Qué es lo más satisfactorio del mundo? Para mí es conducir sin rumbo fijo con la música a todo volumen. Eso ayuda. Ayuda demasiado. La música hace estruendo en mi auto, mientras que mi cabello se mueve gracias al frío viento que da a mi rostro. El semáforo se puso en rojo y me limite en cantar a todo pulmón, mientras algunas personas en sus autos dirigen su mirada a mí. La verdad siempre me ha importado una mierda ser extraña. Un auto a mi lado derecho baja la ventanilla, mis ojos dieron al conductor, inmediatamente dejé de cantar como una loca y me dispuse en sonreír hacia el chico de gafas negras y cabello n***o despeinado que miraba en mi dirección. ─ ¡Buen gusto musical! ─gritó a través de la música. Asentí y levanté mi pulgar en respuesta. »─¿Porque no sigues deleitándome con tu melodiosa voz? No pude evitar sonreír. Bajé un poco el volumen de la música y miré en su dirección. ─ ¿Me estas coqueteando? ─pregunté. El chico rebuscó algo en su asiento del copiloto y luego abrió la puerta del conductor. Todos los presentes dirigieron su mirada a él. El maldito está loco. Bajó del auto en pleno tranque gracias al semáforo que todavía estaba en rojo. El chico caminó hasta a mí y auto y colocó sus codos sobre la ventanilla del asiento del copiloto y me tendió su teléfono. ─Dame tu número. Mis nervios no eran por darle el número al chico frente a mí, más bien era por miedo a que el semáforo cambiará de color y algún loco lo atropellará y yo presenciará todo. Su brazo derecho estaba todo tatuado y se veía hermoso en su piel pálida. ─Lo haré porque no quiero cargar con tu muerte en mi conciencia ¿Estamos? El chico asintió. Tomé su teléfono, coloqué mi número de teléfono con mi nombre y luego se lo tendí. ─ ¿Cuál es tu nombre? ─preguntó tomando el teléfono sin antes rozar su mano con la mía. ─Jelena. ─Soy Nathan ─sonrió y caminó de vuelta a su auto. El semáforo cambió de color y escuché el claxon de autos detrás del mío. Inmediatamente salí de mis pensamientos y puse en marcha el auto, conduje a gran velocidad sin quitar la mirada del auto del chico que se encontraba a dos autos del mío. Me sentía una acosadora. Mi teléfono empezó a sonar y de inmediato lo tomé pensando que era del chico de ojos verdes, pero me llevé la impresión de que era Issac. Mi novio. ─Hola ─contesté. ─ ¿Dónde estás? Llevo esperando por ti más de cinco minutos. ─Estaba en un... ─Mueve ese lindo trasero ya ─dicho esto colgó. Y en ese momento perdí de vista el auto del chico misterioso. ─Mierda ─solté. Me mantuve en completo silencio y continué conduciendo en dirección a la casa de Issac. Su madre estaba de cumpleaños y le harían una pequeña fiesta y esperaban que yo estuviera ahí. Después de conducir por una media hora estacioné frente a la gran casa de los padres de Issac. Bajé del auto y pude apreciar el cabello castaño de Issac llegar hasta a mí, me tomó de la mano y me jaló hasta llegar a la puerta principal. ─No entiendo que te tomó tanto tiempo Jelena. Me solté de un manotazo y le di un empujón ─No vuelvas a tomarme de esa manera idiota. La puerta se abrió y la madre de Issac apareció frente a nosotros con su sonrisa habitual. ─Jelena ─exclamó, se acercó a mí y me dio dos besos uno en cada mejilla para después darme un gran abrazo. ─Sra. Grace ─respondí. ─Ya te he dicho que puedes llamarme Grace, eres parte de la familia. Sonreí. ─No por mucho ─susurré. ─ ¿Dijiste algo? ─preguntó y negué con la cabeza. Entramos a la enorme casa y algunos invitados dirigieron su mirada a mí. En ese momento recordé cómo estaba vestida. ¿Ya dije que no me importaba lo que las personas pensarán o dijeran sobre mí? Llevaba una falda que llegaba a la mitad de mi muslo en color n***o, un crop top en color blanco y una chaqueta negra, botines en color n***o y mi cabello castaño en una cola alta. La mano de Isaac se dio paso en mi cintura y sentí cuando me pegó a su cuerpo. Rodeé mis ojos y solté un suspiro. ─ ¿Estas celoso? ─pregunté con una sonrisa ─Hay muchos chicos guapos en esta fiesta. El agarré en mi cintura se hizo más fuerte, coloqué mi mano sobre la de él y la alejé disimuladamente. Emprendí mi caminata hasta la gran mesa llena de licores y me serví una copa de vino tinto. La levanté en dirección a Issac y sonreí. ─Púdrete ─susurré solo para que él leyera mis labios. Caminé hasta la puerta principal y tomé lugar en una pequeña silla frente a algunas personas que se encontraban hablando de no sé qué mierda. ─ ¿Está ocupado este lugar? ─preguntó una voz varonil a mi espalda. Volteé y me topé con unos ojos cafés, cabello castaño, labios carnosos y extremadamente apetecibles. Pude notar un tatuaje que sobresalía de la camisa en su pecho. ─Si estoy sentada sola ¿Por qué preguntas? El chico tomó lugar a mi lado y sacó un cigarro de su bolsillo para después llevarlo a sus labios. ─Solo quería escuchar tu voz ─respondió sin dirigir su mirada a mí. ─Ya la escuchaste. ─Es muy bonita, por cierto. ─Mi voz es bonita ─sonreí ─Así como yo. ─De eso no cabe duda. La puerta principal se abrió y pude ver a Isaac, dirigió su mirada a mí y luego al chico, su rostro se tornó un poco rojo y ya sabía lo que estaba por suceder. Voy a mandar todo a la mismísima mierda en este instante. Observé a Issac caminar hasta a mí y de inmediato tomé el rostro del chico a mi lado y pegué mis labios a él. El chico obviamente no iba a desaprovechar la oportunidad de besarme así que sentí su lengua darse paso en mi boca, succioné su labio inferior y él sonrió mediante el beso. ─ ¡Pero que mierda! ─gritó Issac llegando hasta nosotros, tomó de la camisa al chico y le dio un puñetazo en el rostro. No pude evitar sonreír. ─Terminamos, estoy harta de ti y tus celos tóxicos, maldito loco ─pasé por su lado y le di un empujón. ─ ¡Púdranse todos en el infierno! ─grité antes de dirigirme hasta mi auto. Entré y di un portazo antes de salir a toda prisa de esa maldita casa. Mi teléfono sonó y miré en dirección al asiento del copiloto para tomarlo y en ese momento sentí cuando mi auto chocó con otro. Sentí mi cuello crujir y la bolsa inflable del volante dio a mi rostro. ─Oye, oye estás bien ─escuché la voz de un chico. Levanté la mirada y me topé con un chico de cabello rubio, cubierto de tatuajes y ojos cafés. No podía negar que esta noche había conocido tres grandes obras de Dios. Un chico pelinegro. Un chico castaño. Y un chico rubio. ─ ¿Segura que estas bien? Mira yo pagaré los daños de tu auto ─soltó. Abrí la puerta del auto y bajé para así revisar mi auto. Me encontré con que en la esquina superior había un pequeño golpe. ─Espero que pagues el daño y la próxima vez fíjate por donde vas. Él asintió y caminó en dirección a su auto. ─No pagaré nada de tu jodido auto ─soltó ─Es más deberías cambiar esa chatarra. Dicho esto, subió a su auto y así sin más arrancó y salió como alma que lleva el diablo. ─Hijo de puta ─susurré al ver como su auto se alejaba, ─No me dio tiempo de tomar el número de su placa. Solté un suspiro de frustración, entré a mi auto y abrí la guantera para sacar una cajetilla de cigarros, llevé uno a mis labios y le di una larga calada. Encendí el auto y me dispuse en conducir hasta mi casa. Podía escuchar como chillaba mi auto gracias al maldito golpe que le había dado el chico. Ahora retiraba lo dicho, está noche no había conocido creaciones de Dios, había conocido creaciones de Diablo. Uno me llevó a comportarme como una cualquiera dándole mi número de teléfono en una carretera, uno a buscar una manera de terminar con mi novio y otro termino chocando mi auto y dándose a la fuga. Solté el humo y me dediqué el tararear la canción que sonaba en la radio. Mi teléfono volvió a sonar y está vez lo deje sonar hasta que reventará. No iba a chocar contra otro auto otra vez. Me detuve en una gasolinera para llenar el tanque del auto ya que estaba a punto de llegar a mi casa como los Picapiedras. El chico que trabajaba en el lugar se encargó de llenar el tanque y terminé por pagarle para así retirarme. Unos minutos después me dispuse en seguir conduciendo cuando nuevamente mi teléfono volvió a sonar, no aguanté la curiosidad y terminé aparcando en una esquina, coloqué las intermitentes y tomé el teléfono. Resulta ser que al chico del semáforo se le ocurrió llamarme a estas horas y como no le contesté, decidió enviarme un mensaje. Número desconocido: Buenas noches linda ¿Puedes hablar? Sonreí como una idiota frente al teléfono y empecé a teclear mi respuesta. Jelena: Gracias a tus llamadas he chocado mi auto. Me mantuve esperando por su respuesta, pero a la final no respondió se inmediato así que continué mi recorrido hasta mi casa. Bajé del auto y me dispuse en abrir la jodida puerta que estaba a punto de caer al suelo. Ya había hablado con algunos hombres para que terminaran por poner otra, pero al parecer tenía que volver a repetirlo. Dejé las llaves del auto y la casa encima de la pequeña mesita al entrar a la casa y me deshice de mi chaqueta. Caminé en dirección a mi refrigerador y saqué una cerveza, la abrí y le di un trago para después caminar hasta a mi habitación. Me deshice de mis botines, falda, crop top y emprendí mi camino hasta la sala en ropa interior. Amaba vivir sola y esta era una de las razones, podía hacer lo que quisiera cuando quisiera, a la hora que quisiera y nadie iba a mirarme o juzgarme por mis actos. Recordé como hace dos días le fui infiel a Isaac con una chica que conocí en una discoteca y terminé sonriendo como idiota. Llevé la cerveza a mis labios y le di otro trago. Normalmente existen en el mundo muchas chicas heterosexuales, pero yo era algo extraña, no podía negar que me gustaban los chicos demasiado, pero sentía una gran atracción por las chicas y experimentar con ellas era algo que nadie me podía quitar. Por esa razón no me importaba si llegaba a enamorarme de una chica o un chico. El mundo era para vivirlo y yo lo hacía. Yo era del pueblo y para el pueblo. Mi teléfono volvió a sonar y lo tomé para darme cuenta que era el chico del semáforo. Trate de recordar su nombre y en pocos minutos llegó nuevamente a mi cabeza. Así que decidí agendarlo. Nathan: Lo siento, no era mi intención. Ha demorado casi una hora para mandar ese simple mensaje, ahora se merece un visto. Caminé hasta mi habitación y me deshice de mi ropa interior para ir a darme una ducha. Coloqué una gomilla en mi cabello y terminé por hacerme una enorme dona en la coronilla de mi cabeza. Entré a la ducha y dejé que el agua cayera sobre mi cuerpo logrando así relajar un poco mis músculos ya que estaban tensos gracias al maldito show que logré hacer en casa de Issac. Pero lo valía ya estaba harta de su relación tóxica, de sus celos y su manera de tratarte como si fuera un maldito objeto. No más. Salí de la ducha y rodeé mi cuerpo en una toalla, caminé hasta mi gaveta para sacar una camiseta gigante y unas bragas cuando escuché que tocaron a mi puerta. Inmediatamente me mantuve en silencio ya que nadie me visitaba. Al menos Issac era el único y ahora mismo no tenía ganas de verlo. Caminé hasta la sala aferrando mi cuerpo a la toalla que estaba en mi cuerpo y me detuve frente a la puerta. Miré por el pequeño agujero en el medio y me llevé una enorme sorpresa al ver quién se encontraba tras la puerta. Era el chico de cabello castaño al que besé en casa de los padres de Issac. ─ ¿Como dio con mi casa? ─solté a la nada. Abrí la puerta y sus ojos cafés dieron a los míos, tiró al césped un cigarro que llevaba en su mano y mostró una sonrisa de lado. ─Vine a acabar lo que empezaste en esa maldita fiesta. Oh mi Dios.
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