Capítulo 4 Un nuevo trabajo

1469 Words
En cuanto terminó de maldecir, oyó que alguien gritaba detrás de él. Parecía ser la voz de Barret. —¡Espera! ¡Quédate aquí! Joe se dijo que la familia Andrew era tan poco amable como Aaron había esperado. No le darían el dinero prometido después de recuperar la bolsa. Probablemente planeaban recuperar el dinero. En ese caso, ¿había hecho una buena acción a cambio de nada y le habían dado dos bofetadas? ¿Por qué? Maldición ¡Indignante! Así que decidió huir. —Oh, no corras, los perros te atraparán. Joe pensó para sí mismo: «¿A quién quieren engañar? Son una manada de perros locos. Si no corro, pronto me comerán vivo.» Joe corrió hacia la puerta tan rápido como pudo cuando, de repente, oyó ladridos de perros detrás de él. Giró la cabeza y se encontró con dos feroces Rottweilers que se abalanzaban sobre él. No podía sobrepasarlos y no tenía a dónde ir. Joe se dio la vuelta para buscar una escapatoria cuando vio el estanque. En una fracción de segundo, Joe saltó. En el momento en que saltó, esperaba que los dos perros no supieran nadar. Sin embargo, olvidó un factor crucial: él tampoco sabía nadar. La carrera por la vida se convirtió inmediatamente en un grito de auxilio. —¡Ayuda, no sé nadar, ayuda! Se ahogó de inmediato y luchó por conseguir ayuda, pero escuchó una carcajada desde la terraza del segundo piso. Incluso estando casi moribundo, Joe pudo distinguir la risa despiadada de Nicole Andrew. —Eso es malditamente divertidísimo. ¿Cómo puede un hombre ser tan estúpido como para saltar al agua cuando no sabe nadar? Te lo mereces. Entonces la voz de Barret llegó a Joe. —Sr. Smith, no se asuste. El agua no es profunda aquí. Sólo levántese y salga rápidamente. Joe se calmó y se levantó. El agua no era lo suficientemente profunda como para llegarle al pecho. Vaya. Joe se sintió avergonzado. Barret se quedó un poco boquiabierto al encontrar a Joe tan mojado como un gato ahogado. —Sr. Smith, usted... ¿qué estaba haciendo? —Por favor, salga primero. —¿Y los perros? —No pasa nada. No muerden cuando estoy cerca. Barret regañó a los perros, éstos movieron la cola como cachorros y salieron corriendo obedientemente. Joe finalmente salió de la piscina. —Sr. Smith, lo llevaré adentro. Puede ducharse y cambiarse de ropa, y luego irá al estudio para conocer a mi Señor. —No importa. No voy a coger el dinero. Sacó el dinero mojado de su bolsillo. —Un día desafortunado para mí, ciertamente. Aquí tienes, Barret. ¿Puedo irme ya? —Sr. Smith, se equivoca. No voy a devolver el dinero. Mi Señor ya ha regañado a la señora. Por favor, no se enfade. Cuando Joe escuchó a Barret, pensó que quizás los 100.000 dólares seguían sobre la mesa. ¿Tal vez este —Señor— no era tan malo como Nicole Andrew? —No quiero ducharme ni cambiarme de ropa. Si realmente quieres pagarme, entonces dámelo aquí. Tengo otras cosas que hacer. —Sr. Smith, ¿por qué no habla primero con mi Señor? Estoy seguro de que se beneficiará mucho de la conversación. No estoy presumiendo, pero hay mucha gente haciendo cola para hablar con mi Señor. Joe no tenía muchas ganas de ver a un Señor tan importante y popular, pero veía que si no iba a verlo, su recompensa estaría en juego. Tuvo que aceptar por el bien del dinero. —Bueno, espero que cumplas tu palabra. —No te preocupes por eso. El dinero está listo en el estudio. —¿Dónde me ducharé y me cambiaré de ropa? —Por favor, sígame. —Esto... ¿es gratis? —Bueno, Sr. Smith, usted tiene un buen sentido del humor. Por supuesto, es gratis —Barret le miró con cara de asombro. —De acuerdo entonces. Joe se dio un baño caliente después de mucho tiempo. El jacuzzi era enorme y el chorro parecía lavarle los músculos doloridos. Luego se puso un conjunto de ropa que Barret le había preparado. Joe se tomó su tiempo para prepararse, pues quién sabía cuándo volvería a tener una oportunidad como ésta. Se peinó, se puso crema en la cara y se echó colonia. Barret se quedó atónito en el momento en que Joe salió del baño. Su boca se abrió ligeramente mientras miraba a Joe con incredulidad. —Se parecen tanto... —¿Qué, a quién me parezco? —Oh, a nada, quiero decir que te pareces a una estrella de cine. —Uh, ¿podría ver a tu Señor ahora? —Joe se sintió incómodo; nunca le habían hecho un cumplido.  —Sí, por aquí, por favor. Barret lo llevó al tercer piso. Caminaron por el largo pasillo hasta la entrada del estudio. Llamó a la puerta. —Señor, el Sr. Smith está aquí. Una voz ligeramente cansada vino del interior. —Déjelo entrar. —Por favor, entre, Sr. Smith. Cuando Joe entró, encontró el interior más parecido a una biblioteca. Había hileras de estanterías en la enorme habitación, llenas de libros, pero no había ni siquiera una mesa o una silla. Joe pensó: «Si vendo todos estos libros al desguace, podría ganar mucho dinero.» Se habría sorprendido al saber que muchos de los libros de esta sala eran raros y que un solo libro podía ser tan caro como un apartamento. Un anciano estaba de pie frente a una estantería y pasaba las páginas de un libro. Era un hombre de mediana estatura, con el pelo plateado y un rostro imponente. Parecía muy poderoso. Joe sintió que debía ser cortés y tomar la iniciativa de saludar al anciano. Abrió la boca pero no supo qué decir. Sonaría como su sirviente si lo llamaba Señor. Y sería poco pretencioso si le llamara señor Andrew. ¿Qué tal si le llama señor Andrew?, pensó Joe. Aunque sonaba un poco cliché, al menos era una opción segura. —Señor Andrew. El anciano se rió y sus ojos brillaron divertidos. Parecía muy emocionado de ver a Joe, lo que hizo que éste se sintiera incómodo. —¿Barret me ha dicho que su apellido es Smith? —Sí. —Mi nombre es Joseph Andrew, y puedes llamarme Joseph —susurró Joe para sí mismo inmediatamente. ¿Joseph? ¿No es todavía inapropiado? Ni siquiera somos tan cercanos. ¿Y Barret le llama Señor? No importa Joe, ni siquiera se verán después de hoy. No es gran cosa. —Encantado de conocerte, Joseph. —Gracias por devolver el collar de mi nieta. Se lo regaló su difunta madre. Es muy valioso para ella. —De nada. ¿Y mi dinero? —Barret, dale el dinero al Sr. Smith. —Sí, mi señor. Barret bajó una bolsa de un estante cercano. —Sr. Smith, por favor, eche un vistazo. Joe la abrió y descubrió que la cantidad de dinero estaba mal. Era más que la cantidad prometida, ¡no menos! —¿Parece que son 200.000 dólares? —Sí, lo es. —¿Pero no decía el periódico que había una recompensa de 100.000 dólares? —Eso es cierto. Pero como no había pistas, había decidido añadir otros 100.000 dólares. —¿Se anunció eso en el periódico? —Todavía no. Se supone que se publicará en el periódico de mañana, ahora parece que no es necesario. Joe temblaba de emoción. Barret no le había mentido, y la familia Andrew era digna de confianza después de todo. Con 200.000 dólares en la mano, ¡podría dar un giro a su vida! —¡Gracias! —Joe se dio la vuelta para salir. —Espera. Joe tembló. ¿Están faltando a su palabra? —¿Sí? —respondió Joe con desconfianza. —Bueno, la familia está buscando contratar a un chico de la limpieza. El trabajo es muy fácil e incluye comida y alojamiento, así como un salario mensual de 5.000 dólares. Se pagará una vez al mes puntualmente. Habrá ocho días libres cada mes, un subsidio extra para las vacaciones y bonos de fin de año. Me pregunto si estás interesado en un trabajo así. Joe quería rechazarlo, pero tras escuchar el salario y los beneficios, asintió involuntariamente. Había trabajado mucho recogiendo basura, día y noche y durmiendo en una casa de mierda sin apenas comer. Esto era como un trabajo de ensueño comparado con eso. Sería un tonto si no lo aceptara. —Bien, entonces ¿cuándo empiezo? —Puedes empezar ahora si quieres. —Bueno... Tengo que dejar mi antiguo trabajo primero. —¿Qué tal mañana? —Muy bien, estaré aquí a las 8 AM, mañana. —De acuerdo entonces, Joe. Con el dinero en la mano, Joe se apresuró a dejar la misteriosa mansión.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD