CAPITULO UNO

2143 Words
«¿Quién soy?» Es una pregunta que no todos pueden responder, todos somos diferentes, cada uno carga sus mochilas, sus experiencias. Es algo que sólo puede responderse cuando estamos seguros de quiénes somos. Muchos dicen que la mayor parte de la personalidad de una persona se forma en la niñez, por eso es tan importante cuidar la infancia de un niño. Es fundamental crecer en un seno materno, con algunos hermanos, primos, abuelos, tíos y algún que otro amigo que nos va a acompañar a lo largo de la vida. Aunque luego puede que se separen los caminos, nos perdamos de vista un tiempo, vivamos otra vida, sigamos carreras distintas y hasta con ideologías políticas diferentes, sin embargo se convertirá en ese amigo al cual tal vez no veamos por varios años, pero al volvernos a encontrar la amistad seguirá intacta como si el tiempo no hubiese transcurrido. Lo ideal es poder disfrutar de fiestas de cumpleaños, navidades y vacaciones. Terminar la primaria, festejar nuestros quince en una gran fiesta donde por una noche seamos una gran princesa, poder bailar el vals con ese chico que siempre nos gustó, o en el caso de los chicos su gran fiesta de dieciocho con alcohol, amigos y algunas chicas. Luego nos convertiremos en un orgullo para nuestra familia y amigos al recibirnos en una gran carrera, todos los que amamos estarán ahí para recibirnos con huevos, harina y papelitos. Estarán orgullosos de nosotros y compartirán nuestra felicidad. Conseguiremos nuestro primer empleo, podremos tener nuestro primer auto, alquilar un departamento donde empezar nuestra independencia y pasar ratos con amigos o algún amor. Conseguiremos gracias a nuestro sueldo unas buenas vacaciones en ese lugar que siempre soñamos conocer. Trataremos de ser excelentes personas ya que crecimos en una base familiar consolidada, viendo a nuestros padres felices, peleando siempre para salir adelante, trabajando y respetándose mutuamente. Enseñándonos sobre el amor directa e indirectamente. Sobre que las personas encuentran su mitad, se casan, tienen hijos y envejecen juntos siendo felices hasta que la muerte los separe. Por ese motivo al estar realizados, con un buen empleo, y habiendo vivido un par de aventuras y viajes, buscaremos también a nuestra mitad para poder compartir nuestras vidas, tener hijos y envejecer con ese compañero hasta el final. Por supuesto es una gran postal para una película yankee, pero sabemos que esas cosas no siempre son así y no todas las realidades son perfectas. El amor es mucho más complejo que una tarjeta y una caja de chocolates o un lindo osito de peluche. Crecemos creyendo y sobre todo las mujeres, mamando desde pequeñas las películas animadas de Disney donde la ingenua chica se enamora del guapo y perfecto príncipe que llega a darle una vida maravillosa, se casan y termina el cuento. ¿Acaso alguno se ha preguntado por qué la mayoría terminan con la boda? Es sencillo, porque nadie puede mostrarte una historia perfecta, porque incluso muchos de los que realizan estas películas tal vez no tengan un matrimonio feliz, ni una vida perfecta, o porque tal vez ni siquiera experimentaron el amor real. Nadie puede describirnos cómo vivir perfectamente, no existe un manual para ser feliz. No todos pueden encontrar el amor, el bienestar económico o emocional, no todos son capaces de vivir una vida feliz al lado de una persona hasta envejecer. Si somos sinceros son los menos quienes lo consiguen y sin embargo es el deseo de los más aunque digan que no (claro que hay excepciones). Puedo decir que después de muchos grandes tropiezos, que tengo ese amor, esa persona que miro mientras duerme y sé que es la correcta, pero fue un largo camino hasta llegar hasta ahí. Cuando uno crece sin estabilidad emocional, es muy complicado diferenciar el amor de una amistad, entre otros sentimientos. Buscamos desmedidamente un lugar donde sentirnos seguros, donde poder formar eso que el mundo nos muestra como necesario. A mi me resultó muy difícil establecerme o definirme sexualmente, a diferencia de las personas que se crían en una familia tipo, mi historia fue muy diferente, pero desde muy chica busqué el amor, y a pesar de toda la maldad que encontré en mi camino, de las tantas veces que me humillaron y lastimaron, no deje de creer en él. Logré encontrar el amor, y no por besos o caricias y ni siquiera por sentir piel en el sexo. Aunque se trate de eso la atracción y mantener vivo el fuego con la persona, el amor se encuentra en otro lado. Cuando me lo decían de jóven nunca lo entendí, hoy entiendo que cuando es amor de verdad lo reconoces ¿Por qué? Porque es diferente, te sentís diferente y ves cosas que en otras personas no las encontrás. Cuando no es amor generalmente la relación se convierte en unilateral, siempre hay uno que ama más, a veces es solo pasión o «calentura» como suelen decir, y muchas veces esa calentura trae un hijo o dos, o tal vez tres. Puede que se termine pronto la pasión por falta de tiempo, la rutina, el descuido, o porque la persona cambia y te deja de atraer, ahí es cuando se termina todo. Después vienen los problemas, las discusiones, la cero tolerancia con el otro, abogados, cuota alimentaria y los niños en el medio. Esa situación también la conocí. Así vamos transitando la vida con decepciones y fracasos, entonces empezamos a descreer de esa idea del amor. Todos en algún momento de la vida empezamos a pensar que eso es irreal, que no existe, que solo pasa en las películas. Luego, un día, encontrás tu lista de Netflix llena de comedias románticas, donde podes ver ese amor que pasa mil obstáculos pero siempre termina bien, porque es amor verdadero, pero sin creer que eso realmente exista. Me pasó de sentirme así en una de mis relaciones viendo un dorama coreano, Goblin era algo tan dulce e irreal. Almas que se buscan y se encuentran en otras vidas y al encontrarse se vuelven a conectar, tenía tanta necesidad de sentir algo así, esa conexión, aunque en ese entonces tenía compañía me sentía vacía. El vacío también agobia, muchas veces muta y se convierte en depresión. A veces estar con la persona incorrecta hace más daño de lo que pensamos, que alguien te genere vacío no está bueno. Tampoco está bueno perder tiempo, incluso años de vida en situaciones que no nos suman nada. Y eso es solo si experimentamos relaciones amorosas que no terminan bien. ¿Pero qué pasa si sumado a eso acarreamos un dolor de la infancia, inseguridades, sino tuvimos una familia tipo con padres que se respetaban y amaban hasta envejecer juntos? No tuvimos una gran carrera, nadie estuvo ahí el día que nos recibimos, no hubo harina, ni huevos, no tuvimos un gran empleo, no nos fuimos de vacaciones, no pudimos comprar nuestro primer auto y muchos menos encontrar a esa persona especial. Si somos sinceros como sociedad, la mayoría de las personas no tienen una gran infancia y no logran alcanzar sus metas. Muchos arrastran las cargas de sus padres por lo cual son incapaces de poder formarse en la vida como quisieran. No porque no tengan la capacidad, sino por el simple hecho de que no tienen la estabilidad emocional para hacerlo. Sumado a todo esto vivimos en una sociedad en que el bueno en realidad no es valorado y el que aparenta ser bueno esconde más de un muerto en el placard. También amamos decir... me gustaría tener un amor como el de antes: ¡¿Cómo el de antes?! ¡Si, exacto! ¿Y eso qué significa? Muchos asocian que el amor de antes era mejor, el de sus abuelos, o el de muchas décadas atrás donde las parejas llegaban a envejecer juntas. Pero no olvidemos que «antes» las mujeres eran sumisas a sus maridos. Ellas pasaban por alto muchas actitudes y muchas acciones de sus maridos porque así se los habían enseñado, pero ¿hay estadísticas de cuántas mujeres eran felices? Se los puedo responder, claro que no. En otra época, era más importante guardar las apariencias que ser feliz. Además de que no existía el divorcio, y que la mujer era muy mal vista si se alejaba de su esposo. Incluso sus maridos podían serles infieles, pero si ellas eran descubiertas en un acto similar, eran repudiadas por la sociedad entera. Entonces si el hombre estaba vacío podía satisfacerse sexualmente en otro lado, sin embargo el placer de las mujeres siempre fue mal visto, y peor que eso nunca se consideró de igual importancia que la mujer lo sintiera, incluso cuesta entenderlo hoy en día. Son muy pocos los hombres que logran que una mujer pueda sentir placer, y mucho menos los que se interesan por eso. La mayoría hace lo que tiene que hacer, la mujer finge, y nada más, otras muchas ni siquiera saben que se puede sentir placer, para ellas sentir que las penetran es el acto s****l en sí y nada más. Y si se topan con un hombre que no sabe complacerlas jamás lo sabrán. Dentro de eso también con seguridad estaban las parejas que realmente se amaban, que se elegían y lograban envejecer juntas. Claro que los problemas que podían surgir eran muy distintos a los nuestros, sobre todo porque la mujer no tenía libertades, ni el poder de cuestionar. Entonces no es un tema de época, sino de sentimiento, mi opinión personal es que es un tema de conexión, yo creo profundamente que es una conexión del alma. Dicen que los ojos la reflejan, así que podría decirse, según mi percepción, que la conexión comienza con una primera mirada. Tal vez nosotros no podamos darnos cuenta en ese momento, pero algo sucede a nivel cósmico, algo que no se va a frenar jamás, aunque parezca de cuentos de hadas. Creo que es algo que no se puede explicar, lo tenemos que sentir y solo ahí lo vamos a entender. También podemos cargar con retos inconclusos, ver que pasan los años y no estamos en el lugar donde nos gustaría estar, no estamos felices con la persona que somos. Sabemos, dentro de nosotros que algo nos falta, no estamos seguros de nada de lo que nos rodea, pero de lo que sí estamos seguros, es de que no queremos morir en ese lugar y de esa manera. Entonces no sabemos en qué creer o a que aferrarnos y ahí es donde llegan las malas decisiones. El juicio se nubla y culpamos a los demás porque son malos con nosotros, pero somos los primeros en ser malos, desde el momento en que no nos valoramos, cuando no vemos lo mucho que valemos y permitimos que cualquiera sienta derecho a humillarnos o lastimarnos. Somos malos al darle lo mejor de nosotros a las personas equivocadas, a esas personas que no ven nuestro gran potencial y que su única prioridad es remarcar lo malo que nosotros ya sentimos dentro. Es muy difícil salir de esa arena movediza donde poco a poco nos vamos hundiendo a un lugar del que tal vez jamás podamos salir. Son cada vez más frecuentes los casos de personas con insomnio, medicadas, con ataques de pánico. Cada día se escucha a más personas decir que fueron a terapia, cada vez veo más hombres y mujeres que no pueden mantenerse en una relación estable. El acceso a las redes facilita el diálogo con otras personas y todo esto no es culpa de la época sino de un pensamiento conjunto de competir para ver quién es el más vivo, porque el respeto y la sinceridad están en extinción o es lo que terminamos pensando. Es ahí donde equivocadamente caemos en que todos son iguales, que el amor no existe, que la vida y el mundo son una verdadera porqueria. Pero en realidad somos nosotros en ese pozo del cual no tenemos visión más allá de nuestro vacío emocional. Es todo más de lo mismo, en el peor de los casos miramos para otro lado y seguimos nuestra vida aguantando todo y llevando una vida más o menos aceptable aunque infeliz. Están los casos donde algunos viven una larga depresión que al cabo de varios años se transforma en enfermedades físicas, sin contar el daño psicológico que les genera la negación. Luego están los tristes casos en los que no pueden seguir adelante y se quitan la vida. Y solo unos pocos pueden mirar hacia su interior, personas que a pesar de todo lo que les ha pasado, que han vivido experiencias muy traumatizantes, tienen una fuerza de voluntad admirable y el poder para rearmarse aún con más fuerza y renacer como si fuesen un fénix. Parece que a ellos las situaciones amargas en vez de apagarlos los iluminan más, porque lo toman como un reto a superar.
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