Personal.

2301 Words
Ayra corrió rápidamente hasta el enorme salón al enterarse por Azazel que sus hermanos y sus primos habían llegado. La joven no utilizaba vestido, si no que al igual que su tía Vritka se había vuelto fanática de los pantalones ajustados y camisas blancas holgadas. De un salto bajó varios escalones y luego se deslizó por el pasamanos hasta llegar al final. Una vez en el vestíbulo pudo escuchar las voces de los jóvenes. En cuanto vió a Eros, inmediatamente se percató de que el joven había crecido mucho los últimos meses, casi del mismo tamaño que su padre. De hecho, Eros era una copia de Calisto, sólo que el joven tenía un lunar en el pómulo izquierdo y tenía el cabello hasta los hombros. - ¡EROS!. Chilló Ayra mientras se lanzaba de un salto a los brazos de su hermano gemelo. - ¡AYRA!. Gritó también el chico mientras la alzaba en vilo y luego le daba un tierno beso en la frente. - ¡Te extrañé muchísimo!... Dijo ella mientras se aferraba a él. - Yo también... no podía estár más tiempo lejos de tí. En eso la hermosa joven se separó de Eros y fijó su vista en Adrihel, Satska, Faris y en Josna. Saludó a todos casi con la misma efusividad, excepto con Josna, a quien sólo se limitó en extenderle la mano y darle un suave apretón en el hombro. Josna reparó en aquella acción y no pudo evitar sentirse un poco incómodo. - ¿Que hacen aquí?. Les preguntó ella. - Hemos venido a quedarnos a vivir aquí. ¿En dónde están Hellen y Stanya?. Preguntó Adrihel. - Se han ido con la septona... Le contestó ella. - ¿Y tú por qué no estás con ellas?. Le preguntó Faris. - Por que, resulta ser primo amado, que no me viene en gana... las clases con esa mujer son terriblemente aburridas. En cambio, quedé con Belial y Janos. Dijo ella sonriendo. - ¿Quedaste en qué?. Le preguntó Satska mirándola confundido. - En ir a tomar mis clases de esgrima... soy muy buena con la espada. Contestó la joven con altivez. Los cinco jóvenes la miraron sorprendidos. - ¿Mi papá aprobó éso?. Le preguntó Eros. - Por supuesto, también que tomara clases con Juno... mientras Hellen va a tomar clases con Reeva, con eso de que es bruja... por cierto Eros, Stanya se va a enloquecer cuando se entere de que éstas aquí... No hace otra cosa más que hablar de tí, ya me tiene harta. Dijo ella. Eros se sonrojó e inmediatamente bajó la mirada un tanto azorado. - Ay... no te preocupes, hermano tú le gustas mucho. Le aseguró Ayra. Eros asintió un poco avergonzado y luego miró a Adrihel de soslayo. - Tenemos hambre, ¿A qué hora comen ustedes?. Le preguntó Satska. - A las seis... pero tengo comida escondida en la biblioteca. Les dijo ella sonriendo. Ayra era muy similar a Eros, la diferencia era que ella era de facciones más delicadas, tenía un esbelto cuerpo muy femenino, un ojo verde y uno gris, que a diferencia suya Eros tenía uno azul y el otro gris, ambos habían heredado esa peculiar anomalía de Calisto. Los dos gemelos eran idénticos a su padre, hasta la manera de moverse con garbo. Josna no podía evitar pensar al verlos, que ambos al igual que Cal, tenian ése aire a corceles al moverse con tanta gracia. Pero había algo en Ayra, algo tan peculiar en ella que resultaba hipnótica a la vista. Toda ella era exageradamente hermosa, lucía frágil, pero cuando la conocías más resultaba que la joven era increíblemente peligrosa. Era increíblemente ágil, sagaz y muy astuta. Tenía una mirada muy parecida a la de un zorro. Mientras que Eros resultaba demasiado enternecedor, siempre mantenía una expresión de ingenuidad y sorpresa. Además era muy inocente y no había nada de malicia en su ser. Josna en cambio, era sensualidad pura. Medía aproximadamente un metro ochenta y seis, de complexión atlética y estilizada. Su cabello era castaño y ondulado casí llegando al rizado. Sus ojos eran de un azul muy oscuro y profundo, cómo el mar abierto. Su piel era blanca y sus labios muy rojos. Su mirada era intensa y penetrante, y tenía una expresión adusta y altanera. Además de que era muy serio y reservado, sobretodo con las damas. Con Adrihel y Eros, los demás jóvenes era un poco más abierto y extrovertido, pero cuando se hallaba en frente de una dama, su comportamiento se tornaba más frío e indiferente. Y más aún cuando se trataba de Ayra, era por eso que ella era tan fría con él. Ambos parecían reacios a mantener una conversación decente sin sentirse incómodos. A los demás les resultaba extraño que los dos tuviesen esa aversion mutua sin ningún motivo aparente. Ayra observó a Josna con detenimiento mientras éste ayudaba a Adrihel a bajar de la encimera una caja con panecillos rellenos. - Ayra... eres muy lista. Le dijo Adrihel muy orgulloso de ella. Ayra sonrió un poco y miro a Josna con disimulo. Le gustaba el cuerpo mesomorfo del joven, contempló la estrechisima cintura y sus amplios hombros; Sintió que Josna sabía que lo estaba mirando y ella desvió rapidamente la mirada hacia sus primos que estaban detrás del joven, justo en ése momento Josna la observó fijamente y se acercó a ella. - ¿Quieres?. Le preguntó él tendiendole un pan. Ella negó rápidamente. - No gracias, acabo de comer. Comeló tú. Respondió ella sonriendo forzadamente y evidentemente incómoda. Josna contempló el bellísimo rostro de la joven con atención y suspiró frustrado. Eros reparó en la actitud de ambos y se les quedó viendo intrigado. ********************************************** - ¿Se puede saber que te sucede?. Le preguntó Eros a Josna mientras se acercaba a él, quién estaba observando Estes desde lo alto de un atalaya del castillo. - ¿De qué hablas?. Le respondió Josna. - Siempre que mi hermana está cerca la tratas de manera distinta a mí. ¿A caso te cae mal?. Josna abrió los ojos sorprendido. - ¿Caerme mal?... Por supuesto que no, ella no me cae mal en lo absoluto, pero es ella quién me trata de manera distinta desde hace tiempo. - Tal vez le afectó no verte luego de cuatro años... Observó Eros. - Tal vez. Pero desde que regresé de Kyrian fué ella la que comenzó a tratarme cómo un desconocido. Respondió el otro con la voz apagada. Eros se quedó pensando y al final optó por hablar. - Yo creo saber por qué te trata así... lo sospecho. Dijo el jovencito. Josna se giró hacia él y lo miró inquieto. - ¿Que crees que le sucede?. - Pues... por cómo te mira cuando estás distraído... yo creo que le gustas... me refiero a gustar de verdad... y en ese sentido. Le Dijo Eros. Josna se tensó inmediatamente y negó frenéticamente. - No, no, no... ella es mi hermana, no la puedo ver de esa manera... la conozco desde que era una bebé. Contestó Josna. - Por eso te trata así... por qué tú la tratas de otra manera, tan... fría. - ¿Frío yo?. - Congelado... en fin, si a ti no te interesa no pasa nada, total... algún día mi hermana perderá el interés en tí y le gustará alguien más, se casará y te olvidará. Tú síguela evitando y tratandola así... ya verás que todo pasará. Dijo Eros sonriendo con malicia. Josna no dijo nada, pero por algún motivo, el saber que Ayra se interesaría en alguien más le entristeció un poco. “No, ella es tu hermana". Pensó. - Vamos adentro. Le respondió Josna. ********************************************** Todos los jóvenes reían, mientras platicaban animadamente con las chicas. Eros se mantenía un poco reservado con Stanya, quién no hacía otra cosa que parlotear emocionada en frente suyo. Hellen observaba a Adrihel muy tensa, mientras el jóven tonteaba con Josna. Satska y Faris jugaban ajedrez y Ayra hacía de público, de cuando en cuando animaba a uno y luego al otro. - ¿Oye? ¿Pero de qué lado estás tú?. Preguntó Faris algo ofendido. - Sí, Ayra... Faris tiene razón... ¿De qué puto lado estás tú?. Le preguntó Satska. Ayra se limitó a sonreírles. - Me da igual quién gane. Les respondió después un rato. Josna, en cambió observaba la situación y a todos. En ése momento entró Cal, todos los jóvenes guardaron silencio sepulcral. Calisto los miró a todos deteniéndose en cada uno de ellos. - ¡PAPÁ!. Gritó Ayra e inmediatamente corrió a sus brazos. Cal la miró sonriendo, en éso Hellen hizo lo mismo y él las estrechó con fuerza. - ¿Cómo están mis princesas?. Les preguntó. Hellen hizo una mueca. - Me resulta un tanto extraño verte así, Josna luce mayor que tú. Le dijo ella riendo. Cal sonrió. - No pensé que me dejarían de ver cómo su padre a estas alturas de la vida. Le contestó. Hellen negó rápidamente. - Por supuesto que no, tú siempre serás mi papá... uno increíblemente joven, pero mi papá al fin de cuentas. Le aseguró ella. Cal rió, sin embargo no pudo evitar sentir una extraña sensación. Ayra miró a Cal y le dijo en voz baja. - ¿Papá, podríamos hablar en privado?. Le preguntó ella. Cal la miró fijamente y luego asintió. - Por supuesto, ven... Le respondió y sujetandole la mano se la llevó de ahí. Ambos caminaban por los adoquinados caminos de los jardines. - ¿Que sucede hija?. Le preguntó Calisto. Ayra le lanzó una mirada furtiva, para luego decidir hablar. - Lo he estado pensando mucho y... quiero irme contigo y con Luzbel a la otra dimensión. Yo también quiero ser inmortal. Le dijo ella. Cal abrió los ojos espantado. - No. Le contestó tajantemente. Ayra lo miró con aprehensión. - ¿Porqué no?. Le preguntó ella. - Por que es antinatural, no debes vivir por la eternidad... yo lo hice por amor... ¿Tú por qué motivo quieres vivir por la eternidad?. Le increpó. - Pues... quiero estar contigo por siempre. Le dijo ella con sinceridad. Cal entonces pudo ver cómo los ojos de Ayra se inundaban en lágrimas. Él no soportó verla así y la abrazó. - No quiero perderte papá, quiero estar contigo por siempre... para siempre. ¿Acaso tú no quieres estar conmigo?. Le preguntó ella. Cal sintió como se le partía el corazón. - Por supuesto que sí mi niña, pero entiende que ése no es el orden natural de la vida... tienes que vivir... una vida nada más. No quiero que condenes tu alma. Le dijo éste. - Pero yo quiero estar contigo. Dijo ella aferrandose a él con fuerza. - Yo sé que últimamente no nos vemos mucho, te prometo que de ahora en adelante estaré más tiempo contigo ni niña, pero no me pidas que te permita venderle tu alma al diablo... aunque el diablo sea mi pareja. Le dijo Cal. Ayra se separó de él y lo miró con ojos llorosos. - Papá... pareces mi hermano. Le dijo de repente. Cal y ella comenzaron a reír. - Sí, ahora comienza a incomodarme mi apariencia... en verdad me hubiese gustado haber hecho el pacto con Luzbel siendo un poco mayor. Creo que me precipité... si tan solo lo hubiese hecho a los treinta. Dijo Cal riendo. Ayra sonrió. - Ay papá... pues si es un poco extraño, pero supongo que valió la pena. Dijo ella mientras le tomaba el brazo y echaban a andar. - Sí... ¿Ayra?... - ¿Sí?. - ¿Que sucede entre Josna y tú?. Le preguntó Cal. - No lo sé... simplemente él y yo no congeniamos del todo. Repuso ella despreocupadamente. Cal asintió. - ¿Lo encuentras atractivo?. Le preguntó de repente. Ayra se giró a verlo rápidamente y negó. - ¿Atractivo? Claro que no... ni si quiera me gusta el cabello rizado... no. No, no, no... Cal sonrió. - De acuerdo... Cómo tú digas. Dijo Cal. La joven lo miró un tanto extraña y luego comenzó a reír. - ¿Porqué me preguntas éso?. Quiso saber ella. Cal se encogió de hombros ignorando la pregunta, pero se percató de que no podía postergar la respuesta por más tiempo, así que decidió ocasionarle una presión mental a la joven. - Pues... Josna ya está en edad de casarse desde hace mucho tiempo, la gente se está preguntando el motivo de la soltería de mi hijo mayor. - ¿Y desde cuándo te importa lo que digan los demás? Cal el “Inmortal". Le preguntó la joven muy interesada. - Pues nunca... pero sólo cuando se trata de mí, cuando se trata de ustedes es ahí que no me gusta que la gente invente cosas absurdas. - Ya veo... Cal se detuvo y contempló a su hija con detenimiento. - ¿La gente está comenzando a hablar de mí?. Preguntó ella. Cal asintió. - Pero... pero tú me prometiste que yo no estaría presionada a contraer nupcias... papá. Señaló la joven. Cal asintió de nuevo. - Y aún mantengo mi promesa de que así sea. Pero, ¿Podrías entonces aunque sea, interesarte un poco en las actividades y responsabilidades de un monarca? La septona me ha dicho que no has tomado una clase con ella jamás. Le dijo Cal con tono severo. Ayra suspiró y luego comenzó a reír abiertamente. - Papá... si quieres que sea buena reina, entonces déjame estar contigo y ver todo lo que haces en primera persona. Repuso ella divertida. Cal pensó que ésa era una idea increíblemente buena, así pasaría tiempo con ella y a la vez le enseñaría sus obligaciones y actividades. - Esa idea es absurdamente buena, hija mía. Le contestó.
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