Relato No. 2 - EL BESO (PRIMERA PARTE).

1024 Words
—Shane, a la oficina de dirección— El profesor de educación física no me dejó reprochar, lo miré listo para replicar y me detuvo —No me interesa, vete ahora— lancé el balón de baloncesto con demasiada fuerza a sus manos las cuales lo sostuvieron con sorpresa. Salí de la cancha mientras él soltaba unas amenazas de que no sería nada en esta vida gracias a mi actitud. Aún tenía mi ropa de deportes, mi cabello caía en punta sobre mi frente gracias al sudor y mi respiración se mantenía agitada, mientras caminaba, los niños y niñas me abrían paso, algunos mirándome con temor, respeto, y otras con curiosidad y risitas tontas, a ninguno le devolvía la mirada.  Llegué a la puerta de vidrio reflejante que separaba la dirección de los pasillos, me miré en ella y vi las ojeras bajo mis ojos, suspiré y entre. —Eder, ¿De nuevo por aquí?— Maggie era una señora de unos sesenta años que trabajaba como asistente del director. Era muy dulce y siempre me guardaba algún dulce sabiendo lo que me gustan. Era la única en todo el lugar que me trataba con cariño. —Ya sabes como es Rob— me encogí de hombros y ella se apartó de la máquina de escribir que usaba mirandome con diversión. —El profesor Robert, Eder— me corrigió con dulzura y asentí con una sonrisa inocente. —Pasa, el director Feder te espera— me dijo moviendo la cabeza y le di las gracias para caminar hasta donde estaba el viejo Victor. Suspiró al verme en la puerta de brazos cruzados e hizo un gesto con la mano para que tomara asiento. —Eder, ¿Por qué no me sorprende que estes aquí?— su voz sonaba cansada, como siempre que me veía. —Me gusta visitarte, me caes bien— bromeé un poco— ¿Como está Sabri, tío Vic? Sabrina acababa de nacer y mi tío -amigo de mi padre- era un amoroso hombre fuera de este lugar. Lo conocía desde que estaba en brazos y siempre me cayó bien, aunque fuese ahora el director de la escuela primaria. —Está bien, Eder. Ahora dime, pequeño infernal, por qué el entrenador te mandó para acá de nuevo?— Era directo. —Dice que golpeé a Sam apropósito y que por mi culpa se dislocó el hombro— puse mi mejor cara de inocencia y él alzó una ceja— En serio, tío Vic, no fue mi culpa. —Te he pedido que no me llames así aquí, pensarán que tengo algún favoritismo contigo— yo asentí poniendo los ojos en blanco, siempre me decía lo mismo— Eder, de los cinco días de clases a la semana que tienes, pasas cuatro aquí, ¿Como piensas pasar a secundaria? Tienes un prontuario escolar de unas veinte hojas, y tienes nueve años, por el amor de Dios. ¿Pretendes sacarnos las canas antes de tiempo a tu papá y a mí?— dijo con voz exagerada y yo reprimí una risa— En serio, muchacho. Es hora de que te comportes. Los estudios son la base de todo buen hombre. —Curioso que de los tíos tú eres el único estudiado— comenté sarcástico. Él me regaló una sonrisa divertida y agarró unos archivos en su mesa. —Pues por eso soy el único buen hombre. Un par de regaños más, una visita por detención al terminar la jornada y la promesa de que iría a su casa a comer pie de manzana y estaba fuera, E.F. estaba terminando por lo que fui directo a las duchas y me quité la ropa deportiva sudada. . . . —Y por eso la geometría nos sirve en todos los aspectos de nuestra vida, un conocimiento geométrico básico es indispensable para desenvolverse en la vida cotidiana: para orientarse reflexivamente en el espacio; para hacer estimaciones sobre formas y distancias; para hacer apreciaciones y cálculos relativos a la distribución de los objetos en el espacio-tiempo. La clase no podía ser más aburrida cuando, de un momento al otro, una cartita fue lanzada a mi pupitre, era un papelito doblado en cubo con un corazón encima hecho con marcador rosa.  Miré de quién era cuando el grupo de niñas del salón me miraba riendo entre murmullos. —A ver, niñas, calladas— las reprendió el profesor y miraron al frente. "Búscame en el cuarto de limpieza. Jolie" Mierda. Jolie era la niña más linda del salón por no decir que de la escuela, solía mirarme mucho mientras sonreía pero la evitaba siempre, como a todas en realidad. Mis manos empezaron a sudar y miré hacía el frente cuando ella miró sobre su hombro y me guiñó el ojo. Tragué grueso, era dos años mayor que yo, su cabello color chocolate era liso y largo y tenía muchas pecas en su rostro. Sus ojos eran verde claro y sí, era una chica mayor. La clase terminó y el recreo llegó, me sentía muy nervioso pero caminé a paso seguro al armario donde varias de las niñas se agrupaban fuera y se abrieron un poco al verme. —Jolie está dentro, Eder. —Ella espera por ti. —Te dará un beso. Todas murmuraban cosas y se reían y yo sólo podía ponerme más y más nervioso. Entré y la luz estaba pestañeando, el bombillo se dañaría en cualquier momento, pensé que era una broma pero la vi de pie junto a la pared mirándome con las mejillas sonrosadas.  —Pensé que no vendrías— su voz era suave y mi corazón se aceleraba mucho. Empujé las palabras fuera de mi boca. —Pensé... Que sería una especie de broma. Casi no entro— le confesé y ella caminó dos pasos hacía mi. Su camisa blanca de botones tenía olor a flores y no pude evitar detallar lo largo de sus pestañas. —Que bueno que entraste. Yo... He querido darte algo desde hace tiempo— se humedeció los labios con la lengua y yo seguí el movimiento, había mucho calor y el bombillo titilante me empezaba a marear.
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