3: Un tropiezo intencional.

2875 Words
Liliana era una….señora un poco… mal encarada, ella me miró y me dedicó una sonrisa tan falsa que me hizo hacer un puchero, cuando mi William se fue ella me miró de una forma despectiva, era más que obvio que yo y ella no nos íbamos a llevar muy bien, —Si necesitas apuntar, apunta por qué no repetiré las cosas dos veces— dijo ella casi en un gruñido, —No necesito apuntar, tengo un buen cerebro, adelante —Dije sin sentirme intimidada, esta mujer quería que yo me pusiera a temblar como un conejo asustado, pero lo que ella no sabía era que yo no me iba a dejar, y menos de una mujer como ella, tal vez solo de mi William, pero eso aun estaba por verse, Liliana me miró como si yo le hubiera dicho algo ofensivo y casi pude escuchar sus dientes rechinar, —Muy bien— dijo ella como si estuviera lista para darme de puñetazos, —Está es la agenda del señor Weaver, todas sus citas de hoy empiezan a partir de las doce de la tarde, así que asegúrate de que llegue a tiempo a todas, esto… —dijo la mujer y puso un montón de folders delante de mí, —Son los balances del mes, tienes que archivarlos por si el señor Weaver necesita alguno, de ahora en adelante tú contestarás todas las llamadas que van a presidencia y entran por la línea uno— la mujer me miró y yo la miré, su maquillaje se estaba escurriendo un poco, —¿Eso es todo?—pregunté, —Por el momento si— Dijo ella, él teléfono empezó a sonar y ella me miró, —Es para ti, ve a contestar— me ordenó, “Bruja”, pensé, tomé los folders, la agenda y me fui a mi nuevo escritorio, no importaba, no iba a dejar que esa mujer arruinara mi estadía aquí, —Velatrix presidencia, buenos días— Aún tenía que pulir mi saludo, —Buenos días, soy Edgar Casablanca, habló del banco Berkeley, ¿Se encuentra el señor William Weaver?— —Un momento por favor— Lo más genial de todo esto, era que podría escuchar la voz de mi William en todo momento, el tenía una voz tan sexi, cuando él hablaba automáticamente mis bragas se caían, si bueno, no era algo literal, —Señor Weaver, él señor Edgar Casablanca del banco Berkeley está en la línea y quiere hablar con usted, ¿Qué le digo?— pregunté con la voz más sexi que yo tenía, —Comunícamelo por favor— dijo mi William al otro lado de la línea, “Si mi amor”…. —Enseguida señor— Le pasé la llamada y me dispuse a trabajar, tenía que ser eficiente, tenía que esforzarme, La agenda de William estaba muy ocupada, tenía reuniones, tenía que hacer llamadas, él pobre apenas tenía tiempo de respirar, pero no era su culpa, esta agenda estaba muy mal organizada, de ahora en adelante yo le daría tiempo para descansar, le daría tiempo de pensar en…. en nosotros, tiempo de pensar en mi. ………………. William escuchó que alguien tocó la puerta de su oficina y sin prestarle mucha atención dijo: —Adelante— Diana entró con una gran sonrisa y se acercó al escritorio de él, —Disculpe señor— William alzó la vista y se recargó en su silla prestando toda su atención en Diana, ella tenía unos labios rojos tan atractivos y llamativos, que él no podía ignorar aunque se esforzara en tratar de hacerlo, –Si, dígame– —¿A qué hora iremos a comer? – preguntó Diana con cierta curiosidad, William frunció el ceño y miró su reloj, faltaba media hora para las 12 de la tarde, —No tengo un horario fijo de comida, pero puedes salir a comer a la una si no tienes ningún pendiente, tómate una hora de descanso– Diana sonrió y negó con la cabeza, —Pediré que nos traigan algo, carne y verduras para usted ¿cierto?, yo me encargo usted no se preocupe— William solo miró salir a Diana y quería decir algo pero la puerta se cerró detrás de ella, —¿Qué nos traigan? – se preguntó así mismo en voz alta sin entender muy bien a qué se refería ella exactamente, no le dio más importancia y continuó con su trabajo, todo estuvo bien durante un rato hasta que alguien tocó a la puerta nuevamente, —Adelante— dijo William y se puso de pie para estirar las piernas y el cuello, miró entrar a Diana con una bolsa blanca de un restaurante reconocido por los buenos filetes de carne que se cocinaban en el, —¿Y eso que es? – preguntó William, —Pues nuestra comida—respondió Diana como si aquello fuese más que obvio, —Señorita Denisse, tengo mucho trabajo y en una hora una reu….— Diana se acercó a William y acortó mucho la distancia entre ellos, William olía extremadamente bien y sus ojos eran el deleite de ella, eran tan azules y tan brillantes, tenía una enorme cicatriz que iba desde su labio superior hasta una de sus cejas, tenía un par más en su frente y dos en su mejilla derecha, y tenía otras tantas del otro lado de su rostro, William se sintió un poco nervioso, Diana era muy bonita, más que cualquier mujer que él hubiera visto, ella bien pudo haberse dedicado al modelaje, ó a la actuación, tenía ojos de un color aceitunado y unas largas pestañas, y realmente tenía una piel hermosa, y muy blanca, como si nunca hubiera estado expuesta al sol, sin ninguna imperfección, Hubo un silencio entre ellos, William la miraba examinando cada detalle en ella y ella por su parte solo pensaba en morderle esos jugosos labios, —No me obligue a hacerlo comer señor— dijo ella al fin, como una advertencia, mientras su vista estaba fija en esos labios, deseando poder probarlos, William tragó saliva y aflojó un poco su corbata negra, de repente empezaba a hacer mucho calor en aquella oficina, —Bien, por hoy no voy a contradecirte, pero yo como muy rápido— —Está bien, le seguiré el ritmo— dijo ella y sonrió con cierta malicia, William sentía las insinuaciones de aquella mujer delante de él, pero al mismo tiempo pensaba que sólo era su imaginación, fue a sentarse en uno de los sofás y Diana se sentó junto a él, ella no iba a perder el tiempo, quería tenerlo cerca, empezaron a comer en silencio y Diana estaba por iniciar una conversación, cuando alguien tocó a la puerta, —Adelante— Dijo William mientras limpiaba su boca, —¿Oye Will y mi futura esp…?— Alex se quedó en silencio al ver a Diana junto a William, —¿Tu que, perdón?—preguntó William al ver la expresión de su amigo, —No, nada olvídalo, era algo sin importancia, ¿Están ocupados?— –Si– respondió Diana pensando que ese tipo era muy inoportuno, —No, ¿Ocupas algo?— preguntó William, Alex miró a William y le hizo un gesto, William torció los ojos al entender lo que su amigo quería y miró a Diana, —Diana el es Alex, él es el vicepresidente, Alex, ella es mi nueva asistente, Diana– dijo William sin muchas ganas de hacerla de cupido, —Mucho gusto señorita Diana, es un placer conocerla— Dijo Alex y estiró su mano hacia ella, Diana la estrechó solo por cortesía y sonrió, –Si, es un placer – dijo Diana, Alex se sentó en uno de los sofás y William le dio un plato con comida, –Y dígame Diana… ¿Usted es casada?— preguntó Alex sin rodeos, –No– respondió ella, Alex se sintió satisfecho con la respuesta y no pudo evitar sonreír, —Pero debe de tener novio, ¿no es así?— –No… realmente no— Alex miró a William y le giñó un ojo, –Aunque… —Dijo Diana y alzó la vista para ver a Alex, —Tengo a alguien de quien estoy muy enamorada, me casaré con él algún día— Alex borró su sonrisa y a William se le dibujó una por ver a Alex y su decepción, ahora William sabía que Diana no se le estaba insinuando y que todo era su imaginación absurda, una mujer como ella insinuándosele a alguien como él, William creía que eso era imposible, –¿Usted señor William, tiene novia? – preguntó Diana al ver que el tema se había abierto, William miró a Diana y negó, —No, no tengo tiempo para estarlo perdiendo en relaciones sentimentales— —No dijiste eso el fin de semana pasado, cuando Roxanne te invitó a su departamento— dijo Alex indiscretamente, Diana sintió una punzada en el estómago y miró a William, mientras que William le lanzaba una mirada de muerte a Alex, A la pobre chica le ganaron los celos, dejó de comer y junto todo, ni siquiera les preguntó si ya habían terminado, junto todo y se puso de pie, —Señor Weaver no debería de perder el tiempo, tiene una reunión en media hora, dese prisa – dijo Diana antes de salir de la oficina de William, –¿Por qué dijiste eso? – preguntó William un poco molesto, —¿Qué importa?— —Es mi asistente… — –Es mejor que te conozca o, ¿Acaso quieres que piense que eres un santo? – —No, solo no seas tan imprudente— —Esa mujer va a ser mía William, así que no la toques—advirtió Alex y se puso de pie, —No planeaba hacerlo— afirmó William, —Si, claro— dijo Alex con un poco de sarcasmo, en realidad William no tenía otras intenciones con Diana, nada que no fuera meramente laboral, Durante todo el día, Diana se comportó como una novia enojada a la que debían de contentar, pero William no tenía ni la más mínima idea de sus emociones. ……….. Miré mi reloj y noté que pronto iban a ser las 5 de la tarde, a las siete tenía una reunión con unos posibles inversionistas coreanos, Cédric me dijo que el único que importaba era Daniel Wong, me puse a la tarea de Investigarlo un poco, y si, en efecto Daniel Wong era un pez gordo, y de echo era una suerte tremenda que él accediera a reunirse conmigo, ¿Por qué aceptó?, no tenía ni la más mínima idea pero no iba a desaprovechar la oportunidad, Junte mis cosas y acomode algunos documentos que iba a necesitar y salí de mi oficina, Diana estaba en su escritorio, apenas me miró y regresó la vista a su computador, de algún modo sentía que yo le había echo algo, se miraba molesta y eso le daba cierto encantó, yo estaba loco, ¿Qué le pude haber echo?, nada, no le había echo nada ¿Entonces por que sentía la necesidad de disculparme con ella?, —Señorita Denisse – dije para llamar su atención, pero aquello sonó muy formal y me arrepentí de haberla llamado así, ella me miró sin ninguna expresión en su rostro y esperó a que yo hablara, –Tengo una reunión muy importante, no creo volver a la oficina, así que deberías de irte a descansar – –Bien – dijo ella en un tono áspero y seco, empezó a juntar sus cosas, y yo solo asentí y di unos pasos listo para irme…pero, la duda estaba en mi cabeza como un martillo golpeando, y tenía que hacer que se detuviera, —¿Está molesta conmigo?— pregunté sin detenerme a pensar, aquella pregunta sólo salió de mí boca como un estornudo incontrolable, –Si– respondió ella y me hizo fruncir el ceño, debí haber parado, pero no pude, además ¿Qué pude haberle echo yo?, recapitulé nuestros encuentros en mi mente, y no, no encontré nada, —Podría decirme ¿por qué?— Diana me miró de un modo que me hizo sentir inquieto, Ella estaba por responder cuando llegó Liliana, —Señor estoy lista – me dijo y se aliso su traje de color rosa, ese traje en especifico le quedaba un poco grande, y desde la mañana hasta estas horas de la tarde, su cabello se había vuelto un caos, se miraba que había tratado de arreglarlo, pero no lo consiguió, Liliana era una secretaria muy eficiente y no me importaba su físico o su edad, pero yo tenía que admitirlo, ella no estaba presentable, —Diana… ¿Usted habla Coreano? – pregunté y posé mi vista en la enojada mujer, —Si señor— —Liliana, llevaré a Diana, necesito que empiece a familiarizarse con este tipo de reuniones, usted ya puede irse a casa y nos vemos aquí mañana – —Si señor— dijo Liliana con una sonrisa que solo dejaba ver su disgusto, —Diana, la espero en el elevador– dije, aún con muchas dudas en mi cabeza que necesitaba aclarar, ……… Liliana esperó a que William se fuera para mirarme con odio, eso solo me hizo sonreír, esa mujer me odiaba, me puse de pie tomé mi bolso, y mi abrigo y la ignoré por completo, no quería tener problemas en el trabajo y que por eso me echaran, William estaba junto al elevador mirando su teléfono, aún no me cabía en la cabeza que el fuera un mujeriego y que se fuera con cualquier fulana a copular, claro no esperaba que el fuera un virgen y santo, pero el solo imaginarlo teniendo intimidad con otra mujer me hacía hervir la sangre, William Weaver era mío y solo yo lo iba a poder tocar, pise con fuerza cuando llegué a su lado y presioné un botón para traer el elevador, —Entonces… ¿Que hice para hacerla enojar?– —No es nada tan malo, en realidad fue una imagen que me formé de usted y que se desboronó muy rápido — —No estoy entendiendo – –No esperaba que lo hiciera – dije y entre al elevador que acababa de llegar, William me miraba y estaba esperando que yo le explicara, pero yo no estaba de humor para eso, El silencio fue incómodo hasta que llegamos a su auto, –Dígame la dirección y yo lo seguiré – dije mientras me detenía junto a su auto, –Por supuesto que no, sube, después venimos por tu auto—dijo él, Que William fuera un hombre decidido me encantaba y no podía contradecirlo, así que solo subí a su hermoso auto gris, el interior del auto estaba impecable y olía extremadamente bien, William como todo un caballero esperó a que yo subiera primero, y cerró la puerta por mi, traté de acomodar mi falda, ya que se había subido dejando ver la parte superior de mis piernas, pero la falda se rehusó a obedecerme, así que la deje en paz, después de todo no era una mala idea subirla un poco más y tentar a un hombre guapo, William subió al asiento del piloto y lo primero que hizo fue ponerse sus gafas de sol, yo mire el reloj, ya era tarde el sol ya estaba metiéndose a estas horas, por lo tanto no había nada de que preocuparse, ¡Por los cielos¡, William se veía tan atractivo, su cabello castaño ligeramente despeinado le daba un encantó excepcional, tenía cejas gruesas de un café oscuro, y tenía un hermoso mentón bien perfilado y masculino, —Señorita Denisse, me disculpo si te moleste de algún modo, no era mi intención, no quiero que tu primer día de trabajo sea un trago amargo—dijo él de repente, Yo sonreí y no pude evitar mirar sus piernas musculosas que estaban apretadas por su pantalón de vestir azul, quería tocarlo, quería sentir sus enormes músculos, sin duda iría al infierno por pecadora, y por mis pensamientos sucios, –No se disculpe – dije y puse mi vista en otro lado, este hombre era un tormento para mí, quería decírselo, decirle cuanto me gustaba y que quería estar con él, pero segúramente quedaría como una completa loca ante él, ya había esperado mucho por él, podía esperar un par de días más, Llegamos hasta un bonito restaurante y William me abrió la puerta para dejarme bajar, no podía quedarme con las ganas así que fingí tropezar y por supuesto, él me sujetó con una mano pero yo me aferré a su pecho, y por unos segundo estuve en el paraíso al tocarlo, —Lo lamento – dije como si yo fuese una delicada mujer indefensa, —Está… bien, solo ten cuidado— dijo William y movió un poco su mano con la cual me sujetaba de la cintura provocando un cosquilleo en todo mi cuerpo, me enamore de esa sensación, esa sensación que el me provocaba.
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