Por ti, estoy asustada

3316 Words
4.- Por ti, estoy asustada (Kelly Clarkson - Because Of You) El ánimo de Jaden cayó en picada tan de pronto, que casi se desmayó justo ahí, prácticamente en medio de todo el mundo. Sintió la sangre hervir bajo la piel cuando Onex la tomó del brazo para estabilizarla. Se apartó de él rápidamente y caminó hasta la pared para recostarse en ella. Se frotó el brazo izquierdo por encima de la manga larga de la camisa que tenía puesta y solo dejó de apretar la mandíbula cuando se dio cuenta que se estaba por hacerse daño a sí misma. —Jaden, oye- —Te lo dijo tu papá, ¿no es así? —lo interrumpió ella, la amargura espesaba su voz mientras I'm a believer de Smash Mouth y Eddie Murphy sonaba de fondo. Para Jaden, los demás habían dejado de existir— Se supone que era confidencial. Onex estaba en un enorme aprieto y sabía que tendría que decirlo todo, pero le costaba empezar a hablar. Se sentía incómodo porque a diferencia de Jaden, él sí era consciente de todos alrededor intentando escuchar al par que estaba junto a la pared luciendo tan sospechosos como se podría lucir después de asesinar a alguien. —Todos lo saben, Jaden. Ella se había quedado viendo el suelo y cuando escuchó esas terribles cuatro palabras, levantó la mirada hacia él de forma automática. —No es gracioso —dijo ella, porque en su exhausta mente no cabía la idea de que todos estuvieran al tanto de lo patética que era ella, su vida corta y casi inexistente. No podía ser posible que eso fuese cierto, así que la lógica indicaba que en realidad esas cuatro palabras (que pesaban en el pecho de Jaden como un saco de concreto) debían ser un chiste estúpido de parte de Onex. —No. Es. Un chiste. Lo dijo así, con las pausas. Y fue eso lo que convenció a Jaden de que el mudarse de Red Valley no había servido de nada: el énfasis. El énfasis en sus palabras fue lo que rompió su burbuja, en la que podía ocultar parcialmente el no tener ánimos de nada, en la que podía forzar una carcajada a medio juego de Hockey cuando un compañero caía al hielo. ¿Por qué, siquiera, estaba allí? —¿Cómo? —preguntó ella, y evitar llorar era difícil como de costumbre. Daydreaming de Paramore sonaba ahora y ella solo quería irse sin tener que caminar hasta su celular. Solo quería que todo se detuviera de una vez por todas. Onex notó la debilidad en las piernas de Jaden, así que arrastró dos sillas de tres que se habían desocupado de pronto y se sentaron enfrentados. Aún sentada, Jaden se recostó de la pared. —Stephanie te está tomando el pelo —dijo él—. Ella tiene viviendo aquí menos de año y medio, vino de Red Valley. Cuando se hizo novia de Michelle y empezó a ir a las prácticas, se dio cuenta que eras la chica de la que la ciudad entera estuvo especulando por meses. Nos contó todo. Mi papá jamás revelaría algo sobre nadie, y esa es la verdad. La traición y la vergüenza batallaban en su interior. — ¿Qué es "todo", Onex? ¿Puedes ser específico antes de que entre en pánico? La voz le temblaba y esto envió un escalofrío terrible por toda la columna vertebral de Onex. No quería decirlo, pero lo hizo. —Ella dijo que intentaste suicidarte porque la culpa de haber asesinado a tu hermano era demasiado grande. Jaden no había notado que estaba mirando la brecha de suelo entre sus sillas, pero cuando escuchó la respuesta de Onex levantó la mirada de golpe, y aunque nunca lo había experimentado antes, estaba segura de conocer a la perfección la sensación de ser apuñalado en el pecho. Y esta vez, la sensación fue mil veces peor que temprano ese día cuando había visto un asesinato brutal en la televisión. Oyó un pitido agudo lejano y apenas notó que ya no escuchaba la música, pero las palabras la habían dejado enganchada. El cansancio se apoderó de su cuerpo incluso más que antes y ella solo deseó haber muerto aquella vez en serio. —¿Eso es lo que...? —susurró, sin apartar la mirada de los ojos marrones de Onex— ¿Eso es lo que dijeron... de mí? Jaden sintió la humedad en sus ojos aumentar y entonces una repentina (e incómoda) descarga eléctrica recorrer sus venas. No supo lo que era hasta que miró nuevamente hacia abajo y vio que una mano masculina sostenía la suya. Tiró su propia mano lejos tan de prisa y con tanta fuerza que hizo que la silla en la que estaba sentada se tambaleara peligrosamente hacia un lado. Ella intentó mantener el equilibrio, intentando en vano de aferrarse a algo. No cayó porque Onex la tomó de la mano de prisa y consiguió enderezarla a tiempo. Jaden se alejó de él tan pronto pudo (y tanto como podía sin peligrar con caerse nuevamente), y cubrió sus manos en las mangas de la camisa. Se puso de pie por completo, sintiéndose extraña; dio un paso atrás sin dejar de mirarlo, como vigilando que no intentara tocarla otra vez, y entonces miró alrededor. Un vistazo pequeño le reveló que todos los miraban de forma no-tan-bien-disimulada. No sabía desde qué punto habían empezado a mirar, pero eso no era lo más importante ahora. Retrocedió hacia la puerta, con la intención de marcharse, de irse caminando despacio (¿a quién podría engañar diciendo que se iría corriendo?) hasta su casa. Tenía la intención de llorar unas cuantas horas hasta no sentirse tan miserable y tan ofendida, y entonces fracasar en ello. Sabía que se sentiría mucho peor después de unas horas de caminata solitaria pero no quería llamar para que la buscaran. Sería demasiado difícil explicarlo todo y no quería hacerlo. No podría pronunciar las palabras. Una niebla gruesa siempre insistía en separarla de los demás, volviendo al mundo el borrón al otro lado de la ventanilla de un auto en movimiento. La idea de ser tan poco importante para la humanidad la abrumaba a todas horas. Ahora la idea de ser una asesina s*****a la carcomía por dentro. ¿Quién demonios había divulgado una noticia tan absurda y ofensiva? —No te puedes ir así —dijo una voz. Jaden estaba mirando al frente mientras caminaba hacia atrás y no podía ver a quién hablaba. Los chicos la miraban fijamente con extrañeza, casi en silencio ahora, mientras Go de FLOW sonaba de fondo, ¿quién estaba hablando? —. No te puedes ir así. Ella respiró hondo y miró a sus espaldas, dentro de la casa Vera. Y allí estaba, la mujer que había visto colgada del techo cuando llegó antes, de pie junto a la pared. Tenía el cabello corto que apenas le tocaba los hombros, el rostro pálido con tonos morados y las marcas brutales de la cuerda en el cuello. —No me mires fijamente o todos se darán cuenta —prácticamente le ordenó, Jaden obedeció. Giró la vista nuevamente a sus compañeros de equipo—. Escucha bien- —Jaden —Onex interrumpió a su madre sin saberlo, la preocupación era evidente en su mirada y a pesar de esto, Jaden solo vio una alteración menor—, ten tu teléfono. Te llevaré a tu casa. Ella tomó el teléfono con cuidado, dándose cuenta que no notó la ausencia de la música, y se sintió torpe por haberlo olvidado, no hacía nada bien. —Escucha —dijo la mujer muerta mientras ella se despedía silenciosamente de los demás—: lo que ves no siempre es lo que es. A Jaden le pareció curioso el mensaje (y se preguntó por qué rimaba), pero lo más peculiar no era eso, sino que por primera vez en tres años, un difunto le había hablado con buena intención. La ciudad estaba en calma por ser domingo y el frío se les coló en los huesos apenas salieron. Onex pretendía llevar a Jaden en moto a su casa, pero ella se había negado rotundamente. Así que, habiendo descartado la moto, Onex le suplicó a su padre que le prestara el auto. Onésimo Vera era muy quisquilloso cuando de su auto se trataba, a pesar de ser un viejo jeep n***o de esos pequeños de tan solo dos asientos y cauchos bastante altos. Sin embargo, cuando vio el semblante de Jaden supo que lo mejor era acceder. Onex se subió al todoterreno y se abrochó el cinturón de seguridad mientras veía a Jaden hacer lo mismo en el asiento del copiloto. —Oye —intentó llamar su atención—, oye, Marmel, ¿estás bien? A ella se le ocurrió reírse sarcásticamente, pero no pudo. Solo alcanzó a levantar un poco el hombro derecho. —Claro —dijo en voz alta a penas por encima del volumen de un susurro—, claro que estoy bien. —Entiendo, fue una pregunta estúpida —admitió el muchacho mientras encendía el motor—. Pero ya, no pasa nada. Nadie en el equipo piensa que eres una asesina. Sabemos que Steph solo quiere llamar la atención y por eso inventó la historia del homicidio-s******o y demás. Jaden mordió su labio un momento para no soltar el llanto delante de alguien a quien ella ya había catalogado como idiota en su mente más de una vez. Cuando finalmente habló ya habían pasado más de dos minutos, Onex los conducía fuera del vecindario. —Es que sí lo intenté —susurró ella, mientras subía los pies en el asiento y se inclinaba hacia adelante hasta casi tocar sus rodillas con la frente. Esperaba que Onex no pudiera oír su improvisada confesión. Pero Onex la escuchó, fuerte y claro (bueno, no tan fuerte). Y se le hizo un nudo en el estómago al pensar sin querer en su mamá y en lo que había sucedido años antes. Por suerte, él estaba ocupado conduciendo y simplemente lo dejó estar. —Respecto a mi herma- —Yo no soy un sacerdote ni la prensa, Marmel —susurró—. Mejor cierra los ojos y descansa mientras llegamos, tienes unos cuarenta y cinco minutos más o menos. Jaden se sentía tan exhausta que solo asintió. Cerró los ojos y suspiró con vergüenza. Se sentía tan cansada que sus músculos bien podrían creerse que acababan de terminar un triatlón. El peso en sus hombros era tan fuerte que entreabrió los ojos para comprobar que realmente no hubiera nadie encima suyo. Respiró profundo para evitar echarse a llorar y se obligó a alejar sus pensamientos de Jeffrey y de la calumnia absurda que habían hecho sobre ella. La mirada despavorida de Jeffrey apareció en su memoria como un relámpago y se le escapó un sollozo. Apretó los párpados con más fuerza y su mano fue directo al seguro de la puerta en un arrebato. Abrió los ojos y vio su propia mano apretando el seguro tan fuerte que sus nudillos estaban blancos. —Jaden, no hagas nada estúpido. La voz de Onex la volvió a la realidad de pronto. Apartó la mano del seguro, sintiéndose cada vez bajo más capas de vergüenza que nunca. —No iba a… —Claro, claro que no —la interrumpió él. Ninguno dijo nada más en los siguientes segundos. Él se estiró y le dio a Jaden un cable auxiliar. Ella lo tomó y conectó su teléfono. A penas la canción de Foo Fighters que más le gustaba empezó a sonar sus músculos se relajaron un poco. One of these days the ground will drop out from beneath your feet One of these days your heart will stop and play its final beat... Bajó las piernas del asiento, cerró los ojos y recostó su cabeza hacia atrás en el asiento. Dejó salir un suspiro. —¿No pudiste haber elegido una canción animada como antes? ¿Quién se relaja mientras le recuerdan que todo se acabará y que todos moriremos? —Supongo que alguien que no quiere mucho vivir. Cuando lo dijo se sintió extrañamente bien. Y se dio cuenta que había evitado por completo hablar en voz alta del s******o por mucho tiempo. No quería que sus padres volvieran a mandarla al psiquiátrico y temía que Patrick perdiera su trabajo si ella seguía hablando al respecto, ya que les haría ver a los señores Marmel que la terapia no estaba funcionando. “No les he dicho que aún quiero morirme lo antes posible”, se dio cuenta. “No les he dicho que aún lo pienso casi a diario”. «» Tocó el timbre de su propia casa y desde dentro del auto Onex le lanzó una mirada extraña que ella no supo identificar. Por supuesto que no le iba a decir que las llaves eran consideradas objetos corto punzantes y que ella los tenía prohibido. —¡Jaden! —su madre parecía sorprendida cuando abrió la puerta— Estaba a punto de llamarte otra vez, ¿estás bien? Estás un poco pálida. —Nací pálida, mamá —respondió Jaden en un gruñido y entró casi tropezando con su madre. La señora Marmel miró dentro del auto. —Oh, tú me resultas conocido... mmm... ¿el chico de la pizza? Onex sonrió con incomodidad. —Sí, soy yo y además estoy en el equipo de Hockey con su hija. La señora Marmel alzó las cejas con sorpresa. —Eso no lo esperaba —admitió—. Pero pasa, no te quedes ahí. Onex bajó la vista a su reloj de muñeca e hizo una mueca. Eran casi las 11. —Me encantaría, pero mi papá me dijo que tengo que llegar antes de las 12, solo vine a traer a Jaden. Judit Marmel sonrió. ¿Será que su hija finalmente haría amigos? —Bueno, muchas gracias por acompañarla. Espero verte nuevamente. Onex se rió y entonces se marchó. Jaden se quitó los zapatos, la camisa manga larga y los pantalones, y se acostó en el sofá. Su madre le echó un vistazo desde el otro lado de la sala de estar. Bostezó y pensó que quizás debía preguntarle cómo le había ido, pero su hija parecía tan cansada y tan triste que mejor sería dejar la charla para el día siguiente, cuando estuviera más tranquila. Un segundo bostezo la convenció de irse mejor a dormir y hablar por la mañana. Se marchó escaleras arriba después de bloquear la puerta sin siquiera una palabra de despedida. Porque cuando quería estar sola, su madre la obligaba a salir de su habitación y cuando necesitaba no estarlo, ella se iba a dormir y la abandonaba en el silencio de una casa que parecía vacía. Vacía como Jaden. Porque cuando la noche caía y la casa estaba en silencio, pero su mente no, el silencio se volvía violento y la atacaba. Y la casa parecía rechinar como los dientes afilados de una bestia salvaje y carnívora; y no sentía el aire y no sentía la suavidad del sofá en el que estaba recostada; todo era nada y la vida parecía ir en cámara lenta cuando intentaba no llorar porque pensaba que hacerlo solo conseguiría destruirla en el instante. Jaden se aferró al cojín rojo con rayas negras (la única cosa en toda la casa, además de ella misma, que no combinaba con nada) y sus lágrimas lo empaparon. Jeffrey había sido lo mejor de su familia. Y a ella la acusaron de asesinarlo, más de una vez. Todos habían comentado al respecto a sus espaldas y el único en atreverse a contárselo había sido el imbécil de Onex Vera, cuya madre muerta le había dicho que “lo que ves no siempre es lo que es” y entonces le había confesado a Onex, el mismo idiota de antes, que realmente había intentado suicidarse, y no solo eso. Le había insinuado de manera clara que no quería vivir. ¿Por qué tenían que suceder tantas cosas cuando finalmente empezaba a sentirse no-tan-incómoda con personas alrededor? Buscó su celular, seleccionó el contacto de Patrick y lo llamó sin siquiera ver la hora. Contestó casi al último timbrazo. —¿Jota? ¿Está todo bien? Su voz sonaba ronca y agitada y Jaden colgó sin decir nada. Sintiéndose avergonzada, apagó el teléfono y volvió a recostarse en posición fetal en el sofá, dejando caer el teléfono en el suelo encima de su ropa. Eran las seis de la mañana cuando tocaron a la puerta. Jaden seguía en el sofá y ya estaba despierta, dormir no era una opción para ella siempre que pudiera evitarlo. Caminó hasta la puerta y se asomó por la ventana para ver quién era. Patrick lucía fresco y culpable en su traje de terapeuta muy temprano en la mañana. Jaden se miró a sí misma, en estado de casi desnudez y se acordó que no podía estar así para ver a Patrick. Así que se puso la ropa de la noche anterior y entonces fue a abrir la puerta. Se frustró al recordar que la puerta tenía seguro y tendría que buscar la llave en la habitación de sus padres. —Eh, hola, Patrick, buenos días —lo saludó a través de los barrotes de la ventana. El hombre la miró y parecía aliviado de ver que seguía respirando. —Jaden, casi me matas de un susto anoche, ¿está todo bien? Ella suspiró y bajó la mirada. —Lo siento por haberte interrumpido anoche, yo... no vi la hora y quería hablar con alguien y no lo pensé, pero no lo volveré a hacer, perdona. Patrick sonrió mientras se avergonzaba. — ¿Y si abres la puerta y hablamos de eso que querías discutir a media noche? Jaden tuvo que despertar a su madre para que abriera la puerta (la señora Marmel se arregló como si fuera a un restaurant en lugar de permanecer en su propia casa y para cuando finalmente abrió la puerta, Patrick estaba ligeramente bronceado por el sol mañanero). Después de una breve charla entre su madre y su terapeuta, Jaden se fue con Patrick a su habitación. Patrick aceptó dejar las luces apagadas esta vez, pero dijo que sería bueno alternarlo. Ella lo guio hasta su silla y escritorio y entonces fue a recostarse en su cama. —Acabo de darme cuenta que no puedo tomar notas a obscuras. Jaden sonrió. —Puedes escribir en la obscuridad. Quizá dañes tu caligrafía, pero puedes. Patrick asintió sonriendo y a tientas, sacó su libreta del maletín y el bolígrafo. —Entonces, cuéntame qué sucedió ayer. Tu madre me mensajeó que ibas a una fiesta. Jaden rodó los ojos. — ¡Qué extraño! —exclamó con sarcasmo— A veces creo que te avisa incluso de las veces que voy al baño. Patrick soltó una carcajada. —No siempre —bromeó—, a veces solo un mensaje por la noche para comentarme que orinas demasiado. Jaden suspiró.  —Como sea, no hablaremos de mi madre. O de la fiesta en sí. —De acuerdo, ¿de qué quieres hablar? Jaden no respondió de inmediato. Cerró los ojos y el hecho de saber que Patrick no podía mirar sus reacciones la tranquilizó un poco. Solo tenía que mantener su voz neutra y listo. — ¿Qué crees que significa "Lo que ves no siempre es lo que es"? Patrick respondió segundos después. —Que lo que ves podría engañarte sobre su verdadera naturaleza, creo yo. Depende de cómo quieras verlo. ¿Por qué la pregunta? Jaden suspiró. —Pat, creo que es momento de ser verdaderamente honesta contigo. Patrick se inclinó hacia adelante en su asiento. — ¿A qué te refieres? —A todo. Y debe ser ahora, antes de acobardarme. )
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