Un encuentro ardiente

1512 Words
La misma noche Miami Alejandro No tengo idea lo que me sucede con esta mujer, porque cómo nunca quemó queriéndome perder en cada parte de su cuerpo, sus ojos me miran de una manera tal, despertando mis deseos más oscuros, así su mirada coqueta no me deja pensar con claridad y sin proponérmelo llegamos a mi edificio, donde apenas estaciono el auto me bajo siendo un caballero para ayudarla a bajar dándole mi mano sonriendo como un tonto, así avanzamos hasta el ascensor donde apenas se cierran las puertas pierdo el control empujándola contra una de las paredes, mi boca busca sus labios, besándola con desenfreno, pegándola a mí, mientras mis manos aprietan su trasero, en tanto ella enreda sus dedos en mi cabello profundizando más el beso, no hay forma de detenernos hasta que ella coloca su mano en mi pecho mirando mi entrepierna, siendo evidente lo excitado que estoy rompiendo el silencio entre nosotros. –Parece que no te puedes controlar– me asegura agitada. –Creo que no soy el único– le afirmo con mi respiración entrecortada perdiéndome en sus ojos verdes. –Nos salvó la campana de hacer una locura– me asegura al escuchar la campana del ascensor regalándome una sonrisa. –¿Bajamos? Este es el piso de mi departamento– propongo soltándola. Abandonamos el ascensor recorriendo el pasillo hasta la puerta de mi departamento en medio de miradas cómplices, mientras intento abrir colocando la llave en la cerradura para luego hacerla pasar primero, encendiendo las luces estando en el interior. –Es amplio y lujoso tu departamento, diría que tiene un estilo único sobre todo por esas fotos, ¿Dónde fueron tomadas? –contempla con curiosidad el lugar. –Eres muy curiosa, pero me encanta– le aseguro lamiendo mis labios sin dejar de verla con malicia. En segundos el espacio entre nosotros es nulo, sintiendo como mi respiración se va convirtiendo en agitada al tener sus labios cerca de los míos, en medio de miradas cómplices, no sé qué es lo que me está sucediendo con ella, me siento paralizado por primera vez hasta que me adueño de sus labios, ellos se han convertido en un dulce manjar que hace querer más, así en medio de nuestros besos le levanto el vestido, mientras ella se percata de la situación alzando sus brazos, de esta forma solo la dejo en lencería quedándome un segundo hechizado al ver su perfecto cuerpo queriendo hacerla mía. –Eres muy hermosa, demasiado para mi mal. –Creo que estamos en desventaja, porque tú me has visto semidesnuda debemos cambiar esa situación ¿Te parece? – me explica. Comienzo a quitarme cada prenda que llevo puesta desde el saco hasta los zapatos mientras no abandono su boca, aunque en medio de la desesperación del momento, sus dedos están desabotonando mi camisa, así las prendas van cayendo al suelo hasta quedarme solo con el bóxer, una vez más sonrió sobre sus labios guiándola a la habitación, donde la orillo hasta la cama mientras ella poco a poco se va acomodando en el centro de la cama, en tanto estiro mi mano buscando en el cajón de la mesita de noche un preservativo, hasta que lo consigo, sin esperármelo ella me ha dejado desnudo haciéndome verla con malicia mientras mis manos recorren cada parte de su cuerpo, hasta que llego a sus pechos donde con mucha habilidad me deshago de su brasier, así coloco uno de ellos en mi boca para besarlo escuchando sus gemidos, pero mis manos no se quedan quietas están quitándole la diminuta tanga que lleva puesta, haciéndome abandonar sus pechos para colocarme encima de ella tomando una de sus manos para que agarre mi m*****o, pero antes nos detenemos un segundo para colocarme el condón, y estando listo dejo que me guie hasta su entrada, en medio de jadeos y respiraciones agitadas, estoy devorando su cuerpo, es la primera vez que siento que no quiero que este instante sé termine, la verdad es que me está matando con cada gemido que suelta con mis embestidas, ella me está haciendo perder toda la sensatez envolviéndome en esta locura, no es solo sexo, esta mujer que apenas conozco parece que supiera leer mi mente mientras me muevo en ella, su vientre es fuego, aferrándose a mi espalda, estremeciendo cada parte de mi cuerpo, temblando de pasión y delirio hasta que una arremetida más me hace eyacular, saliendo agitado de ella acostándome a un lado de la cama. –Me encanta como te mueves, quiero seguir perdiéndome en tu piel– le propongo recuperando el aliento. –¿Me estás proponiendo dormir en tu departamento? –me pregunta buscando mi mirada con picardía. –Creo que te equivocas, yo lo que te propuse fue que tengamos sexo, en ningún momento te dije que dormiríamos– respondo mirando a sus ojos verdes. –¡Entiendo! ¿Quieres tener una maratón de sexo? –Solo creo que podríamos seguir divirtiéndonos, ¿Aceptas? –le explico mientras me acerco a besar su cuello. Al día siguiente Teresa No tengo idea ¿Cómo terminé con este hombre en su cama? Si estaba en la discoteca celebrando mi regreso con mis amigas, pero el engreído se acercó a nosotras y por un momento esperaba que se cansara, aunque no fue así, después de ese baile caliente todo se complicó, perdí la cabeza esa es la palabra correcta, es que era imposible de evitarlo, Alejandro tiene un buen cuerpo, un físico bien trabajado y sabe cómo usar sus dotes, además es guapo con unas cejas gruesas, unos ojos grises con una mirada penetrante, de unos 30 años de edad, de 1.85 cm. de altura, piel bronceada, esa media barba que parece un dios griego, es un ensueño de hombre, incluso pensé que su propuesta era solo una exageración y no resistiría toda la noche, lo que no fue así, este hombre no sé ¿De dónde saca tanta energía? Además, me sigue castigando con cada embestida que da hasta que no aguanto más corriéndome toda, es que todavía estoy reaccionando después de tantos orgasmos, dándome cuenta que nunca he tenido esta conexión con nadie en medio de mi respiración agitada, mientras él sale de mí todo sudado con una mirada de satisfacción, hasta que suena mi celular haciéndome levantar de un brinco para buscar mi ropa. –¿Qué haces? ¿Nos bañamos juntos? –me propone. –Lo siento Alejandro, pero tengo que irme ahora, no puedo quedarme, ha sido una experiencia única…– Intento explicarle mientras busco mi ropa en el piso. –No te atrevas a agradecerme, lo que si podrías hacer es decirme tu nombre, porque tú sabes mi nombre y hasta donde vivo, en cambio yo me siento en desventaja. –Lástima que no pueda ayudarte, lo mejor para ambos es mantener el anonimato, evitemos los compromisos– le afirmo vistiéndome. –Creí que podíamos repetir la maratón de sexo, ¿Tal vez mañana?, Por hoy puedes descansar– me afirma sentándose en el borde de la cama. –Alejandro que tengas un buen día, adiós– le afirmo mientras le sonrió alejándome buscando la puerta principal. Salgo a las corridas del departamento de Alejandro llegando hasta la planta baja en un santiamén mientras la impaciencia me mata, porque se suponía que debo estar en la reunión con los ejecutivos a primera hora, para suerte mía un taxi se detiene, así respiro aliviada dándole la dirección de mi departamento. Unas dos horas más tarde Por fin miro como cada ejecutivo abandona la sala de reuniones mientras reviso la pila de carpetas que me han dejado con sus propuestas sobre mis ideas nuevas de inversión, hasta que escucho el sonido de la puerta obligándome a levantar mi mirada fijándome que es Ana. –Buenos días Teresa, me tienes que contar todos los detalles de lo que hiciste con ese dios griego– asegura Ana entre suspiros. –Ana no te voy a dar ningún detalle, solo tuve sexo con él. –Mi querida jefa y amiga sabes que no fue solo sexo, es casi mediodía y recién llegaste a las corridas a la reunión, así que habla de una vez. –¡Ana en serio!, No tengo que contar nada, solo quise hacer una locura una vez en mi vida. –Teresa te equivocas esa no fue una locura, es lo más acertado que has hecho en tu vida, además el peor error fue casarte con el maldito de Fernando. –No me hables de ese imbécil, ni siquiera quiero verlo, menos mal que todos estos años pude escapar a mi refugio en Londres. –Teresa yo estoy feliz que hayas vuelto, pero es hora de pelear por tu libertad, ¿Pídele el divorcio a Fernando? Sigue con tu vida. –Ana no es tan fácil de hacerlo, yo no pienso seguir llenando sus bolsillos con un acuerdo de división de bienes, además el desgraciado supo relacionarse muy bien usando el apellido de mi familia, convirtiéndose en un hombre importante y peligroso.
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