Capítulo 2

2808 Words
Me desperté sintiendo que la cabeza se me iba a explotar, eché un vistazo a mi alrededor, paso unos segundos antes de recordar donde estaba.  Me levanto ya que todo me da vuelta, traigo puesta la misma ropa que ayer y lo que necesito era un baño con agua fría. Me miro en el espejo, todo el rímel regado en mi cara, mi cabello es un desastre y estoy pálida, demasiado pálida para mi gusto. No recuerdo mucho de como llegue a mi cama. Es raro ya que anoche no bebí para estar en ese estado. El agua me devuelve todos mis cabales, las personas les encanta el agua caliente, pero yo amo como el agua fría cae sobre mi cuerpo. Me relaja en una manera que es casi inexplicable. Cuando mis dedos se comenzaron a arrugarse, salí de la ducha, me desenredo como puedo el cabello, debería decirle a Laura que me llegue a retocar el color. Al terminar lo dejo suelto para que se seque y me lavo los dientes. Un pequeño mareo me hace soltar el cepillo de dientes y agarrarme al lavado. Cierro los ojos con fuerza hasta que siento que todo vuelve a la normalidad, al abrir los ojos me miro en el espejo frente a mí y me quede paralizada. Detrás de mí una figura se refleja en el cristal. Me volteo con el corazón a mil pedazos. De verdad me estaba volviendo loca… No había nadie, trague fuerte. Una oleada de escalofríos me sube por la espalda. Cuando me vuelvo a mirar al espejo sigo viendo su rostro detrás de mí, pero esta vez no quiero voltear. Ella me sonríe, con esa sonrisa de dientes blancos y alineados, con la que encantaba a todos, su pelo corto y rubio le llegaba a los hombros, siempre en hondas. Sus enormes ojos azules me miraban directamente a la cara. Salgo del baño corriendo, cerrando la puerta detrás de mí. Mi respiración era agitada, quería irme de aquella casa. Quería esconderme debajo de la cama. Alexz estaba muerta, ella no estaba aquí. Eran cosas mías. Solo la vi porque la extraño mucho, eso es todo. Siento las lágrimas derramarse por mis mejillas. Me derrumbo. Me dejo caer en el piso frio, con mi espalda apoyada en la puerta. Yo… Yo… Yo… siento que alguien me sacude y abrazo mis piernas. Dejo escapar más lágrimas. En algún momento empiezo a pensar que es la primera vez que lloro luego del accidente, ¿Qué ocurre conmigo? Unos suaves golpes en la puerta me devuelven a la realidad, trata de ahogar mis sollozos. –¿Sí? – trato de que mi voz suene lo más neutral posible. – Ya está el desayuno ­– escucho la voz de mi abuela del otro lado de la puerta. – Bajo en un minuto – respondo. Me pongo de pie cuando escucho los pasos alejarse. Busco una toalla en el closet y envuelvo mi cuerpo en ella. Rebusco algo cómodo para ponerme y elijo un vestido rojo de tela suave y tirantes. ¿De verdad que me estaba volviendo loca? Al bajar a la cocina me encuentro a Laura tomando de una taza que se ve super delicada, la saludo tímidamente y paso a su lado. – No sabía que te gustaba, así que hice un poco de todo. Huevo, tocino, tostadas, panceke… – El café es importante – la interrumpo y ella sonríe. – Tu madre te malcrió. Sadie tomaba café desde los 13 años. – deja salir un suspiro y baja su taza. – Sí, ella nunca dejaba el café- le digo yo. Me sirvo café en una taza no tan elegante. – Quiero que te sientas como en casa, ¿me oyes? – asiento con la cabeza y tapando media cara con la taza. – Sé que tu madre y yo no éramos muy unidas desde hace mucho tiempo, pero ese no tiene que ser nuestro caso. – vuelvo asentir y me siento a su lado en el desayunador. –Uhh, huele muy bien– La vos de James me saca de mis pensamientos me doy media vuelta y ahí está acompañado por Drake, mirándome. Me sonrojo y antes de que lo note volteo mi cara y toma un trago de mi café. Los escucho moverse. – Buenos días, chicos – saluda Laura y ambos le responden. – ¿Cómo les fue anoche? – Bien, mamá – le responde James, lo observo servirse una taza de café, Drake lo imita y ambos se quedan de pie junto a la meseta. – James, te deje la lista de todo lo que se tiene que comprar para mañana. –  este asiente y antes de que pueda decir algo continúa hablando – puedes usar la tarjeta de crédito, sin pasarte como la última vez – se asoma una sonrisa traviesa en su rostro – no le veo nada de divertido. En fin, lleva a Sam contigo. Yo los veo en la noche. – Con estas últimas palabras se pone en pie y sale de la cocina. – Yo también me voy – dice Drake luego de un rato. Deja su taza en el fregadero y le da unas palmaditas en el hombro a su amigo, me dice adiós con las manos y yo le respondo el gesto. …. El reste de la mañana James y yo la pasamos de compras, fuimos al super y luego a una papelería, según el tengo que ir a la escuela la semana que viene, ya que comienzan las clases nuevamente y tenía que comprar todo lo necesario. Fue muy divertido, hablamos de cosas triviales casi todo el tiempo. Se veía una persona muy rejalada y coqueta. No llegamos a tocar ningún tema delicado y se lo agradecí muchísimo. Todavía me daba vuelta la cabeza por lo de esta mañana y no quería pensar ni hablar de nada al respecto. Al volver a casa desempacamos y organizamos las compras y yo subí todo lo que era mío a mi habitación. Dos horas después James toco mi puerta y me informo que iba a salir con su novia. Me invito a ir con él, pero me negué. Cuando estuvo sola en la casa me dedique a investigar un poco sobre mi familia. Entre en varias habitaciones, las cuales estaban bien organizadas, abrí y cerré puertas por todas partes. Cuando me aburrí baje y me senté en la sala a mirar el techo. – Que divertido. – me acomode en el sofá y mire a Drake parado frente a mí. –¿Qué haces aquí? – le pregunte. Lo vi sentarse a mi lado en el mueble. – Odio estar en mi casa – me respondió indiferente. – vamos a nadar– propuso y lo mire levantando una ceja. – ¿No has visto el Jacuzzi privado de Laura? – se levantó extendiendo su mano para que la tomara. Lo pensé un momento y al final acepté. No le di el gusto de tomar su mano y pase junto a él, cuando estuve en el primer escalón, me voltee así él lo mire mirándome perplejo. Levante una ceja en su dirección. –¿No iremos a meternos en problemas? ­– le hable, se acerco a mí despacio, como quien esta a punto de casar su presa. – Solo si Laura nos ve, pero no creo que vuelva por un largo rato. – sonrió de lado y quise pegarle. No le pregunte como sabía cuál era la habitación de mi abuela, pero él supo cómo quitarle el seguro a la puerta, y ambos entramos, por un momento mi corazón se aceleró, la adrenalina me hizo sentir ese cosquilleo en la boca del estómago. Esa sensación que se sentía tan bien cuando se estaba a punto de cometer algo malo. Lo observe quitarse el t-shirt que llevaba, se sacó los zapatos y el cuando iba a desabrocharse los pantalones me miro. Esos ojos… en ese momento lo sentí, esos ojos iban a dominarme. Había algo en ellos que me volvía loca, esa sensación de ser prohibido. –¿No vienes? – pregunto. Trague al ver su abdomen. No era del típico chico que vive en el GYM, más bien de alguien que practica un deporte, plano y marcado, pero no a la perfección. –¿Por qué tendría que hacer lo que quieres? – Lo rete al tiempo que me cruzaba de brazos. – Porque es divertido y prohibido. – se quitó los jeans y se quedó frente a mí solo en boxes, negros con las tiras blancas. Le quedaban super ajustados. No podía dejar de mirarlos. Lo vi entrar y como la expresión de su rostro se relajó. – Siento que has hecho esto antes – comente, todavía de pie. –¿Qué te hace pensar eso? – inclino la cabeza y cerró los ojos, se hundió un poco más, hasta que el agua le llego a los hombros. Respiré hondo y maldije en mi mente. Ya que. Cuando iba a quitarme el vestido, recordé que no llevaba sostén, así que decidí meterme con todo y ropa. Él no abrió los ojos hasta que estuve frente a él. Cafés contra cafés. Ambos nos miramos a los ojos por un largo rato. Seguía diciéndome que sus ojos me recordaban algo, algo que tenía escondido en mi cerebro y que no quería recordar. – Eres una persona muy extraña – le dije, se pasó la mano húmeda por el pelo. – ¿Te lo han dicho? – no me respondió, en vez se acercó muy lentamente a mí, puso sus manos alrededor mío. Eche la cabeza hacia atrás y lo mire. Que error tan fatal. Se relamió los labios y sentí un deseo salvaje por besarlo. Quería morderle el labio. Nos volvimos a mirar a los ojos por unos minutos para terminar besándonos. El primer roce me hizo dejar escapar un suspiro, eso le dio la aprobación que necesitaba para abrirse camino a mi boca. Nuestras lenguas se encontraron y no encontré otro momento más apropiado para posar mis manos por su espalda baja. Sentir su piel caliente me relajo, nuestros labios llevaban un baile exquisito, una explosión de emociones y deseo cargado de lujuria. Me agarre a él como si no existiera nada más. Me agarro por la cintura, en un momento de puro placer termine sentada sobre su regazo. Tiré de su cabello cuando sentí su erección empujar en mi zona intima. Dejamos salir un suspiro, movió mis caderas sobre su m*****o, le mordí el labio para no gemir. Cuando necesitamos aire nos separamos. Seguimos besándonos por un largo rato, agitando nuestros cuerpos, tocándonos. Descubriéndonos, acariciándonos. En algún momento de todos nuestros jadeos se escucharon voces y pasos en el pasillo. Con risas en nuestras caras salimos lo más rápido que pudimos del Jacuzzi. Drake casi olvida su ropa. Me susurro que lo siguiera por el balcón, así que no dude en hacerlo. Al llegar allí descubrí que el balcón conectaba con una habitación y por ahí escapamos. Él asomo su cabeza por el pasillo y cuando pensó que era seguro nos echamos a correr hacia mi habitación. Cuando cerré la puerta de atrás de mí lo más sigilosa que pude, me reí. Trate de que no se escuchara. Él intentaba ponerse los pantalones y ocultar su sonrisa al mismo tiempo. Fui hasta mi armario y saque otro vestido, dándole la espalda me desnude y rápidamente me cambie de ropa. Cuando ambos estuvimos vestidos salí al pasillo y observe si era seguro salir, esta vez le toco a él seguirme a mí. Cuando estuvimos en la planta baja se despido con un gesto de mano y lo vi marcharse. Una sensación extraña invadió mi estómago, esa sensación comenzaba a hacerse familiar. Fui a la cocina y me preparé algo de comer. Cuando estuvo mi comida me senté en el desayunador y disfruté de la soledad, mi cabeza de inmediato fue bombardeada con miles de recuerdos y pensamientos de mi vida pasada y como seria esta nueva vida. Tendría que comportarme diferente ahora, ya no podría ser la misma chica de barrio que era antes. Lo extraño fue que todos mis razonamientos llegaron al mismo punto ¿Por qué mamá no me había contado nada de su vida anterior? ¿Por qué nunca menciono a su madre? ¿Por qué si su familia tenía dinero, nosotras estamos tan mal económicamente? Necesitaba encontrarles respuesta a todas mis curiosidades. Cuando me encontraba lavando los platos escuche voces y risas por las escaleras, que cada vez se escuchaban más cerca, voltee el cuello cuando los escuche entrar en la cocina y me encontré con James y su novia, los salude y ambos se sentaron en el desayunador. Cuando termine quise irme, pero Ximena trato de entablar conversación conmigo, así que no quería ser grosera y me quede con ellos. Hablamos de música, películas y series. Fue raro darme cuenta de que tenía cosas en común con ambos, en medio de nuestra conversación Drake apareció por la puerta trasera, llevara ropa deportiva y su cabello estaba húmedo. Se había duchado, yo necesite unos minutos para recomponerme. Se unió fácilmente a nuestra conversación y entre los cuatros decidimos ver una película. Termine sentada al lado de Drake en uno de los muebles y la pareja se acomodó en el sofá más pequeño. Elegimos algo de acción para ver. En medio de la peli y cuando ya se hacía de noche, sentí la mano de mi vecino subir por mi vestido, el corazón se me acelero de inmediato. Lo mire de reojo. Él solo miraba a la TV y cuando sintió mi mirada me la devolvió, alzo sus cejas divertido, pidiéndome permiso para seguir tocándome. Se la di, porque seamos sinceros, no iba ni quería negarme. Pero para mí desgracia nuestro festín no duro mucho, algunos 15 minutos después, Laura apareció y ambos nos alejamos. …………..   –Mírate así vas a terminar si sigues acercándote a él… Miro mi imagen en el espejo, una yo muy flaca, con el pelo echo un desastre, debajo de mis ojos unas muy negras ojeras, mi piel pálida. Trague fuerte… ¿Pero qué tanto daño puede él hacerme? – Mira tus muñecas – Alexz levanta mis manos y puedo ver mis muñecas llenas de cortaduras. –Yo nunca me haría esto – tartamudeo. –Si lo vas a hacer, cuando él te deje, así como te ves ahora… – Noooo – grite y sentía mi garganta seca y adolorida.  Él no puede hacerme esto, él no me va a hacer daño… – NO, NO, NO él no hará eso, no me lastimará, NOOOOO– vuelvo a gritar. Me despierto sudando, levanto mis muñecas y están bien, respiro profundo, estoy bien, solo fue un mal sueño, solo eso, miro el reloj en mi escritorio. Oh mierda llego tarde….   Me tiro de la cama y me desvisto, entre al baño y me duche rápido. Cuando estoy bañada y secada busco que ponerme y elijo lo primero que veo, unos jeans azules, camisa de cuadros marrones y negros, unas botas azules sin tacón, dejo mi pelo suelto majado aun, algo de maquillaje y unos aretes de media luna que cuelgan hasta llegar a mi cuello. Tomo mi mochila, salgo de mi habitación, bajo las escaleras corriendo, me encuentro con Laura y James en la cocina, les sonrió y ellos a mí. Mi primer día en la escuela y llegaba tarde. Qué bonito. –Buenos días–Saludo. –Buenos días– me saludan los dos. Dejo mi mochila en el suelo, me siento en el desayunador y Laura me sonríe dejando un plato de cereal y leche en frente de mí. –Gracias.  –De nada, Samantha–Dice sonriendo. Comienzo a comer mi cereal. –  ¿nerviosa por tu primer día? – Sí. – respondo, sigo comiendo lo más rápido que puedo. –Vamos Sam, se nos hace tarde–me habla James, asiento y termino mi desayudo. –Que tengan lindo día chicos– se despide Laura antes de dejarnos solos en la cocina. –Voy a cepillarme los dientes–digo, James asiente y subo las escaleras corriendo hasta mi habitación. Me lavo los dientes, salgo del baño, me miro en el espejo por última vez. –Vamos Sam– me grita James desde el primer piso. –Sí– Le respondo, me doy media vuelta para salir, pero la voz de Alex me hace detenerme y mirarla. –Que tengas lindo día – está sentada en mi cama, tiene el mismo aspecto que yo en mi sueño, lleva la misma ropa del día del accidente. Me quedo mirándola detenidamente. Esta Alex ya no es la misma que yo solía conocer.            
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