02. El Rey Reina

2127 Words
Tiempo actual – palacio de Severin Narra Morgana —Su alteza, levante sus brazos, comenzaré a fajarla —dice mi sierva, era momento de ocultar mis senos al colocarme una apretada venda que me ayudaba a tener un pecho plano. El proceso de convertirme en un “rey alfa” era algo tedioso, especialmente esta parte de esconder mis senos, a veces me dolía porque Dalila en su afán para que no se me viera nada, me apretaba muy fuerte, y ese sofoque no se sentía tan bien como mi corsé de cortesana. Al terminar con mis senos, me colocaban un bulto entre mis pantalones, sería extraño que no se viera nada, así que ahí estaba mi pene falso, era un pedazo de tela que habían confeccionado para dicho acto, bastante gracioso a mi parecer. Como hoy era un día especial, mis ropas habituales serían suplantadas por un traje real hecho a mi medida, se trataba de un pantalón de cuero marrón, una gabardina oscura de tela muy fina con bordados dorados, botas lustrosas de color ébano, y en mis hombros descansaría una gruesa capa llena de ornamentos dorados. Y mi cabello rubio simplemente estaría amarrado en mi nuca, una típica coleta de hombre. Mi rostro limpio, sin una pizca de maquillaje, dejaba a la vista esas leves pecas en mis mejillas. Y así, estando preparada, me levanté con mi frente en alto lista para ser coronada rey de Severin, aunque en mi mente... era la reina. El sacerdote de la religión lunar que era la oficial en el reino de Severin (adoradores de la diosa luna, diosa de los licántropos) era el encargado de coronarme. Él sabia mi verdad, como todos en la corte real. Mientras él decía unas palabras, yo estaba detrás de una cortina esperando ser llamada, todavía no había visto a ninguno de los hombres presentes durante mi coronación, se suponía que vendrían de todos los reinos a demostrar que eran mis aliados, ¿será que me encontraré a esa bestia ancestral de anoche? Lo dudo mucho, el reino de Albagard no era muy amigo con el reino de Severin, quizás esos jóvenes eran unos viajeros de paso. Espero que sea así, sería incómodo ver al de cabello azul nuevamente, prefiero que se quede en mi memoria como mi “loca primera vez” ... —Con ustedes, el príncipe Cameron I Nahum, hijo de Cahen Nahum —ese era mi llamado, salí de mi escondite viendo entre el público, inconscientemente buscaba al muchacho de cabello azul y para mi suerte no lo encontré, suspiré de alivio. La ceremonia era larguísima, yo estaba de rodillas escuchando todo el discurso, mi cabeza de un momento a otro se sentía tan pesada como cargar como un abrigo de lana empapado de agua, se me cerraban los parpados del sueño mientras hablaban, anoche no dormí así que ya a estas horas del día, el sueño estaba tocando a mi puerta como un cobrador de impuestos. Entonces, cuando escuché que finalmente el sacerdote estaba en la parte donde me coronaban, me desperté enseguida viendo como otro encargado traía mi corona y mi cetro. —¡Bendito sea el rey Cameron I Nahum! Que tu reinado sea próspero y lleno de victorias —dice el sacerdote colocándome la corona sobre mi cabeza, era bastante pesada, por suerte solo la usaría ese día. “Bendito sea el rey Cameron I Nahum” repiten los que estaban ahí presentes. Cuando terminan de ponerme mi corona, me levantó erguida volteándome ante mis súbditos al mismo tiempo que otro sacerdote me entrega el cetro, es ahí cuando me siento en el trono y oficialmente soy la “reina rey de Severin” como deseaba llamarme. Muchas cosas cambiarían, pero tendría que ir poco a poco... Perspectiva de Aslan ¡Nos habíamos quedado dormidos! Anoche no había pegado el ojo y la única razón por la cual estábamos en este reino, que era para ver la coronación del príncipe Cameron no las habíamos perdido por habernos pasado de copas la noche anterior y.… por acostarnos con ciertas mujeres de la vida fácil. Yo no les había dicho a mis amigos, pero no dejé de pensar en esa cortesana durante toda la noche, tuve sueños con ella, “la mujer del antifaz” así la llamé, por instantes pensaba que quizás era mi destinada porque sentí algo distinto, pero luego comprendía que quizás el alcohol de este reino tuvo un efecto distinto en mi y por eso imaginaba cosas. Siempre había pensado que mi compañera de vida la conocería viéndola cara a cara, en la luz del día y diría: “ella es la mujer de mi vida”, jamás pensé encontrarla en una lúgubre cantina mientras me la follaba en un rincón... admito que no soy un joven de buenos principios, mis valores son cuestionables a pesar de mi buena crianza, y mis gustos son tan bajos como los de un usurero, pero ¿Qué mi destinada sea una cortesana? Jamás lo hubiese pensado, pero... si lo analizo con detenimiento iba mas con lo que soy. «Mis padres, la reina de Albagard y el rey se pondrán “intensos” cuando les muestre a mi destinada, la buscaré esta noche...» pienso mientras me arreglo a toda prisa, esperando llegar a tiempo para la coronación del príncipe. Me da curiosidad ver al pobre hombrecito. —¡Apresúrense, cuerda de perezosos! —exclamo a mis compañeros de libertinaje que estaban acostados en la misma habitación que yo. —¿Qué hora es? —pregunta Félix con su voz ronca de recién levantado, y el cabello castaño enmarañado y sus ojos cerrados. —Lo suficientemente tarde para que el reino de Severin piense que el reino de Albagard no apoya a su nuevo rey—exclamo colocándome una de mis botas. —Mientras lleguemos a la juramentación de alianza estamos bien —ahí estaba hablando mi hermano Jaret, tan relajado como siempre, estirando su cuerpo como si hubiese tenido un agradable despertar. —¿Será que habrá banquete? —dice Félix, no me sorprendía en lo absoluto sus palabras, los linces pensando solo en comida —. Tengo hambre, mi estomago lo siento pegado a mis costillas. Ezequiel, el león ancestral seguía durmiendo. Él sufría de sueño pesado así que yo me acerqué a despertarlo dándole una nalgada porque su trasero estaba visible sin sábanas que lo cubriera. —¡Ezequiel, despierta! ¡No puedo creer que yo sea el único responsable aquí! —exclamo y solo por decir eso, Félix y Jaret me miran con una expresión que decía: si claro... como no. Esa ironía la sentía a kilómetros de distancia. Entonces bien, luego de varios minutos donde nos vestimos en tiempo récord y Ezequiel apenas se levantaba, nos fuimos a toda prisa al palacio de Severin convertidos en nuestras bestias ancestrales, éramos más rápidos que cualquier carroza o corcel así que emprendimos el viaje al castillo. En momentos como estos pensaba en la terrible idea que fue hospedarnos en una posada, pero ya tendría tiempo suficiente para lamentarme. Llegamos en tiempo récord, ni siquiera necesitamos invitación cuando estábamos en la entrada del palacio, ya que al vernos en bestias ancestrales los guardias sabían de donde y quienes éramos. Cuando entramos al palacio nos convertimos en nuestras formas humanas, acomodamos nuestros trajes elegantes y entramos como si nada al salón del trono. Para ese momento ya la ceremonia había culminado, pero todos los nobles y monarcas de otros reinos estaban ahí presentes brindándole apoyo al reino de Severin. Llegamos tarde, pero a tiempo; eso fue lo primero que pensé. Entonces, minutos después todos los monarcas debían pasar para besarle la mano al nuevo rey de este reino, y decirle que estábamos de su lado, todos lo fueron haciendo, desde mi distancia el rey se veía algo pequeño en su trono, demasiado delgado diría yo, sin embargo, yo no podía quitarle la mirada de encima a pesar de la distancia a donde nos encontrábamos, podía jurar que él también me estaba viendo a mí. —Parece que a alguien no le dan mucho de comer... —susurra Félix a mi oído porque él también estaba viendo al nuevo rey —¿Cuántos años tiene, trece años o algo así? —Dicen que tiene diecinueve... —respondo sin dejar de verlo —¿No sienten algo extraño cuando lo ven? —pregunto porque asumía que yo no era el único que sentía como si ya lo hubiese visto antes. —¿Qué voy a sentir? —cuestiona Ezequiel sin mucho afán —solo veo a un chiste de alfa sentado en ese trono. —¡Shhh! —exclama mi hermano Jaret acercándose para taparle la boca a Ezequiel porque como siempre, los felinos diciendo lo que piensan sin cuestionamientos —no lo digas en voz alta —le advierte mi sensato hermano y yo ni siquiera les presto atención, solo voy caminando lentamente, esperando mi turno para besarle la mano al rey... deseaba verlo y detestaba admitirlo abiertamente. Narra Morgana. ¡Por todos los dioses de los nueve reinos! Ahí está, el joven de cabello azul... si está en mi coronación significa que tiene un alto rango en el reino de Albagard, de todas formas, lo descubriré pronto cuando lo presenten ante mí. A su lado lo acompañan tres jóvenes, juzgando por sus apariencias enigmáticas, quizás se transforman en bestias ancestrales como él. La aura de ellos era distinta, era claro que no eran licántropos, o humanos comunes... sin embargo, mi atención solo está puesta en el joven de largo cabello celeste, desde esta distancia podía ver su hermoso rostro, y lo único que viene a mi mente es la forma como me sujetaba anoche cuando follamos, quizás no tiene idea de quién soy, es imposible que sepa algo, yo estaba usando mi perfume especial para ocultar mi esencia natural, la peluca de color castaño, mi cuerpo femenino visible y mi antifaz ocultaba mi verdadera identidad, así que no hay motivo para preocuparme. Cuando finalmente llegó su turno, el encargado de decir la posición de los nobles y monarcas, dijo en un tono de voz muy alto: “Del reino lejano de las montañas de Albagard, los príncipes Aslan, Jaret, Ezequiel y Félix, bestias ancestrales. El príncipe heredero, Aslan Atreus se acercará al rey Cameron.” Cuando vi que el de cabello azul dio un paso adelante, hice lo posible para no mostrarme sorprendida, ¿anoche follé con el príncipe heredero de Albagard? Eso si que fue una sorpresa, pero ¿Qué hacía él en esa posada de poca monta? En fin, dejé de pensar porque conforme él se acercaba a mí, sus ojos tan celestes como su cabello estaban enfocados en mis comunes ojos azulados, la forma en la que él me miraba era aguda, mi piel se erizó porque por un instante sentí como si me hubiese reconocido solo por como se dedicaba a verme, quizás le intrigaba mi rostro “demasiado femenino” o en su cultura era normal observar a las personas de esa forma. —Rey Cameron... de parte del reino de Albagard, le juramos lealtad y paz, bendecimos su reino y le deseamos un largo reinado —dice él con su tono de voz seductor, quizás le salía de forma inconsciente. —Gracias, acepto su bendición y agradezco su juramento de paz —le respondo con mi voz seria de “Cameron” que era más gruesa que mi voz normal, la había estado perfeccionando desde hace cuatro años, así que me sentía orgullosa por ello. Cuando Aslan besó mi mano, mi cuerpo se estremeció, y pude ver que él también, él alzó su rostro y lo primero que hizo fue verme con una expresión llena de dudas, en sus enormes ojos era fácil ver esa enorme confusión que lo cubría como un manto, al principio no lo comprendí, como su siguiente propuesta: —Su alteza... permítanos quedarnos un tiempo en su palacio, los príncipes y yo los ayudaremos con asuntos del reino... sería un placer para mí, servir al rey Cameron. —Haz lo que desees, bestia ancestral —es lo único que digo con voz solemne, pero por dentro me estoy muriendo de los nervios... Y así de esa manera, la historia de la reina Morgana que debía fingir ser un hombre para poder ser rey, y Aslan el príncipe heredero lleno de confusión daba inicio... «Esto que estoy sintiendo no es normal. Será que mi destinada resultó ser un... ¿chiste de hombre? Además, ¿por qué dije eso? mis planes no estaba quedarme aquí...» piensa Aslan levantándose con lentitud del estrado de aquel trono, sintiéndose algo mareado porque desde anoche, su mundo parecía estar de cabeza....
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