Capítulo 2

2512 Words
El bar estaba lleno, tres guardaespaldas de Vasily estaban ubicados en las respectivas salidas, viendo que todo estuviera bien, dos más estaban mezclados entre la gente. Vincent había ido con él. Por algo era su mano derecha, casi su mejor amigo, alguien que iba con él a todos lados, sin importar el lugar. Vincent conocía cada mínimo movimiento de Vasily. No se podía llegar a Vasily sin antes haber pasado por Vincent. Había una chica castaña detrás de la barra que luego salió para llevar unas cervezas a su mesa, para ella era una noche común, como cualquier otra de trabajo. Los ojos de Vincent se fueron hacia ella, notando la peculiar belleza de aquella mujer, ciertamente era extranjera y eso llamó mucho su atención. Sus labios se curvaron en una sonrisa amable cuando dejó la cerveza frente a Vicent, misma sonrisa que ofreció a Vasily, este la miró con ojos fríos, mientras Vincent la devoraba con su mirada, consciente de la belleza que tenía frente a él y deseando devorarla. No era una figura que pasara desapercibida y él la notó al instante. —¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Vincent, a punto de acercarse a la barra para entablar una charla con la camarera e intentar llevársela a la cama esa misma noche o en ese mismo instante, y sí, tenía mucha prisa, llevarla al baño y saciarse un poco mientras pasaba el rato, aliviar la presión que se formaba en su pene mientras pensaba en ella—. Está muy lleno. —Miró el culo de una rubia que pasaba, al mismo tiempo levantó su mano hacia la camarera de antes para tenerla de vuelta, la quería cerca de él. Quería verla más de cerca para saber qué parte de ella le agradaba más. Saber qué lugares recorrerían sus labios cuando tuviera su polla dura dentro de ella, haciéndola gemir y suplicando por más. —¿Necesitan algo más? —el acento de la mujer llamó la atención de Vasily, era un ruso muy malo, como si recién lo estuviera aprendiendo, para nada agradable, con una pronunciación fatal. —A ti—murmuró Vincent, ojeando su culo. Definitivamente ese era su mayor atractivo, junto con su rostro inocente, casi angelical, aquellos labios rosas y sus hermosos ojos castaños, pero prefería admirar su culo, eso era más placentero, más sucio. No entendía que hacía una chica así en aquel bar de mierda. Y encima era muy joven. —Otras dos cervezas, por favor— pidió Vasily para que la camarera pudiera irse y salir de las garras de Vincent quien la acechaba con la baba en la comisura de los labios—. Ya te la quieres follar, ¿no? —¿Es que no viste su culo? — murmuró con los dientes apretados, las ansias devorándolo. —¿Por qué tendría que mirarle el culo a la camarera? —¡Porque es un buen culo! ¡Joder! A veces creo que no tienes ojos para ver a las mujeres, ¿desde cuándo no llevas a una a tu cama? No había pasado tanto, todavía no rompía sus límites. Tampoco le costaba un gran esfuerzo. No era tan promiscuo como Vincent. Quizás era más selectivo. —Tengo asuntos más importantes que meter a una puta en mi cama, Vincent. No me gustan las putas. —¿Sabes quién es? Primera vez que la veo. Iré a investigar. Vincent se puso de pie y desapareció. Vasily tampoco la había visto nunca allí, pero no era como que frecuentaran el lugar. Estaban allí porque se trataba de negocios. Y los negocios siempre iban primero, no andaba por la vida mirando culos, no era eso en lo que se fijaba a la hora de desear a una mujer o pensar en llevarla a la cama. Uno de sus hombres trajo a un pequeño viejo astuto que había querido robarle, acumulando una gran deuda en su casino y sin querer pagarle, le advirtió que no podía tener una deuda que no podría pagar, pero él insistió en que podía seguir. Cegado por la ambición y su fuerte creencia de que podría pagar la siguiente. Hasta que la deuda subió demasiado y luego él desapareció. Ya los hombres de Vasily lo habían encontrado. Lo sentaron frente a él al tiempo que la camarera regresaba con las otras cervezas, pero al ver a aquel hombre que recién llegaba, se puso muy nerviosa, derramando una jarra de cerveza sobre Vasily. Vasily se puso de pie muy deprisa, no creyéndose lo que había pasado, la camarera intentó regresar a la barra para buscar con qué secar al hombre, pero Vasily creyó que ella intentaba huir. La sujetó tan fuerte por el brazo y tiró de ella, que la mujer chocó con la mesa y se llevó todo por delante, cayendo al suelo. Enseguida se armó todo un alboroto con los guardaespaldas de Vasily y Vincent que se acercó al ver lo que pasaba. La mujer se vio rodeada en un pestañeo, sin ser consciente de lo que pasaba o quienes eran esas personas, esos hombres. Estaba frente al jefe de la Bratva Ivanov, el Pakhan. Y el otro hombre al que habían llevado frente a Vasily, era su padrastro, un ser miserable que años atrás había intentado abusar de ella, mismo que maltrató de muchas formas a su madre y hasta la amenazó con hacerle daño a ella, para que su madre se quedara a su lado, hasta que eventualmente ella huyó y meses después su madre murió de manera muy misteriosa. Nerea Pérez López, como se llamaba la camarera, no podía estar más asustada que en aquel momento, estando de nuevo frente a su padrastro y frente a otro hombre del que desconocía totalmente su identidad. Su padrastro, aquel ruso de nombre Daniel Lebrov, observó en ella la oportunidad de salir vivo de aquel asunto, luego de meses huyendo con desesperación por no el dinero del Pakhan; teniendo la maravillosa casualidad de encontrarse con Nerea en aquel lugar, luego de que le perdió el rastro hace año y medio después del funeral de su madre. Estaba frente a él, al igual que el Pakhan y sus hombres, de quien no saldría vivo a menos que tuviera la cuantiosa suma que les debía. Vincent se acercó a Nerea para ayudarla a ponerse de pie, observando el corte que tenía a lo largo de su brazo derecho, ya que había caído sobre uno de los cristales rotos de los vasos, haciéndose daño, intentaba detener el sangrado con su mano, pero el corte había sido profundo. Daniel intentó acercarse al Pakhan para hablar, más sus hombres no lo dejaron acercarse ni un solo centímetro, presionando su cuerpo contra el suelo y uno de ellos dejando un pie sobre su cabeza. Vasily lo miró con menosprecio, arrojando su fría mirada sobre el hombre que habían estado buscando los últimos tres meses. —Aquí te tengo, Daniel.—Escupió hacia su cara, no entendía cómo pudo ocultarse durante tanto tiempo y eso tenía a Vasily de mal humor. ¿Por qué un simple anciano había logrado ocultarse durante todo ese tiempo?—Supongo que la cantidad que me debes no te cabe en el bolsillo, ¿no?—de inmediato sus hombres lo cachearon, no dando con nada de dinero, menos la cantidad que le debía—. Vayamos fuera, tenemos algo de lo qué hablar. Mientras Vasily salía, miró hacia atrás, observando como Vincent se quitaba su camiseta para cubrir la herida de Nerea y detener el sangrado en su brazo. Luego pensaba encargarse de ella por haber arrojado la cerveza sobre él. Pero quizás para cuando llegara ese momento ya Vincent se la habría follado en el baño. Fuera, los hombres soltaron a Daniel y él cayó a los pies de Vasily, el hombre pateó su cara, lanzándolo contra el pavimento, sujetó el cuello de su polo y lo levantó sin esfuerzo, dejando una serie de puñetazos en su rostro. Quería descargar un poco la frustración que traía luego de dos semanas en búsqueda de la madre de su hija, después de haber contratado a doce niñeras y la lista seguía, sin que la pequeña Roxana se acostumbrara a ninguna de ellas, pues el español de los demás era muy malo y la niña se había decidido por no hablar. Y no sabía nada de ruso, mientras que el español de Vasily era tan malo como el del resto. Se sentía frustrado con todo eso de tener una hija y ni siquiera poder entender lo que decía. Se encontraba en un callejón sin salida con la situación de su hija. La alegría de ser padre se esfumó tan pronto vio que era imposible comunicarse con su hija. —¡Te pagaré!—rogó, aferrándose a los pies de Vasily. —Ese plazo ya expiró, Daniel.—Realmente se había invertido tiempo y hombres para encontrarlo y darle otro chance de pagar. Daniel tenía sus minutos de vida contados—. No hay manera de que saques de tus bolsillos el dinero que me debes. Y sabes bien que me gustan los juegos, pero tú juegas fatal.—sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió de sus nudillos la sangre que quedó de Daniel. Maxim, su guardaespaldas más antiguo, sacó su arma y apuntó directo a Daniel. —¡Tengo como pagarte! Tengo algo que vale mucho y—el arma se pegó a su nuca, el hombre sintió ese nudo en su garganta, así como la muerte estando muy cerca de él, casi llevándoselo al otro barrio—. ¡Mi hija! ¡Mi hija!—gritó demasiado fuerte —. ¡Tengo una hija! —Debiste pensar en ella antes de meterte en estos líos. Seguro que se le hace un favor al desaparecer a alguien como tú. Basura humana. Su vida puede que sea mejor sin ti.—no le interesaba ni un poco que aquel hombre tuviera una hija. Le interesaba que pagara por lo que había hecho. Con la Bratva no se jugaba. Y si ese hombre no pagaba con sangre lo que no podía pagar con dinero, entonces Vasily podría quedar en ridículo ante los demás. Vasily se dio la vuelta, solo quedaba dispararle. Comenzaba a nevar y él se había dejado la chaqueta dentro del bar, quería entrar. —¡Te la vendo! ¡Te la vendo! ¡Te vendo a mi hija!—gritó como último recurso. Vasily se giró enojado, no pudiendo entender cómo a Daniel se le pasaba por la cabeza que él aceptaría a una niña como parte de un pago. —¿Estás loco? ¡¿Quién crees que soy?! ¿Me ves cara de degenerado? —más que enojado, sacó su propia arma y le apuntó directo a la cabeza. —Nerea Pérez, ¡Nerea Pérez López! Ya cumplió los veinte. Está dentro haciendo de camarera. Ella es mi hija, mi hijastra. Tómala, hasta que salde mi deuda. Úsala, haz lo que creas propicio con ella. Es joven, inteligente y ya viste lo guapa que es. Podría...servirte. —¿Nerea Pérez?—recordó lo atractiva que Vincent dijo que era la joven, misma que arrojó la cerveza sobre él, recién entendía que a lo mejor se debió su actitud a que ella se encontró con su padrastro. Aquel hombre al borde de la muerte era el padrastro de la camarera que estaba dentro con Vincent—. Iré a confirmar si es cierto lo que dices.—hizo una señal a Maxim, el hombre lo recogió del suelo y sujetó sus brazos para que no fuera a intentar nada. Yendo dentro, vio a Vincent con todo y botiquín curando la herida de Nerea. Era todo un donjuán, eso no se podía negar. Hacía todo lo que fuera necesario por tener a su presa. Se acercó a ellos, observando el escenario. Cuando Nerea lo vio, se tensó, sabiendo ahora que aquel hombre era mismísimo Vasily Ivanov, a quien arrojó sin querer la cerveza encima. Ella se había atrevido a mojar la ropa del Pakhan. —Lo siento mucho, no fue mi intención mojar su ropa, señor Ivanov. Señor Pakhan —se disculpó nada más verlo, inclinando la cabeza. No tenía idea cómo debía dirigirse hacia él de forma correcta y sin que pareciera una ofensa. —¿Eres Nerea Pérez López? Ella abrió mucho los ojos, sorprendida de que él supiera su nombre, cuando ella era la primera vez que lo veía. ¿La conocía de algún lugar? Nerea estaba muy segura de que esa era la primera vez que lo veía. —Sí, lo soy–confirmó. —¿Daniel es tu padrastro? —Lo es. Vivió un tiempo con mi madre antes de que ella falleciera. —¿Cuántos años tienes? —Cumplí los veinte hace unos días. —De casualidad, ¿eres española?—aquello no lo sabía, pero lo había deducido conforme pasó aquellas palabras con ella. —Lo soy, señor Pakhan. Era perfecta para cuidar de Roxana, quizás la indicada, joven, hablaría bien su idioma y podrían llevarse bien. Pero lo mejor de todo, Daniel la acababa de dar como parte de la deuda que él tenía. La sonrisa que Vasily mostró heló a Nerea, sabía que algo no andaba bien y que todas aquellas preguntas que él le hizo debían tener un motivo, no sabía cuál, pero estaba asustada. En la cara de aquel hombre se dibujó un hoyuelo del lado derecho en su mejilla por su manera torcida de sonreír. Pero era una sonrisa fría, sin transmitir nada, nada de calidad, todo de ese hombre era muy helado. —Llévala al coche—ordenó con fuerza a Vincent—. Se irá con nosotros a casa.—dio un paso sigiloso hacia ella, tomó un mechón de su pelo y capturó la lágrima que surcaba su mejilla. Miró los ojos vidriosos de la joven, notando miedo en ellos—. Tu padrastro te acaba de usar como moneda de pago, Nerea. Ahora eres mía, perteneces a Vasily Ivanov. La joven casi se desploma al ser consciente de lo que eso significaba. O lo que ella creía que significaba. Incluso poner resistente en aquel momento no serviría de nada. Vasily salió del bar y se unió con sus hombres, hizo una señal a Maxim para que soltaran a Daniel. —¿Ya estamos a mano? —Preguntó Daniel, temeroso de la respuesta. —Tu deuda está saldada. No vuelvas por Nerea. Ahora era suya y él no solía desprenderse de lo que le pertenecía. Daniel no tendría que pagar lo que debía. Nerea ya era el pago. –––– Advertencia de contenido: Contiene muchos temas sensibles. Se tratan temas como: prostitución, tráfico de sexo, problemas de consentimiento, tortura y violencia. Es una historia corta y los personajes tienen interacción rápida, no esperes un largo proceso para el enamoramiento. Si no es el tipo de contenido que buscas, por favor, no entres solo a criticar. Respeta los gustos de los demás.
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