Capítulo II

1422 Words
Macarena se levantó esa mañana contenta, estaba haciendo las pasantías en la dirección de finanzas, además de que eso la dejaba con muy buenos chances para conseguir quedar fija en la corporación, su jefe era muy atractivo y la miraba de forma atrevida, ella le resultaba atractiva y Macarena se dio cuenta. Él era un hombre inteligente, guapo y bien posicionado en la corporación, ya sabía que era soltero. Todos lo comentaban. Al menos Iker es respetuoso, pensó Macarena, cuando entró a trabajar en Corporación Z, se dio cuenta de que algunos hombres, sobre todo en posiciones de poder, querían hacerse pasar por galanes y abusar de sus posiciones, le lanzaban miradas descaradas y hacían comentarios inapropiados, era desagradable e incómodo. Algunos que otros hablaban todo el tiempo de sexo y a ella eso le resultaba vulgar, lo veía sobre todo en el departamento de compras, las chicas murmuraban y reían de forma escandalosa ante comentarios tontos de doble sentido, y parecía que lo único importante en la vida era que un p**o las penetrara. Se veían tan tontas, pensaba Macarena. Se puso una camisa manga corta de botones dorados y faralaos en las mangas, pantalones de vestir negros y tacones del mismo color, se amarró una cola de cabello larga y se aplicó poco maquillaje. Suspiró frente al espejo, quería verse bien para Iker, porque era guapo, porque era el jefe. Se reprendió por ese pensamiento, pero era la verdad, no quería lucir sencilla, quería lucir lo mejor que pudiera. —¡ Y porque también soy una tonta! —se dijo frente al espejo. Iker la miraba de forma atrevida pero disimulaba o al menos trataba, parecía que le costaba dejar de mirarla y eso a Macarena le encantó. Sonrió sola camino a su trabajo. Llegó temprano y camino directo al cafetín por café y las cosas de Roraima, vio a Tomás y Oliver conversando entretenidos, le lanzaron una mirada tonta y siguieron en lo suyo. Subió y notó que Roraima aún no había llegado, dejo las cosas en su puesto y cuando iba hacia el suyo se dio cuenta de que Iker ya estaba en su oficina, corrió con su té hacia él. Ya Iker le había advertido que le gustaba llegar temprano, no se imaginó que tanto. —Buenos días, su té —dijo con nervios desde la puerta. —Buenos días, gracias Macarena —respondió él, la invitó a pasar con un gesto, tomó el té de sus manos y sus miradas se cruzaron por un segundo, ella apartó la vista. Él le dedicó una media sonrisa y se giró a mirar su computadora. —Estoy ya aquí, por si me necesita, ya voy a comenzar a organizar lo de la agenda —dijo de forma robótica. —Sí, eso. Gracias. Te quería preguntar ¿Qué tal tú primer día acá? ¿Te sientes cómoda? ¿Te fue bien? —Sí, me gusta, me llevo bien con Roraima. Ayer fue bueno. —Eso, ella es genial, no creas que te llevas bien con ella solo porque la ayudas a alimentarse mal, de hecho te podrías llevar bien con ella sin comprarla. —¡No la compro! —exclamó Macarena con algo de indignación. —¡Lo siento! no me expresé bien, disculpa, no quise decir eso, me refería a que, lo siento, que torpe soy —dijo angustiado. —Entiendo, no la compro, solo soy amable con ella —aclaró Macarena, trago grueso y bajo la mirada. —Sí, tienes razón, lo siento —dijo colocándose una mano en el cuello por detrás, se veía angustiado y nervioso. —Tranquilo, entiendo —sonrió ella para aliviar su angustia, se dio media vuelta y salió de su oficina. Macarena se sintió incomoda por su comentario, debe creer que soy boba, pensó, pero le conmovió el gesto de angustia de él. Se sentó en su silla y comenzó a organizar la agenda. Llegó Roraima y la saludó sin acercarse, abrió los ojos como platos y afirmó con la cabeza cuando vio lo que Macarena le dejó en el puesto. Macarena le sonrió de vuelta y le guiño un ojo. Iker salió de su oficina y se acercó al puesto de Roraima, habló con ella mostrándole unos papeles y luego se dirigió a Macarena. —Gracias por organizar mi agenda en el correo. Si llaman estas personas —dijo entregándole una lista —. Ve marcando acá el número de afiliación que indiquen, solo harán eso, se identificarán e indicarán un número de afiliación. Al terminar el día me lo haces llegar a mi correo. —Entendido. Él le sonrió y la miró por unos segundos más sin decir nada, Macarena tragó grueso y sintió el peso de su mirada y de su presencia tan cercana, olía bien y eran tan amable al dirigirse a ella. —¿Algo más? —preguntó ella para interrumpir el raro e incómodo momento. Él pareció notar la situación y negó con la cabeza y se alejó diciendo que era todo. Lo vio entrar de vuelta a su oficina a paso apresurado. Roraima asomó la cabeza por un lado de su computador y se dirigió a ella. —Precisión con Iker Paladino, la palabra mágica es precisión. Macarena afirmó y se puso algo nerviosa, humedeció sus labios y trató de sacudir la imagen de Iker mirándola como la miraba, pero logro sortear el día. Estuvo ocupada el día entero con las llamadas que recibía, estuvo tan concentrada que no se dio cuenta cuando se hicieron las 5 de la tarde. Pasó el correo a Iker con el resumen de la información y suspiró cuando la presionó la tecla enviar, luego chequeo en enviados y se aseguró de que el correo saliera. Comenzó a recoger sus cosas, miró por la ventana y notó que llovía, se encogió de hombros, antes de salir, la voz de Iker la detuvo. —¡Gracias Macarena! —dijo. —Por nada. —¿Si quieres te llevo? —preguntó él señalando la ventana. Ella asintió con la cabeza. —Si no es molestia, claro. —Claro que no —dijo él sonriente. Él se regresó a terminar de recoger algunas cosas en su oficina y salió enseguida, le dedico una sonrisa y una mirada disimulada de arriba abajo, Macarena estaba nerviosa, porque siempre se ponía nerviosa junto a él. Bajaron por el ascensor en silencio y Macarena pensó que no resistiría su compañía, la tensión era mucha, paso las palmas por sus muslos en un gesto que denotaba nerviosismo y acomodó su cola de caballo. Él no la miraba pero de algún modo lograba perturbarla. Solo no quiero quedar como idiota, pensaba. —Estás adaptándote muy bien al equipo, eso me encanta —dijo él de forma casual. —Sí, eso creo. Si —dijo nerviosa. Caminaron en silencio hacia el estacionamiento, llegaron cerca del auto de él y vieron a Xander dirigirse al auto de él, saludo con efusividad a Macarena y ella le devolvió el saludo con la misma energía. —¿Te llevo amiga? —preguntó mientras se acercaba a ellos. Macarena no supo que responder, miró a Iker nerviosa y él le hizo un gesto afirmativo, ella lo imitó, ella lo oyó soltar un suspiro, se dijo que oyo mal pero sacudió el pensamiento. —¡Gracias Xander! —respondió Macarena. —¿Interrumpo algo? —preguntó él. —Nada, no, vamos, vámonos —dijo Macarena, soltó un suspiro hondo y cerró los ojos. Se giró a mirar a Iker y él la veía con expresión seria. Cuando Macarena lo vio, él le sonrió de vuelta, se despidió con la mano y se subió a su auto. —¿Qué paso? ¿Te regaño? Se veían tensos —observó Xander. —No, solo mucho trabajo, debía mandar un correo importante, lo logré a penas a tiempo —dijo. —Niña, como te pones, te encanta tu jefe putica —rió. —Cállate tonto, es atractivo es todo. Es muy estricto también. —Sí, eso dicen. He oído que es implacable con el horario, un fastidioso. —Sí lo es. Ella agradeció mentalmente la intervención de Xander, comprendió que debía calmarse, no podía comportase ni sentirse así cerca de su jefe. Estaba muy nerviosa y sintió la tensión entre los dos. ¡Por Dios! Macarena, es tú jefe, se recordó. Llegó a su casa ese día suspirando por él, le encantaba como dijo Xander, no se podía permitir que se notara, esperaba que no se notara, pensaba.  
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