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¡Solo Mía!

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drama
medieval
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Blurb

Dave Kennedy Paris, era el ejemplo perfecto de la rectitud. Un caballero honorable e intachable como ningún otro. Sobre sus hombros no existia ni una sola mancha que empañara su buen nombre. Y sin embargo, Keith Wembley, conocía muy bien que las apariencias engañaban. Y Lord Kennedy era el vivo reflejo de ello.

Keith conocía algunos secretos. Secretos que de salir a la luz, dañarian por completo la imagen del caballero perfecto que tenían los Kennedy. Pero ¿Se atrevería a revelarlos hundiéndose en el fango junto con él?

Acostumbrado a tomar todo cuanto se le antoja, Dave decide que la hermosa y peculiar americana que tanto lo acosa en busca de un marido, tendrá lo que pide aunque para ello tenga que recurrir al chantaje y manipulación. Pero bajo el título de amante y nunca de su Duquesa.

"Entre las noches de pasión, algo más que el cuerpo físico se ha comprometido."

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Prólogo
"Querida Anna: He de informarte, tal como lo prometí, que mi viaje a Francia no resultó nada provechoso ni para Isabella ni para mi. Por tal motivo, he decido emprender una vez más mi camino, pero esta vez con destino a Londres. Resulta que mi madre, tiene una hermana que logró casarse con un Conde, aún a pesar de su humilde procedencia. Según se nos informó, es un hombre de honor, noble, y posiblemente dispuesto a cargar con la responsabilidad de dos jóvenes que se han quedado solas en este mundo. Y por Dios ruego que sea así. Sobre todo por Isabella. Ya sabes que yo, no espero nada de esta vida. Sin embargo, si pudiera darle a Isa todo lo que necesita me daré por bien servida. Deseame suerte. Te quiere mucho, Keith Wembley." La joven colocó la carta dentro del sobre y lo sello. Dejaría esa carta en el buzón, tan pronto como salieran en la diligencia para Londres. Tenía todas sus esperanzas puestas en ese viaje. Y no por ella, sino por su hermana. Isabella Wembley era tan solo una niña de trece años que de repente lo había perdido todo y se habia visto obligada a emprender un viaje, junto a su hermana, rumbo a lo desconocido. Y no era que para Keith, esta experiencia no fuera dura. Sin embargo, ella ya tenía veinte años. Conocía como era la vida para la gente humilde como ellos y no le fue una sorpresa que le quitaran y echaran del que había sido su único hogar tan pronto como sus padres murieron en aquel trágico accidente. En cambio Isa, era una niña inocente, llena de ilusiones, que no conocía la maldad de las personas y de repente había tenido que enfrentarse a ella. Deseo con todas sus fuerzas tener el poder de borrar el dolor de su pequeña hermana. Keith Wembley lucharía por ella, por darle todo aquello que merecía y le fue negado a ella. No importaba lo que tuviera que hacer ni el precio que tuviera que pagar, pero Keith iba a darle a Isabella Wembley, todo aquello con lo que ella una vez soñó y nunca pudo tener. -¿Keith? Volvió el rostro en dirección a la niña. -La diligencia está a punto de salir. Levantándose del asiento, con la carta en mano, cogió el baúl de ropa que tenía a un costado. -Es hora de irnos. Isabella asintio no muy convencida. No quería ir a Londres y que las tratarán tan mal como allí en Francia, pero no tenía elección. No tenia a donde ir. Y Keith jamás la dejaría sola ni desistiria de ese viaje, pues estaba totalmente convencida que esa, era la solución a sus problemas. *** -¿Quién demonios fue el insensato que aceptó una apuesta con un hombre que no tenía nada ya? Indignado, Dave Kennedy no paraba de revisar uno a uno los papeles que tenía ante sí. Ryan Callaway, heredero a un ducado y su primo, de tan sólo quince años de edad, había partido para Eton hacía tan solo unas semanas atrás. Y Blake, quien se encargaba de los negocios y de administrar los bienes del joven se había retirado al campo junto a su esposa, tras pasar una crisis, para tratar de sanar juntos las heridas que se habían causado y salvar su matrimonio. Necesitaban un respiro. Y debido a que era el hermano mayor e impecable en sus negocios, Blake habia pensado que él, era el indicado para hacerse cargo de los bienes de su primo y de los suyos propios. Era por eso, que Dave Kennedy ahora se encargaría no sólo de sus bienes sino también de los de su primo y hermano. -Esto es absurdo. -Yo...yo no lo se Milord. Dave dirigió una mirada asesina al hombre que tenía ante sí. Era la quinta vez en el día que le decía lo mismo. -Obviamente usted no sabe nada Sir Collins. ¿Puede decirme algo que si sepa?-recriminó sarcástico. -Lo...lo siento Lord Kennedy. Colocando los papeles dentro de la carpeta en la que venían, Dave los guardo en un cajón de su escritorio, bajo llave. -Quiero una reunión con ese hombre lo antes posible. -Pero Milord... -¿Qué?-pregunto dirigiendo otra vez una mirada asesina a ese incompetente que tenía frente así. Una de las cosas que haría, apenas se pusiera en contacto con su administrador, era despedir a ese inepto de Sir Collins. -Si lo que pretende es cobrar el dinero del Duque Callaway, lamentó informarle que no conseguira nada. Como bien sabe, esa familia está totalmente arruinada y salvo la mansión en la que viven, el Conde no tiene absolutamente nada. Ni si quiera una hija que se case para saldar sus deudas. Dave Kennedy le dirigió una sonrisa maliciosa. -¿Acaso he pedido su opinión al respecto Sir Collins? Este negó algo intimidado. Para todos, era bien conocido que en lo que respecta a los negocios, Dave Kennedy Paris era letal. Jamás perdía. Jamás se sensibilizaba con los demás. Era tajante, certero y no le temblaba el pulso para arruinar a una familia entera si no cumplían con los acuerdos. -Organice la reunión con el Conde tal como le pedí. Y déjese de incompetencias. A menos-le dijo con malicia-que quiera correr la misma suerte que esa familia. Sir Collins nego con la cabeza e inmediatamente salió de la vista de Kennedy. Una vez sólo, Dave Kennedy, llevo su mano al costado. Aún podía sentir el dolor de la herida del impacto de bala que habia recibido recientemente. Había estado apuntó de morir. Sin embargo, a pesar de la gravedad de su heridas y de la gran pérdida de sangre que sufrió, se habia recuperado sorprendentemente rápido ante la mirada de los médicos franceses que le atendieron. Había tenido una oportunidad más para seguir viviendo e iba a aprovecharla al máximo. Y una manera de hacerlo era consiguiendo enaltecer el Ducado de su primo Ryan, dandole todo lo que por derecho era suyo, sin importarle lo que tuviera que hacer para lograrlo.

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