El día que Ysel nació fue todo menos feliz, la muerte y el miedo era lo único que muchos recordaban de esa noche. Pero el tiempo no es benevolente con nadie, no se detiene por nadie.
Tras la guerra la manada pierde a su Luna y con ella la posibilidad de un sucesor, por lo que como hija del beta, Ysel crece con la responsabilidad pisandole los talones y en cuanto cumple trece años entiende que ya no hay más opciones. Marcada como alfa, ella deberá tomar la decisión de sí realmente vale la pena todo el sacrifico. Pero las cosas no son fáciles y lo único que Ysel desea es que todo acabe.