3

2340 Words
— ¿Por qué tenemos que venir tan temprano? —Lydia bostezaba. — Son las 11 de la mañana —el pelinegro ánimo— Además, estamos yendo a conseguir un buen sitio para que puedas quedarte. — Pude haberlo hecho más tarde, Julián —se quejó— Tengo demasiado sueño. — Eres un caso perdido —hablo revolviendo el cabello de la rubia— Por cierto ¿Acaso te encogiste? —preguntó mirando a Lydia con diversión. — ¡Qué! —grito asustada— ¿Me encogí? —preguntó mientras miraba su cuerpo y se palpaba— No puede ser Juli, estoy empezando a deformarme —se lamento. La fuerte carcajada del pelinegro hizo que Lydia levantará su mirada ¿Lo estaba haciendo a propósito? Cruzo sus brazos, abulto sus labios en un tierno puchero y le dio una mirada asesina s su mejor amigo. — No es gracioso —murmuro. — Oh vamos —le ánimo— No te pongas así. — Puedo olvidar que eres mi mejor amigo y puedo golpearte —amenazó. — Pero si tus golpes no duelen, Lydia —la sonrisa del pelinegro creció al notar la pataleta de la más baja. La rubia pateo el suelo en señal de rabieta, no quería ni siquiera pensar que se estaba realmente encogiendo, aunque siempre había sido de estatura baja, medía 1,68 y era demasiado baja para ser un alfa. Era algo que siempre le habían recalcado toda su vida. — Puedo golpearte duro si me lo propongo —aseguró— ¿Quieres que intente? — No estoy seguro —hablo dudoso— Quizá me arriesgue luego —canturreo alejándose de la rubia— Vamos tarde, mejor apresurémonos. El recorrido fue más simple de lo que esperaba. Habían caminado alrededor de 20 minutos, finalizando su recorrido en una edificio de mala muerte, aspecto que hizo que Lydia arrugará su rostro en señal de asombro ¡No iba a vivir en esa pocilga! Miro a su amigo, quien tenía una expresión muy parecida a la suya y volvió su mirada hacia el edificio. Las paredes estaban quedando sin pintura, tenía ventanas rotas, el olor era nauseabundo, incluso pensó ver sangre en los rincones, la rubia ya se imaginaba lo peor. Ahora como omega, no podía arriesgar su vida de esa manera, vivir en esa pocilga y arriesgarse a ser victima de algún robo o incluso ¡Involucrarse en algún asesinato! Lydia era débil, no mataba ni a una sola mosca y aunque sonará convincente a la hora de pelear, sin duda no dudaría en salir corriendo con la cola entre su rabo. — Ehm ¿Julián? —preguntó halando de la camisa al pelinegro— No hablabas de este lugar ¿cierto? Creo que nos equivocamos de sitio... — Pero esta es la dirección —menciono mirando su celular. — C-Creo que deberíamos irnos —Lydia lucía asustada— Tengo un mal presentimiento. — No te preocupes, Ly —le tranquilizo— Caminemos un poco y preguntemos si tenemos la dirección correcta. Él idiota de Diego no responde el teléfono —bufó guardando su celular en el bolsillo del pantalón. — Deberíamos irnos —insistió— De verdad tengo un mal presentimiento. Aunque le insistiera al pelinegro, este la tomo del brazo y empezó a guiarla al edificio de mala muerte. Encontrarse aterrada era poco, cada vez se adentraban más y todo se encontraba completamente vació, empezaba a dudar que alguien viviera en esos apartamentos. Sujetaba el brazo de Julián de manera fuerte y es que ¿Como harían si los asaltaban? Ella era pequeña y aunque podía defenderse, dudaba que pudiera impedir que sucediera algo malo. Empezó a sentir como su piel se ponía chinita, realmente presentía algo malo ¿Estaban en peligro? ¿Algo malo iba a suceder? Eso era demasiado posible, porque cuando 5 tipos aparecieron frente a ambos, la sangre bajo a los pies de Lydia. — Ponte detrás de mi —el pelinegro empujo a la menor a su espalda. — Corramos —ánimo a su amigo— Podemos devolvernos , tenemos tiempo... — No tan rápido rubiesita —una voz grave hablo a su espalda. Y sin tener oportunidad de reaccionar lo apartaron de Julián, alzándola como costal de papa, veía todo al revés y la expresión de su amigo era de terror total. — ¡Lydia! —gritó Julián, corriendo para tratar de alcanzarlo. — ¡Juli! —como pudo estiro su mano, queriendo darle alguna chance al pelinegro de que la alcanzara. Pero entonces, el pelinegro fue alcanzando por los 5 tipos que habían aparecido hace unos minutos. No estaba seguro de si todos eran alfas, no podía pensar con claridad, tenía miedo, estaba aterrada, quería volver a casa de Julián y dormir bajo las sabanas, cerro sus ojos con fuerza, queriendo que todo simplemente se terminara. — No, no, no —repetía entre lágrimas. — Mierd- Al parecer habían tropezado con alguien. — ¿Mucha prisa? Esperen, esa voz... Lydia abrió los ojos rápidamente. ¡Reconocía esa maldita voz! Sus mejillas se ruborizaron al recordar lo sucedido la noche anterior, pero no podía pensar en la vergüenza en ese momento, no cuando estaban matando a su mejor amigo. — ¡Suéltame, maldita sea! —empezó a patalear, para tratar de zafarse o aunque sea caer al suelo. — Maldita omega —el hombre se quejaba, mientras la sujetaba con más fuerza. Oh demonios, no estaba funcionando ¿Él tipo no la reconocía? Si es era el caso, no tenía escapatoria. Moriría, venderían sus órganos, quedaría vacía por dentro ¡Moriría demasiado joven! Las lágrimas acumuladas en sus ojos tapaban su vista, no quería que Julián muriera por su culpa y cuando el tipo que la cargaba empezó a caminar para huir, pudo sollozar con gusto, era su fin. Su sorpresa fue grande cuando nuevamente los pasos del secuestrador se detuvieron y el rostro del alfa del día anteior mirándola con expresión curiosa, la hizo sonrojarse. — Oh, si eres tú —musito— Creí que lo estaba imaginando. — M-Maldita sea... —Lydia sollozo— Ayúdame... — No tienes que pedirlo —sonrió. Y de manera inmediata llego a los grandes brazos del pelinegro, quien aún era un total desconocido, pero por suerte él único que reconocía entre los hombres que los rodeaban. Sus mejillas se encontraban húmedas y su cuerpo temblaba por el miedo que sentía, la policía se encontraba esposando al sujeto y De la Torre que lo cargaba como princesa, mantenía una postura seria. Entonces el recuerdo de Julián siendo rodeado lo hizo abrir los ojos de par en par. — ¡Julián! —grito mirando hacia atrás— Debo ir por Juli, esos tipos lo rodearon —hablo rápidamente— D-Dejame bajar —pidió mirando hacia el suelo. — Si te bajo en este momento, te caerás al suelo —la voz del alfa sonó autoritaria— Te llevaré hasta él, no te preocupes. No tenía porque quejarse, era cierto que era imposible para él caminar, no sentía sus pies en ese momento, por lo cuál no se negó cuando el pelinegro empezó a caminar hacia la dirección donde se encontraba su amigo. — ¿A donde vas Anthony? —alguien pregunto a su espalda. — Iré por ¿Julián? —preguntó mirando a los ojos de Lydia. — Si... — Puede que se encuentre lastimado, iré a verificar y tú encargate de este sujeto, no me demoró. — Si te demoras más de 10 minutos, iré a buscarte —avisó. Y en silenció fue llevada hasta donde se encontraba su amigo. Solo podía escuchar la respiración del tal Anthony pues este no decía palabra alguna. Cerro los ojos queriendo esfumar los recuerdos de la noche anterior, necesitaba pensar en su mejor amigo, en nada más. — ¿Siempre te encuentras en momentos peligrosos como estos? —preguntó en tono bajo. — ¿Qué? — Ya van dos ocasiones en que te encuentro en una situación peligrosa ¿No temes por tu vida? —preguntó sin mirarla. — No es porque quiera... —puchereó— Lo de ayer me tomo desprevenida... Hoy vinimos a encontrarnos con un amigo de Julián para mirar unos apartamentos, no fue nuestra culpa. — ¿Quién querría vivir en un edificio como este? —cuestiono— Si quieres morir, sería una buena respuesta. — ¡Dije lo mismo! Pensé que nos habíamos equivocado de dirección, se lo dije a Julián, pero el idiota no me hizo caso —bufó. — ¿Ese es tú amigo? —preguntó mirando al frente. La escena era simplemente sorprendente. La señora Bermúdez observaba a su hijo con molestia y Julián, simplemente mantenía su mirada en el suelo. Los tipos que lo habían rodeado, yacían esparcidos, algunos se quejaban, otros se retorcían del dolor, no era difícil de creer que la madre del pelinegro había tenido que ver. Cuando sus miradas se encontraron, el rubio sonrió — ¡Lydia! —el alfa grito. — Julián —la señora Bermúdez pronunció. Entonces el cuerpo de su mejor amigo se detuvo y entendió a la perfección. Ya no podían ser amigos. La señora Bermúdez les dio la espalda y empezó a alejarse y con una mirada triste, el pelinegro también le dio la espalda. Con cuidado se bajo de los brazos de Anthony, observando como desaparecía la única persona que estuvo para ella todos estos años. ¡Carajo! Sin duda no vio venir esa situación ¿Qué iba a hacer ahora? Tenía sus ahorros eso era cierto, acababa de perder a su mejor amigo y aunque le doliera en el alma, no podía quedarse pasmada ¿Hundirse nuevamente por ser abandonada? No señores, Lydia tuvo suficiente con la partida de su madre. Trato de detener sus lágrimas, abrió los ojos tanto como pudo y suspiró, escuchando una leve risa. —Te abandona tu mejor amigo y reaccionas como si fuera lo más normal del mundo —comento con una sonrisa. — También le di demasiados problemas —suspiró— Si tuviera que elegir entre nuestra amistad y su familia, es demasiado obvio a quien iba a elegir. Supongo que pudo ser peor, ahora debo encontrar un sitio donde quedarme —suspiro por segunda vez. — Cierto... Venían a ver esos apartamentos —pensó por un momento— Y ¿Por qué no te quedas en mi casa? — ¿Qué? —preguntó asombrada. — Si no tienes donde vivir, puedes quedarte en mi casa —repitió— Es bastante grande y no suelo quedarme ahí. — Espera... ¿Por qué me ofreces quedarme a vivir en tu casa? —preguntó confundida— Digo apenas nos conocimos ayer y no me digas que te enamoraste a primera vista de mi, porque he notado tu mirada juzgándome —lo apuntó con su dedo. — ¿Juzgandote? —negó— En ningún momento te he juzgado. — No... —Lydia tapó su boca y se alejo unos pasos de Anthony— No me digas que es por lo que sucedió anoche... ¿Tanto te gusto? —se ruborizo fuertemente. — ¿Qué? ¡No! —el pelinegro soltó una ruidosa carcajada— No es por nada de eso —menciono con sus orejas rojas— Solo, creí que sería una buena idea. — ¡Anthony! La misma voz de hace unos minutos, pensó Lydia. Se enfoco en el desconocido que corría hacia ellos y se sorprendió de lo apuesto del chico. Cabello castaño, alto, delgado, ojos color azul ¿Quien era esa preciosidad? ¿Era omega acaso? Está era su oportunidad de encontrar a su omega adinerado, grito internamente por esa gran casualidad. — Adri. — ¿Todo bien? —preguntó recuperando el aire— Los policías se llevaron al tipo, Sebastián me dijo que se encargaba del resto. ¿Por qué este tipo hablaba sin ni siquiera mirarla? Era como si solo existiera el alfa ¿Tan débil era su presencia? ¡Demonios! Se cruzo de brazos, siniendose molesta. — Gracias Adri —suspiró— Quien diría que utilizaban esta zona para el secuestro de omegas. — ¿Secuestro de omegas? —preguntó confundida— ¿A qué te refieres? — ¿Eres sorda? —preguntó el castaño, — No, pero de seguro tú eres un entrometido, no hablo contigo —Lydia miro mal al castaño. — ¿Como me estas hablando? —se acerco de manera amenazante a la rubia. — ¡Anda! No te tengo miedo —dijo sacando pecho. — Adri, basta —ordeno el pelinegro. — ¡Si! —el mencionado asintió. — Hmp —Lydia se cruzo de brazos. — Te llevaré a que conozcas la casa —De la Torre miro al rubio con una sonrisa— Se que te gustará. — Perdona ¿Cuál casa? —preguntó el castaño. — Ya que insistes —Lydia golpeaba su pie contra el suelo, de manera tranquila— Con tal de que el castaño teñido no nos siga, todo bien. — ¡Qué dices! —grito. — Pues él debe conducir —el alfa le hizo saber— ¿Será mejor que conduzca yo? —se preguntó a si mismo. — Yo puedo conducir, Anthony —respondió el castaño— No le hagas caso a este ser invisible —miro mal a la rubia— Andando. — ¿Vamos? —el pelinegro miro a la más baja. No iba a quedarse solo en ese sitio y menos sabiendo que secuestraban omegas ahí y tin tin tin ¡Exacto! Ella era una omega. Observo al castaño que la miraba con odio y se retractaba de sus palabras ¿Preciosidad? Jum, jamás en su vida se metería con ese castaño teñido. Preparo su mejor sonrisa y asintió. — Que lastima que tengas que llevar a este ser inservible —murmuro enarcando una ceja— ¡Andando! Debo tomar una ducha —suspiró. Pudo escuchar los pasos de ambos desconocidos detrás suyo y los nervios empezaron a llegar a ella ¿En qué demonios se estaba metiendo ahora?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD