Episodio 3

2136 Words
Celine Ryan se puso de pie para saludar al chico que venía hacia nosotros. —Oye no sabía que vendrías por aquí. —Estrecharon manos—. Chicos, saluden, él es el chico que vi en Roma. —Sonrió y segundos después Cody y yo nos paramos. —Mucho gusto, mi nombre es Cody. —Hola, soy Celine Müller. —Mi nombre es Kyle. —Así que tú eres de Brisbane —inquirí. —Así es, pero tengo familiares en la capital así que los ando visitando. —Sonrió y sus hoyuelos se marcaron—. Me iré mañana. —¿En serio? ¿Te gustaría ir a nuestra casa? —Oh, descuida, dormiré en casa de mi tía y ya. Tiene una sonrisa que te hace derretirte en menos de 2 segundos. ¡Y esos hoyuelos! ¡A mí me va a dar algo! —¡CELINE! —Reaccioné. —¿Qué sucede? —Vi alrededor—. ¿Dónde está Kyle? ¿Se fue? —Creo que lo asustaste por la baba que salía de tu boca. —Toqué rápidamente mi boca y fulminé a Cody cuando me di cuenta de que mentía. —Sí, claro. ¡Jum! —bufé—. ¿Tienes alguna foto de él? —Asintió y sacó su celular—. Quiero ver. —¿Qué? ¡Ah! No te la iba a mostrar, solo quería saber la hora. —Rio junto con Cody y los fulminé—. Pero si quieres~… —Me mostró una foto de ellos en Roma. —Qué lindos hoyuelos tiene. —Cuidado con lo que dices o espantarás al chico. —No me gusta, solo me pareció lindo —aclaré—. ¿Nos vamos ya? —Ajá. —Salimos de la heladería y esta vez Ryan andaba su auto, subimos a este y comenzó a conducir hasta llegar a casa. (...) Sentí que el tiempo pasó más rápido de lo normal, hoy iniciaban las clases, ¿no es eso algo raro? No sentía un buen presentimiento debido a eso. Nueva escuela, solo espero que las personas no me miren como lo hacían en mi antigua escuela, es incómodo. Es una escuela prestigiosa, así que no seremos los únicos hijos de empresarios reconocidos. —Señorita Celine, su uniforme y su bolso están listos, su desayuno se está preparando. Es hora de levantarse. —Sí, sí, sí, ya sé~. —Reí leve por su paciencia. Me preparé, me maquillé a lo natural y dejé mi cabello suelto. Bajé a desayunar con mis hermanos, nuestros padres ya se habían ido. Terminamos y fuimos por nuestras cosas. —Bueno, chicos, los veo en la escuela —Ryan se despidió, pero Cody y yo lo detuvimos. —Espera, espera, espera... ¿¡no nos llevarás!? —indagó Cody. —Por algo mamá contrató un chofer para cada uno. Dejen que las personas hagan su trabajo. —¡Eres nuestro hermano! ¡Aunque sea hoy hazlo! Además, el chofer de Cody se enfermó~. —Ok, entonces... Cody vamos te llevo. —¿¡Y yo qué!? —exclamé con sorpresa. —Tú tienes el tuyo con buena salud. Nos vemos allá, hermanita. —¡Lo siento! —Ryan salió de casa primero y Cody lo siguió. —¡Eso es traición! —Espeté hacia Cody quien hacía de oídos sordos. Tomé mi bolso y salí de casa. Subí al auto que Roberto conducía, los chicos ya se habían ido y yo los seguía de cerca—. Toma un atajo. A esta hora, en la calle principal hay mucho tráfico. —Así haré, señorita. —Tomó el atajo y a lo lejos noté el tráfico que dejábamos en la calle principal. Después de unos minutos de camino, se estacionó frente a la escuela. Me quedé viendo la puerta del auto un momento y mi garganta comenzó a secarse de la nada—. ¿La ayudo a bajar, señorita? —… no, descuida. Vamos, Celine, no será como antes, no te miraran con envidia, celos, o como si te quisieran comer. Tampoco se acercarán por conveniencia ni por temor... Abrí lentamente la puerta y salí de la misma forma y no tardaron en caer las miradas sobre mí. A lo lejos noté que una chica me tomó una foto. Me adentraba a la escuela, muchos estudiantes me veían, oía susurrar: "¿Así que ella es la última hija del presidente Müller?" "¿¡Estudiará aquí!? Ojalá fuera mi compañera~" "¿¡Entonces ahora tendremos a los tres hijos Müller!?" Y una gritó "¡Oh, miren, ahí vienen sus hermanos!" Di media vuelta y así era, mis hermanos iban bajando del auto. Bueno, al menos ya no me ven a mí. Seguí caminando, aún con algunas miradas sobre mí, pero, como eran menos, me sentí un poco más cómoda. No esperé a mis hermanos, de todas maneras, ellos iban a otro salón en otro edificio. —¡Celine Müller! —Levanté la mirada y Stephen era quien me hablaba. Mal momento Steph, ¡en serio! Todos volvieron a dirigir sus miradas a mí y a Stephen; se acercaba con una enorme sonrisa. —¡Aquí estás! —Me abrazó fuerte y no tardaron en aparecer los murmullos de asombro. Muchos saben que somos amigos de la infancia y unos piensan que tenemos “buena química”—. Vamos adentro, te estuve esperando. —Tomó mi mano y nos adentramos a la escuela. —¿Cómo te puedes acostumbrar a las miradas? —Le susurré. —No sé, simplemente me dejó de importar lo que los otros dijeran. Total, comentarios siempre recibiremos, unos buenos y otros malos. Hasta que mi padre no sea un empresario, las miradas me seguirán. Deberías de hacer eso, hasta que se acaben las riquezas de tu familia ya no te verán. —Reímos. —Como si eso llegara a pasar. ... pero tienes razón. —Sonreímos—. Lo intentaré y dejaré de preocuparme por lo que los otros piensen. —Entramos al elevador y segundos después alguien lo detuvo. —¿¡Por qué no nos esperaste~!? —reclamó Ryan. —Oh, ¿hace cuánto que llegaron? —preguntó Stephen. —¿No nos viste? —preguntó Cody—. Oh, cierto, estábamos cerca de Celine, ahí nos hacemos invisibles. —Mi amigo y yo reímos mientras ellos bufaban. —Celine, debiste esperarnos. —Ustedes me dejaron sola. Por eso se quedaron atascados en el tráfico —reclamé y les saqué la lengua— ¿Por qué van arriba? ¿Su salón no está en otro lado? —Nuestro salón está en el tercer piso ¿y el suyo? —Segundo. —Quién lo diría, nueva escuela, nuevo año, nuevos compañeros. —Sí, pero no... —Nuevas chicas~ —Cody y Stephen rieron por el comentario de Ryan. —Papá ya te advirtió, Ryan, deja de tener tantas novias, ¡ni siquiera las quieres! ¡Cuando por fin te enamores de alguien, esa persona te romperá el corazón a ti! No te aproveches de las chicas inocentes que buscan popularidad~, espera el momento o te quedarás soltero por toda la vida. —Owww, Mi hermanita se preocupa por mi~ —Hizo un mohín de ternura. —¿Qué? ¿Preocuparme por ti? ¡Claro que no! No quiero ser yo la que te tenga que cuidar cuando estés viejo~. Cody no lo hará, mucho menos mis padres. Quiero ser feliz cuando me case y tener hijos. No a mi hermano acostado en el sillón viendo TV. —Me fulminó y los chicos rieron. —Descuida, Celine, me casaré contigo para que ambos lo cuidemos. —Ahora Ryan fulminó a Stephen. —Owww, entonces tendremos hijos guapos —Apreté suavemente sus mejillas y sonreímos. Sabía que lo hacía para molestar a mi hermano, por eso le seguí la corriente, aunque me hubiese gustado que fuese real. —¡Puaj! Mucha dulzura me da asco. —El elevador se abrió—. ¡Salgan ya! —Tal vez los veo luego —me despedí de ellos y Stephen y yo seguíamos con las manos unidas y así nos dirigimos a nuestro salón—. Es el 1C, ¿cierto? —Creo que sí. —Comenzamos a buscar dicho salón—. 1A… 1B… ¡ah! Ahí está, 1C. Vamos y salimos un rato a conocer la escuela. —Me parece bien. —Nos detuvimos en la puerta para poder buscar asientos libres. Una chica nos vio y gritó. — ¡Ahí están! —Un montón de compañeros se nos acercaron y solo pude pensar en que mis hermanos estaban en la misma situación. —¿Nos podemos tomar una foto los 3? —¡Por favor, conmigo también! —¡También conmigo! ¡Stephie~! —Ustedes hacen una linda pareja~. —¿Son novios? —Negamos. Tanta atención estaba comenzando a incomodarme. Incluso sin haber aceptado, los estudiantes ya estaban tomándonos fotografías—. Entonces, Celine, cuídalo bien hasta que sea mi novio. Muérete. —Ah~, chicas, por favor, dennos espacio, necesitamos entrar —Stephen comenzó a abrir caminos entre tantas chicas y otros chicos. Colocamos nuestros bolsos en unos asientos que estaban algo atrás, me senté al lado de la ventana, las chicas estaban comenzando a colmar mi paciencia y Stephen lo notaba con facilidad—. Vamos afuera. —Salimos del salón y unas chicas nos seguían con sus celulares, entramos al elevador y subimos a la azotea. —¡Paz por fin! —digo y comenzamos a caminar en el lugar y nos encontramos a Ryan y Cody sentados en el suelo—. ¿Qué hacen aquí? —Lo mismo que ustedes. — ... ¿chicas se les acercaron? —¡Alguien hurtó mi reloj! Sabía que esto pasaría, qué bueno que traje uno antiguo y desfasado. —Le llamaré a mamá. No quiero estudiar en esta escuela. Le diré que contrate a profesores para que me den estudio en casa —Le extendí mi mano. —Uno —comenzó Cody—, tú andas tu celular, no sé por qué pides el mío. —Dos —continuó Ryan—, mamá no te dejará. Nos dijeron que teníamos que convivir con las demás personas, aunque solo les interesáramos por el dinero, si no, pensarán que los vemos inferiores a nosotros. Sabes que mamá detesta que discriminemos a las personas por su dinero... ¿No recuerdas de donde viene ella? —Mamá era pobre, pero cuando comenzó a trabajar se propuso tener su propio trabajo y no depender de nadie. En el transcurso, conoció a mi padre, se casaron y después de unos años, mi padre heredó la empresa de mis abuelos. Para ese entonces, no era tan grande, aunque ya sonaba en el mercado nacional y creció rápidamente cuando nació Ryan; comenzaron a ser los números uno en el país, nació Cody y llegaron a otros países del continente, nací yo y ellos ya eran muy conocidos por Oceanía y comenzaron a ser conocidos en Europa y Asia. —Ryan... no digo que no quiero estudiar aquí porque las personas no tienen dinero como nosotros, sino que no quiero porque detesto la atención excesiva. Además, ¡los padres de la mayoría de aquí trabajan en empresas! ¿cómo podría menospreciarlos? —Son trabajadores de las empresas de los padres de Stephen o son trabajadores de las empresas de nuestros padres u otra empresa. Tienes que soportar igual que nosotros 3, ¡mira a Stephie~! Él está tranquilo. Hablando de eso, ¿por qué estás así? —Siempre he llamado la atención de todos, incluso de bebé. Sonó el timbre. —¡Cody dame tu celular! —negó—. ¡Bien! Pero si muero hoy, los culparé a ustedes. —Tranquila, hermanita, es algo pasajero, pronto acabará. Así pasó cuando Cody y yo entramos el año pasado; se calmó rápido, no te preocupes. —Salimos de ahí y nos dirigimos al elevador—. Nos vemos luego. —Salieron en el tercer piso y nosotros en el segundo. Ya no había nadie en los pasillos, todos habían entrado a sus salones, Steph y yo nos dirigimos al nuestro. —Sé paciente —susurró y asentí sin más remedio. Entramos al salón y las miradas cayeron nuevamente a nosotros, nos sentamos y la maestra llegó. —Buenos días, jóvenes. —Buenos días —saludamos al unísono y la profesora comenzó a ver a todos los estudiantes y al vernos a Stephen y a mí se admiró. —Miren a quiénes tenemos aquí, ¡Celine Müller y Stephen Jacoby! Qué honor tenerlos en nuestra escuela al fin. Sus padres han invertido mucho aquí para que todos ustedes puedan tener la educación de mejor calidad del país.
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