Capítulo 1

900 Words
Marcela El reloj marcaba las 10:30 am y me despertó un ruido en la casa, me levanté a regañadientes, refunfuñando, tratando de no tropezar con algún féfere en medio de mi cuarto y terminar besando el piso por obligación, como estaba espantaba al mismísimo ejército o a esos tipos que se hacen llamar "cazadores del terror" porque tenía una cara de espanto, el maquillaje corrido que me hacía parecer un zombi y mi cabello revuelto como un nido de pájaro. Sin importarme salí de la habitación y caminé hasta la cocina donde estaba Vanessa con las manos temblorosas mirando a un punto fijo en la pared y la cocina vuelta un desastre... - ¿Qué pasó?- Le pregunté con la voz ronca y mirando al mismo lugar donde ella miraba encontrándome con el origen del desastre. - Puse algo en el microondas, me olvide de ellas sin querer y explotó. - Me explicó volviendo en sí misma. - Es el mejor resumen que has hecho en tu vida. - Dije divertida para ponerle un poco e humor a la situación, aunque se me jodía la idea de tener que comprar otro microondas. - Si, pero ahora tenemos que comprar otro y sabes que no tenemos mucho dinero. - Expresó con la cabeza un poco agachada, justo lo que yo estaba pensando. - No hay problema con eso. – Le resté importancia con mi mano y fui a mi cuarto saqué dinero de un cajón y se lo llevé a Vanessa. - Toma con eso te alcanzará para comprar uno nuevo y quizás algo lindo y sexy para ti, estoy harta de verte con los trajes de mi madre. - ¡No es la ropa de tu madre, es mi ropa! No tengo la culpa de que no te guste mi estilo y ¿De dónde sacaste ese dinero?- Puso cara de sorpresa. - ¡Es mucho! - Tengo ahorros. – Respondí simple, pero a ver su cara de espanto decidí decir algo más. - No es mucho, es solo el suficiente y ya sabes de donde lo saqué. – Rodé los ojos y me retiré a mi cuarto, pero antes de entrar giré sobre mis talones y le pregunté. - ¿Cómo está mi madre? - Despertó temprano, pero le di un té y se volvió a dormir. – Respondió y volteé para abrir la puerta. - Preguntó por ti, dijo que te escuchó llegar anoche muy de madrugada... - La interrumpí. - No digas más, ya sé por dónde vas y no te quiero escuchar. - Sin más que decir entré a mi cuarto, me desvestí y decidí ir a darme un baño con agua fría para bajar la tontera que tenía y tufo de anoche. Sin embargó, aunque lo intenté no podía dejar de pensar en las palabras de Vanessa, mi madre me había escuchado llegar y no es bueno cuando eso pasa, se echa todo el día encerrada en su cuarto y su me ve solo me da reclamos, pero ella no entiende que si hago esto es para poder sobrevivir, que lo hago por ella y por Vanessa, que no me importa lo que pase conmigo siempre y cuando ellas estén bien. Vanessa es una niña muy linda, tiene 20 años, yo le llevo 2, tiene el cabello un poco más abajo de los hombros, me gusta su cabello castaño claro, tiene la piel clara igual que yo, blanca y sus ojos negros cubiertos por unos anteojos, está estudiando ingeniería y trabaja en una biblioteca, pero también cuida a mi madre en las noches cuando salgo a mi "trabajo" y por eso vive con nosotras. La conozco desde niñas, éramos amigas y aun lo somos, más bien somos como hermanas de corazón, pero a ella no le gusta el estilo de vida que llevo siempre me está aconsejando, sin embargo sé que no me juzga así que confío en ella y le cuento todo, sabe todo de mí. Ella vivía con sus padres, pero su padre mató a su madre y luego se suicidó cuando ella tenía apenas 6 años desde entonces mi madre la cuidó y yo me preocupo porque ella estudie, ya que quiero que ella salga adelante, y no tenga una vida de mierda como la mía. Mi madre enfermó hace un par de años, mejor dicho 5 años para ser exactos, desde entonces me tuve que poner a trabajar y como era menor me dediqué a lo que en el barrio que vivo casi todas las mujeres se dedican: prostitución, contrabando y otras cosas ilegales, soy la mejor prostituta del sector y todos me conocen como, Rosa, eso porque soy hermosa y atrayente como las rosas, irresistible, pero las rosas tienen espinas y yo las sabia sacar bastante bien, debido a eso pocos me llaman por mi nombre. Salí del baño después de creo más de media hora, duro mucho en el baño porque siempre me siento sucia y siento la necesidad de limpiarme aunque sé que estoy sucia por dentro, que la inmundicia que llevo no se va a quitar ni con agua bendita. Me vestí con un jean azul corto, súper corto, y una camiseta ajustada blanca, me hice una cola alta en el cabello mojado y rizado y me puse unas sandalias color crema. Día aquí voy, ojalá me tengas algo mejor de lo que me ofreciste ayer.
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