“Un plan de vida puede acabar en un simple latido”
Cuando Imogen Burn conoció al desorientado Killian Savage en un concierto de Coldplay, la conexión fue instantánea.
Su boda poco tiempo después, fue la oportunidad perfecta para dejar a su absorbente familia en el pasado y abrir sus alas. Todo estaba preparado para el matrimonio, cuando Killian recibió una llamada de su madre para informarle que su padre había sufrido un derrame cerebral y le quedaban pocas horas de vida. Killian se despidió de su prometida esa noche, con la certeza de que regresaría el siguiente día, pero no lo hizo. En su lugar, dejó ella recibió una llamada de que el hombre que amaba había muerto.
Imogen, con el corazón devastado, se arrancó el vestido y juró jamás volver a abrir su corazón, sin embargo, ese correo no fue cierto. Su prometido no murió. Killian tuvo un accidente en el que perdió la memoria, y sus padres, portadores de un prestigioso apellido, no aceptaban que su primogénito desposara a una mujer de una casta inferior, y la pérdida de memoria fue aprovechable.
Fueron tres largos años en los que el destino no los unió, hasta que en un concierto, ella volvió a encontrarlo. Para Killian, ella era una mujer que acababa de conocer, mientras para ella él era el fantasma de su prometido que había regresado de entre los muertos. Killian resucitó a la mujer después de desmayarse, pero Imogen salió disparatada del concierto, dejando a Killian desconcertado. Con el poder que tenía, ordenó que investigaran a la mujer, y tras varias indagaciones, descubrió que era la mujer con la que se casaría tres años atrás, justo antes del accidente que le arrancó sus recuerdos y la posibilidad de ver crecer a su hija.
Con un compromiso en puertas con una mujer que su madre eligió para él, Killian tendría que decidir entre seguir el sentimiento que palpitaba en su pecho cuando veía a su antiguo amor, o ser el hijo perfecto que heredaría el imperio Savage.