Capítulo 1. Ojos Grises Brillantes como Plata

3074 Words
Ciudad de Ribe, Dinamarca. Año 1.203 DC   —La única forma de quitarte esa maldición, es que encuentres a un descendiente del que te maldijo—Dice una anciana hechicera vikinga.   El hombre al escuchar eso, lo que hace es reírse, porque si esa era su única forma de escapar de aquel castigo, ya sabía que estaba condenado.   —¿Cómo podré encontrar algún descendiente de esa bruja? ¡Toda su aldea fue exterminada! Después que me encontraron inconsciente en los escombros, esa maldita desapareció sin dejar rastro, la perseguí durante 100 años, nunca pude dar con ella y tampoco alguien que la conociera, ni nada por el estilo ¡Es como si se hubiese esfumado! Además, desde hace dos siglos, los cristianos han exterminado pueblos atestados con paganos, a diestra y siniestra, posiblemente toda su casta, si es que tuvo, ya debe estar muerta.—Exclama el hombre envuelto en la desesperación.   —Los únicos hechiceros que tienen el poder para crear una maldición tan poderosa como la que tu posees, son un pequeño clan de Britanos llamados Los Hunter. Ellos nacen con poderes natos, inimaginables, y te será sencillo encontrar a sus descendientes, o mejor dicho… para ellos les será fácil encontrarte a ti.—Confiesa la anciana, viendo como ese lamentable hombre, ahora se mostraba más sorprendido que antes.   —¿Cómo es posible eso? ¡Ya dime de una vez y deja tantos rodeos anciana! —Grita Harald, porque no puede soportar la intriga.   —Cuando estes frente a un descendiente de Los Hunter, él o ella, podrá ver tu maldición en tus ojos… ¿De que color eran los ojos aquella hechicera, cuando te maldijo? —Pregunta la anciana, con mucha curiosidad.   —Eran de un tono gris brillante… muy parecido a la plata, o al acero pulido—Confiesa, porque esos ojos jamás los iba a olvidar mientras tuviera memoria.   —Entonces, en tus ojos se verá el color gris brillante de esa hechicera. Color que solo un descendiente de Los Hunter puede ver. Debe ser impresionante a la vista, por lo tanto, cuando eso ocurra, no debes dejar ir a esa persona, él o ella tendrá la respuesta para deshacer tu maldición—Explica, notando como ahora Harald se mostraba más tranquilo, porque sentía que tenía algo de esperanza.   Aquel guerrero estaba cansado de vivir, no soportaba más llevar el peso de esa maldición que tenía sobre sus hombros, puesto que actualmente, tenía doscientos años de edad en los cuales cada día era un infierno, donde la inmortalidad era el menor de sus problemas, ya que, su verdadera condena radicaba en que con cada luna llena del mes, se convertía en un enorme lobo de pelaje oscuro, mutación que aparecía sin que él pudiera controlarla, haciéndole sufrir durante su transformación, porque el proceso de cambio era en extremo doloroso, donde sus huesos, y el resto de su cuerpo se destruía, rompiéndose de una manera espantosa, para darle paso a esa enorme bestia de unos 2 metros de largo, en la cual se convertía; permaneciendo en esa forma durante tres largos días, para después regresar a la normalidad, de la misma manera tan horrible como cambió.   Durante esos 3 días, el hombre lobo cometía atrocidades, porque en su forma de bestia no tenía conciencia, por lo cual terminaba matando personas y animales a su paso, aumentándole así más años a su condena que actualmente ya cumplía doscientos años, ya que al regresar a su forma humana, podía sentir en sus huesos y en su ser, como la maldición cada día se afianzaba más, haciéndole pensar que, si no conseguía la cura rápido, iba a vivir por el resto de la eternidad un completo infierno.   Presente actual: Paris, Francia   «Faltan dos días para luna llena… mierda. Debo irme». Piensa Harald con cierto fastidio, apagando en la palma de su mano, el cigarro que se estaba fumando.   En ese instante, se encontraba en la terraza viendo el cielo nocturno sin estrellas, llevando toda su atención específicamente hacia la luna que, actualmente odiaba con todo su ser, porque esta era el indicativo de la condena que todavía continuaba teniendo, a causa de todos los pecados que cometió hace siglos atrás, los cuales para su mala suerte, recordaba como si hubiesen sido ayer. Harald en el presente no era ni la sombra del hombre que fue alguna vez; aquel despiadado guerrero de hace ya mil años, había desaparecido por completo, dejando a cambio, un hombre aburrido de la vida, sin demasiadas emociones, frío, y cansado de tanto sentir dolor, porque esas transformaciones a hombre lobo, ya lo tenían en el borde de la locura que, aunque había estado controlando su cordura durante toda esa eternidad que ya tenia de vida, él sabía que en cualquier momento, se iba a dejar ir, porque para ese entonces, ese antiguo guerrero ya había perdido toda esperanza de encontrar a un descendiente de Los Hunter, al parecer estos ciertamente se habían extinto, lo cual significaba que él viviría para siempre con esa maldición.   Originalmente se suponía que él moriría cuando se cumplieran las dos mil muertes que había provocado durante sus años de guerrero del rey Barba partida, no obstante él sabía que a su condena, también se añadieron las muertes que cometió durante sus 3 primeros siglos como hombre lobo, en aquella época cuando no sabía cómo controlarse estando transformado en una bestia, así que, posiblemente le quedaban más de mil años en el infierno de la inmortalidad. Actualmente ya controlaba su mente estando en forma de animal cuadrúpedo, es por eso que desde entonces no había matado a nadie más, algo que ya ni siquiera le importaba a Harald, porque esto no significaba que su maldición se iba a erradicar, después de todo, le quedaban quizás unos 1500 años o más de vida, desafortunadamente.    Así pues, el lugar donde ahora se encontraba el hombre lobo, era en un  lujoso hotel, en la zona más acaudalada de Paris, ya que, en el presente, Harald era extremadamente rico, podría decirse que tenía las riquezas suficientes para comprar todo un país si así lo deseara, ya que, luego de tener una vida tan longeva, él acumuló durante todos esos siglos, una fortuna en oro, y muchos otros tesoros, entre estos, varios terrenos en distintos países, propiedades y demás, porque después de todo, una de las cosas que más le encantó hacer en el pasado (además de matar personas) Era ser un saqueador de tierras, un oficio que continuó haciendo durante quinientos años, y vino deteniéndose fue hasta finales del siglo 18, cuando comenzó la era de la industrialización.   En su vida habían acontecido tantos eventos e historias, que no bastarían las palabras para enumerarlas todas, es por esa razón que, regresando al tiempo actual, se puede ver como Harald, con un andar tranquilo y hasta aburrido, regresa a su cama de hotel, en la cual descansan plácidamente tres hermosas mujeres, con las cuales había tenido sexo durante esa noche. Sin embargo, ninguna de ellas amaba, porque el amor desde hace mil años, había dejado de existir en su diccionario, al igual que la felicidad, y hasta incluso los placeres vanos de la vida, como lo eran el placer carnal del sexo.   Había probado con hombres, mujeres, y ningunos lograban satisfacerlos la cantidad de tiempo posible como él se lo esperaba, es por eso que, en la actualidad él tenia sexo solo por pasar el rato, sin disfrutarlo como una persona cualquiera, porque después de todo, él desde hace siglos, ya ni siquiera se consideraba un humano. No tenía que ser demasiado inteligente para comprender que en el momento que lo maldijeron, había dejado de serlo, motivo por el cual, jamás se le había ocurrido tener hijos, porque asumía que estos vendrían con su maldición, y eso era algo que él no deseaba, no podía hacerle pasar por lo mismo a nadie más y menos a alguien de su descendencia.   Al día siguiente. Escocia, Reino Unido   Harald iba conduciendo a toda velocidad una de sus motos rumbo al castillo donde vivía, el cual era su hogar principal desde hace unos 650 años, después que se lo quitó a la fuerza a unos nobles ingleses de aquella época, los cuales por supuesto, aniquiló brutalmente, sabiendo que eso llevaría a más años a su condena, pero en el pasado, cuando aún su sangre vikinga corría con más vitalidad, no pudo resistirse por hacer aquello, sabiendo lo mucho que le había encantado ese castillo. Cuando Harald mató a esos nobles, dejó con vida a una pareja de sirvientes, los cuales les contó su verdadera identidad, diciéndoles quien era realmente y sobre su maldición, principalmente porque ya estaba cansado de estar solo, y necesitaba que alguien se hiciera cargo de su nuevo castillo.   Estas personas por miedo a morir, le juraron lealtad eterna, considerando a Harald una bestia temible que en cualquier momento podía quitarle sus vidas, es por eso que, hasta el día de hoy, los descendientes de esa familia todavía lo seguía sirviendo, pasando la verdad de Harald acerca de su maldición de hombre lobo, de generación en generación, lo cual conllevó que el hombre inmortal como premio a su lealtad, los convirtiera en una de las familias más poderosas de Reino Unido, y parte de su supuesto linaje noble, para que así, nadie sospechara acerca de la supuesta estirpe que tenía ese castillo desde hace más de 600 años.   Así pues, en la actualidad nadie sabía la historia real de ese castillo, y conforme pasaron los siglos, ninguna persona tenía idea que ese hijo de nobles, era el mismo Harald el cual mientras pasaban los años, se iba a cada cierto tiempo, regresando luego de 70 años, para que nadie sospechara que él era la misma persona. Los foráneos de la zona lo conocían como Christopher Blakewood, otro más de los descendientes de aquellas ilustres personas que hoy en día, no vivían en ese castillo por razones que muchos desconocían, de momento ese enorme lugar estaba habitado solamente con Christopher, el cual las personas del pueblo apenas y lo veían, sin embargo Harald, conocidos por algunos como Chris, ya tenía pensado vivir en su castillo unos setenta años más, para después irse a otra de sus mansiones para hacer exactamente lo mismo.   *** En su motocicleta, Harald veía como desde hace mucho, había sobrepasado el límite de velocidad seguro, mientras conducía por la carretera rodeada de montañas que lo llevaba a su castillo. Desde hace mucho había salido del pueblo, y ahora rumbo a sus dominios, el hombre aumentó aun mas la velocidad en medio de una risa algo enloquecida, porque justamente en ese instante, comenzó a llover, haciendo que las ruedas de su moto comenzaran a resbalarse sobre el pavimento mojado, y no fue sino hasta que cruzó una curva peligrosa, que finalmente perdió el control de la moto saliendo de la carretera rumbo a un precipicio, que precedía justo al lado de la antigua carretera.   Harald rodó por aquel despeñadero, mientras que su moto completamente inservible cayó hacia otro lugar, hasta que él, luego de haber rodado por varios minutos, chocó contra una enorme piedra llena de musgo, que sirvió para detener su caída que, para cualquier otro hubiese sido fatal. En el instante que recibió el fuerte impacto con la piedra, todo el cuerpo de Harald quedó totalmente desecho. Sus piernas estaban rotas, sus brazos también, y hasta incluso tenía un pedazo de tronco seco incrustado sobre su pecho, es por eso que el hombre entre una carcajada hilarante, comenzó a moverse, para regresar sus huesos a su lugar, principalmente el de sus brazos, incluyendo sus dedos, para quitarse ese palo que tenia atravesado en su pecho.   —Oh mierda… que divertido fue eso. Debería hacerlo otra vez—Comenta aun entre risas, mientras se colocaba con cuidado, sus piernas nuevamente a su lugar para que sus huesos volvieran a unirse.   Después de todo él era un hombre lobo inmortal, por supuesto que un daño de esa magnitud, eran como simples rasguños que se había hecho en su cuerpo. Ya que para él, quien estaba acostumbrado al verdadero dolor que era cuando ocurría su transformación, esa caída y fracturas no significaban absolutamente nada, incluso en el fondo esa era una de las pocas cosas que lograban divertirlo, y hasta hacerlo sentir más humano. Quizás luego de tantos siglos sufriendo, ya se había convertido en un masoquista que amaba el dolor, o también estaba la posibilidad que al lastimarse de esa forma, autoinfligiéndose heridas, le hacían sentir que él tenía el completo control de su cuerpo, no como cuando su maldición lo castigaba convirtiéndolo en una bestia en contra de su voluntad.   Y así de esa forma, Harald se levantó ya completamente curado, como si nada hubiese pasado, de no ser por sus ropas rasgadas, llenas de lodo y tierra, hubiese pasado desapercibido ante cualquier persona, pensando que mañana haría lo mismo, pero en este caso con un auto, quizás si lo estrellaba iba hacer mas divertido como en aquella ocasión, cuando terminó explotando dentro de su camioneta, y apenas su cuerpo lo que recibió fue quemadas de segundo grado, las cuales en unos minutos se curaron por completo. Ahora bien, el antiguo vikingo supo que a partir de ese trecho, debía caminar por su cuenta, sintiendo como ya la lluvia se hacía cada vez más intensa, ayudando a limpiar la sangre que quedó de las heridas que hace pocos minutos atrás sufrió.   Apenas eran las 3 de la tarde, pero como estaba lloviendo a cántaros, el cielo se encontraba bastante nublado, haciendo que el bosque que rodeaba su castillo, estuviera muy oscuro. Y él, como se sabía el camino hasta con los ojos cerrados, le prestó la menor de las importancias continuando su camino a pie, sin prisa rumbo a su enorme y solitario hogar. En eso, mientras caminaba tranquilamente, siente un fuerte olor a sangre que no era la suya, o la de algún otro animal, ese olor en específico era a sangre humana. Porque cabe destacar, que Harald en su forma humana, tenía los mismos sentidos agudizados como cuando se convertía en lobo, porque luego de ser una bestia por mas de mil años, ya sabía controlar sus “habilidades” a la perfección, siendo una de ellas, su olfato subdesarrollado.   El hombre, caminó rastreando como un sabueso ese fuerte aroma a sangre humana, pensando que era imposible, porque en ese lugar nadie podía entrar, y él estaba al tanto que ninguno de sus sirvientes estaba ahí, su propiedad se encontraba inhabitada, es por eso que conforme se acercaba y sentía mas ese olor, pensaba y pensaba quien había sido el imbécil que se había atrevido a invadir sus dominios, y ahora como todo un estúpido, se encontraba herido, o quizás muerto por algún animal salvaje, pero luego, conforme iba llegando, vio a lo lejos que una persona yacía sobre la grama mojada, Harald al ver que el olor a sangre venía justamente en esa dirección, corrió para acercarse lo más rápido que pudo, viendo que se trataba de una joven la cual se encontraba inconsciente.   Harald se agachó para medirle el pulso, dándose cuenta que está todavía seguía con vida, sin embargo, se dio cuenta que el olor a sangre provenía de una herida que tenía en la pierna, no lucía tan profunda, quizás se había lastimado en el bosque con alguna rama, o cualquier otra cosa. No sabía con exactitud como esa chica había llegado hasta ahí, era demasiado extraño, no obstante por ahora, no había tiempo para preguntarse eso, de momento debía enfocarse en salvarle la vida, porque no deseaba que esa mocosa se muriera frente a él, capaz y luego la maldición asumía que él la había matado solo porque esta murió en su propiedad.   —No voy a romper mi racha de 650 años sin matar a nadie, por culpa de esta tonta mujer raquítica.   Luego de murmurar esas palabras, Harald en posición de cuclillas, agita un poco a la joven para ver si respondía, porque a simple vista se veía que solamente estaba golpeada, ya que esa herida que tenía en su pierna, era meramente superficial, por lo cual no significaba un verdadero peligro, posiblemente se encontraba inconsciente por debilidad, o algo interno que él asumía no era la gran cosa.   «Vamos, despierta… estamos muy lejos para ir a un hospital…». Piensa, dándole un par de palmaditas en sus mejillas.   Hasta que luego, finalmente la chica comienza a abrir sus ojos, esto alivia un poco a Harald, pero no lo suficiente como para sentir que esa mujer, la cual le pondría no más de veinte años, estuviera del todo bien. En eso, él con sumo cuidado la sienta, viendo como la extraña intrusa de su propiedad, intenta hacer contacto visual con él, y cuando lo hace abre sus ojos a mas no poder, apartándose de su lado, arrastrándose lejos de él con una actitud completamente despavorida, fue ahí cuando el antiguo guerrero se dio cuenta que la chica estaba fuera de peligro, porque la forma como huyó de su cercanía se lo dejó en claro, después de todo, él era un experto en cuanto a fracturas se tratara.   —¡Que eres! ¡Aléjate de mí!—Grita la chica envuelta en terror.   Harald al escuchar ese «¿Qué eres?» por parte de esa joven, le extrañó bastante, porque era la primera vez que alguien, en mas de 600 años, usaba esa expresión para referirse a él.   —¿Qué quieres decir?—Pregunta el hombre con suma curiosidad.   De inmediato, la chica como puede se levanta de donde está, señalándole diciendo:   —¡Tus ojos! ¿Por qué tus ojos son así? ¡Son aterradores! ¿Por qué son grises y brillan de esa forma? ¡ALEJATE DE MI NO TE ACERQUES!—Grita la joven completamente aterrada.   Hasta que luego a causa del terror y la impresión de ver aquello, la joven pierde el conocimiento, y cuando estaba a punto de caer nuevamente al suelo, Harald va rápidamente para sujetarla, aun en estado de shock.   —No puede ser posible… si ella vio ese color en mis ojos significa que… ¿Es una descendiente de esa hechicera?—Murmura aun sin poder creerlo, viendo a la chica inconsciente en sus brazos, como si en cualquier momento, esta le daría todas las respuestas que necesitaba.  
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