Capítulo 1

2166 Words
Brooke: Desde que lo vi estacionar su motocicleta supe que iba hacer un problema, pero no pude quitarle los ojos de encima, iba vestido de n***o y chaqueta de cuero, dos combinaciones que daban mala señal. Katy, mi hija de 18 años se levantó de su silla toda emocionada. No había dejado de hablar de aquel chico que conoció en una fiesta hace unas semanas, decía que necesitaba un lugar en donde vivir y trabajo. Tenía mis sospechas de su entusiasmo por querer que él trabajara con nosotras.   –Es él, mamá. –dio unos brincos, el taburete casi se cae.   –Katy, siéntate– la tomé por el brazo y la hice sentar.   –¡Oh, por Dios! mamá. Es tan guapo– suspiro, él se tomó su tiempo para entrar a mi local. Tenía un caminar lento, miro en ambas direcciones antes de empujar la puerta. La campanita sobre la puerta sonó– ¡Hey! Nick– lo saludo Katy, él le sonrió y mostro una fila de dientes alineados.   –Hola, Katy– su voz tenía acento extranjero, no supe descifrar cuál, su cabello era tan oscuro como la noche al igual que sus ojos, su labio inferior era más voluptuoso que el superior, ¡Rayos! Acaba de utilizar la palabra voluptuoso para describir los labios de un chico que bien podría ser mi hijo– Buenas tardes, señora Wilson– me tendió su mano, la cual acepte, su mano era suave y me provoco cierto escalofrió en la espalda. Le sonreí antes de hablar.   –Buenas tardes, Nicolas.   –Por favor, llámeme, Nick. – volvió a sonreír en mi dirección.   –Como quieras– deje ir su mano y mire el documento que estaba sobre la barra, la foto que adjunto a su Curriculum no le hacía justicia alguna. –Entonces, ¿aquí dice que tienes experiencia como barista y en repostería? – evite mirar aquellos ojos como la noche.   –Sí, señora.   –Por favor, llamarme Brooke. – lo emite.   –Sí, Brooke. Estudie para convertirme en chef y he trabajado en bares y cafeterías antes.   –¡AH! Perfecto, porque necesito ayuda en la cocina también– esta vez sí levante la mirada, me estaba sonriendo, se me calentaron las mejillas.   –¿Necesita que le haga una prueba? – intercalo su mirada entre mi hija y yo.   –Sí, por favor– lo deje pasar detrás de la barra y empezó a hacernos un café, se movía ágilmente, como si no fuera la primera vez que estaba allí.   –Nick, ¿Qué tal has estado? –le pregunto mi hija, él la miro sobre su hombro antes de girarse por completo.   –Excelente.   –Me alegro– mi hija claramente buscaba entablar una conversación con el chico– ¿Y Sarah?   –Realmente no lo sé, lo hemos dejado hace como un mes. No hemos hablado desde entonces.   –¡Oh! – le puso una taza frente a ella y luego otra a mí.   –Gracias– el café tenía buena pinta, lo probe y creo que gemí. Era el mejor café que había probado en mis 38 años de vida. –¡Wuao! Esta muy …   –Delicioso– termino Katy por mí– ¿Verdad, Boo? Todo el mundo va a amar este café, la gente hará filas todos los días.   –¿Boo? – Nick levanto sus cejas divertido.   –No sabía pronunciar el nombre de mi mamá cuando pequeña, así que le decía Boo y se lo deje de apodo. –sus mejillas se sonrojaron al contar la anécdota.   –Es lindo– a Katy se le seguía acalorando el rostro, se notaba que le gustaba este tal Nick y bastante.   –Bueno… Nick– cambie de tema, él volvió a dirigir aquellos perturbadores ojos hacía mí– este lugar es muy importante para mí, si te contrato necesito que te comprometas con esto. Por ahora solo seremos nosotros dos y Katy hasta que termine el verano.   –Por supuesto, tiene todo mi compromiso– me dedico una sonrisa sin mostrar sus dientes. Aquella sonrisa que de seguro les daba a las chicas, para que cayeran a sus pies. Funciono conmigo.   –No sé si mi hija te comento del pequeño apartamento en la parte de arriba.   –Sí, lo menciono.   –Perfecto. No es la gran cosa, es bastante pequeño, aunque para una sola persona esta genial. Si te quedas arribas tendrás que encargarte de cerrar la cafetería y abrirla mientras yo llegue.   –Puedo mostrarte lo– se ofreció la más joven, poniéndose de pie de un salto.   –Claro– los vi entrar a la trastienda y desaparecer, me puse en pie y limpié la barra, dejando las tazas en el fregadero. Levante la mirada justo a tiempo para ver a unas mujeres pasar, miraron dentro y luego se echaron a reír. Le sostuve la mirada hasta que cruzaron la calle, vivir en un pequeño pueblo al sur de New York, con una población de menos de 2000 personas, no tenía ninguna ventaja a la hora de que los chismes se propagaran, para esta fecha todos debían de estar comentando que mi esposo me engañaba con su joven y delgada secretaria de 28 años, y por supuesto, que yo los había encontrado en nuestra cama manteniendo sexo. Eso fue la semana pasada, puedo recordar aquel momento con tanta claridad. La imagen se repetirá en mi cabeza una y otra vez. Adam no había sido el mejor esposo del mundo, pero llevábamos 20 años casados, creía que, por ser la madre de sus hijos, su amiga desde la infancia, su novia en la adolescencia me daba ciertos privilegios. Como de no buscarse una maldita amante en el mismo pueblo donde todos nos conocían desde que nacimos.   Sigo recordando como todos aquellos a los que consideraban mis amigos se reían de mí a mi espalda, por meses no podía entrar a ninguna tienda, ni ir al salón de belleza, mucho menos sentarme en el parque, porque todos se quedaban mirándome por tanto tiempo, así fue como empecé a sospechar, estaba paranoica, me imaginaba todo tipo de cosas, de qué podían estar hablando, yo era una ciudadana modelo, había salido embarazada a los 18 años, no fui a la universidad por quedarme en casa a criar a mi hijo, en cambio, le deje a Adam la oportunidad para que él si fuera, ¿y que hizo el muy desgraciado? Embarazo a su compañera de laboratorio. Debí dejarlo en ese momento, pero solo tenía 18, sin trabajo, ni estudios y con un hijo de meses. Lo perdone, que grave error. Porque volví a quedar embarazada dos años después. Esta vez, no iba a perdonar su traición. Seguía sin poder dormir en mi propia cama después de encontrarlo con ella.   Escuche las voces de Nick y Katy acercarse, ella parecía más que encantada de que el chico trabajara con nosotras. Yo estaba nerviosa, no conocía de nada aquel sujeto, no era del pueblo. Según lo que me conto Katy le gusta ir de pueblo en pueblo y trabajar por un tiempo en algún lugar, en otras palabras, era un nómada, iba y venía a su antojo. A veces pienso que me hubiera gustado viajar más, apenas si conocía mi propio país.   –Boo, a Nick le ha encantado el departamento.   –Sí, solo necesita un poco de amor.   –Te puedes mudar cuando quieras, Nick. – saque el juego de llaves de la cafetería de mi llavero y las entregue.   –Gracias – dejamos a Nick a que cerrara la cafetería mientras nosotras caminamos hasta a casa, odiaba aquella casa, ya no la sentía como mía, después de tantos años viviendo allí, criando a mis hijos, tantos recuerdos, ahora solo podía ver a Adam con aquella mujer en todos los rincones. Eran tan difícil, que abandone nuestra habitación y dormía en el mueble o en la cama de Aaron, mi hijo que se había ido a la universidad hace algunos años, seguía postergando la conversación con él.   –Oye, Boo. ¿Quieres ver una película conmigo? – Katy intentaba que yo no me deprimiera por la situación, se lo agradecía.   –Claro, Kat. Voy en unos minutos. – ahora solo nos teníamos a nosotras dos, ella era la que más sufría, pues tuve que vivirlo todo, las discusiones de los últimos meses por mis dudas, luego la separación, enterarse lo que hizo su padre, verlo irse de la casa. Me estaba matando. Fui a darme una ducha, camine sin mirar la cama, quisiera saber si esa imagen se iría de mi cabeza alguna vez. De no tener miedo a estar a solas en esta habitación. Casi corrí al cuarto de baño y me encerré echando el seguro. Apoye la frente en la puerta. ¿Por qué? Era lo único que me preguntaba, ¿Por qué? ¿Qué había hecho yo para merecer algo así? Le entregué todo, le di todo de mí y así fue como me pago. Tome una larga ducha, cerrando los ojos mientras me pasaba el jabón por el cuerpo. Esos ojos oscuros como la noche se impregnaron en mi subconsciente, aquella sonrisa de lado, sus delgados dedos. Mi mano siguió bajando por mi vientre.   Abrí los ojos a tiempo, era solo un chico. ¿Cómo podía estar pensando en él? Lo acaba de conocer, no sabía nada de él y estuve a punto de tocarme recordando sus ojos y su sonrisa. Salí de la ducha y me envolví en una toalla blanca. Me puse algo cómodo para estar en casa y me reuní con mi hija que estaba esperándome en el sofá con un bol de palomitas sobre sus piernas. –¿Qué vamos a ver hoy? –me deje caer a su lado. –No otra comedia romántica, podemos ver algo que no sea de romance.   –Ah, Boo. Son divertidas.   –Mejor vemos alguna serie de los 90s de esas que veías cuando niña– escuchamos la puerta abrirse y nos pusimos de pie de inmediato, al estar nosotras en esta casa tan grande estábamos al pendiente de cada ruido, deje salir el aire lentamente cuando vimos a Adam cerrar la puerta. –¿Qué haces aquí?   –Necesito algunas cosas– vino a saludarnos, me aparte. Me rehusaba a que me tocara, me dio una de sus miradas de perro abandonado.   –No puedes venir cada vez que quieras, está ya no es tu casa– Katy también se apartó cuando fue a saludarla. Sin decir una palabra se fue de la sala.   –¿Qué le has dicho? – se escuchaba enojado.   –¿Qué? – lo mire sin creer –¿Cómo te atreves? Aquí el único culpable de que su hija no quiera ni saludarlo eres tú. A ti fue que te encontré en nuestra cama con otra mujer, así que puedes dejar de hacerte la víctima. –estaba cansada de discutir– por favor, entrégame tu llave.   –Claro que no, sigo teniendo mis cosas aquí. –exclamo.   –Pues es hora de que te la lleves.   –Brooke, amor.   –No me digas así– se pasó la mano por el cabello canoso. Decir que era un hombre guapo se queda una corta, los años le habían caído bien, seguía teniendo buen cuerpo, se cuidaba bastante, las arrugas alrededor de sus ojos le daban un aire despreocupado, sus ojos miel claros, su piel clara y su abundante cabello castaño eran lo que me había enamorado de él, aparte de su encantadora personalidad, su forma de mirarme y tocarme, que era el chico más popular de nuestra clase, el jugador estrella de Futbol, seguía viéndose tan guapo como de 18 o a finales de los 20, pero yo, después de dos cesarías y amamantar mi cuerpo no había vuelto a hacer como cuando tenía 17 años, aquella figura esbelta y atlética quedo en el pasado. Ahora mi cuerpo estaba lleno de estrías y cicatrices del paso del tiempo, mi estomago no era completamente plato, mis senos caídos y mis nalgas blandas, no lo atraían y eso era lo que más me dolía. Que había dejado de desearme.   –Brooke, quiero que vendamos la casa.   –Para nada– le grite– esta es la casa de nuestros hijos.   –Aaron ya no vive aquí y en pocos meses Katy se ira, ¿piensas vivir tú sola en esta casa?   –Pero es su casa, no voy a permitirlo.   –Bueno, tendríamos que pelear esto en el juzgado. O mejor, no tenemos que llegar a divorciarnos, podemos arreglar esto. Te prometo que no…   –Pues lo haremos. Quiero que te vayas. – lo interrumpí.   –Brooke– intento tomarme del brazo.   –No, no me toques– me aleje, me encerré en el estudio y me eche a llorar. Yo no tenía nada, nada, lo único que me quedaba era la casa y también quería quitarme eso. 
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