OBEDECE MIS REGLAS

El frío invierno azotaba la madrugada de Madrid. Las calles estaban completamente vacías y el aire, que se respiraba lograba congelar hasta la última gota de sangre de cualquier mortal, pero en un lugar recóndito de la ciudad, un sitio casi inexistente en el mapa la noche trae consigo una jornada de puro calor y sudor donde lo único que se puede respirar es el olor a sexo duro y salvaje que hay en cada rincón. En una de las habitaciones, una joven y hermosa abogada de unos veinticinco años se encuentra tomando una medida de licor refinado y caro, mientras reposa en el cenicero de junto un cigarro extra largo. En tanto logra observar, por el reflejo del espejo que tiene posicionado en frente, como aquel hombre intenta zafarse de las ataduras que lo tienen sujeto a la cama. Cómo su cuerpo se retuerce de la desesperación de soltarse e ir en busca de ella, tomarla del cabello, tirarla sobre esa mesa, abrirle las piernas y entrar para follarla tan duro, tan rápido y tan salvaje hasta que la última gota de deseo quede dentro de suyo. -          Deja de jugar conmigo. – dice aquel hombre que aun intenta soltarse y solo escucha de sus labios una leve risa.  – sabes que no podrás con esto ¿verdad? – Él pensaba que ella jamás había tomado este papel y que su inexperiencia le estaba haciendo perder el tiempo. Sus deseos de poseerla rozaban el rencor, el mismo sentimiento que había estado intentando construir hacía ella luego de perderla, para no tener que reconocer que no la había olvidado y que por más que su cuerpo haya sido besado por decenas de mujeres, ninguna logró borrar sus huellas. -          Guarda silencio. – dijo al fin luego de dejar el vaso vacío sobre la mesa y ponerse de pie para caminar esos escasos centímetros que la separaban de la cama. – guarda energías para después, porque estoy segura que la necesitarás. – concluyó con una sonrisa de medio lado. Llevaba su cabello color n***o suelto, con algunos mechones por delante de los hombros. Su maquillaje del mismo color de su melena hacía resaltar sus ojos cafés y ese labial rojo pasión en sus labios le hacían despertar miles de fantasías que quería cumplir con ella. No podía ver su outfit, dado que aquel tapado de gabardina, largo hasta sus tobillos podía dejar mucho a la imaginación ya que no había indicios de lo que podría traer puesto de bajo. -          ¿quieres saber qué me puse para ti? – le pregunta coqueta y a él lo vuelve loco ¿en qué momento se volvió tan descarada?  - Sonrió al notar como sus pupilas se dilataban y elevaba, como podía su cabeza, para poder verla desvestirse. – comencemos por desanudar esto. – sus ojos se clavaban en los de él mientras sus propias manos hacían todo el trabajo. – hace calor ¿verdad? – dice luego suelta una risa al ver como su entre pierna comienza a tomar vida.  -  ¿tienes ganas de tenerme? – le pregunta al mismo tiempo que deja caer la prenda que cubría su  cuerpo. – no te escucho. – le contesta ella ante el leve gemido que salió de la boca de ese hombre. -          Sueltame. – le ordena haciendo fuerzas para soltarse. -          Sh… - le pide silencio en tanto corre sus cabellos hacía atrás mostrando, ahora sí, su vestimenta. Aquella joven llevaba un body n***o de cuero que enmarcaba perfectamente su cintura y levantaba sus pechos desnudos. En su cuello tenía una delgada cinta del mismo material que la prenda íntima que se unía a el mediante una leve y delicada cadena.  El ancho del material que le cubría por delante su monte de venus era tan estrecho que él podía deleitarse aún con la parte de piel que se podía ver. Un giró de ciento ochenta grados le dejó al descubierto sus perfectos y redondos glúteos, los mismo que solo los separaba aquella casi inexistente tira de cuero de un centímetro y medio de ancho y ese portaligas que dividía en dos cada glúteo y que deseaba romper con sus dientes. Aquellas botas que le llegaban hasta la mitad de los muslos y que le regalaban veinte centímetros de altura. En su mano derecha podía ver una varilla larga de un metro aproximadamente, con un “cuadrado” de cuero del mismo color de los ojos de él. -          Quiero follarte. – le dice completamente hipnotizado ante la lujuria, el pecado personificado ante sus ojos. -  ella sonríe al notar en el brillo de sus ojos el deseo y decide jugar un poco más. Lentamente comienza acercarse a él en tanto acaricia sus piernas desnudas con aquella fusta y al llegar a su bulto, el cual a simple vista podía verse con desesperación de escaparse de esa tela de algodón, sonríe y él ya descubre en aquel gesto su malicia. -          Si fuera manzana, cometerías el pecado de morderme. – le dice con mordiendo su labio inferior y él solo se deja llevar por sus más bajos instintos. -          No. – le dice y ella abre sus ojos de par a par ¿qué? ¿acaso la esta rechazando? Pero esa no era su respuesta. – Si fueras manzana te comería entera una y otra vez, hasta que la tierra se abra y el infierno me trague para quemarme vivo. -  ella sonríe, ha cumplido su cometido, pero él necesitaba pedirle algo. – fólleme, Srta Evans. – le suplica recostado en esa cama. -          Solo si esta vez, obedece mis reglas Licenciado Rivas. –   Las luces se apagan y el incendio comienza.  ______________________ ACLARACIÓN MUY IMPROTANTE: Historia situada en el año 2025.