Prólogo

648 Words
Laura caminaba por el callejón que había recorrido mil veces antes. Los tacones de sus zapatos resonaban fuertemente contra los adoquines del camino empedrado. La oscuridad de la noche no le molestaba, estaba más que acostumbrada. Podía recorrer esta calle a ciegas si fuera necesario. Pero aún así, estaba contenta de no tener que hacerlo a esa hora tan tardía. Su mirada encontró instantáneamente la puerta de su casa. Un brazo cargado con bolsas de medicamentos mientras se dirigía a casa. Con suerte, estos serían los que funcionaran, permitiendo que su hermano recuperara por completo su salud. Desde el principio había tenido esperanza. Irracionalmente optimista incluso. Alguien tenía que serlo, y ella era la única que quedaba. Ninguno de sus padres había estado allí. Habían huido en cuanto su hermano enfermó. Ella era todo lo que él tenía, y no tenía miedo de estar a su lado para cuidarlo. Un sonido sobrenatural resonó a través del callejón. Ella giró sobre sus talones, —¿Quién está ahí?— llamó, asustada. Corriendo hacia la puerta. Su velocidad estaba bastante disminuida ya que llevaba pesadas bolsas en los brazos, incluso una vez que había distribuido las bolsas de manera desigual. Le dolían los brazos mientras corría desesperadamente para llegar a su puerta. No quería ver lo que fuera que había hecho ese ruido. Una vez que estaba a solo unos pasos de la puerta, buscó profundamente en una de las bolsas para encontrar la llave de la puerta. Tardó varios minutos en encontrarla en uno de los bolsillos que tenía atados alrededor de la cintura. Sin embargo, no tuvo oportunidad de desbloquear la puerta. Cuando había estado mirando hacia otro lado, una figura había aparecido, bloqueando su entrada. Levantó la vista desde sus pies y vio un par de ojos morados brillantes. La vista no fue menos que perturbadora para ella. Una visión aterradora grabada en sus ojos. Retrocedió. Luego cayó, las bolsas se le cayeron de los brazos. El contenido se dispersó por todas partes. Botellas de hierbas y pequeñas cápsulas esparcidas por el suelo. Rodando o rompiéndose contra el suelo. Un gran montón de vidrio roto en el suelo. La figura se rió y desapareció por unos momentos. Ella vio esto como su oportunidad, y así se sentó y recogió la mayoría de los medicamentos en sus brazos. Obteniendo una gran cantidad de cortes en la piel cuando grandes fragmentos de vidrio se clavaron en su carne. Pero no tuvo tanta suerte como esperaba. Agarrada por el cuello de su vestido y levantada del suelo. Los objetos se le cayeron de los brazos mientras ella patinaba y se revolvía salvajemente. Su respiración se detuvo cuando la arrastraron hacia el techo. Una vez que la soltaron, cayó de rodillas, tosiendo con fuerza. Se sentó, con los ojos apretados mientras su mano encontraba su cuello. La garganta le ardía. Las últimas pequeñas botellas que se habían negado a soltarse de su piel cayeron de sus brazos y se desplomaron desde el techo. Causó bastante conmoción, pero nadie estaba despierto para escucharla. Ese sonido no fue nada comparado con sus gritos cuando vio quién se le había unido. Su hermano. A medida que se arrastraba hacia él, vio que su cuerpo estaba desmoronado y mortalmente pálido. Se sentó frente a él, tomando sus manos en las suyas. Estaban tan frías como él estaba inerte. Inclinando su mentón hacia arriba, vio sus ojos. Brillantes y sin vida. Las lágrimas fluían rápidamente por su rostro, abrazó su cuerpo flácido contra su pecho. Una fuerte carcajada escapó del hombre detrás de ella. La levantó por su cabello y usó su larga y negra garra para cortarle la garganta y extraer cada onza de su sangre. Pero aún algunas gotas de carmesí mancharon la nieve mientras él drenaba la vida de su cuerpo. La soltó y se fue. Sin voltear atrás ni por un segundo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD