LA TRAGEDIA QUE DIVIDIÓ EN DOS EL CAMINO – PARTE III

1086 Words
—   Tiempo sin verte, amiga. Estás renovada y más radiante (risas)… —   Sí, Eli, la verdad es que el GYM y las preocupaciones diarias han ayudado. Sin mentirte, reduje cinco kilos el mes pasado, gracias mayoritariamente al estrés del último caso jurídico que tuve, relacionado con una demanda interpuesta por la empresa IBAL SA ESP a un contratista. Pero bueno, te comentaré detalles más adelante, y gracias a Dios se acabó. —   Menos mal. Es complejo y tarea ardua ser representante legal de una compañía o empresa. Lo digo por experiencia propia y hoy, personalmente, fue un día álgido, considerando, además, que nuestro amigo incondicional, el calor, no ha ayudado tanto, como casi nunca lo ha hecho. —   Me imagino, y ya lo extrañaba “solo un poquito” (risas). —   ¿Qué tal tu relación con Marcos, a propósito? —   La verdad se ha tornado a un ambiente tenso en los últimos días. Miento, desde hace algunas semanas. Marcos y yo nos amamos, pero últimamente estamos muy distantes el uno del otro, y todo por nuestros trabajos y porque mi relación con su mamá no marcha también en buenos términos. Ella cree que yo lo evito y que, en sus palabras, me traigo un guardado. Al principio no me inmuté por su creencia, pero después empezó a afectarme porque su opinión repercutió en Marcos, lo cual era de esperarse, y es él quien, a raíz de ello principalmente, ha iniciado a evitar el contacto conmigo casi que de forma permanente. Si bien no soy la del problema, como puedes interpretar, no me inmuto ante este, y me he visto perjudicada por lo mismo. —   ¿Has hecho algo al respecto? —   He hablado con él y si bien he tratado, algunas veces es receptivo y otras no. Parece que comprende o trata de hacerlo en su defecto. Le recomendé ir a charlas psicológicas de pareja y al principio no estuvo muy de acuerdo. Días después como que su conciencia le hizo caer en cuenta que, tal vez, era lo mejor y aceptó ir. Empezamos hace poco y ya llevamos como tres o cuatro sesiones, no recuerdo bien. —   Ah, bueno. Pero es un buen inicio. Me imagino que, aunque sean poca, se ha visto mejora… —   Pues, no soy pesimista pero tampoco tan optimista como quisiera, pero sí presiento que vamos por buen camino. Hay que ver... —   ¿Y él se quedó en Ibagué? Pensé que iba a venir contigo. —   ¿Venir ahora a tu celebración? No, y se quedó en Ibagué porque su jefe no le dio permiso, aunque tampoco es que haya tenido ganas y emoción. Creo que antes fue un “premio” para él que estemos unos días alejados el uno del otro. —   No lo digas ni por broma ni en tono sarcástico Alex. Puede que sí haya querido venir. —   Bueno, seré más optimista. En ese momento arribó Milton y Eliana, como es costumbre con él, miró su reloj de pulsera para ver la hora exacta para que ella, apenas subiera con Alexandra al automóvil, recalcarle su puntualidad en el tono jocoso como suelen mantener sus conversaciones. —   Dos minutos más tarde y nos vamos (risas). —   Como reloj suizo trato que sea este auto, aunque de segunda es. —   ¡Preciso al 100! —   ¡Exacto con “x” decía mi madre! ¿Cómo estuvo tu día amor? —   Agotador, como de costumbre, pero me siento mejor desde que me levanté del escritorio. Caminar es muy relajante… —   Y me consta al vivir andando de aquí pa’ allá y de allá pa’ acá en el trabajo allá en Ibagué (risas). —   Y en primer semestre nosotros pensando que estaríamos 100% en oficina todos los días (risas). Bueno, no sé ustedes, pero dejaré que el Waze nos lleve. —   Tú nos llevarás, no el Waze (risas). —   Bueno, sí. Veremos si con su ayuda superamos mi marca o no… —   Esperamos no haya mucho tráfico y que no falle la señal. —   Amén. Para amenizar un poco más el ambiente pondré musiquita, ¿les parece? —   Escojo yo la primera canción. —   Esa es la actitud. —   Te conozco Alexa y vas a pedir una de Bon Jovi. —   ¿Segura que no eres mi alma gemela? (Risas). Pon “We Got It Going On”; apenas para este ambiente. —   Menos mal estamos en una zona con buena señal y puedo buscarla en Spotify. —   Y por si las moscas, yo podía intentar con la mía (cuenta de Spotify). —   Ya lo creo que sí. Y así, con el más agradable diálogo posible, siguieron con su trayecto, tratando de corregir posibles errores del Waze mientras la música y el humo de un cigarrillo que sacó Alexandra y que Milton, cordialmente, le ofreció candela, amenizaban aún más el recorrido. Faltando dos cuadras para llegar Milton se desvió para estacionarse y parquear en una esquina algo solitaria y con un nivel bajo de iluminación, aunque conocido para él según su relato. —   ¡Patos al agua! —   Se me durmieron las piernas. —   Y se le va a dormir todo el cuerpo a las dos si no bajan. —   Lo dices por la oscuridad de acá, ¿no? —   De hecho, lo mencionaba por la comodidad del “bebé” pero también por ello; no había caído en cuenta. —   ¿Ahora Juan Camilo no es tu bebé? (Risas) —   Quise decir, el segundo bebé (risas)… Y caminaron hasta el lugar, el cual estaba extrañamente poco concurrido, teniendo en cuenta el día, y no pensaron dos veces antes de entrar y sentarse en una de las mesas ubicadas en la parte externa, justo debajo de uno de los dos focos que alumbraba la entrada y que ayudaba a su pose como los clientes que permitirían acaparar más público en la medida que los minutos fueran pasando. “Buenas noches, bienvenidos a “Beer & Chep”. Este es nuestro menú, paso en un minuto para tomar su orden si desean”, dijo un muchacho no mayor de treinta años que extrañamente también para aquel día, solo estaba él como mesero del lugar. Milton no lo dejó dar ni dos pasos cuando le dio una palmadita por la espalda y le dijo: “Hey, amigo. Lo siento. Nosotros somos los de la reserva”. Inmediatamente el camarero cayó en cuenta, se disculpó, y se dispuso a ir adentro sin mencionar ni una sola palabra. 

Great novels start here

Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books

Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD