Prólogo

3019 Words
○○◘◘••♥♥••◘◘○○ —Señorita Foster —dice mi jefe después de revisar los documentos que tiene en sus manos —, lamento informarle que no puedo aprobar su petición de vacaciones —comenta y mis ojos se abren de par en par. —Señor, llevo cuatro años trabajando sin tomar vacaciones —. Le explico, pero el niega con una mueca de falsa pena. —Lo sé y créame que estamos profundamente agradecidos con usted por su esfuerzo y entrega a la empresa, pero en este momento estamos cerrando uno de los tratos más importantes y solamente descansaremos las fechas importantes de final de año —. Se dibuja una sonrisa socarrona en su rostro y me estira la carta de solicitud con la marca de un gran sello de “DENEGADO” —. Si no es molestia, debo seguir con mi trabajo. Por favor cierre la puerta al salir —dice con sus ojos fijos en una carpeta con documentos que tiene sobre la mesa.   Me doy la vuelta conteniendo el mal genio y las lágrimas abarrotadas en mis ojos y que suplican por resbalarse por mis mejillas. Cierro la puerta dándole una última mirada a mi jefe, quien no se ve en absoluto afectado por lo que me acaba de hacer.   Camino hasta mi escritorio y me dejo caer en la silla que ya no es igual de cómoda a como lo era hace cuatro años. Estiro mi mano y tomo la placa metálica en el borde del escritorio… “Laureen Foster. Secretaria”, suelto un suspiro pesado.   Realmente no tenía a donde ir de vacaciones, porque tampoco tenía a nadie en mi vida, solamente a mi amigo Jacob, con quien nos conocíamos desde antes de tener memoria. Ambos crecimos en el Orfanato Prince Charles en el centro de Londres. Llegué tan pequeña, que no tengo la menor idea de dónde vengo y aunque mi apellido parezca uno normal, realmente me recuerda a diario que fui una niña adoptiva (Foster child), a la que nunca nadie adoptó y que cumplió su mayoría de edad en ese lugar, donde el único que permaneció estable fue su amigo, porque los demás niños iban de pasada y era muy doloroso cuando dejaban de ser parte de tu vida, así que preferí no hacer más amigos, sino solamente agradables conocidos.   Mi vida hasta el momento no había sido nada fácil, pero desde que era una adolescente en el orfanato me había propuesto que al salir no me dejaría consumir por la calle, ni las malas decisiones, además que había descubierto mi gusto por la moda y aunque no había mucho con qué trabajar, me había convertido en la asesora de modas de los demás chicos del lugar. Lo mejor de todo era que mi amigo, Jacob, compartía conmigo ese gusto, así que al final nos convertimos en un gran equipo.   A los dieciocho años, salí del orfanato con el poco dinero que había conseguido en una pequeña feria que organizaban todos los años y precisamente su propósito era tener fondos de ayuda para aquellos que salíamos del lugar como adultos sin familia.   A diferencia mía, Jacob sí tenía el apellido de quien fue su madre, Jane Wembley, quien falleció en un accidente, dejando a su hijo solo en el mundo.   Ahora él se había dedicado a la confección y diseño de modas, mientras que a mí me había llamado por completo la atención la publicidad y mercadeo, enfocándolos hacia la moda, pero no todo pintaba tan perfecto como sonaba, ya que al salir tuvimos que conseguir trabajo en lo primero que nos ofrecieran, alquilamos una habitación en una casa horrible, pero era lo único que se amoldaba a nuestro muy corto presupuesto.    Jacob consiguió trabajo como vendedor de boletería en un cinema en el centro de la ciudad y yo como mesera en una cafetería que quedaba cerca del cinema, por lo que nos podíamos hacer compañía al salir de nuestros trabajos e irnos caminando hacia la parte de la cuidad en la que vivíamos y que no se caracterizaba por ser la mejor…   Logramos entrar a estudiar a un Colegio tecnológico, en el que aprendimos sobre lo que nos gustaba y después de mucho sacrificio, trasnochos y esfuerzo, logramos graduarnos, además de mejorar nuestro lugar de residencia al cambiarnos a un edificio más central, con mejor aspecto, más amplio y agradable.   Cuando me gradué del tecnológico, conseguí trabajo en una de las empresas textiles más importantes en Londres, solo que como era tecnóloga, me ofrecieron el puesto de secretaria, con la promesa de que con el tiempo podría ir escalando en la empresa y más si lograba profesionalizarme, lo que fue un reto, pero lo logré.   En un año y medio había logrado tener mi título como Profesional en Publicidad y mercadeo, el cual le daba mucha más fuerza al que ya tenía como tecnóloga. Con la mayor ilusión del mundo entregué los documentos para aspirar a un mejor cargo y que estuviera más enfocado a mi área, pero la inexistencia de una vacante para mí era la respuesta constante.   ¡Cuatro años! Cuatro años habían pasado y yo seguía en el mismo puesto al que llegué, con un aumento de salario irrisorio cada año y cada vez con mayor carga laboral, ya que para ascenderme no había lugar, pero para explotar mis capacidades y habilidades sí lo había.   Se les llenaba la boca diciendo que era un eslabón importante en la empresa, pero de ahí no pasaban… Ni vacaciones había tenido y ya sentía el cansancio y el estrés sobre mi espalda, los cuales estaban llevándome al límite.   Arrugo la hoja con la negativa y la meto en mi bolso. Muevo mi cuello haciendo que traquee un poco y me dispongo a terminar mi día de trabajo, intentando no tener una actitud de mierda ante las injusticias que hacían conmigo.   (…) —Hola, Lali —me saluda Jacob emocionado —, estuve pensando que vayamos a pasear al Condado de Winchester, aprovechando tus vacaciones —sonríe, pero al ver mi cara larga, voltea sus ojos y respira profundo —. ¿Te volvieron a negar las vacaciones? —pregunta y yo asiento al tiempo que le muestro la carta denegando mi solicitud. —Nuevamente sacaron la excusa del contrato importante —digo frustrada, mientras quito el abrigo que cubre mi cuerpo. —¡Oh, no! Toda la vida te van a mantener con lo mismo, ellos se benefician de tu trabajo y ¡¿qué beneficios te dan?! —comenta ofuscado, mientras mueve sus manos por el aire. —Me estoy cansando de esa situación —cubro mi rostro con mis manos, intentando ahogar mi frustración. —¡Pues yo ya me cansé, Lali! ¡Renuncia! Te estás desperdiciando laboral, física y emocionalmente con una gente que no sabe valorarte —dice tomándome por los hombros y pegándome una pequeña sacudida. —¡Tienes razón! No me esforcé tanto para quedarme de secretaria toda la vida y menos con quien no me considera un ser humano, sino un robot —digo decidida.   Jacob me ayuda a hacer la carta de renuncia, la cual pienso entregar mañana a primera hora. Me quedaré sin empleo un tiempo, pero gracias a que nunca he podido salir de vacaciones o gastar dinero en lujos, tengo una buena base ahorrada, la cual espero me dure el tiempo suficiente para encontrar un buen trabajo.   —Me encantaría poderte ayudar con trabajo en la empresa donde estoy, pero sabes que sigo de aprendiz —dice Jacob torciendo la boca y haciendo un mueca que me hace reír. —Lo sé… eres el único con quien cuento —. Me acerco y lo abrazo con fuerza.   Definitivamente cuando dicen que tener un amigo gay es una de las mejores cosas que puedes tener, no se equivocan. Él ha sido el más incondicional, fiel, colaborador, respetuoso y divertido, además que es el punto perfecto para poder hablar de chicos y de chicas, desde sus posibles puntos de vista…   —Vamos a organizar ese currículum de la mejor forma, para que consigas el trabajo de tus sueños —dice moviendo sus cejas de arriba abajo, al tiempo que los dedos de sus manos —y te ayudo a buscar posibles ofertas que se acomoden a tus capacidades —. Me guiña un ojo y yo asiento.   (…) Camino con un poco de nervios hacia la oficina de mi jefe, respiro profundo antes de golpear a la puerta. Pasa una de las secretarias del área de ventas y me da una mirada de arriba abajo con un poco de desprecio y contengo la risa. Ella siempre ha querido mi puesto en la empresa, así que no es necesario que me mire tan mal, siendo que dentro de muy poco le quedará totalmente disponible.   Toc, toc.   —Adelante —dice mi jefe con voz grave. Abro lentamente la puerta, mis manos me sudan y tiemblo un poco, pero estoy decidida, aunque ahora lo que prevalezca en mi vida sea la incertidumbre de lo que haré. —Señor Jones — camino hasta el frente de su escritorio —, vengo a presentarle mi renuncia —. Trago saliva y sus ojos se posan sobre mi rostro, haciéndome sentir un poco nerviosa. —Señorita Foster, ¿de qué habla? —pregunta incrédulo y esbozo una sonrisa forzada —. No me diga que de verdad quiere renunciar… —comenta burlón, lo que me hace fruncir el ceño —. Sabe que son pocas las empresas en las que valoramos a los empleados tanto como acá —dice orgulloso y yo intento descifran en su rostro la ironía, pero parece que está completamente convencido de la mentira que está diciendo. —Estoy muy segura y no cambiaré de idea —. Respiro profundo, controlando mis ganas de gritarle y decirle unas cuantas verdades. —Increíble… No pensé que usted fuera tan desagradecida con quien le ha tendido una mano —. «Calma… cuenta hasta diez y sonríe», me digo al escuchar lo que se atreve a decir. —Señor, usted se equivoca, estoy agradecida con la empresa por haberme ayudado cuando no tenía trabajo, he aprendido muchísimo y ha llegado el momento de ir a crecer profesionalmente en otro lugar —comento calmada y no dejándole ver las ganas que tengo de saltarle encima y ahorcarlo. —No se puede ir todavía… no puede dejar el puesto botado —me reta. —Claro que no, señor. Yo misma me encargaré de conseguir mi reemplazo y una vez esté, ahí sí me retiraré de la empresa —. Aseguro.   No dice nada, toma un lapicero y firma la carta, aceptando mi renuncia. Me da una mirada de arriba abajo, con decepción y después la extiende de nuevo hacia mí.   —Lleve esto a la oficina de personal, para que vayan alistando su liquidación —. Empieza a digital cosas en su portátil, sin darme una mirada ni nada —. Si no es molestia, cierre la puerta al salir —dice con la prepotencia que lo caracteriza.   Al salir de la oficina, voy directamente a donde me pidieron y dejo radicados todos los documentos que me solicitaron para dar por finalizado mi contrato de trabajo y poder hacer la liquidación de todo el tiempo que estuve trabajando en la empresa, además que estaban pendientes el pago de varias horas extras de trabajo, así que la curiosidad por saber cuánto sería lo que me darían, me estaba matando de ansiedad.   (…) La búsqueda de mi reemplazo no fue para nada complicada, ya que dentro de la misma empresa había varios aspirantes al puesto, adicionalmente a los que llegaron al hacer pública la convocatoria.   Finalmente quedó la secretaria del área de ventas y el día que le hice la entrega del puesto, me abrazó con fuerza como si fuéramos grandes amigas, por lo que volteé los ojos mientras ella me decía halago tras halago.   Salí de la empresa con una pequeña caja de cartón con mis cosas y un cheque lo suficientemente jugoso, como para emocionarme al punto de pensar que me podía dar por fin mis tan anheladas vacaciones… Esas con las que llevaba soñando toda la vida y no había podido tener.   Llegué al apartamento, dejé la caja en la mesa de la entrada y por primera vez en mucho tiempo llamé a pedir un domicilio de comida, sin estar pensando en el precio de las cosas que pediría… Le tendría una sorpresa a Jacob y finalmente podría quedarme despierta hasta muy tarde mientras veía televisión o dormiría hasta tarde en la mañana.   Sí, debía buscar un nuevo trabajo, pero al menos merecía tomarme libres dos días de descanso pleno en el que no tuviera que estar pensando en trabajo, ni nada por el estilo.   (…) —Bueno dormilona… ¡Arriba! — Me despierta mi amigo y suelto un quejido porque no hace mucho me quedé dormida. —Déjame dormir —le pido como niña pequeña y él se ríe, al tiempo que niega con la cabeza. —Lali, levántate que ya llevas una semana sin buscar trabajo y solo viendo películas —me critica y frunzo el ceño. —Perdón, pero sabes que es algo que nunca había podido hacer —contesto y él me mira con los ojos entrecerrados. —No se te olvide que eso es algo que yo tampoco he podido hacer —. Tuerce la boca y lanza mis cobijas lejos, dejándome destapada, por lo que el frío del ambiente haga que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.   Me levanto de la cama y voy con él hasta el comedor, donde ya se encuentra con mi portátil abierto en una página que nunca había visto y ya tiene varias pestañas abiertas. Lo miro con el ceño fruncido y él se ríe con confianza.   —Ahí tienes algunas empresas que constantemente están haciendo convocatorias, otras que nunca hacen convocatorias abiertas, pero si hay una vacante toman de su base de datos, así que no escatimes en enviar tu currículum —. Me explica Jacob y se levanta del asiento. —¿Para dónde vas? —pregunto confundida porque pensé que se quedaría conmigo a ayudarme con la búsqueda de trabajo. —Ay, Lali, debo ir a trabajar. Hoy hay un pequeño evento en una pasarela y tres inventos míos van a ser desfilados —comenta emocionado y toma sus pertenencias antes de salir emocionado. Lo acompaño hasta la puerta. —¡Éxitos! ¡Rómpete una pierna! —le digo deseándole suerte y me lanza un beso. —¡Gracias! ¡que consigas trabajo! —grita desde las escaleras y lo escucho como se aleja.   Regreso a la silla del comedor y empiezo a revisar todo lo que Jacob me dejó abierto. Me sorprendo al ver que estuvo revisando empresas internacionales que tienen que ver con la moda y no puedo negar que conseguir un trabajo en una de esas, sería el sueño de cualquiera que estuviera en el medio y más de alguien como yo, que no se ha podido desempeñar completamente en el área que estudió.   Me pongo a revisar página por página de las empresas para saber más de ellas y cuando me doy cuenta, ya se me ha ido más de medio día, por lo que me apresuro en enviar mi currículum a dos empresas en Inglaterra, tres en Estados Unidos, una en Grecia y dos más en España… En una de las españolas y en la griega están buscando específicamente a alguien con un perfil al que aplico perfectamente, en dos de las estadounidenses, tiene la convocatoria con requisitos tan amplios, que prácticamente cualquiera puede aplicar y en una de las empresas inglesas, los requisitos son más altos de lo que puedo certificar, pero nada pierdo con intentarlo y pues ya las otras son de las que Jacob dijo que almacenaban en su base de datos y las tienen en cuenta cuando hay una vacante… Ahora solo queda esperar a que respondan, aunque obviamente las que más ilusión me hacen, son a las que mi perfil se adapta.   (…) “Agradecemos su interés en trabajar con nosotros, pero en este momento no tenemos vacantes a las cuales su perfil aplique. De todas formas, la tendremos en nuestra base de datos para más adelante”. Sonrío desganada.   “Su currículum ha sido revisado y evaluado para la vacante que tenemos disponible, sin embargo, el puntaje dado no fue suficiente para que fuera preseleccionada a la etapa final de selección”. Bufo.   “Lamentamos informarle que el proceso de selección ya fue cerrado, por lo que su currículum no hizo parte de este. Con gusto estaremos esperando su nueva participación en una próxima convocatoria”. Me río irónica al leer las palabras políticamente correctas que emplean las empresas para decirle a uno, “no”.   Recibo cinco respuestas negativas de las ocho empresas a las que envié mi currículum y de las otras tres no recibí respuesta alguna, lo que me hace dar aún más mal genio, porque no tienen ni la decencia de decir que no le van a dar a uno trabajo.   Después de sentirme tan frustrada y un poco arrepentida por haber renunciado a mi pésimo empleo, pero al menos estable, decido ponerme a revisar r************* para distraer un poco mi mente del trabajo que no tengo.   De repente bajando la página me sale un anuncio emergente, que logra su cometido y captura totalmente mi atención.   “¡GRAN CRUCERO INTERNACIONAL! Solo por hoy 50 % de descuento. ¡APROVECHA!”. ○○◘◘••♥♥••◘◘○○ Hola, bellas ♥ Empezamos con esta historia, la cual espero que les guste Agréguenla a su biblioteca y sigan mi perfil para estar al tanto de mis historias Será de actualización diaria todo diciembre, así que espero me acompañen Dejen sus comentarios Síganme en mis redes IG y sss @Julycladeletras Besos ♥
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