Capítulo 4: Evelyn

2513 Words
  Sebastián Ramsés.    Al día siguiente.... Estoy en mi empresa en la oficina, y no logro sacarme esa mujer de la cabeza, aún siento su respiración agitada sobre mi rostro, su lengua, mis dedos entrando y saliendo de ella, el sabor de su v****a. ¡Maldición tengo una erección! Tengo que buscar a esa mujer y encontrarla, tiene que quitar las ganas que dejo en mi, ninguna mujer me ha dejado a si nunca, y ella no será la primera. Tomo el teléfono de mi oficina. —Agustin. —Si señor, necesita algo. —Si, puedes venir. Agustín cuelga el teléfono, y en unos segundos está tocando mi puerta, acaso vino corriendo, ese muchacho sí que es eficiente. —Sí, jefe. —Deja lo que haces, y llama a el antro donde fue la fiesta, y dile al encargado que yo, ordeno que vea las cámaras de seguridad, y que me diga con quien llegó una mujer que salió de la habitación número 7 donde yo estaba. —Está bien, señor, lo hago inmediatamente. —Gracias Agustín. Por que no había después en eso antes, conozco a todas las personas que estuvieron en esa fiesta, alguien tuvo que haberla invitado, y si puedo saber quién es ese alguien, podría encontrarla. «Sebastián Ramsés, eres un genio» Tocan a mi puerta, espero que Agustín me de buenas noticias. ¡Pasa Agustín! —Jefe lo siento, pero el gerente dice que ayer le explicó que las cámaras del pasillo estaban dañadas y serían cambiadas esta mañana —cosa que ya se hizo. —¡Maldición! —Es verdad que lo olvidé. —Gracias Agustín, continúa con tu trabajo. —Esta bien jefe me retiro. Ahora ¿cómo encontraré a esa mujer? Que me tiene, vuelto loco, tendré que contratar un investigador privado. «Pero tanto solo por follar a una mujer que nos gritó» Esa mujer enojona, tengo que encontrarla o no podré estar tranquilo hasta estar dentro de ella. Horas después...   Después de un largo día de trabajo, estoy realmente cansado y no quiero tener otro ataque de ansiedad, mejor me voy a mi apartamento a descansar, ya son las cinco de la tarde y estoy en la oficina, desde las 6 de la mañana, llamo a Agustín para decirle que me voy a casa. Salgo de la oficina y tomo el elevador al llegar a casa me tomaré mis medicamentos para la ansiedad, presiento que pronto tendré uno, y a veces no son ataques de ansiedad, son de pánico que son aún peores. Y lo peor de todo lo que me estresa más que todo es no tener sexo, pero talvez podría intentarlo con otra mujer, hoy sólo quiero dormir, mañana pediré una mujer, y le haré lo que yo quiera. Un taxi me deja en mi edificio, y subo por el elevador, y llego a mi apartamento. Pido comida y me doy un baño, seco mi cuerpo y me visto con ropa cómoda. «No hay nada como esto» pienso mientras me siento en mi cómodo sofá mientras espero que llegue mi cena.   Amalia.... Después de un día como otro en la universidad, estoy esperando a mamá que esta tarde dijo que pasaría por mi y Larissa, aunque no veo a Larissa por ninguna parte, talvez ella ya se fue a su casa, veo muchos carros pasar afuera de la entrada de la universidad, pero mamá no aparece, quizá otra vez se fue con Larissa a un salón de belleza. Escucho que suena mi celular, lo saco de mi mochila. —Hola mamá, ya vienes por mi. —No, hija es que...recuerdas a Manuel —Si mamá, era amigo de papá —¿Qué pasa con él? —Es que me invitó a salir, se buena y toma un taxi, amor. —No te preocupes, hasta este punto ya debería estar acostumbrada —mamá estaba a punto de decir algo, pero no la dejo cuelgo. —Larissa nunca apareció, mejor tomo un taxi para irme a casa. Pero primero haré algo, el otro día olvidé mi collar en el salón de belleza, donde estaba mamá y Larissa, iré caminando ya que esta muy cerca de la universidad, y ese collar me lo regaló papá.   Camino y ya estoy llegando solo me falta cruzar la calle. Pero.. ¡No puedo creerlo! Pensar que mamá prefería a Larissa antes que a mi, solo eran ideas mías, pero esta saliendo del salón de belleza, junto con Larissa felices como madre e hija. Me doy la vuelta y veo que viene un taxi, le hago una señal con la mano, y este se detiene, subo y me dirijo al consultorio de Evelin, olvidé que tenía cita con ella.   Sé que ya son las cinco y media, pero Evelin aveses atiende pacientes, hasta muy tarde, llego al consultorio de Evelin y la asistente me dice que ella me esta esperando, mucho mejor asi no espero mucho. —Buenas tardes. —Siéntate linda, ¿cómo estuvo tu día? —Normal, pero me acaba de pasar algo. —¿Que cosa? —Llamé a mamá, por lo que prometió que iría por mi a la universidad, y no fue. —Eso a mi no me sorprende —dice Evelin— acomodándose en su silla de escritorio y cruzando los brazos. —Pero eso no es todo, el otro día, olvidé el collar que papá me regaló cuando cumplí los 18 años, en el salón de belleza donde mamá se hace sus cosas, y cuando fui por él. —Tu mamá te dijo que no podía ir por ti, pero estaba en el salón de belleza con Larissa ¿Verdad? —Dice ella mientras se levanta de su asiento. —Tu... ¿Cómo? —Por todo lo que hemos hablado, sé que tu mamá es una... —Lo siento Amalia, pero si tú no lo dices lo haré yo —.Tu madre es una puta zorra desocupada, y Larissa en otra, se supone que la zorrita esa es tu amiga, pero prefiere a tu madre —¡Claro entre perras de llevan bien! —¿Sabes qué es lo peor? Evelin. —Ahora que ya te dije lo que pensaba me siento más libre —Dime que es lo peor. —No siento nada, eso significa que estoy empeorando, otra hija se sentiría celosa y triste, y le reclamaría a su madre, pero a mi me da igual. —No es que estés empeorando Amalia, es solo que ya estás acostumbrada a tu mamá —Ella no debió ser madre, lo único que a ella le importa es el dinero, la ropa y las extensiones para su caballo rubio falso. —Tienes razón, talvez, solo es la costumbre, siempre he estado sola. —Sola no linda —Yo siempre estaré para ti, sabes que no soy una simple psicóloga, soy tu mejor amiga y confidente —Me dice Evelin mientras me da un beso en la frente y un abrazo.   —Tienes razón Evelin, pero tú eres más que eso, eres la hermana que siempre quise. —Gracias, tú también lo eres. Después de que Evelin me da terapia, me lleva a casa, entro y las luces están apagadas y miren ¡que sorpresa mamá no está! Que raro, ella siempre no esta, y cuando esta, no lo esta para mí. Ya son las siete y media de la noche, y tengo un poco de hambre, me preparo dos emparedados, y me sirvo un vaso de leche fría, y me voy a mi habitación. Me siento en mi cama y enciendo mi televisión, para ver mi programa favorito, no me gustan mucho los emparedados, en la nevera había pollo frito, mejor debí comer eso. “Pollo Frito” No sé por qué, pensé en él en este momento, pero no puedo olvidar como me sentí con él, pero solo es un pica flor, patán, mejor dejo de pensar en él.          Evelin......Un año antes... “Todo esto es tan difícil, pero solo los mejores luchadores libramos la batalla y nos quedamos para pelear” Es la frase que decía mi madre, solo tenía 19 años cuando ella murió, no pasa un día sin que la recuerde, y quisiera estar con ella. Ella se suicidó por la depresión que sufría y eso me llevó a estudiar con mucho esfuerzo y sacar mi carrera de psicóloga en la universidad, por eso siempre trato de ayudar a muchas personas, personas que talvez están pasando por momentos difíciles, que no tienen apoyo de nadie. —Evelin —¿Te quedarás hasta tarde otra vez? —Me pregunta mi secretaria. —No, me iré en un momento, tengo que hacer unas compras en el supermercado, y después me iré a casa. —Está bien, nos vemos mañana. —Cuidate. Tomo mis cosas y cierro el consultorio y voy al estacionamiento por mi auto. Subo a mi auto y voy por las compras, pero cuando paso por un vecindario, hay una chica sentada, yo no sé si es un don o por el hecho de ser psicóloga, pero puedo ver a lo lejos cuando a las personas les afecta realmente algo. Ella esta sentada junto a una anciana en un viejo parque, estacionó mi auto y voy hacia ella, esta de espaldas y ella tiene la mirada perdida, asi que quiero provocarle un susto, voy muy despacio y grito. —¡Esto es un robo! La señora de al lado se asustó tanto que se le cayó la dentadura. —Lo siento tanto señora. —Muchacha estúpida, acaso quieres provocarme un infarto —dice la señora— muy molesta mientras se levanta de su asiento y se va. —No estás un poco vieja para hacer eso. —Solo quería provocarte un susto. —Claro puedes ver como estoy temblando del susto. —¿Cómo fue que no moviste ni un pelo? —Por cierto soy Evelin. —No me interesa, solo quiero estar sola. —Por favor, soy psicóloga, solo quiero ayudar y tu tienes un grave problema. —Y tú, como sabes eso, impertinente Evelin. —Se podría decir que es un don. —Dime bebé, que te agobia. —Siempre me he sentido diferente, para ser más clara, sin emociones, tengo 18 años, pronto cumpliré 19 y me acabo de enterar que mi papá no es mi padre biológico, y mi madre solo le importa lo físico, ella es una mujer hermosa, nada en comparación conmigo. —Sabes que, pienso en lo que podrías tener, puedo notarlo al ver por esos lentes tus lindos ojos. —¿Lo sabes? —Tengo algo que hacer ahora, pero toma mi tarjeta, te espero en mi consultorio mañana por la tarde linda. —Lo pensaré. —Está bien, cariño, pero no lo pienses mucho. —Digo mientras me dirijo a mi auto. Subo a mi auto y me voy, sé que ella pensará las cosas y me visitará mañana en el consultorio. Al día siguiente.... Estoy a punto de cerrar el consultorio, y esa chica no vino, quería ayudarla pero, si ella no quiere, yo no puedo obligar a nadie, es una verdadera lástima. —Evelin: Hay una chica que dice que quiere hablar conmigo. «Sabia que iba a venir» —Dile que pase. —Hola, buenas tardes, iba a venir más temprano, pero se me complicó en la universidad. —Está bien, siéntate —Y ahora, hija, dime tus pecados. —De verdad Evelin. —Lo siento, pero solo te estoy probando, y mis dudas, sobre lo que creo que podrías tener cada vez, aumentan más —Vamos bebé, dime todo. —No me pongas, apodos cariñosos soy, Amalia. —Está bien, lo siento Amalia. Mientras escucho como la mamá de Amalia se comporta, el mentirle sobre lo de su padre, el mal ejemplo que le da a su hija teniendo sexo con desconocidos, y aparte de querer más a la mejor de su hija, que a su propia hija, esa señora merece una bofetada, ya entiendo por qué esta chica está tan mal. —Primero, gracias por confiar en mi Amalia, y segundo solo te haré un pequeño cuestionario oral. —Está bien te escucho. —¿Qué sientes por tu madre? —Eso es lo raro, no siento amor hacia ella. —¿Qué sientes por las demás personas que te rodean? Por ejemplo tu amiga, tu padre y amigos. —Nada de verdad, y solo me concentro en la universidad. —¿Te gusta algún chico que te guste, o tienes pretendientes? —Algunos me han invitado a salir, chicos de la universidad, pero la mayoría me usa solo por que soy la mejor de la clase, y quieren que les ayude con su proyecto. —¿Te sientes diferente o culpable? —La mayoría del tiempo. —¿Alguna actividad o algo que te apasione de verdad o te haga sentirte feliz? —No, nada estudio, pero solo es por rutina y por ser inteligente, pero solo me importa terminar la universidad, pero tampoco no me emociona para nada. —Está bien linda, eso es todo. —Es todo, ahora puedes retirarte y venir mañana a la misma hora, por favor. —Trataré, no quiero que mi mamá ni nadie se entere de esto, esta bien cariño respeto tu decisión. —Resives clientes hasta tarde. —Si lo hago, algunos trabajan hasta muy tarde. —Entonces vendré, un poco tarde, mañana.  —Está bien, te espero Amalia. Después de hablar con Amalia, y pensar en la forma en la que actúa y la forma en la que se expresa, ya tengo un diagnóstico y una mujer, de casi 19 años con un futuro prometedor, está sufriendo de algo así, es raro, pero todo tiene solución en esta vida. —Evelin, tu cliente favorito está aquí —Me dice mi asistente, sacándome de mis pensamientos. —Dile que pase. Me acomodo en mi silla. —Hola muñeca, ¿Cómo estás? —Sebastián apenas ayer hable contigo. —No importa Evelin, me vine a despedir de ti, gracias por las terapias y tu apoyo, te quisiera recompensar, pero tú no quieres. —Claro que no, porque somos mejores amigos, desde la universidad, así que sigo pensando que eres un bastardo que solo juega con las mujeres. —Gracias por tu sinceridad, mi amiga, pero tienes razón. —¿Por cuánto tiempo te irás?. —Un año, y regresaré. —Está bien, cuídate mucho, te quiero. —Yo también eres como mi hermana. —Nos vemos señor, Sebastián Ramsés y dejé de jugar con las chicas. —No te prometo nada —Me dice el, mientras me da un abrazo. —Recuerda que los ataques de pánico y de ansiedad están presentes en ti, por favor, no te estreses tanto. —Está bien Evelin, Te quiero y te visitaré pronto cuando regrese. —Está bien, te espero. Me despido de Sebastián, él es mi mejor amigo desde la universidad, y siempre hemos convivido juntos, él es un mujeriego de lo peor, pero muy en el fondo tiene su corazón.
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