CAPÍTULO 1.

1879 Words
Hal. Me gustaba admirar el techo de mi habitación por el simple hecho de que era tan blanco que de tan solo concentrarte en el podías sentir que las cosas a tu alrededor se desvanecían y solo te encontrabas tú en un este jodido mundo. ─¿Quieres que me vaya? ─preguntó Lina a mi lado. Se sentó sobre a cama y tomó una de mis cobijas para cubrir sus senos. ─Hal. ─¿Qué? ─¿Escuchaste algunas de las cosas que te dije? ─preguntó. Pasé una de mis manos por mi rostro y dirigí mi mirada a ella para después recostar mi cabeza en el reposacabezas de la cama y observarla mejor. Su cabello rojizo con ondas se encontraba hecho un desastre, su piel bronceada llevaba uno que otro chupón en su cuello y un poco más debajo de su clavícula. ─¿Me preguntaste que si quería que te fueras? ─Por dios Hal ─exclamó. ─¿En qué mierda piensas? O sea, sé que tú y yo solo es sexo y nada más, pero puedes abrirte conmigo y contarme las cosas que pasan por tu retorcida cabeza. ─¿Y eso como para qué? ─coloqué mis manos detrás de mi nuca y elevé mis cejas esperando su respuesta. ─Porque no se en que piensas la mayoría del tiempo, no sé si necesitas una amiga con la cual hablar y contarle cosas que no sean precisamente como vas a follarla. ─No necesito hablar con nadie Lina ─solté. ─Y el día que lo necesite me acercaré a un psicólogo y ya está. ─Eres un idiota ¿lo sabías? Levanté mi pulgar en su dirección y luego estiré mi mano hacia la mesita de noche para tomar mi teléfono y observar algunas de las notificaciones que tenía. Lina se levantó de la cama cubriendo su cuerpo con la cobija, tomó su ropa del suelo y luego caminó hasta el cuarto de baño para entrar en este y cerrar la puerta de un estrellón. ─Cuando la dañes tendrás que pagarla ─solté. Tiré mi teléfono en la cama y solté un suspiro antes de levantarme completamente desnudo y caminar por el pasillo de mi departamento que llevaba a la sala, cocina y otras cosas. Llegué a la cocina y mi perro Darth Vader un Hoski siberiano con heterocromía se acercó a mí así que pasé una de mis manos por su lomo para acariciarlo. Abrí el refrigerador para sacar una botella de jugo de naranja y la llevé a mis labios para darle un largo trago. Después de ese jodido sexo necesitaba algo de néctar en mi cuerpo ya que había dejado mis fuerzas en esa habitación. Escuché el sonido de la puerta del baño abriéndose y supe que Lina ya había salido así que regresé a la habitación, tomé mi bóxer del suelo y me lo puse junto a un pantalón de chándal para después recostar mi hombro en el umbral de la puerta y observar a Lina quien estaba metiendo algunas cosas en su bolso. ─Nos vemos en alguna de tus peleas ─soltó. ─Si es que te empeñas en volver. ─pasó por mi lado chocando su hombro con el mío y se perdió por el pasillo hasta que escuché la puerta principal siendo abierta y luego siendo cerrada dado a sus típicas rabietas de niñita de preparatoria. Solté un suspiro y pasé una de mis manos por mi rostro para entrar en la habitación cuando el sonido del timbre me hizo detenerme en mitad de esta. Rodé los ojos y empecé a caminar hacia la sala. Lina tenia la costumbre de dejar, aunque sea un labial en mi habitación y luego regresarse para darme esas típicas charlas motivacionales. ─Si dejaste algo no es mi problema ─abrí la puerta y no era Lina. Frente a mi se encontraba una chica de un metro sesenta como mucho ya que su rostro se encontraba a la altura de mi pecho. Su cabello n***o se encontraba sobre sus hombros, su piel era de un tono bronceado muy peculiar, ojos verdes y una figura deslumbrante. ─Hola ─murmuró con una sonrisa mostrando unos dientes perfectos. ─¿Y tú eres? ─Simone Beckham ─me tendió su mano y observó mi cuerpo de arriba abajo. Me mantuve observando sus uñas acrílicas y luego decidí tomarla. ─No compro galletas de los niños scout ─solté. ─No tengo rostro de llamarme Carl Fredricksen. ─No soy… ─¿Qué buscas? ─pregunté. ─¿Perdiste a tu madre? ─¿Me dejarías hablar? ─soltó. Le hice un movimiento con mi mano para que lo hiciera. »─Soy Simone Beckham, vengo de Reino Unido ya que me he trasladado a una editorial que se encuentra cerca de aquí. Recosté mi hombro en el umbral de la puerta y crucé mis brazos frente a mi pecho y en ese instante caí en cuenta de que llevaba mi pecho al descubierto. »─He visitado todo el edificio en busca de algún compañero de piso ya que no hay hoteles de cinco estrellas disponibles debido a que estamos a mitad de año… ─Ni hablar ─solté. ─Sé por dónde ira esta conversación y la respuesta es no. ─¡Oye! ─exclamó. ─Ni siquiera te he dejado en claro que hago aquí y ya estas dándome una respuesta negativa. ─¿Vienes a buscar habitación? ─pregunté y ella asintió con una sonrisa. ─No. ─¿Por qué? ─preguntó. ─Este es el ultimo piso que me hacia falta y de verdad necesito la habitación. ─No, gracias por venir ─hice el amagué de cerrar la puerta, pero ella me metió su pie impidiéndolo. ─Escúchame bien idiota ─soltó con voz seria. ─He recorrido mucho estos dos últimos días y gracias a eso no he retomado mi trabajo, necesito un lugar donde dormir y comer. Te pagaré no pienses que estaré de gratis. ─No comparto habitación con chicas ─exclamé. ─Puedo disfrazarme de chico y listo no hay problema. No pude evitar sonreír y negué con la cabeza. ─De chico no te verías tan bien como te ves de chica ─contesté elevando mis cejas. ─Oye de verdad ─susurró. ─Necesito la habitación. Pasé una de mis manos por mi cabello ya que un mechón había llegado a mi rostro y lo retiré. ─Vuelve a otro edificio en este lugar hay muchos y… ─Esto es lo más cerca de mi trabajo y no quiero ir hacia un lugar donde no conozca nada. Cada vez que la chica hablaba me era difícil entender ya que su acento británico estaba tan bien marcado que algunas palabras sonaban extrañas de sus labios. »─Por favor chico, no seas malo ─entrelazó sus manos y me mantuve observándola. ─¿Cuánto tiempo? ─pregunté. ─Lo que queda de este, luego de esto regresaré a Inglaterra. ─¿Solo necesitas este lugar para transportarte a tu trabajo y del trabajo a aquí y listo? ─pregunté. ─Así es, no haré ruidos extraños, no sabrás que estoy aquí soy como un fantasma, pero ayúdame chico. ─Me llamo Hal ─solté. ─No chico. ─Está bien Hal. ─Hal Dyer ─agregué y ella asintió. Ella cruzo nuevamente sus manos como si estuviera rezando y mostró una sonrisa logrando que sus ojos se cerraran del todo. ─Por favor ─susurró. ─Bien, tengo una habitación de sobra, pero… ─¡Muchísimas gracias! ─gritó antes de caminar hasta el pasillo del edificio y arrastrar tres maletas hacia la puerta de entrada. ─Wow alto ahí ─agregué colocando mi dedo anular sobre su frente para detenerla. ─¿No son muchas maletas? ─pregunte. ─Soy una chica ─soltó. ─Y faltan dos maletas que están en mi auto. Abrí mis ojos como platos. ─¿Piensas mudarte de por vida a este lugar? ─Ya te dije que solo por un año. Me hice a un lado para que ella entrara a mi departamento con sus maletas y ella se dedicó en ojear todo a su alrededor. »─Deberías empezar a usar camiseta ─agregó sin voltear a mí y solo sonreí. Pasé por su lado y empecé a caminar hacia la habitación que ahora seria de ella, se encontraba unos dos metros lejos de la mía y era más que obvio que era más pequeña. ─Ven conmigo ─pedí y escuché sus pasos tras de mí. Caminamos por el largo pasillo y Darth Vader llegó hasta ella logrando que soltará un grito. »─No te hará nada si dejas de gritar como una loca ─solté. Ella se mantuvo observándolo y luego continuó el camino así que le hice un movimiento de mano a Darth Vader y el camino hasta la sala. Nosotros continuamos hasta detenernos frente a la puerta de la que sería su habitación, giré la perilla y frente a mi se encontraba el desastre de las cosas que se dañaban o no quería del departamento y que me dedicaba en meterlas en esta habitación. El olor a humedad inundo mis fosas nasales y al girarme observé a Simone quien se tapó la nariz y arrugó su frente. ─No me jodas ─exclamó. ─Hogar, dulce hogar ─solté y ella dirigió su mirada a mí. ─Tendrás que limpiar mucho. Empecé a caminar hacia mi habitación y ella se mantuve frente a la que seria de ella, pero antes de entrar a la mía me volteé a ella. »─Escúchame bien ─solté llamando su atención. ─¿Me ayudarás a limpiar? ─preguntó y negué con la cabeza. ─¿Entonces? ─Tendremos reglas en este departamento ahora compartido ─solté. Ella soltó una risita y al ver que mi expresión era seria cambio su rostro. ─¿Es enserio? ─preguntó y asentí. ─¿Cuántos años crees que tenemos? ¿12? ─Nada de buenos tratos y risas perfectas entre nosotros ─levante uno de mis dedos enumerando las reglas. ─¿Qué significa? ─Tú en tu habitación y yo en la mía, si nos topamos en la cocina somos desconocidos ─aclaré. ─Tú eres mi inquilina, no mi amiga. ─Bien. ─Dos ─elevé mi dedo. ─Nada de meternos en las cosas del otro. Ella abrió su boca para hablar, pero la interrumpí. »─Si hago una fiesta y se acaba a las cinco de la mañana no es de tu incumbencia, si traigo a cinco chicas para follar en un día no es tu incumbencia y si llegó ebrio a altas horas de la noche… ─No es de mi incumbencia ─continuó por mí. ─Bien ya entendí. ─Tres ─levanté otro dedo. ─Nada de sexo entre nosotros. Ella soltó una carcajada a lo cual me puse serio, pero ella continúo riendo como si de un chiste se tratara. »─Estoy hablando enserio. ─agregué. ─Jamás tendría sexo contigo ─bufó. ─No eres mi tipo. Asentí. ─Que bueno porque tú tampoco eres mi tipo. ─Ok ─soltó. ─Ok ─contrataqué. ─¿Alguna otra regla? ─preguntó. ─No, solo encárgate de no romper ninguna y viviremos felices hasta el día que regreses a Inglaterra. ─Bien ─asentí. ─¿Me ayudarás a limpiar la habitación de Ted Bundy? ─peguntó. ─No y bienvenida a tu nuevo hogar ─solté. Entré a mi habitación y Darth Vader se encontraba en esta, Cerré la puerta tras de mí, escuché su voz en el pasillo y supuse que se encontraba maldiciéndome, pero no me importo en lo más mínimo así que caminé hasta mi cama me acosté en ella y me mantuve observando el techo blanco como siempre lo hacia ya se había vuelto una jodida manía.
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