Capítulo 2 Los Taylor

1240 Words
La familia Taylor era de esas familias donde podías sentirte a gusto fácilmente, ambos padres eras personas respetables en la comunidad de greenville, el Señor Taylor era abogado, hombre honrado de valores intachables que no se dejaba manipular ni convencer de nadie, trabajaba duro y con dedicación y así logró tener su propio bufete de abogados, en cambio la Señora Taylor siendo también abogada profesional decidió quedarse en casa y cuidar ella misma de sus tres hijas. Ambos se conocieron en la Universidad de Ciencias Sociales y Políticas de NorthWest, en la capital. Trabajaron juntos para el mismo bufete durante años hasta que nació Naty y la señora Taylor se dedicó a cuidar de ella siendo ama de casa a partir de entonces. Natalia (Naty de cariño) quien era la mayor ayudaba mucho a su mamá con el cuido de sus hermanas menores, aunque la señora Taylor lograba tener organizados sus días ella le ayudaba con gusto en algunas pequeñas cosas, desde acompañarles a la primaria que además le quedaba de camino a ella y a veces prepararlas para dormir. Alisson y Amelia en ese entonces tenían 9 años de edad y eran las niñas más dulces, amigables y de corazón gentil que puedes llegar a conocer, siempre inseparables y cómplices la una de la otra. Nunca fueron un problema para sus padres ni para su hermana mayor, todos ellos eran una familia armoniosa y ejemplar. Mientras ellas me hacían conversación en ese instante no sonreí, mi cara seguía siendo inexpresiva y algo confundida. Cuando ambas decidieron sentarse una a cada lado de mí sin decir ni una sola palabra. Sólo quedarse en silencio comprendiendo quizás que yo no me atrevería a decirles nada, nunca pensé que ese silencio fuera el inicio de nuestra gran aventura de amistad. La fiesta terminó y ambas se despidieron de mí. Ese era el día de su cumpleaños y prefirieron acompañarme y terminar con mi soledad que seguir compartiendo los juegos y la fiesta con los demás y no lo comprendí. Les dije adiós y agradecí la invitación y mirándome ambas sonrieron. —Te visitaremos mañana si nos le permites — dijo Ali volviendo su mirada hacia Amelia. —Buena idea —le respondió ella —Le pediré a mamá que por favor nos lleve. —Bien — Respondí aún sin sonreír seguía sintiéndome confundida. Cumplieron su promesa al día siguiente ambas hermanas llegaron a casa acompañadas por su mamá la Señor Taylor, no vivían muy lejos de nosotros, la segunda casa de la izquierda. Ese fue el primer día en mucho tiempo que reí tanto. Nuestras conversaciones de niñas eran simples y llenas de sueños, solíamos tener largas charlas sobre lo que haríamos cuando fuéramos adultas, todo se resumía en un "cuando sea grande". —Cuando sea grande seré modelo de pasarelas — decía Amelia con frecuencia, tenia bien claro lo que haría en su futuro. —Yo quiero ser piloto de la fuerza aérea — dijo Ali — ¿Cuál es tu sueño? — preguntaron ambas, quienes sabían lo que querían, en cambio yo… Yo sólo quería regresar a los brazos de mamá, pero ya no sería posible sentir sus cálidos brazos envolviéndome así que les dije. —Papa sueña que sea médico, pero mamá quería que fuera yo quien decidiera de grande, no he pensado que me gusta, no se para que soy buena creo que aun hay tiempo para descubrirlo. Nuestros días de juegos terminaron por ser más cortos con la llegada del inicio de clases, las tres íbamos en el mismo curso y nuestra amistad creció entre tareas y juegos. Papá solía decir que las coincidencias no existen, que todo sucede por un propósito. El fue feliz otra vez desde el mismo instante que vio reaparecer una sonrisa genuina en mi rostro. Recuerdo alguna vez haber escuchado una conversación entre él y los Señores Taylor sobre como llegamos a GreenVille. Fue tan sincero y me sorprende aún el día de hoy, como por un simple acto desesperado todo fue sucediendo y mientras ellos hablaban de la vida nosotras jugábamos en el jardín cerca de ellos. —Fue una decisión no pensada, algo desesperado por salir del lugar donde vivimos mi esposa y yo por 12 años, todo me recordaba a ella... mi pequeña cayó en depresión infantil lo que la llevó a no decir una sola palabra mientras creaba una capa de soledad y tristeza — decía papá. El Señor y la Señora Taylor intercambiaban miradas de tristeza sin interrumpir a papá mientras él contaba su triste historia. —Mi pequeña Tara siempre fue una niña feliz llena de vida, dulce y encantadora. Amaba compartir con su mamá todo, su relación con ella la llenaba de seguridad. Mi pequeña no volvió a ser la misma aunque la lleve a terapia, no sirvió de nada así que tome nuestras maletas y empecé a buscar casa lo más lejos posible de la capital y llegamos hasta aquí — agrego papá- con un mapa en mi automóvil y una promesa de venta. La señora Teylor seguía en silencio con la mirada baja así estuvo hasta que su esposo hablo. —Es difícil saber estas cosas, usted es sin duda un gran hombre, nunca imaginamos que detrás de su expresión apacible hubiera tales cargas de tristezas es usted muy valiente al afrontar esta situación solo, desde este momento usted cuenta con nuestro favor siempre no lo dude ni por un segundo. Papá sonrió con gratitud y asintió con la cabeza. —Nuestras hijas — agregó la Señora Taylor — vieron algo en la pequeña Tara, desde el día que su auto paso frente a nuestra casa y ambas vieron por la ventana a Tara, Amelia dijo de inmediato «Quiero conocer a esa niña mamá, ¿Porque está triste? ¿Le puedo hablar? ¿Puedo jugar con ella para que no esté así? ¿Puedo invitarla a nuestro cumpleaños?» Jamás pensamos lo que había en su pequeño corazón, creímos que eran asuntos de cambiar de casa, de colegio o dejar atrás sus amiguitos o timidez y cuente con nosotros y nuestras niñas para hacerles compañía, cualquier ayuda que necesite o cuidar de ella si necesitará puede saber que estamos a la orden. Papá derramó sus lágrimas, por segunda vez vi llorar a papá, estaba conmocionado aún no superaba lo de mamá, jamás lo haría, mientras el Señor Taylor le daba unas palmaditas en el hombro. De repente se puso en pie y dijo. —He sido fuerte y lo seré hasta que Tara vuelva a descubrir la felicidad— les devolvió una sonrisa de gratitud nuevamente y bajó la mirada— gracias por todo. Papá siempre fue un padre amoroso, casi ausente ya que trabajaba duro todos los días todo el día, habían ocasiones en las que cuando el volvía a casa ya me encontraba dormida y no le gustaba despertarme, por esa y muchas cosas más fue difícil para ambos el quedarnos solos tener que adaptar nuestras rutinas el uno al otro. Era Arquitecto, llevaba trabajando para la misma empresa durante 16 años, en uno de sus proyectos conoció a mama y al poco tiempo se casaron fue amor a primera vista. Siempre trabajo duro para lograr tener estabilidad financiera, ahorrando lo que pudo hasta darle una casa propia a mama quien era ama de casa. Ella por su parte hacia arte con sus manos, pintaba, diseñaba y confeccionaba para sus amigas.
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