B.
La vida me había enseñado a ser una hija de puta con los hombres y eso era algo que ponía en práctica día sí y día sí. No había necesidad de ser una linda princesa rubia y jugar a ser lo que no era porque como yo solo existía una y la dama del juego siempre era yo. Nadie estaba adelante de mí porque en cuanto conocía sus intereses por mi linda cabeza pasaban una, dos y tres cosas más y siempre terminaba moviendo la última pieza del domino.
No podía dejar de sonreír mientras conducía mi auto en dirección a mi departamento. Esto de hacerme la ebria y drogada ya lo tenía de costumbre, robarles la billetera a los chicos era solo el inicio del pequeño tornado que estaban por experimentar.
Así era yo, mala y sin corazón.
Estacioné frente a mí departamento y bajé del auto junto a la billetera del chico y mi bolso. Emprendí mi caminata hacia el lobby del hotel y me adentré en el llamando la atención de algunos presentes.
Un hombre unos treinta años dirigió su mirada a mí y le guiñé el ojo antes de adentrarme en el ascensor.
Abrí la billetera y me topé con tres tarjetas de crédito y cincuenta dólares, una fotografía de una mujer de unos buenos años y la identificación del chico.
Sean Bristol.
Oficial de Policía, veintiocho años.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí de este para llegar a la puerta de mi departamento, adentré la tarjeta en el detector de ella y la puerta se abrió.
El olor a m*******a invadió mi nariz al entrar, dirigí mi mirada al balcón y me topé con Nash quien se encontraba con un porro en su mano.
─El olor imbécil ─solté antes de cerrar la puerta y caminar hasta él.
Su cabello n***o estaba perfectamente peinado hacia atrás y sus ojos azules dieron a los míos antes de mostrar una sonrisa.
─Cariño, estoy disfrutando de mi vida ─me acerqué a él y le arrebaté el porro para llevarlo a mis labios dándole una calada.
─Si vas a morir, es mejor que lo hagas en otro lado no quiero tener un remordimiento de conciencia ─aclaré y él soltó una risita por lo bajo.
─¿Tú? ¿Remordimiento de conciencia? ─preguntó y asentí expulsando el humo del porro.
─¿Crees que no tengo sentimientos y no te echaré de menos?
Soltó una carcajada y se acercó a mí, colocó su mano en mi trasero y dejó un beso corto en mi cuello.
─Cada día me haces dudar de mí mismo ─susurró en mi oído y no pude evitar sonreír.
Me volteé a él hasta quedar a centímetros de sus labios, le di una calada al porro, expulsé el humo en su rostro y me acerqué a él para dejar un beso corto en sus labios.
─Lo sé y eso me gusta porque si necesito tener sexo, estarás aquí dispuesto para mí ─le tendí el porro y pasé por su lado para adentrarme en el departamento nuevamente.
Nash era mi mejor amigo desde que tenía veintidós años, tuvimos sexo una, dos, tres, cuatro, cinco y muchas veces más hasta que un día decidió declararse bisexual y eso lo llevó a conseguirse parejas algo locas y obsesionadas. Sus relaciones no duraban el tiempo requerido.
En realidad, ambos éramos así. Disfrutábamos de nuestra sexualidad y eso nos llevaba a estar ya sea con chicos o chicas.
Mi pelinegro favorito es el dealer del local en el cual trabajo todas las noches y gracias a volvernos tan buenos compañeros decidimos vivir juntos y formalizar nuestra extraña relación.
─Cariño ─me llamó y volteé a él. ─ ¿Qué opinas de las escaleras? ─preguntó elevando una de sus cejas.
─A veces siento que me estas mintiendo y solo sigues a mi lado porque estas tan obsesionado conmigo que no puedes dejarme porque amas tener sexo conmigo y me amas a mi ─tomé asiento en uno de los sofás y abrí mis piernas frente a él con una sonrisa.
─Me gusta todo el mundo ─lanzó el porro por el balcón y empezó a caminar hacia a mí. ─Pero contigo no hay quien se resista.
Mordí mi labio inferior y mostré una sonrisa.
─Dame un beso ─susurré y él continuó acercándose a mí.
Se colocó de rodillas frente a mí y llevó sus manos hasta el dobladillo de mis bragas y se deshizo de ellas. Levanté mi vestido hasta mi cintura y Nash metió su cabeza entre mis piernas. Llevé mis manos a su cabello n***o y solté un jadeo cuando presionó su lengua en ese punto de éxtasis.
─Has que me venga ─susurré.
Recosté mi cabeza en el sofá y Nash continuó con él va y ven de su lengua en mi interior, subió sus manos desde mis muslos hasta llegar a mis senos y terminé por deshacerme del vestido y luego mi sujetador.
Él levanto su mirada y sus ojos azules dieron a mis ojos para después empezar a bajar su pantalón y sacar su notable erección. Empezó a hacer movimientos arriba y abajo mientras continuaba moviendo su lengua dentro de mí a su antojo. Apreté mis senos y solté un jadeo en el momento en que empezó a morder mi clítoris. Sacó su cabeza de mi entrepierna y acercó su rostro al mío porque ya sabía lo que pasaría. Sonreí y abrí mi boca para que el terminará escupiendo dentro de ella.
Nash me tomó de las caderas y me volteó ocasionando que mis senos chocarán con el respaldar del sofá y uno de sus dedos empezó a jugar en la entrada de mi trasero para estimularlo, me tomó del cabello y levantó mi rostro para después voltearlo un poco a él y pegar sus labios a mí. Mordió mi labio inferior ocasionando que soltará un jadeo en el acto y luego sentí cuando su polla se dio paso en mi trasero.
─Así... ─mordí mi labio inferior y solté un jadeo ante esa increíble sensación.
Si había algo que me gustaba de Nash era su manera tan salvaje de follarme y esa era una razón por la cual no nos alejábamos del otro. Era como si nuestros cuerpos necesitaran estar unidos y nunca separarse.
─Mía ─soltó entre cada estocada. ─Totalmente mía ─me dio una palmada en el trasero y solté un gemido.
Coloqué mi cabeza entre la almohada del sofá y llevé una de mis manos a mi intimidad para empezar a penetrarme con dos de mis dedos.
Me tomó del cabello y pegó mi rostro a la almohada, todo lo que veía era de color n***o, mi respiración estaba al borde de desaparecer de mi cuerpo, pero me importaba una mierda si tenía que morir así. Levantó mi cabeza nuevamente y salió de mí. Pude sentir el líquido caliente hacerse presente en mi trasero.
─Joder ─susurré.
Arregló su pantalón y empezó a caminar hacia la habitación.
─Sí necesitas más de eso ya sabes dónde encontrarme ─escuché su voz en la habitación y no pude evitar sonreír.
Me levanté del sofá y caminé en dirección a mi bolso, saqué mi teléfono y tomé la billetera del oficial de policía y marqué su número de teléfono.
Después del segundo tono pude escuchar voz.
─ ¿Bueno? ─contestó y escuché su respiración al otro lado.
Caminé hasta el balcón completamente desnuda y coloqué mis codos en la barandilla.
─Oficial tiene que llamar a su amiga para que me arreste he hecho algo muy malo ─susurré con voz sensual.
─ ¿Quién es? No estoy para estos jueguecitos, tengo un rastreador de llamada y puedo localizarte.
─Entonces hazlo ─sonreí. ─Localízame, ven a mí y estaré totalmente complacida de volver a tener tu polla en mi boca.
Silencio.
Él se mantuvo en silencio.
─¿B 666?
─No me llamo así, pero hagamos de que sí ─respondí. ─ ¿Quieres tu billetera lindo?
─Claro que sí, ahí están mis tarjetas de crédito y mi identificación.
─Dices que tienes un rastreador de llamada, entonces ven a mí ─solté. ─Te estaré esperando en mi departamento mejor de cómo me conociste.
─Castaña esto no funciona así, yo...
─ ¿Tú que señor oficial? ¿Acaso tienes miedo? ─pregunté con una sonrisa.
─Estaré mañana a primera hora en ese lugar ─respondió.
─Cambié de idea ─pasé uno de mis dedos por mi labio inferior. ─Te mandare la dirección de un local y tienes que estar mañana ahí a las siete de la noche.
─Tengo un compromiso mañana con mis amigos y...
─Cancélalo y ven a mí lindo.
Escuché un suspiro al otro lado y no pude evitar sonreír porque estaba consciente de que ya había ganado en esta.
─Está bien, esperaré la dirección ─confirmó y colgué la llamada.
Emprendí mi caminata nuevamente hacia el departamento y lancé mi teléfono junto a la billetera al sofá y caminé hasta el cuarto en donde Nash se encontraba en la cama completamente desnudo.
─Sería buena idea que me devuelvas el trabajo ─tenía su polla entre sus manos haciendo movimientos arriba y abajo y empecé a caminar hacia él.
Me coloqué a horcajadas sobre él y su polla descanso en su estómago. Empecé frotarme sobre él en movimientos lentos ocasionando que Nash cerrará sus ojos. Llevó sus manos a mis senos y los apretó logrando que arqueará mi espalda.
─Estás perdido sin mí ─murmuré.
─Necesito casarme contigo cariño ─miré a sus ojos y él mostró una sonrisa para después tomarme de la cintura y acostarme en la cama, se colocó sobre mí y sin esperar más me penetro.
─ ¡j***r! ─grité.
Entrelazó sus manos con las mías y las llevó arriba de mi cabeza para empezar a embestirme con rapidez. En definitiva, Nash es lo mejor que me pudo pasar y ambos sabíamos de que yo también era lo mejor que le pudo pasar.