II

2964 Words
Una semana, una semana ha pasado desde la visita de Roger a mi casa, y desde entonces no nos hemos separado, pasamos el descanso juntos y de vez en cuando salimos a comer un helado, no lo dejo descansar ni un segundo, cada que tengo oportunidad salgo corriendo con el detrás mio, si esa enfermedad le esta quitando la vida yo hago que ese tiempo lo pase al máximo. Nos encontrábamos en su habitación jugando FIFA, por lo que veía a mi alrededor, le encantaba el fútbol, tenia camisetas de futbolistas, balones y trofeos. Me dijo que ese día sus padres no estarían y quería hacer algo diferente, pero de haber sabido que me aburriría y perdería hubiera preferido memorizar los tipos de hongos. — ¡No es justo!— chillé disgustada— no he ganado ni una sola vez— dije haciendo un puchero. Roger dio una carcajada y se recostó sobre la cama, había que admitirlo, su risa era contagiosa, por lo tanto yo también comencé a reír. — No es mi culpa que no sepas mover un control— dijo entre risas. — No, no se, se me da mejor el fútbol real, no por medio de controles y una pantalla. — ¿Sabes jugar? Cada vez me sorprendes mas, Emma. — Aprendí a jugar a los 6 años cuando mis papás vivían en Brasil. — Que bien— respondió cabizbajo. — ¿Que te parece si jugamos?— propuse. — Pensé que te habías aburrido de jugar FIFA. — No, a lo que me refería es a jugar de verdad, correr y patear un balón. — No puedo hacer esfuerzo— contestó volteando los ojos. — Tu madre me ha dicho que puedes hacer deporte por media hora— respondí con una sonrisa triunfante. — ¿Desde cuando mi mamá y tu se llevan tan bien? — Desde que le ayude a preparar ese pastel de chocolate. — Ok. — ¿Vamos? — ¿No aceptaras un no por respuesta, verdad? — No. — Esta bien— cedió. Salimos de su habitación no sin antes tomar el balón de fútbol que estaba es su cuarto, agradecía a los dioses del universo por haberme puesto un short, mis vans negras y una blusa holgada, así podría moverme con mas facilidad. Cuando llegamos al patio trasero me di cuenta de que estaban instaladas dos pequeñas porterías, una a cada lado de este. — Cuando era pequeño, mi padre jugaba conmigo en su tiempo libre, y yo me hacia pasar por el mejor jugador del mundo— habló de repente mientras sonreía melancólico. — Pero ahora vas a jugar conmigo— le respondí mientras imaginaba a un pequeño Roger corriendo y pateando un balón, sonreí por eso. — Ok, ¿empezamos?— me preguntó. Yo solo asentí y comenzamos a jugar. Cada que el me quitaba la pelota yo lo abrazaba por detrás para retenerlo, al final quedamos empatados, 2-2, yo era muy buena; aunque no respetaba las reglas, pero Roger no se quedaba atrás, movía el balón increíble, lo lanzaba al aire y daba una tijera pero lo que mas me gustó fue la sonrisa que nunca se borró de su rostro. — Eso a sido increíble— dijo medio agitado. — Lo se, nunca me había divertido así— respondí con una sonrisa. — Ni yo, hace años que no jugaba, y es maravilloso volver a hacerlo. Después de 10 minutos de estar sentados en el césped para que nuestras respiraciones se regularizarán entramos a su casa. Nos dirigimos a la cocina para tomar un poco de limonada, el se sirvió cuatro veces seguidas, mientras que yo solo observaba el liquido que contenía el vaso. — ¿No vas a tomar?— preguntó Roger. — Si, voy— tome un trago de la limonada pero a la hora de que llegó a mi estómago, este se revolvió haciendo que unas náuseas tremendas me invadieran. Salí corriendo en dirección al baño, ni siquiera me importó dejar acerca el vaso haciendo que este se rompiera en pequeños fragmentos. Cuando llegué al baño, me puse en cuclillas enfrente del escusado para sacar todo lo malo, pero lo que mas me espantó fue ver la sangre salir de mi boca, así es, ¡sangre! ¿Qué pasaba conmigo? Creí que ese ciclo ya había quedado atrás. Cuando escuche pasos dirigiéndose hacia donde me encontraba, me senté en el retrete y jale la manija para que se fuera lo que había devuelto, tome un pedazo de papel higiénico y limpie mi boca mientras Roger se apoyaba en el marco de la puerta mirándome fijamente. — ¿Estas bien?— preguntó. — Si, de seguro algo me cayó mal, eso es todo. — ¿Segura?— insistió. — No me pasa nada, ¿ok?— respondí tajante. — Ok. — Vamos, necesito limpiar el desastre que hice en la cocina. No me respondió y se dirigió hacia esta, con mucho cuidado barrí los cristales que yacían en el suelo y después seque el liquido que se había esparcido por el piso. Roger y yo no volvimos a hablar, el aire se sentía tenso y decidí retirarme de ahí. Caminado hacia mi casa, la cual no quedaba demasiado lejos, solo pensaba en lo que había sucedido, ¿como de estar con una sonrisa en la cara pasamos a tener caras largas y ceños fruncidos? Yo sabia la respuesta... Mi forma de hablar cortante. Uno. Dos. Tres. Cuatro días y no he hablado con Roger. Cada vez que quiero hablar con el me evade o simplemente pasa de mi, en las clases de literatura no aparecía, al igual que en sociales, le pregunté a ambas maestras y las dos me respondieron lo mismo me entrega sus trabajos, pero no regresará a mis clases hasta nuevo aviso. Ok, es hora de aplicar otros métodos, y su madre me apoyaría. — Buenos días señora— dije, al momento en que contestó mi llamada. — Hola Emma ¿cómo estas?— me respondió la señora Arlette. — Muy bien señora. — Me alegro, bueno, ¿que se te ofrece mi niña? — Bueno, quería ver si podría hacerme el favor de llegar un poco tarde por Roger— pedí. — ¿Por que,Emma? ¿Sucedió algo?— preguntó alarmada. — No señora, no se preocupe, solo quería disculparme con el por algo que hice. — Esta bien, tal vez por eso estaba triste. — No entiendo señora. — Roger ha estado triste desde hace cuatro días, casi no habla y cuando llega a casa habla muy poco y sube a su habitación, su padre y yo pensamos que era porque había recaído, pero creo que es porque te extraña, solo ha tenido un amigo, y casi no se ven, y ahora estas tu, confio en ti para ayudarle. — Haré lo que pueda. — Esta bien, ¿cuánto tiempo necesitas? — ¿Le parece bien si le mando mensaje cuando termine? — Perfecto. — Gracias, gracias. — No hay de que querida. Terminé la llamada y me dirigí a mis clases, no quería llegar tarde a alguna y tener falta. ... Se llegó la hora del almuerzo y como Roger y yo no hablamos almorcé sola, hasta que alguien se acercó a mi. — Emma, ¿podemos hablar? Era Juliett. — Claro, toma asiento— ofrecí y así lo hizo— ¿que necesitas? — Solo quería pedirte disculpas por lo que pasó, eres mi mejor amiga y no quiero estar enojada contigo. — Yo tampoco quiero estarlo. — Imaginarse que todo comenzó por un enfermo, que bueno que ya no hablas con el, sabía que eras mas inteligente, de seguro lo hiciste para da a creer que lo hacías por lástima, buena esa— dijo, levantando una mano para que chocáramos los cinco. Obviamente no respondí el gesto. — Disculpa Juliett, pero Roger y yo no hablamos por una tontería que hice, pero pienso arreglarlo, y para tu información no hablo con el por lástima, sino porque es un chico bastante amable, divertido, alegre y muchas cosas mas, pero por personas con la cabeza hueca como tu comprenderás, no se expresa como es debido— no iba a permitir que hablaran mal de Roger, tendrían que pasar por encima de mi para hacerlo— y ahora me voy, me has quitado el apetito. Me fui de ahí y ella se quedó sentada y molesta por mis palabras, Roger no se merecía esto, el era bueno, y yo haría lo que fuera por protegerlo. A veces me pregunto, ¿cómo las personas pueden ser tan doble cara? Les enseñan una algo al mundo y son completamente diferentes, y no hablo del caso en que las personas fingen ser malas y son buenas de corazón, hablo de todo lo contrario, aparentan ser buenos y por dentro son peor que la mierda. Cuando era pequeña pensaba que el mundo era color de rosa, que las personas eran gentiles y honestas, pero conforme pasaba el tiempo mis ojos vieron la realidad... Los humanos son inteligentes; si, pero como dicen, nada mas para los que les favorece a ellos mismos, no les importa si para ello tienen que pisotear y humillar a los demás. Roger no había pedido nacer con esa enfermedad, nadie ha deseado tener alguna, si por nosotros fuera, en el mundo no existiría el cáncer, la varicela, o cualquier problema que afectara la salud, pero a veces necesitamos sufrir un contratiempo para ver que algo no ese bien con nosotros. ... Terminaron las clases y me dirigí a mi casillero, el cual no quedaba lejos del de Roger, así que podía escuchar perfectamente la conversación que mantenía con su mamá. — ... Ok mamá, no te preocupes... No, no me molesto, no es tu culpa que haya tráfico... Ok, te esperaré en las gradas... Yo también te quiero— y colgó. ¡Gracias, señora Arlette! Roger salió al patio conmigo detrás, obviamente guardando las distancias para evitar que me viera. Cuando llegó a las gradas se sentó, sacó su teléfono y comenzó a observarlo. Empecé a caminar a donde se encontraba y en cuanto me vio guardó su celular rápidamente, ¿a este qué le pasa? — Hola— dije cuando estuve frente a el. — ¿Que quieres Emma?— respondió tajante. ¿Escucharon eso? Fue mi corazón rompiéndose ante se rechazo. — Solo quería decirte que...— me aclaré la garganta— ... Te extraño. Silencio. Silencio sepulcral. Lo que parecía una eterninad solo fueron segundos, segundos que me torturaron demasiado... Hasta que habló. — Yo también te extraño— contestó con una sonrisa. Juro que en ese momento mi corazón dejó de palpitar y la respiración me falló, mis ojos se cristalizaron y le respondí con algo demasiado bobo. — ¿Abasho?— dije, alzando los brazos hacia su dirección. — Abasho— me respondió. No esperé mas y me lancé a el, sintiendo el calor que emanaba aquel abrazo. — Siento haber sido una idiota, perdón— me disculpé, a la par de que soltaba algunas lágrimas. ¿Que? Soy sentimental, no me culpen. — Shhh— me tranquilizó— yo también he tenido la culpa, por mi maldito orgullo te ignoré, y agradezco a los dioses del universo que hubiera tráfico, porque de no ser así, no hablaríamos. Es este momento ya habíamos roto el abrazo, así que miré distraída algún lugar para no exponerme, pero creo que no lo hice bien. — ¿Que has hecho Emma Sophia Smith?— cuestionó. — No te enojes, ¿vale?— respondí. — Lo prometo. — Bueeeeno... Tal vez le dije a tu mamá que llegara tarde para hablar contigo. En vez de reclamar soltó una carcajada y fue imposible no seguirle; es que, o sea, tiene una risa encantadora. Era sábado por la mañana, las 10:30 para ser exactos, yo me encontraba viendo, otra vez, A Dos Metros de Ti, me encantaba esa pelicula, así que me había levantado más temprano para hacer unas palomitas, y tomar una lata de Coca-cola para verla. Todo iba perfecto, hasta que mi teléfono comenzó a sonar, pero la pregunta era ¿dónde lo había dejado? Comencé a mover la manta que me cubría el cuerpo y no estaba el bendito artefacto, me agaché para ver si estaba debajo del sillón y, efectivamente, ahí se encontraba. Roger ??? ponía en la pantalla. No esperé más y contesté. — Funeraria Smith, ¿en qué puedo ayudarlo?— hablé lo más seria posible. — Buen día señorita— respondió Roger— quisiera un féretro blanco, si no es mucha molestia. — ¿De qué medida? — Que mida 1.80, por favor. — ¿Cómo se llama su difunto? — Roger Aguirre. — Mmmm, lamentablemente no tenemos féretros para Roger, ya que tiene una vida por delante, y su mejor amiga Emma es capaz de hacer un pacto con Hades para que regrese su alma. — Que mal. — ¿Qué quieres?— pregunté riendo. — Quería ver si podíamos quedar. — Claro, tu pon la hora y el lugar y ahí estaré. — ¿Que te parece a las 12:30 en tu casa? — Perfecto. — Bien, ahí estaré, nos vemos. — Nos vemos— y colgué. Me levanté del sofá y me dirigí a mi habitación, me desvestí y entré a la ducha para prepararme para cuando llegue Roger. Tardé aproximadamente 30 minutos en bañarme, salí con mi bata de baño y una toalla colocada en mi cabeza, fui a mi armario y escogí un short rosa, una blusa blanca, una diadema rosa y tenis blancos, seque mi cabello, lo peine y ya estaba lista, faltaban cuarenta y cinco minutos para que Roger llegara, así que bajé a la cocina y comencé a picar un poco de fruta, hice limonada y la llevé a la sala. Pasaron cinco minutos y tocaron la puerta. — Hola— dije cuando abrí. — Hola— respondió Roger. — Pasa. Asintió y entró a la casa mientras yo cerraba la puerta, se dirigió a la sala y se sentó. — ¿Para qué querías verme?— pregunté. — La verdad porque no quería estar solo. — Ok, entonces, ¿ qué hacemos? — Hablar. — Ok. — Hazme preguntas y yo las respondo. — Mmmm... ¿Qué piensas de mí? — ¿Qué pienso de ti?— asentí— creo que eres una persona demasiado orgullosa, eres un torbellino, porque andas de aquí para allá, tomas mi mano y sales corriendo conmigo detrás tuyo sin importarte que me puede dar un infarto, no me dejas hablar cuando es algo importante... — ¿Enserio piensas eso?— pregunté interrumpiendolo. — Dejame terminar, Emma— me silenció— también pienso que no te importa el que dirán, por eso te admiro, me encanta cuando sales corriendo jalandome, haciendo que cada célula de mi cuerpo se sienta al máximo, eres simpática sin fingir, extrovertida sin ser extraña, además, fuiste la primera amiga que he tenido... Por eso no quiero perderte— explicó mientras agachaba la cabeza. Esas palabras eran las más hermosas que me habían dicho, la forma en que expresó Cómo le gustaban mis defectos hicieron que algo en mi se enterneciera, y yo como buena chica retrasada le contesté con tres simples palabras, típico de mi... — Awwww... que bonito. — Bien, me toca preguntar— asentí— ¿qué pensaste la primera vez que me viste? — La verdad... Me pareciste atractivo, pero también me pregunté, ¿cómo es posible que un chico que ni siquiera conocen sufra tal maltrato? Si he de ser realista, desde el momento en que te vi me dije, este chico va a ser mi nuevo amigo. — Ok, te toca. — ¿Cuál es tu sueño? — ¿Mi sueño? Pues no se, la verdad. — Vamos Roger, no me hagas cantar MI sueño Ideal de Enredados. — Todo sea porque no cantes— le di un golpe en el hombro— bueno, creo que mis, porque son dos, grandes sueños son encontrar un donante de corazó— juro que en ese momento se me hizo un nudo en la garganta— aunque creo que necesito más un milagro. — ¿Y el segundo? — Si se logra cumplir el primero me centraré en el más importante, el cual es convertirme en el mejor jugador de fútbol del mundo. — Wow... Aspiras a mucho, Roger. — Así es Emma, ¿y tu?, ¿cuál es tu sueño? — Fácil, encontrar al amor de mi vida. Soltó una risa pero no contenía ni una pizca de gracia. — ¿Es enserio, Emma?— asentí dudosa— esto es increíble, y yo pensando que tenías un mejor sueño. — ¿Qué tiene de malo? — Que mientras tu sueñas con el amor de tu vida, el cual obviamente llegará, porque... ¡j***r! Eres hermosa Emma, prácticamente eres la chica por la que cualquier hombre se postraria a sus pies, hay personas que quieren terminar con la guerra, la pobreza, ¡las enfermedades! Y tu solo quieres encontrar a tu príncipe. Me quedé callada, todo lo que decía era verdad, y ahora que lo veía de otro ángulo, tenía otro anhelo. — Tienes toda la razón, y ahora que lo pienso, tengo otro sueño. — ¿Conocer a Shawn Mendez? — No, adoptar a un niño, quiero darle una casa y ser la madre que nunca tuvo. — Ya decía yo que si tenías alguna neurona. Le di un manotazo y comenzamos a reír. El resto del dia se pasó entre risas y películas, para ser sincera, nunca dejé de pensar en el sueño de Roger y, no se cómo, pero yo le ayudaré a cumplirlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD