Luna De Plata

Aquel bosque, era un lugar mágico y misterioso, lleno de vida y belleza, o al menos así lo había sentido él siempre. El sol se filtraba a través de las hojas de los árboles, creando un juego de sombras y luces sobre el suelo cubierto de musgos y hojas caídas. Estos eran tan altos y majestuosos, con troncos gruesos y cortezas rugosas. Y sus ramas retorcidas se extendían hacia el cielo como si pudieran alcanzarlo y protegían a los que, entraban allí del sol y del helado viento que corría. Si se seguía avanzando a través de él, cualquiera podía toparse con el riachuelo que, ahí había, con aguas cristalinas que, reflejaban los rayos solares, los cuales llegaban a esa parte del bosque. Una serie de arbustos y flores silvestres, crecen salvajes alrededor del arroyo, llenando el aire con sus suaves aromas. En aquel sitio se podía escuchar el cantar de los pájaros y se experimentaba una conexión con la naturaleza inexplicable que, le transmitía cierta paz. Era por eso que, Ryan, siempre acudía a aquel lugar cuando necesitaba estar solo y encontrar la calma que, había perdido hacía tantos años, justo en el momento en el cual su padre, desapareció de manera misteriosa. El aire a su alrededor estaba, cargado, con el aroma de humedad y vegetación. Caminó a través del bosque, en busca de esa soledad que, tanto, le agradaba. Curvó los labios en una sonrisa. Pese a toda esa belleza, aquel sitio transmitía también una percepción de peligro y misterio. Solo los más osados y valientes, se atrevían a entrar allí, pues existía toda clase de animales salvajes, como lobos, osos feroces, tigres, y un sin fin de otras especies, lo cual producía una sensación constante de que, algo o alguien podría estar acechando detrás de cada árbol. No obstante, a él, nada de eso solía importarle. Es más, se podría decir que, le atraía la adrenalina que, eso, le producía. Quizás era su instinto animal, su lado lobuno, pero ninguna percepción de peligro y acecho, lograba detenerlo de adentrarse en aquel bosque tan mágico y maravilloso. Caminó en busca de la tranquilidad que, esperaba encontrar ahí. Sabiendo que, la obtendría una vez que, descubriera al asesino de su padre y pudiera vengarlo. Sin embargo, en medio de su caminata, mientras vagaba sumergido en sus propios sentimientos y pensamientos, su paz se vio interrumpida por un ruido extraño que, atrajo su atención. Decidido a averiguar de qué se trataba, se dirigió de donde procedían y se sorprendió al ver que, dos hombres conocidos por ser cazadores de hechiceros, acosaban a una hermosa joven, quien intentaba escapar de ellos. Esta era alta, de complexión esbelta, cabello largo y castaño, ojos verdes y piel blanca. Llevaba un colgante en su cuello, el cual tomaba con una de sus manos junto a su pecho, como protegiéndolo. Ella intenta defenderse, pero es evidente que, no podrá resistir mucho más. ¿Quién demonios era esa muchacha y qué estaba haciendo en un sitio así? Por alguna extraña razón, totalmente desconocida para sí, sintió un fuerte e irrefrenable deseo de salvarla y protegerla de sus atacantes. Así que, antes de siquiera pensarlo, se transforma en un lobo y se lanza contra los cazadores. *** Isabella respira con agitación. Siente miedo y angustia al sentirse acorralada por aquellos seres. Un par de hombres reconocidos por ser cazadores de hechiceros y que, la han descubierto usando su magia en medio de una de sus investigaciones. Pero, estos no desean destruirla como era de esperarse, sino que, por el contrario, quieren capturarla viva para, de esta manera, usar sus poderes con fines malvados y en contra de otros seres de la zona. Es por eso que, en un intento por escapar de ellos, se adentra al misterioso bosque, sin siquiera pensarlo. Una vez ahí, se siente perdida y atrapada. Ha logrado ocultarse de sus atacantes, pero no sabe cuánto tiempo pasará antes de que, estos, la encuentren. Teme que, no podrá soportar mucho contra ese par sin lastimarlos y que, esos no se rendirán con facilidad, pero si deja que, la capturen, entonces, será el fin de algunas razas y seres inocentes. La preocupación la invade y el temor de que, sus poderes caigan en manos desconocidas y despiadadas la atemoriza. El sonido de las hojas le hace saber que, los cazadores están cerca. Mira de un lado a otro intentando encontrar un escondite perfecto que, les permita evadirlos por completo, no obstante, antes de conseguirlo, estos la acorralan, haciéndola salir. Cuando siente que, no hay escapatoria que, nada puede hacer por salvarse de ellos, un lobo de pelaje plateado se lanza contra los cazadores enfrascándose en una pelea contra ellos. Todo pasa tan rápido que, en cuestión de minutos, aquellos huyen asustados. Al principio, la joven permanece inmóvil, sin saber qué decir o hacer. Pero al cabo de unos minutos, comprende que, él la ha salvado. Sintiéndose aliviada y agradecida, curva los labios en una tierna sonrisa. - ¡Gracias! Sin ti estaría perdida. ¿Cómo te llamas? Sin embargo, lejos de volver a su forma humana, el lobo gruñe, demostrando así que, el hecho de salvarla no significa nada para él, ni siquiera le agrada. Ella asiente aceptando el rechazo y sin decir una sola palabra para no incomodar a su salvador, decide alejarse, en busca de la salida y regresar a casa antes de que, oscurezca. Comienza a andar desorientada y tras unos minutos perdida en aquel lugar, siente que, alguien, la sigue y se detiene. Se gira sobre sus talones y observa a aquel lobo a una distancia prudencial. A pesar de su deseo de estar solo, Ryan se siente de manera inexplicable atraído hacia la joven y con una necesidad imperiosa de asegurarse de que, este a salvo y segura. - No tengo miedo de ti. Puedes acercarte, no te haré daño. — le dice ella. Él detiene su andar y la mira con fijeza, sin decir una sola palabra. No importa qué clase de magia use esa mujer, no confiará en ella jamás, ni permitirá que, use esos trucos en él. Solo se aseguraría de que, saliera de aquel lugar a salvo y volvería a su vida. Con un movimiento de cabeza, Ryan le hace señas para que le siga. Sin dudarlo ni un segundo, Isabella asiente y comienza a seguirlo más de cerca. - ¿No me dirás cómo te llamas? - preguntó ella al cabo de unos minutos de estar juntos - Yo soy Isabella. — le indicó con alegría. Él no respondió ni hizo ademán alguno que, le indicara que, está dispuesto a conversar con ella. - Entiendo, tal vez no desees hablar. Pero yo te agradezco de nuevo por salvarme. Te debo mi vida. Ryan siente un extraño magnetismo que, lo atrae hacia ella. Sin embargo, esa mujer es una hechicera, un rival natural de los hombres lobos, sus destinos están, condenados a ser enemigos por siempre. Así que, no tiene caso alguno que, intente socializar con ella, pues antes de que, pueda darse cuenta, esa hechicera podía terminar traicionándolo y atrapándolo con unos de sus trucos sucios. Ni siquiera puede comprender lo qué acaba de suceder. ¿Por qué de pronto se lanzó a salvarla? A él, ni debía de importarle lo que ocurriera con ella. Al fin y al cabo, si moría, sería un enemigo menos de quien preocuparse, ¿No? Pero una especie de atracción y conexión lo tenía atrapado. Y no pudo evitar salir en su rescate. Claro que, eso no volvería a suceder, pensó para sí. Si esa insensata volvía a adentrarse en el bosque, y era capturada y asesinada por cazadores, él no interferiría esa vez. Se detuvo de pronto al llegar a la salida del bosque. Y sin decir nada, se alejó de ella, bajo la atenta mirada y sonrisa dulce de la joven, quien sentía que, aquel encuentro, cambiaría para siempre su vida.