Capítulo II: Celebrando el cumpleaños

4329 Words
—Esta oficina es un poco claustrofóbica, es como una pequeña celda, tu tan hermosa mereces estar donde todos te vean —le dijo coqueto Ignacio. —No me hagas reír, es lo último que quiero en este lugar —dijo ella. Ignacio se levantó, se le acercó, la tomó por la cintura, la acercó hacia él, y le dio un beso en la mejilla cerca del labio que la deja mareada, su perfume la embriago. —¡Vamos! Tenemos una reservación para un almuerzo para una cierta cumpleañera.  Salieron tomados de las manos y todos los miraban, Bianca trataba de contener las risas, no podía esperar a que la puerta del ascensor se abriera los tragara y los arrojará hasta la plata baja. El restaurant era nuevo para ella, Lit Or se llamaba, era elegante pequeño pero muy lindo y acogedor, todas las mesas estaban cubiertas con un mantel blanco y las sillas eran blancas, al igual que las paredes. —¿Te gusta? —pregunto Ignacio. —Sí, gracias, es hermoso, nunca había venido aquí. —No me agradezcas hasta que pruebes la comida, y bueno hoy es un día doblemente especial, ya me entere de que formaras parte del equipo que atenderá a la corporación de la O. —Sí, todos están haciendo algo de escándalo por eso, están extasiados por trabajar con ellos —dijo con fastidio ella. —¿Ordenamos?, la especialidad de la casa es salmón con especias ajo y cebolla —reveló Ignacio. —Está bien, ordena tú —dijo con desdén, que él ni notó. —¡Es normal!, es un gran cliente —dijo mientras hacía señas al mesonero. —¡Supongo! —¿Cuántos años cumples?  —No puedo creerlo, me dejas asombrada, eso no se pregunta —dijo ella con evidente asombro.  —¡Cumples 26! , te estaba dando una oportunidad, eres muy joven para esas tonterías.  El mesonero se acercó iba directamente viendo los pechos de Bianca, ella lo notó. —¡Dios! No debí sacarme el suéter blanco, ya me di cuenta que no debí hacerlo —pensó para sí pero lo ignoro mientras Ignacio ordenaba con diligencia para ambos. —¿Cómo sabes mi edad? —le preguntó intrigada a Ignacio. —Cuando comenzamos juntos en la firma, me dijiste tu edad, ¿No lo recuerdas? —Sí, seguro lo hice, estaba impresionada por tu verbo y tu físico y te habría dicho cualquier cosa. —Así que te tenía impresionada—le dijo Ignacio con asombro—. Te lo iba a preguntar camino a casa de tu hermano, pero ¿Por qué quieres que vaya contigo a esa cena? —preguntó él evaluando la reacción de ella. —Porque eres hermoso y quiero darle celos a mis cuñadas. —Ah eso está muy bien, me usas por mi irresistible físico, pero ¿Para qué? —insistió. —Sabes que termine con Alberto hacer 4 meses, para mí todo bien pero no quiero llegar hoy a una celebración familiar sola, no quiero que me pregunten por él, ni sentirme incomoda, lo siento, no debí pedírtelo —le confesó ella avergonzada. —Cariño, sabes que hago cualquier cosa por ti, eres la única alma pura ese infierno donde trabajamos, cuenta conmigo. Aunque ahora que conocerás a Maximiliano de la O, podrás presumir de eso, es más guapo y rico que yo, quién sabe puede hasta que quede prendado de ti y puedas llevarlo a cenar con tu familia el próximo año. —le dijo Ignacio para animarla. Bianca soltó una carcajada —Me haces reír mucho, eres una compañía muy agradable,  eso es lo que me falta, andar con un hombre casado, y porque me miraría ese hombre, has visto a su esposa es despampanante. —Cari, ese hombre se divorció hace un rato, la mujer lo dejo creo. —¿En serio? No sabía, creí que aún estaba casado. —Se dice que él no quería hijos y ella si, por ahí parece que se quebró su matrimonio —especuló Ignacio. —Admito que si me da curiosidad conocerlo,  va a ser intimidante —dijo Bianca mientras veía como le servían la comida. —No te envidio ni un segundo, presiento la presión que habrá en ese equipo, no será nada fácil —dijo él. —Gracias por los ánimos, eres muy bueno apoyándome, pero solo haré de traductora —le anunció ella con gesto de desilusión. —¿En serio?, ¿Solo eso? —Si básicamente, ¿Qué tanta presión puedo sufrir por eso?, aprovechare el tiempo para andar de curiosa. —Y ve a ver si pillas arte de los grandes y aprendes algo al fin —bromeo.  —¡Bobo! Déjame —le dijo ella echándose a reír —. Gracias por el almuerzo, te forcé y en la noche te usaré, yo pagaré esta cuenta. —Puedes forzarme todas las veces que quieras y usarme como gustes Bianca —le dijo él en tono sugerente.  Bianca se sonrojo y no supo si responder o ignorar el comentario así que solo le sonrió. —Está bien paga tú la cuenta Ignacio, pero no intentes cobrármela después. —¡Jamás Cari! —le dijo entre carcajadas. —La comida ha estado deliciosa, y tu compañía como siempre agradable. ¡Gracias! —le dijo ella. —No parece, dejaste bastante, disculpa que me fijara, y por nada, para mí es un placer también estar en tu compañía, espero que no hayas dejado casi todo el plato porque estuvo mal la comida. —Ha estado bien —le dijo ella. Ignacio le tomó la mano y se la besó con delicadeza mientras cerraba los ojos, un corrientazo le recorre el cuerpo a ella. —¡Oh Ignacio!, ¡Qué calor!, juraría en este momento que me desea, pero también juraría que se iría con el mesonero si se le da la oportunidad —pensaba ella confundida. —¡Estoy tan confundida y algo excitada por su contacto físico, debo admitir!, esta noche será interesante e incómoda, incómodamente interesante, interesantemente incomoda —divagó un rato más en su mente. Al subir al auto Bianca se quitó todas las piezas que llevaba encima, el clima de la ciudad era fresco pero ella sintió calor, entre el contacto de Ignacio y la comida y el vino  se le subió algo la temperatura corporal. Quedó solo en su vestido rojo. Ignacio entró al auto y cerró la puerta, giró a ver a Bianca. —Te ves despampanante, hermosa de verdad, como estrella de cine. —Como estrella de cine arreglada para parecer estrella de cine, supongo. —respondió ella. —Hermosa y punto —se inclinó sobre ella y le depositó un cálido beso en la frente, húmedo y tibio fraternal beso en la frente y la ha dejado helada, de pronto ella sintió frío de nuevo, eso si que es ir de caliente a frío en instantes. Ya en su oficina Bianca pensó que estaba tan necesitada de contacto físico y tan falta de cariño que hubiese querido que ese beso que Ignacio le dio en la frente se lo hubiese dado en la boca. —Nos hubiésemos besado apasionadamente en su carro, me habría apretado contra él, lo que hubiese sido sentirlo tocarme entre mis piernas ¡oh Dios, a los lugares que va mi cabeza! —pensó para sí sonrojándose y agradeció que no hubiese nadie con ella en su oficina para notarlo. —Que patética me siento, ¡Dios! ¡Ayuda!, ¡Universo!, ¡Alguien!,  ¡Qué patética soy! ¡Es Ignacio!. Quiero morirme de vergüenza, ahora que lo vea más tarde debo olvidarme de estos pensamientos porque la verdad no voy a prescindir de él, ni loca llegó a esa cena sola e Ignacio resulta justo la compañía perfecta —dijo para ella en voz baja en su oficina. —¡Hola! —saludó Nia que pasó y se sentó de una vez frente a ella, llegó con cara de querer preguntar alguna impertinencia y Bianca lo notó. —Hola, Nia —respondió con una sonrisa, fingió que le alegró verla, entre aliada o enemiga, la prefería amiga. —Cariño, Ignacio y tú de la mano, saliendo a almorzar, ¿me perdí de algo? —preguntó con una sonrisa pícara. —¡No te perdiste de nada!, hoy tengo una cena donde mis padres y quería llevar a alguien, se lo he pedido a él, así que al menos le debía el almuerzo —mintió ella para no dar detalles. —Entiendo. Imagino que por tu ex novio, querrán saber si lo superaste y esas cosas. —Exacto, de hecho no quiero ni que toquen el tema, por eso le he pedido a Ignacio que me acompañe. Me he sentido un poco mal luego de pedírselo, pero se que me sentiré peor si llego sola —admitió sinceramente, se sentía un poco patética y sentía que usaba a Ignacio. —¡Amiga!, espero que esto sea así de difícil para ellos también —le dijo Nia tratando de mostrarle solidaridad. Bianca le agradaba y sabía de las pequeñas conspiraciones en su contra en la oficina, la quería apoyar sinceramente. —Si, en estos días el me pidió que lo acompañara a la boda de su prima, imagino que para lo mismo, evitar hablar de mí, estuvimos 3 años y medio juntos, todos preguntan —le dijo ella, puso una expresión triste.  —¿Y fuiste? —¡No! Me lo pidió por mensaje de texto, por mensaje de texto le dije que no, ni me preguntó cómo estaba —esta vez Bianca se dio cuenta de que estaba decepcionada de Alberto y era la primera vez que lo decía.  —Creí que me habías dicho que habían terminado muy bien —le preguntó intrigada Nía. —Bueno eso creí, el día siguiente que terminamos me escribió, un texto agradeciendo el tiempo que pasamos juntos, dijo cosas bonitas sobre nuestros futuros como nos podíamos conectar como amigos más adelante, pero nunca mas me escribió, y es incómodo porque mi familia pregunta por él, como si yo tuviera que saber  —dijo. —¡Ya! Bueno no hablemos más de ese hombre, hablemos del futuro, de este hombre —le dijo y le mostró en su celular una foto de Maximiliano de la O. —Es  guapo y ya se que soltero otra vez —dijo Bianca. —¡Si! Soltero, rico, poderoso, lo que necesitamos nosotras —dijo Nia haciendo un gesto coqueto. —Yo por ahora necesito salir airosa de una reunión familiar, no digamos ya conseguir pareja. Si quisiera aunque sea un anoche de sexo. Extraño el sexo —confesó a Nia. —Bueno querida, no creo que se case con alguna de nosotras pero podremos verlo de cerca y quien sabe si algo más y te resuelve lo del sexo —le dijo soltando una carcajada a la que se le unió Bianca. —Nia, debo terminar de poner en orden estos papeles de estas compañías para dedicarme a mi nuevo trabajo de traductora a partir de mañana —se disculpó Bianca. —¡Si! Te dejo, espero que no te amargue eso de las traducciones, haberte incluido en el equipo ya fue bastante bueno para ti. —¡Supongo!  —¡Chao! —se despidió Nia. La cena a la que debía ir Bianca por su cumpleaños iniciaría a las 7 y media de la noche, sería en casa de su hermano mayor Dionisio, él y su esposa Gema vivían en un hermoso conjunto cerca de la playa. Gema era muy educada, aunque distante siempre era cordial y respetuosa con Bianca, le llevaba 15 años a Dionisio, tenían ya 5 años de casados, hacían buena pareja, aunque no tenían hijos juntos, ella tenía un hijo de 10, marco y Dionisio tenía un chico de  7,  Moisés.  Gema lucía siempre genial, a sus 49 años lucía mejor que cualquier chica en sus 20, además era muy elegante. No era ella la que le preocupaba a Bianca, era Cintia, la esposa de su hermano Augusto, Cintia tenía la misma edad de Bianca, era hermosa y tenía su propia línea de ropa, estudió marketing así que hacía mucho del trabajo de su negocio con eficiencia, tenía empleados y le estaba yendo muy bien, su hermano tenía 31 años y estaba embobado por ella, no veía lo malvada que ella podía ser, siempre queriendo hacer sentir menos a Bianca, hacerla sentir inferior con todas su sutilezas y lograba desequilibrarla.  Para empeorar todo, su hermano menor Leo estaba saliendo con una odiosa chica de 21 años, Ana,  que estaba embobada con Cintia, porque le daba ropa, y modelaba para su línea de vez en cuando, la hacían sentir miserables las dos. Amaba  a sus hermanos pero no podía estar más incómoda con ellos, era imposible, al menos estaría su prima Gedalía, se crió con ella prácticamente, tenía 28 años, y como 7 años con su novio Arturo que era como un hermano más, ella contaba con ellos dos y Ignacio para pasar bien la noche, porque sus padres estaban bastante decepcionados por su reciente soltería, ellos querían que se casara con Alberto. Se apresuró hacia la oficina de Ignacio, estaba absorto en su portátil, miraba de soslayo los papeles que tenía sobre el escritorio, regresó la mirada a la computadora, parecía ocupado y preocupado. —¡Ignacio! Pronto serán las 6, le dije a Gema que estaríamos cerca de las 7 pm. —le recordó ella. —Cari, ¡lo siento! Ha surgido algo, no podré acompañarte, aunque deseo hacerlo no puedo —le informó. —¿Queeee? Me dejarás sola, no puede ser, me voy a morir, prefiero no ir, me voy a morir —gritó ella desesperada. Soltó una carcajada sonora —Solo bromeaba, no continuo solo para que no se haga tarde, pero podría  disfrutar tu sufrimiento un rato más —se burló él.  —¡Gracias a Dios!, pero te odio, no me hagas eso —lo regañó.  —Ni loco me pierdo esa cena, estoy ansioso por conocer a las mujeres que te ponen asi de nerviosa —le dijo riendo. —No te agradaran —sentenció Bianca. —Veremos si yo les agrado —dijo Ignacio. 7 y 15 pm, el tráfico estuvo ligero pero Ignacio insistió en detenerse a comprar unas botellas de vino para llevar  a casa del hermano de Bianca.  Gema abrió la puerta dijo un inaudible hola mientras saludaba a Bianca y no dejaba de mirar a Ignacio, el  moreno alto hermoso y elegante que la acompañaba, sonrío y le miró con cara de tonta, Gema pensó que Bianca si que se los conseguía guapos, era bella no le sería difícil, especuló. —Gema, él es mi amigo Ignacio. —lo presentó en voz alta y con algo de picardía— Ignacio querido, esta es Gema mi cuñada —dijo tratando de proyectar mucha seguridad. —Encantado Gema, Bianca me ha dicho que prepararon la cena por su cumpleaños —saludó él. —¡Si claro! —dijo Gema apenada como si de pronto hubiese olvidado porque estaban ahí.  Gema se giró hacia Bianca y la abrazó.  —¡Feliz cumpleaños Bianca! espero que te hayan consentido hoy y bueno ahora nos toca a nosotros consentirte —le felicitó sinceramente. —¡Gracias Gema! —respondió Todos estaban en el área del comedor  reunidos mirando hacia ellos con caras de asombro, Bianca pensó que lo había logrado, dejaría secas de envidia a sus cuñadas.  Todos gritaron al verla, ¡Feliz cumpleaños! Le gritaban y decían la cumpleañera llego, y no llego sola. Bianca no cabía en ella. Cintia estaba parada junto a Ana, las dos veían a la pareja recién llegada con sus sonrisas hipócritas, Cintia sonrió al ver a Ignacio, se le acercó corriendo. —¡Oh no! ¿Qué pasa aquí? Le preguntará si es mi novio seguro —pensó Bianca. Cintia abordó sin más a Ignacio. —¡Dino! —le dijo a Ignacio. —¡No! Cintia querida se llama Ignacio —le dijo Bianca con tono petulante. Ignacio puso una expresión de extrañeza en su rostro. —¡Él quería ver este circo! —pensó Bianca. —¡No! Dino, es uno de los modelos que trabajó para mi colección, es andrógino, todo hermoso, Ignacio es su novio, ¿No me recuerdas? —le preguntó Cintia a Ignacio. Bianca sintió que su mundo colapsaba, que el suelo se abría y ella caía en espiral hacia el vacío y quería que fuera cierto y perderse en el medio de la tierra. —Siento que estoy mareada y me voy a desmayar, todos están a la expectativa y yo solo quiero entender que dijo, Ignacio, Dino, novio en la misma frase, Ignacio estará apenado — pensaba Bianca Ignacio soltó una carcajada dulce e hizo un gesto tierno juntando sus dos manos en su pecho. —Ya no salimos, no te recuerdo pero el me hablaba mucho de ti, no recordaba tu nombre, disculpa. —le respondió él sonriente. —¡No! Claro él me dice Cici, no Cintia, será por eso —le dijo ella poniéndole una mano en el brazo. —¡Ah ya, por eso, ¿Cómo me reconociste o recordaste? —preguntó intrigado Ignacio. —Nos presentó una vez, claro estábamos ajetreados puesto que ni notaste a quien te señalaba pero en ti si me fije, todos queríamos saber quién era el novio de Dino, el hermoso novio de Dino —respondió Cintia mientras miraba a Bianca. —Tengo tiempo que no lo veo, si lo ves envíale mis saludos por favor —le pidió el. —Claro, por supuesto, se va a morir, cuando le diga que eras la cita de mi cuñada —dijo irónicamente mientras no le quitaba la vista a Bianca, tenía una expresión de burla en su rostro. —¡Maldita! —Pensó Bianca sin atreverse a abrir la boca aún. Cintia le tenía mucha envidia a Bianca, porque era profesional, bonita, porque su ex novio era un corredor de autos con algo de fama, porque la prensa llegó a escribir sobre ella por eso, porque era amable y todos la querían. Vivía en constante competencia con ella. Cuando Bianca terminó con Alberto, Cintia concluyó que ella iba ganando. —Bianca me ha traído a su cena en agradecimiento a que la lleve a almorzar hoy fuera de la oficina, tan despampanante como se veía hoy debía ponerla a salvo de los acechadores de la oficina —se apresuró Ignacio a salvar la situación.  —Si, hermosa ella, como siempre —le dijo Cintia riendo con una risa falsa.  —Ignacio eso estuvo más o menos aceptable, más o menos —pensó Bianca que aún no articulaba palabra. —Pero es gay, definitivamente si es gay, no tengo oportunidad con él, ¿gay? Y la confirmación la tengo nada más y nada menos que de Cintia, la estúpida de Cintia, quiero morirme ya —continuó divagando en su mente Bianca. Augusto notó la expresión de incredulidad de Bianca y salió a saludar a Ignacio. —Hola, soy Augusto, el esposo de Cintia, ya me estaba poniendo celoso del hombre que traía del brazo a mi hermana y que llamó la atención de mi esposa, bienvenido —le dijo amable y ambos rieron.  —Gracias por acompañar a mi hermana hoy en su día —le agradeció Augusto.  —¿Sabías que tenemos la misma edad? Bueno ya hoy no, ahora ella es mayor pero por unos meses —dijo dirigiéndose a Ignacio. —En cinco meses te alcanzo querida. —le dijo a Bianca. —¡Te odio! —pensó Bianca pero se limitó a sonreír levemente sin decir nada. —¡Vengan a la mesa ya por favor! —dijo Dionisio que obviamente fue él quien se encargó de la cocina. La mesa estaba impecable había doce puestos, Bianca suposo que hicieron uno para Ignacio a último minuto, ella nunca avisó que iría acompañada y dudaba que lo supusieron. La mesa rectangular estaba cubierta por un mantel blanco que lleva uno más estrecho color rosa en el centro, a lo largo de la mesa, todo bajo un candelabro de apariencia antigua con, con 26 velas rosas encendidas, A Bianca se le salió una lágrima, la mesa estaba hermosa, el detalle del candelabro la dejó extasiada. —Gracias a Dios soy cursi y me entretienen esas cosas, porque el ridículo que intente con Ignacio me ha dejado  avergonzada —pensó Bianca. Gedalia la miró desde el otro lado de la habitación, le sonreía abrazada a Arturo, él le guiña un ojo. —¡No estoy sola! —se dijo Bianca. —Bueno, todos tomen sus asientos, dijo Gema, ¡Bianca por acá con Ignacio por favor! —dio órdenes Gema. Se sentó junto al  padre y la madre a Bianca y por cosas de la vida ella quedó frente a Cintia e Ignacio frente a Augusto. —¡Feliz cumpleaños Bianca!, dijo Dionisio —Hoy quisimos preparar un plato especial, no todos lo van a amar pero a ti te encantará, Sopa de cebolla, Envolturas de repollo a la parrilla y una cazuela de papas al horno con tomate y albahaca y muchas especias —explicó con orgullo. Todos rieron. —Por ti hermanita me lo como todo, vegetariano por una noche, feliz cumpleanos hermosa —le dijo Leo. ¡Feliz cumpleaños! Dijeron  todos. Ignacio volteó a mirar a Bianca contrariado. —¿Eres vegetariana? ¿Por qué no me lo dijiste? En el almuerzo casi no comiste, claro, ahora se porque —le dijo al oído. —¡Tú tampoco me dijiste cosas! —le respondió Bianca al oído con una sonrisa falsa. —¿Qué debería decirte cariño? Nada debía decirte —le dijo  mirándola con picardía, le tomó la mano y se la beso.  Cintia no se perdió la escena, y no perdió oportunidad de comentar algo. —¡Que lindos!, ¿Son muy buenos amigos ustedes? Que lindo se ven juntos, lástima que Ignacio no esté interesado en mujeres, son hermosos los dos, deben ser la envida de la oficina —dijo con mala intención. —Si, de hecho si los somos, todos quieren ser nosotros o coger con nosotros —le espetó Ignacio. Leo, Ana, Augusto, Dionisio y Arturo soltaron una carcajada, los  padres de Bianca se quedaron  atónitos e Ignacio se dio cuenta. —¡Lo siento! No debí decir eso, lo siento tanto —se disculpó Ignacio, visiblemente apenado. —Tranquilo, Cintia tampoco debió hacer ciertos comentarios —dijo el padre de Bianca. —¿Ah? ¿No? —preguntó Cintia con fingida inocencia. —No. — le repitió el padre de Bianca. Ella le lanzó un beso al aire y él le sonrió pero le hizo un gesto de reprobación.  —Mi padre también adora a esta arpía, solo Gedalia, Arturo y yo sabemos lo bruja que es —pensó Bianca. —Yo creí que era tu nuevo novio porque entraste toda orgullosa con él, ¿Si sabias que era gay no? —preguntó Ana, la novia de Leo. —¡Que maldita tan grosera! —pensó Bianca que le lanzó una mirada fría pero no respondió. —¡Ana! No seas impertinente —la regañó Leo, ella hizo un gesto como si entendiera porque la regañaba. —No está bien que la celebración del cumpleaños de Bia lo convirtamos en un foro sobre la orientación s****l de su amigo, quien tan amablemente la ha acompañado hoy y ella entusiasmada lo ha traido con su familia —dijo con firmeza Don Lucrecio —Lo siento Ignacio, siento mucho este circo. Ana se hizo la desentendida y Cintia la miró y se sonrieron. Doña Luz se giró a mirar a Bianca y  le sonrió con ternura,  entendió todo, se dio cuenta de todo, Bianca quiso llegar acompañada y era obvio que no sabía lo de Ignacio al llevarlo. —Ignacio es mi buen amigo de la oficina y hoy he querido que conozca cual es mi verdadero cumpleaños y a mi familia —explicó Bianca con tono de víctima. —Y yo estoy feliz con la invitación y la hospitalidad de todos —agradeció Ignacio. —No se hagan los locos y terminen de comer, es mucho y son vegetales, se pudren rápido —dijo Dionisio —. Bia, hermosa, siento si no es sofisticado, fue lo que Gema y yo pudimos cocinar que nos quedara medianamente bien. Se justificó. —Está todo delicioso, gracias a los dos, valoro mucho que quisieran cocinarlo ustedes mismos y no lo pidieran a un restaurante, de hecho estos enrollados de repollo están deliciosos, supongo que el calabacín y el arroz se te salieron un poco de control pero está todo muy rico, con muy buen sabor —agradeció ella. —Él estuvo a punto de rendirse —dijo Gema. —Pero no lo hice, menos mal que te gusto —se defendió Dionisio. —¡Gracias! —repitió Bianca. Después de la cena comieron un postre elaborado con leche de almendras. Un invento de Gema que no quedó muy bueno pero nadie criticó. —¿No vamos? —le preguntó Ignacio a Bianca. —Si, por favor —le dijo ella y lo anunció al grupo. Gedalia se le acercó y la abrazó,  le dijo muy en silencio: —No tenias que traer a nadie hoy, eres suficiente tú, tú sola eres suficiente.  Bianca lloró en su hombro. —Odio que me conozca, que sepa mis inseguridades, es la hermana que no tuve. —pensó Bianca. —¡Sécate esas lágrimas! Ve y descansa —la animó Gedalia. —Según mi plan, me iba a ir diciendo algo así como, y ahora él y yo seguiremos la fiesta en mi apartamento hasta mañana —le respondió ella y rieron. —Hasta yo te habría envidiado —le dijo. —¿Se van tan temprano? Somos muy jóvenes para solo una cena de cumpleaños —protestó Arturo. —De acuerdo con eso, pero hoy es martes y la señorita aquí esta en el equipo de abogados que atenderá a Maximiliano de la O desde mañana, créeme es mejor que se vaya ahora y descanse —le explicó Ignacio. Todos quedaron con la boca abierta. Sus caras reflejaban la impresión de que Bianca trabajaría con el millonario de La O. —¡Maximiliano de la O!, lo había olvidado, la cara de Cintia es un poema, no oculta su asombro o su disgusto me cuesta descifrarla, Ausgusto y mi papa están con la boca abierta. ¡Ahora si los asombre! —pensó Bianca. —¿El millonario? —preguntó Leo. —Si, el dueño de las más importantes casas de moda del país, y unas cuantas del mundo  —dijo Ignacio. Bianca se encogió de hombres y fingió humildad, como si a eso estuviera acostumbrada, a atender a ricos y famosos. —¡Bien Ignacio!, me salvaste la noche con esto. Quizás te perdone y te quiera de nuevo —pensó Bianca. ¿Pero ya lo conociste? —le preguntó Ana. —No aún no, mañana comenzamos —afirmó Bianca. No pudo mentir. —Esas son palabras mayores, me avisas si conoces a sus hermanos trillizos. —le dijo Ana. —Gemelo, él tiene un gemelo —le corrigió ella. —Trillizos, como de mi edad, o menores, creo que tienen 20 años. Son músicos y super hot, están siempre en los sitios más de moda —le explicó Ana. —Oh, interesante, no sabía —le respondió Bianca, y debió ser la primera vez que conversaba con Ana más de dos frases sin que la atacara o se burlara de ella. Cintia no dijo palabra, estaba seria. —¡Buenas noches! Gracias por todo —dijo Ignacio. Bianca salió sonriendo y se sentía como una estrella de cine, importante, Cintia se quedó callada y decreto que fue un quién ríe de último ríe mejor.  —¿Te sientes mejor solo porque los impresionastes con lo de Maximiliano de la O? —la increpó Ignacio con expresión seria. —¡Si! Y gracias por eso, al menos —respondió ella. —No necesitas impresionar a nadie con esas boberías, ni conmigo —la regañó molesto. —¡Ignacio! ¿Por qué no me dijiste que eras gay? —aprovechó ella para preguntar. —¿Por qué tendría que decírtelo?, no te debo explicaciones, ni a ti ni a nadie. —le replicó. —Pero en la oficina… —comenzó ella y el la interrumpió. —En la oficina, no ventilamos nuestra vida privada. —sentenció Ignacio. —¡Solo estás molesto porque crees que te quería usar! —se justificó ella. —¡Me querías usar! Pero te salió el tiro por la culata. Me alegro mucho, a ver si aprendes y maduras —le gritó el mientras subía al auto tirando la puerta. —Debes llevarme a la oficina a recoger mi auto. —le recordó ella. —¡Lo sé! Te escoltare luego a tu casa. —le dijo Ignacio. Bianca pensó en lo egoísta e infantil que fue, mientras se preparaba para darse un baño antes de meterse a la cama. Decidió escribirle a Ignacio.   10:05 PM >                          Bia.  10:35 PM >                          Ignacio 10:35 PM >                          Bia. Bianca se metió en su cama sin analizar mucho todo, estaba cansada y el día siguiente sería interesante.   
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