Capítulo 2

3303 Words
Nicolle Kennedy Paris, se sintió nerviosa por primera vez en mucho tiempo. Era raro para ella experimentar ese tipo de emociones. Por lo general, nada solía ponerla en ese estado de nerviosismo. Pero sentir todas aquellas miradas sobre si, habían logrado precisamente eso, que sus nervios se hiciera presente. Había bajado a la velada, agarrada del brazo de su hermano Anthony y en compañía de su padre, quien estaba siguiéndolos. Lo correcto hubiera sido que fuera su padre, Frederick, quien la hubiera escoltado hasta la velada. Pero seguía tan molesta con este por lo que pretendía hacerle, que no estaba dispuesta a aceptarlo como su acompañante como si nada pasara y él no hubiera pretendido casarla con un Duque a quien ella ni si quiera conocía, sin darle la más mínima oportunidad de ser ella quien escogiera a su futuro esposo, tal como le había prometido a todas sus hijas que podían hacer. Para su criterio, su padre no se merecía que ella lo perdonará por lo que le hizo. Mira que aceptar de buenas a primeras que el tal Lord Albemarle la cortejara, sin haber sido presentada en sociedad, ni preguntarle a ella si estaba de acuerdo o no con aquello, solo porque consideraba que eso era lo mejor para ella, debido a que igual que todos no le tenía fe ni confianza en que podía conseguir el amor y una propuesta de Nicholas. No. No iba a perdonar a su padre por aquello. Ni a su padre, ni a ese tan Albemarle. Estaban muy equivocados los dos, si creían que a Nicolle Kennedy Paris, se le podía obligar a algo que no quisiera. Negó internamente y decidió hacer a un lado aquellos pensamientos. Debía concentrarse en ese momento, en lo que realmente importaba: su adorado Nicholas. Él, era la razón por la cual al final se había decidido a hacerse presente en aquella velada. Visualizo de un lado a otro, buscando a Nicholas con la mirada. No le interesaba que otros la mirarán. El único que quería que la mirara y quedará fascinado con ella, era él. Él y nadie más que él. Al principio le costó encontrarlo. Pero al cabo de unos minutos, lo visualizo en la distancia. Este se encontraba al lado de su hermano Dave. Y justo en ese momento, tenía una copa de alguna bebida, a medio camino de su boca, como si algo lo hubiera sorprendido tanto que, no le permitió tomarla. Estaba observándola con una mirada que Nicolle no supo descifrar si era de admiración o no. Pero esperaba que si. Cuanto le habría gustado poder estar más cerca de él para determinar lo que su mirada quería decir. Si había causado o no una impresión favorable en él. Le sonrió. Tal vez ella no pudiera ver con claridad la expresión de sus ojos, pero si que podía ver su rostro serio. Y seguramente él, también podría ver su sonrisa. Así que le sonrió para que supiera que estaba feliz de que estuviera allí. Y sintió como los nervios desaparecían, dando paso a la emoción de verlo, de tenerlo allí tan cerca de sí por fin. Le parecía tan irreal e increíble que después de tanto tiempo, por fin estuviera allí de nuevo, en el mismo salón que ella. El hecho de que él asistiera a su velada, debía significar algo. Y eso le llenaba el corazón de esperanzas e ilusiones. *** Nicholas Cox se quedó con la copa a medio camino en cuanto Nicolle Kennedy Paris hizo acto de presencia en aquel salón. Había estado tan enfrascado conversando con su amigo, que se había olvidado por completo de la joven. Sin embargo, cuando escucho exclamaciones de sorpresa, fascinación y uno que otro murmullo, se fijó en la misma dirección que todos estaban observando. Anthony Kennedy París, estaba ingresando justo en ese momento en e salón de baile, agarrado del brazo de Lady Nicolle. Una rubia de piel blanca, rizos dorados que iban trenzados en un bien elaborado moño sujetado por horquillas de plata y perlas. Llevaba puesto un elegante y precioso vestido color celeste ajustado desde el busto, el cual tenía un tamaño apetecible a la vista e iba marcado con un escote redondo, hasta esa delgada cintura. A partir de allí, de la cintura, un amplia falda se extendía hasta los pies de la dama, adornado con encaje y pequeñas florecillas de un tono de azul más oscuro y perlas en el centro de esta. Pero era la dama en si, lo que hacía ver precioso aquel vestido. Ella, que era realmente un verdadera y auténtica hermosura británica. Con el color de cabello, piel, y curvas exactas. El sueño de cualquier hombre hecho mujer. La observo sorprendido. ¿De verdad, esa dama era la misma que había conocido unos años atrás, cuando tan solo era una niña sin curvas ni nada? Parpadeó incrédulo. No se había dado cuenta de lo hermosa que esta era y de lo mucho que había crecido la hermanita pequeña de su amigo Dave. Pero claro, ¿Cómo iba a darse cuenta si se había alejado de los Kennedy precisamente para evitar el tener que verla y encontrársela a cada paso que daba? Para evitar que esta la siguiera y acosaba como tenía por costumbre hacer. Entonces, de repente, ella le sonrió. Y aquello le recordó las muchas veces que lo había hecho anteriormente, cuando lo perseguía y acosaba de un lado a otro. Eso le hizo sacudir la cabeza reaccionando. No debía dejarse deslumbrar bajo ningún concepto por la belleza y el encanto de aquella dama. Pues si lo hacía, si caía en sus redes, ese sin duda seria el fin de su libertad y los placeres a los que estaba acostumbrado a disfrutar. *** - ¡Wao! - exclamó Owen. E Ian se sintió complacido por ello. Nicolle era exactamente el tipo de belleza británica que todos admiraban y deseaban: rubia, esbelta y con un cuerpo perfecto. - Entiendo porque has decidido dejar la fila de los solteros para casarte con ella. - le dijo Alex. Y eso que él, no era muy expresivo en cuanto a lo que sentía o pensaba. Pero sin duda Lady Nicolle era una dama que deslumbraba a cualquiera. Pero para Ian, no era solo la belleza física de Lady Kennedy, lo que le atraía de ella. Era algo más. Su manera tan espontánea e intempestiva de ser. Que no era frágil, ni pretenciosa como la mayoría de las damas que han sido criadas en esa sociedad tan prejuiciosa e intransigente. - ¿Verdad que es hermosa? Ambos hermanos asintieron sorprendidos. - Sin duda lo es. Pero al parecer, sigue muy interesada en Lord Nicholas Cox. - le hizo saber Owen con la decepción dibujada en el rostro. E Ian observo a Lady Nicolle y supo porque lo decía. Su hermoso ángel, estaba mirando en la dirección que Lord Nicholas Cox, el Conde de Portland estaba, y le sonreía de una manera envidiable. Hizo una mueca. ¿Significaba aquello que realmente ella seguía interesada en él? ¿Qué no había sido solo el capricho de una niña? ¿O le sonreía como lo haría con cualquiera? Aún si no le interesará, era normal que le sonriera, ¿No? Después de todo, él era el mejor amigo de su hermano Dave, y seguramente había pasado mucho tiempo en casa de los Kennedy compartiendo con ellos, lo que debió hacer que entre ellos creciera un lazo y cariño de amistad. O al menos eso esperaba Ian. Que solo fuera eso. Pero de no ser así, la expresión del Conde de Portland, demostraba que él no estaba en lo absoluto interesado en ella. Debía considerarla hermosa por supuesto, dado que este no estaba ciego, e incluso podía llegar a decir que se había impresionado con ella, pero hasta ahí. Nada en él, demostraba que tuviera algún interés en ella. Por lo que podía sentirse aliviado de que al menos tenía una oportunidad con ella. La oportunidad de conocerla, tratarla y sobre todo de enamorarla. Le daba igual lo que su amigo opinaba al respecto, acerca de que ella estaba interesada en otro. Eso no significaba que fuera a casarse con este. Él no iba a darse por vencido respecto a sus sentimientos y emociones en cuanto a Lady Nicolle. Y menos por lo que otros pudieran decir o pensar. Él iba a esforzarse y luchar por ella. Y por su amor. - Con su permiso caballeros. - dijo Ian ignorando el comentario de Owen - Mi futura esposa está esperándome. *** Nicolle comenzó a andar agarrada del brazo de su hermano y seguida de su padre. Su intención era llegar hasta donde Nicholas. Sin embargo, todos parecían interesados en acercársele y saludarle. Incluso, muchos caballeros se le acercaron haciendo cola para solicitar que ella les concediera una pieza de baile y alabando su belleza. Nicolle sonrió agradeciendo sus palabras pero sin querer bailar con nadie más que no fuera Nicholas. Aún así, acepto la invitación a bailar de los caballeros, apartando por supuesto los primeros dos bailes. Uno para Anthony y el otro para Nicholas. Pues no pensaba dejar que nadie más, ocupará el lugar que solo ellos merecían. - ¿Se puede saber por qué separaste dos bailes? - murmuró Anthony. Aunque no sabía el porqué hacía esa pregunta si en realidad él conocía la respuesta a ello. - Sabes perfectamente porque. - le dijo Nicolle murmurando igualmente. Y cuando comenzó a sonar la pieza de baile, antes de llegar con Lord Nicholas o que Lord Albemarle llegará a ellos, Anthony la arrastró a la pista de baile. - Espero que estés preparada y no te decepciones cuando Lord Cox rechace tu ofrecimiento a sacarte a bailar. - le dijo Anthony algo molesto. Nicolle hizo una mueca de tristeza. Anthony estaba siendo tan cruel con ella. Siempre, en lo que se refería a Nicholas lo era. - No lo hará. - Yo no estaría tan seguro. - ¿Por qué siempre tienes que pensar tan negativamente respecto a él? - ¿Y tú, por qué no te das cuenta que es un libertinos sinvergüenza que no tiene el más mínimo interés en ti? Aquello le dolió, aunque no se lo dijo. Ella sabía perfectamente que él no tenía interés alguno en ella. Lo había experimentado durante años, en los cuales Nicholas buscaba mantener las distancias con ella. Sin embargo, todo eso había ocurrido cuando aún era una niña. Ahora en cambio, había crecido. Era toda una dama y era bonita. ¿Por qué entonces no habría de fijarse en ella? - Se interesará. Yo sé que lo hará. Y tú lo verás. - le dijo. Anthony suspiró. No quería ver a Nicolle sugirió ni llorar por un cretino como Nicholas Cox, el Conde de Portland. A quien recientemente, se le había muerto su padre dejándolo como su heredero y convirtiéndolo en Conde. Se suponía que eso, debió hacer que él madurara y dejara atrás la vida llena de irresponsabilidades que solía llevar. Pero no, el Conde siguió su vida como si nada hubiese ocurrido, sin importarle seguir mancillando el nombre de su difunto padre. Si él no había cambiado ni si quiera ante aquella tragedia. ¿Qué le hacía pensar a Nicolle que lo haría por ella? Sentía que inevitablemente Nicolle terminaría desilusionandose y llorando por un canalla como Portland y eso le molestaba y hacía sentir impotente. Pues, por más que intentara evitar que eso pasara, tal parecía que no lo lograría. - No te preocupes por mi Tony. - le dijo Nicolle con ternura, leyendo le la mente. Sabía lo que él sentía y la preocupación que tenía. Pero a diferencia de él, ella no creía que Nicholas fuera a herirla. Al contrario, solo él podía hacerla verdaderamente feliz. - Estaré bien. Nicholas no va a lastimarme de ninguna manera. - le dijo. Pero sus palabras no convencieron a su hermano. - Si lo hace, lo mataré. Nicolle le sonrió a su hermano. Sabía que él, era muy capaz de intentarlo. Permanecieron en silencio durante el resto del baile. Y cuando esté terminó, salieron de la pista de baile y Nicolle arrastró prácticamente a Anthony hasta donde estaba su hermano Dave junto a Nicholas. - Nicolle. - la saludo Dave. Pero ella le ignoro por completo. - Nicholas. - le saludo sonriente. Y este hizo una mueca de incredulidad. - My Lady. Al escucharle llamarle así, con tanto formalismo, ella hizo un puchero. Odiaba que entre amigos y familiares existiera tanta formalidad. Y puesto que él, sería su futuro esposo, entonces debería acostumbrarse a llamarle por su nombre. - Nadie me dijo que vendrías. - dijo haciendo pucheros como una niña. - Será porque a nadie informe que asistiría My Lady. - mintió este recalcando su título y colocando así una barrera entre ambos. Pues si que le había dicho a su amigo Dave que lo haría. Sin embargo, agradecía a su amigo el hecho de que no se lo hubiera dicho. - Pues de todas formas me alegra que vinieras. Vas a invitarme este segundo baile, ¿Verdad? Nicholas forzó una sonrisa. ¿Invitarla a bailar? Ni que estuviese loco para hacerlo. - Que pena My Lady. Pero justamente le estaba diciendo a Dave, que este baile ya lo tengo comprometido. - mintió -Sin embargo, no creo que tú hermano se niegue a ocupar mi lugar y bailar con usted este segundo baile. - le dijo empujando a Dave junto a ella a la vez que sonreía victorioso. Ella abrió la boca para replicar, pero Nicholas no se lo permitió. - Así que si me disculpan, debo ir en busca de mi compañera de baile, quién ha de estar ansiosa esperándome. - dijo sonriente y saliendo de allí prácticamente corriendo. Nicolle observo a Dave, y este se encogió de hombros estirando su mano en una invitación clara de ir a bailar esa pieza con ella. Aquello la molestó, por lo que lo fulminó con la mirada. Y negándose a bailar con él aquella pieza, se dió media vuelta y dejo a Anthony y a Dave allí de pies solos. *** Ian observo a su Angel alejarse de sus hermanos algo molesta. Cuando había intentado acercarse a ella, Lord Anthony lo había evitado llevándola a la pista de baile dónde ambos tuvieron su primer baile de temporada. Tuvo que esperar a que la pieza de baile terminara, esquivando a una que otra dama que intentaba comprometerlo a bailar con ella, para volver a intentar si quiera acercarse a ella. Pero apenas terminó la pieza de baile que ella compartía con su hermano gemelo, ella lo arrastró prácticamente hasta donde estaban Lord Dave y el Conde de Portland. Aquello no le agrado para nada. Pero fue más que obvio, que su dama estaba interesadisima en estar al lado del Conde. Sin embargo, este había estado con ellos durante unos minutos y se escabulló de allí huyendo prácticamente. Esbozo una sonrisa y se alejo corriendo dejando a los tres hermanos solos. Evaluó el acercarse a ellos e invitarla a bailar, pero entonces Lord Dave estiró su mano en una clara invitación hacia ella, l actual la joven rechazó evidentemente molesta con este. Así que espero para ver a dónde iría y poder acercarsele. Uno que otro caballero, se le acercó fascinado con ella, pero ella los rechazo a todos sin importarle nada. Camino hasta llegar a donde estaban las bebidas y se quedó allí de pie como seleccionando alguna. Estaba completamente sola en medio de tanta gente. Esa era su oportunidad para acercarsele. Camino con pasos firmes y decididos hasta donde estaba ella. Se le acercó por la espalda evitando estar tan cerca como para asustarla pero tampoco tan lejos como para que no viera su interés en ella. - Me parece inaceptable que una dama tan hermosa como usted, no esté aprovechando el tiempo para bailar y disfrutar de la velada. - le dijo. La joven se volvió hacia él, parpadeando sorprendida. Y él le sonrió. Y así de cerca pudo apreciar algo que en la distancia no lograba ver. Su ángel hermosa, tenía los ojos color cobalto. Y su mirada era la más pura e inocente que hubiera visto jamás en ningún otro ser. Su corazón comenzó a latir con fuerza. Y sus manos comenzaron a sudar dentro de los guantes que llevaba puesto. Se sentía como un adolescente en su primera experiencia amorosa. Y tragó saliva al darse cuenta del efecto que solo ella tenía en él. - Hola. - le dijo. Y esos hermosos y profundos pozos cobalto lo miraron de arriba a abajo con curiosidad. Eso le divirtió. Pues las damas no solían ser tan abiertas y expresivas en ese sentido, ya que era una falta de moral según la sociedad. - Hola. - escucho su dulce voz por primera vez. - Me preguntaba, si me concedería el honor de bailar conmigo está pieza My Lady. Le dijo aquello al tiempo que extendía su mano hacia ella y rezaba porque no lo rechazará. *** Nicolle observo al caballero sorprendida. Sorprendida con su atractivo. Este era mucho más atractivo incluso que el mismo Nicholas, tenía que reconocer. Era alto, fornido, de piel blanca. Tenía el cabello semi liso y de color n***o azabache, el cual caía a mechones sobre su frente rebeldemente. Sus ojos eran de un color gris claro, y poseían un brillo especial. Pero además se ello, tenía una sonrisa encantadora y fascinante. Su voz, era gruesa pero tierna al mismo tiempo. Y antes de si quiera darse cuenta, se encontraba preguntando de dónde había salido aquel monumento de belleza masculina. O si era real en verdad. Él le invito a bailar. Y en ese momento tenía su mano estirada hacia ella esperando por una respuesta. Nicolle sonrió y acepto su mano, dejando que él la guiara a la pista de baile. - Es usted la mujer más hermosa que mis ojos han tenido el honor de mirar alguna vez Lady Nicolle. - le dijo él una vez que estaban bailando. Nicolle sonrió complacida ante su halago. Nunca se había sentido más feliz por su belleza hasta ese momento. Pero lo que más la complació es que él, supiera con quién estaba bailando en ese momento. Pero ella en cambio, no tenía ni idea de quién era él. - Mi nombre es Ian. Ian Hamilton, My Lady. - le dijo este como si le leyera el pensamiento. Y Nicolle se pregunto si es que sus expresiones eran como un libro abierto que él pudo saber lo que estaba pensando. - Ian. - repitió - Lindo nombre. - Gracias. - sonrió él. - ¿Eres de por aquí? Él sonrió dándose cuenta que ella había optado por tutearle. Y eso era algo que realmente le gustaba y agradaba. Pues significaba que él le había agradado. - Así es. De hecho, mis tierras colindan con las suyas. - ¿De verdad? - pregunto ella sorprendida - Pero, no sueles salir mucho, ¿No? Porque no te he visto antes. Si lo hubiera hecho, lo recordaría. - ¿Ah sí? - le pregunto él arqueando las cejas. Y ella asintió. - ¿Eso es un cumplido? ¿O no? - Por supuesto que un cumplido. Eres uno de los hombres más apuestos y simpáticos que he visto. Y créeme cuando te digo que, he visto muchos en mi familia. Ian rió ante las ocurrencias de ella. - Es usted muy divertida My Lady. - Por favor, llámame Nicolle. No me gustan los títulos y formalismos. - Está bien. - asintió él, y sonriendo la llamó por su nombre - Nicolle. Y pronunció su nombre con el placer que le daba el poder hacerlo, el que ella le permitiera poder acercarsele.
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