Capítulo 1

3302 Words
- Entonces, ¿estas decidida a no bajar? Negó con la cabeza sin si quiera limitarse a mirarla. Cuanta falta le hacía Kayla en ese momento. Estaba segura que ella si entendería el como se sentía. - Es una pena. Aunque supongo que Lord Nicholas Cox te lo agradecerá. - ¿Nicholas? - se volvió rápidamente hacia su hermana Claire. Esta asintió sonriendo con inocencia. - Si sabías que venía al baile, ¿no es así? - preguntó Lady Claire a su hermana pequeña - Dave lo convenció de asistir. No. No lo sabía. Nadie le había informado de ello. Pero Nicolle no se lo dijo. Además, ¿Cómo iba a saberlo si hace años que Nicholas se negaba a ir a su casa? A verla tan si quiera. No había vuelto a verlo desde aquella vez que Kayla había organizado su encuentro en el Hyde Park. Hizo un puchero. Nicholas no asistía a ningún evento donde ella pudiera estar. Ni si quiera cuando Dave, su mejor amigo se había casado años antes de la última vez que se vieron, Nicholas había hecho acto de presencia. Y eso le dolió, tenía que admitir lo, pues sabía que en el fondo, Nicholas no iba por alli por no encontrarse con ella. Pero cuando Kayla organizo aquel encuentro, aquel dolor ya había pasado y tenía las fuerzas renovadas para luchar por su amor. Y ahora, él había vuelto. Estaba allí, en su casa, y más exactamente en su velada. Porque aquella velada era en honor a ella y su presentación en sociedad. Y ella había decidido justo ese día para negarse a asistir a la velada. ¡Cielo Santo! Apresurandose, Nicolle se levantó de la cama y corrió hasta su armario, donde comenzó a sacar sus vestidos y tirarlos sobre la cama haciendo crecer una montaña de ellos, en la búsqueda de uno que la hiciera ver radiante, hermosa y cautivara la atención de Nicholas. - ¿Qué haces? - pregunto Claire con inocencia fingida - Pensé que te quedarías aquí. - ¿Quedarme aquí? Nicolle colocó frente a sí un vestido color cielo. - ¿Qué te parece este? - pregunto ignorando la pregunta de su hermana. - Hermoso. Resaltan tus ojos color cobalto. Pero, ¿Para que lo necesitas? ¡No pensarás dormir con el, ¿Verdad?! - pregunto fingiendo horror. - ¡Rayos! Apenas y tengo tiempo de arreglarme para bajar. - dijo más para sí misma que para su hermana. Claire sonrió. ¡Oh que lindo era el amor! Conocía tan bien a Nicolle y su obsesión por Lord Cox, que cuando su padre entró en desesperación, se ofreció a sí misma para convencerla a bajar, sabiendo exactamente que decir. - ¿Podrías decirle a Anthony que pase por mi en veinte minutos? Debería ser tiempo suficiente para que Luci me arregle. ¿No es verdad? - Entonces, siempre si, ¿vas a bajar? - Por supuesto. Nicolle no pensaba quedarse encerrada después de saber que Nicholas, estaba allí. Cada minuto que pasará a su lado sería una oportunidad para convencerlo de que ella, era la mujer ideal para él. No importaba si ese tal Lord Albemarle estaba allí también. Con ignorarlo bastaría. - Está bien. Le diré. Claire se dio la vuelta y salió de la habitación con una sonrisa en su rostro. Su padre, su hermano y su cuñada estaban allí de pie esperando a saber que había sucedido. - ¿Y bien? - Alguien que avise a Anthony que pase por ella en veinte minutos por favor. Para que la escolte a la velada. - ¿Va a bajar? - preguntó su padre sorprendido. - Así es. - asintió Claire. - ¿En serio? -pregunto Blake obviamente también sorprendido. - Por supuesto. ¿Con quién crees que estás hablando? - ¿Qué le has dicho para convencerla? - quiso saber su padre. Pero sin traicionar a su hermana, aunque para todos era evidente lo que ella sentía por Nicholas, se limitó a encogerse de hombros. - Sólo cosa de mujeres. Alguien por favor que vaya por Anthony e informe que Nicolle le estará esperando en veinte minutos, antes de que se arrepienta. - repitió. Y pasandolos de largo, bajo de la planta alta en busca de su esposo, dejándolos a todos atónitos. Todos sabían que Nicolle Kennedy, no era una muchacha fácil de convencer ni manipular. Ella solía hacer y actuar según lo sintiera, sin importarle lo que los demás pudieran decir o hacer al respecto. Sin embargo, Claire, su hermana mayor, no solo se había ofrecido a convencerla de bajar, sino que además de ello, lo había logrado. *** Anthony llamo a la puerta de la alcoba de Nicolle. Y cuando escucho un adelante, giro la manija y abrió la puerta dando unos pasos hacia adelante para ingresar. Ahí estaba su hermana gemela, sentada sobre una silla terminando de alistarse. Su dama de compañía de hecho, estaba terminando de colocar horquillas sobre su laborioso peinado, haciendo lucir su hermosa cabellera rubia espectacular. La observo detenidamente. Nicolle llevaba puesto un elegante y amplio vestido color celeste, lleno de encajes y perlas por doquier. El cual ajustaba y marcaba perfectamente sus curvas. Ese vestido más el color blanco de su piel realzaban el azul cobalto de sus ojos, los cuales poseían un brillo especial en su mirada, especialmente cuando sonreía. Anthony entrecerró los ojos. ¿No le había dicho su hermana que por ningún motivo bajaría y sería parte de esa velada? ¿Por qué había cambiado de opinión? ¿Le habría dicho alguien que Lord Nicholas estaba allí en el salón de baile? Esto último era lo más probable para que ella se hubiese decidido a asistir a la velada organizada por su padre, sin importarle que Lord Albemarle estuviese allí presente. De lo contrario, Nicolle no habría accedido de buena gana a bajar. La conocía muy bien. - Pensé que no asistirías. - le dijo Anthony. Y Nicolle volvió su mirada hacía su hermano, arqueando las cejas y haciendo un puchero con su boca. No tenía caso responder a aquello. Pues Anthony, debía saber el verdadero motivo por el cual ella estaba bajando. La conocía tan bien, que sabía cómo actuaba y pensaba ella. Y lo mismo le ocurría a Nicolle con él. Lo conocía tan bien, que estaba al tanto de que a su hermano Anthony, Nicholas no le agradaba en lo absoluto. Es más, podría hasta asegurar que mientras ella lo amaba y se volvía loca por él, Anthony aborrecía a Nicholas. Y no entendía el porqué. Ni como siendo hermanos, compartiendo todo en la vida, hasta los gustos y sentimientos, él podía llegar a sentir tanto desprecio por el hombre que ella amaba. - ¿Nicholas ya llegó? - preguntó ignorando su comentario. Se encogió de hombros restándole importancia a la pregunta de su hermana. Aún no lograba comprender, como era que una dama tan hermosa como Nicolle se había fijado en un patán como Nicholas Cox. Ese cretino ni si quiera tenía respeto por las del sexo opuesto. Al contrario, le gustaba jugar y usar a todas las damas que mostraban algún tipo de interés en él. - ¿Iba a venir?- le preguntó fingiendo. Pero no era fácil mentirle a quien compartía el mismo sentir que él. - ¿Por qué lo aborreces tanto? - ¿Y tú por qué lo amas tanto? - contraatacó Anthony. - Tal vez si te acercaras a él, dedicaras tiempo a conocerlo, entonces tu manera de verlo o pensar de él, cambiaría. - Tal vez si tú dedicaras tiempo a conocerlo como realmente es, entonces te desilusionarias tanto que dejarías de sentir algo por él. Nicolle hizo una mueca de desagrado ante aquello. Dudaba mucho que su amor por Nicholas fuera a acabar a medida que conociera más de él. Sabía quien era y como era. Incluso estaba al tanto de que era conocido en todo Londres, por ser un libertino sinvergüenza, que disfrutaba de estar con una y otra mujer, sin tomar en serio a ninguna. Pero eso se debía a que él, nunca se había enamorado realmente de nadie. Sin embargo, eso cambiaría. Pues ella pensaba a hacer que él se enamorara completa y perdidamente de ella. - Si fuese tan malo como piensas, Dave jamás sería su amigo. Anthony hizo una mueca de desagrado. Nunca había entendido como su hermano Dave, siendo tan perfeccionista como era, había podido llegar a convertirse en el mejor amigo de Nicholas Cox, quien era exactamente todo lo contrario a él. Tal vez Dave y Nicolle, no tenían discernimiento para saber elegir a los amigos como era el caso de Dave y las personas con las cuales querían compartir su vida como lo era el caso de Nicolle. - Eso es algo en lo que no estoy totalmente del todo de acuerdo. - le dijo. Justo entonces la dama de compañía termino su labor. Y esta se puso en pie, colocandose frente a él. - ¿Y bien? ¿Cómo me veo? - preguntó Nicolle entusiasta, haciendo a un lado la mala vibra de su hermano gemelo. - Hermosa. - le dijo Anthony. Era una lastima verdaderamente que todo ese arreglo se debiera a él. A alguien que ni lo valía ni lo merecía. *** Nicholas se paseo por el salón de baile. De verdad, Nicolle Kennedy no había bajado para asistir a su propia velada. Rió dentro de sí. ¡Pobre del hombre que osara casarse con ella! No tenía ni idea en lo que se estaba metiendo. Observo al Duque de Albemarle. El caballero que buscaba pretenderá y quería incluso casarse con ella. Estaba allí junto a sus amigos conversando. Una que otra dama se le acercaba intentando que este le invitara a bailar. Sin embargo, el Duque les dedicaba una sonrisa y una que otra frase despidiéndolas de su lado. No parecía tener interés alguno en ninguna de ellas. Y era una verdadera lastima, pues algunas eran muy bellas y seductoras. ¿Sería uno de esos tontos como Dave que cuando se enamoraban le eran leales a su esposa? Desperdiciando así la oportunidad y los placeres que una dama bonita traía consigo. Y eso que ambos, eran un gran partido y atractivo a las damas de la sociedad. - Siempre si viniste. - escucho la voz de su amigo Dave. Se volvió a mirar a su amigo, quien iba acompañado del brazo con Lady Keith, su esposa. - Dave. - exclamó dándole un abrazo. Luego de ello hizo una breve reverencia y saludo a su esposa. - My Lady. - Lord Cox. Que agradable tenerlo por aquí. Nicholas sonrió. - Gracias My Lady. Aunque he de decir que más agradable a los ojos es contar con la presencia de damas tan bellas como usted. - ¡Ehy! Cuidado que es mi esposa. - dijo Dave sonriendo. Y es que su amigo lo conocía muy bien. Y sabía que por más hermosa que su esposa fuera, el jamás osaria si quiera acercarsele con intenciones dudosa. Pues si algo respetaba Nicholas, era su amistad con Dave. Esa era la razón de que no tuviera intención alguna de aprovecharse nunca de Lady Nicolle. Pues esta, era la hermana pequeña de su mejor amigo. De lo contrario, si hubiese sido otra persona, Nicholas había aprovechado el delirio que la joven sentía por él, para llevársela a la cama y disfrutar de los placeres carnales que esta podía ofrecerle. - Tranquilo. Sabes que tu esposa está completamente a salvó conmigo. - le dijo guiñándole un ojo a ella. Y todos rieron. - Con su permiso My Lord. Los dejo para que conversen. Mientras iré a saludar y dar la bienvenida a algunos conocidos. - intervino Lady Keith y dirigiéndose a su esposo añadió: - Nos vemos más tarde. Él asintió. Y sonriendole a su esposa, su amigo la observo hasta que ella desapareció entre la multitud. Una vez que Lady Keith no se veía, Dave se volvió a él y dijo: - De verdad me alegra que vinieras. - Dije que lo haría, y ya sabes que yo siempre cumplo mi palabra. Además que está, puede ser una gran oportunidad para agrandar mi círculo social. Su amigo Dave hizo una mueca, como reprochandole su actitud. Ambos sabían que agrandar su círculo social, abarcaba solo las ingenuas y crédulas damas que solían caer en sus redes. - Me pregunto, ¿Cuando maduraras? Nicholas hizo un puchero como si la sola pregunta en sí lo ofendiera. - ¿Qué? Si no he hecho nada de lo que tenga que avergonzarme, aún. Me he comportado a la altura. - se defendió Nicholas. Aunque si era sincero consigo mismo, tenía que admitir que no se comportaría a la altura de lo que la sociedad dictaminaba era un buen caballero. Pues él, no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de conocer a una que otra dama y enseñarle como complacer a un hombre, para que cuando se casara pudiera hacer feliz al marido por supuesto. Les estaba haciendo un gran favor dándoles lecciones de placer, para que cuando llegaran al altar, no fueran rígidas e insípidas en la cama. Y respecto a las casadas, pues ayudaba a sus maridos a complacer a su mujer, manteniendolas felices y satisfechas. Tenían más bien que agradecer su oportuna intervención. - Un día de esto, vas a encontrar un marido dispuesto a matarte. - le dijo Dave. Nicholas rió por lo bajo. No era la primera vez que su amigo le decía aquello. Pero en realidad, llevaba años haciendo lo mismo sin ser descubierto. Aún cuando toda la sociedad lo considerase un libertinos sinvergüenza y supiera que pasaba de brazo en brazo, hasta los momentos ningún Lord lo había descubierto ni con su hija, ni con su esposa. Y es que él, tampoco hacia mención de con quien se iba a la cama. Ni si quiera a sus amigos Dave y Matthew. - Hablando de todo un poco. ¿Dónde está la agasajada? No me irás a decir que en verdad se ha negado a asistir a su propia velada, ¿Cierto? - Pues lamentablemente para mi padre así es. - respondió su amigo haciendo una mueca. Nicholas se sorprendió ante aquello. Sin duda que, Lady Nicolle era única. Y su padre, Lord Frederick no tenía carácter cuando se trataba de ella. - ¿Hablas en serio? Dave asintió. - ¿Y tu padre que dice al respecto? - Está consternado. Ya sabes, que en lo que se refiere a Nicolle, él nunca ha tenido carácter alguno. Ella siempre suele hacer con él lo que se le antoja. Y lo peor es que todos los aquí presente, comienzan a preguntarse ya, dónde está la agasajada. Nicholas arqueó las cejas. Lo peor no era eso. Lo peor era que a Lady Nicolle nunca le importaba lo que los demás pudieran decir al respecto, o como afectaría su actitud a otros. Ella simplemente, siempre hacia lo que quería y ya. Y los demás, le daba igual. - Y el Duque de Albemarle, ¿Qué dice de todo ello? Porque si está aquí es por ella, ¿No? Supongo que alguna explicación habrá de haberle dado tu padre. Dave rodó los ojos. Y era que el simple hecho de que Albemarle fuera amigo íntimo de Por Owen Green, hacía que este no fuera especialmente de su agrado. Aunque Nicholas no entendía el porqué. Después de todo, ellos eran la prueba clara de que dos personas diferentes, con ideales muy contrarios, podían llegar a ser muy buenos amigos. - La verdad no lo sé. Y si te soy sincero, ni me interesa. Si Nicolle consigue a alguien más, mucho mejor para ella. - ¿Crees en verdad que conozca a alguien más? - preguntó sorprendido - Yo realmente lo dudo. - añadió haciendo referencia a su carácter. Si así actuaba en pleno debut. Cuando se suponía que toda la sociedad había asistido a aquella velada, en parte por conocerla, entonces no quería ni imaginarse lo que se podía esperar de ella el resto de la temporada. Habría que estar loco para querer pretenderla si quiera.Y sería realmente un milagro si Lord Albemarle, no se arrepentía de querer hacerlo y se retractara. *** - Me parece una falta de respeto contra tu persona, que habiendo aceptado que pretendieras a su hija, Lord Frederick no haga acto de presencia junto a Lady Nicolle. - recalcó Owen. Ian Hamilton, el Duque de Albemarle, hizo una mueca. Tenía que admitir que lo que su amigo decía era verdad. Sin embargo, aún era muy pronto para aventurarse a juzgar. Lady Nicolle, aún podía hacer acto de presencia. Además, estaba el hecho también, de que él cuando pidió cortejar a la dama, no tomo en cuenta su opinión si quiera. No pregunto si ella estaría de acuerdo o no, si le agradaría la idea o si se sentiría halagada si quiera. Estaba tan embelesado con su belleza y el cúmulo de emociones y sentimientos que ella despertaba en él, que ni si quiera pensó en ella y en su sentir. Ella no lo conocía aún. Ni si quiera lo había visto ni una vez. Y es que siempre que él la observo cabalgar, lo hizo desde la distancia, siendo discreto para evitar que ella lo viera y pensara que era un depravado pervertido que disfrutaba y sentía placer de observar a las damas cuando se suponía que estás estaban solas. No había querido espantarla. Pero, ¿Le habría jugado aquello en contra? Si Lady Nicolle no lo conocía, no sabía de él, podía pensar que era una persona desagradable, poco atractivo, hasta un hombre mayor, si es que no preguntaba a a su padre quien era él. Y esa podía ser la razón por la cual ella no hubiera bajado ni estuviera allí presente. También estaba el hecho de que siempre escucho decir que ella, estaba interesada en Lord Cox, y que incluso anhelaba casarse con él. Y si era así, si seguía pensando igual, posiblemente no le agradaría saber que alguien más la pretendía y estaba por arruinar sus planes. Aunque también cabía la posibilidad, de que la joven se estuviese haciendo esperar, y fuera a hacer acto de presencia en cualquier momento. Suspiró frustrado. Tal vez debió interesarse más en conocerla y que ella lo conociera primero, antes de lanzarse con su padre y solicitar su permiso para pretenderla. Y no porque él cambiará de sentimientos u opinión respecto a ella. Porque no era así. Desde que la había visto por primera vez, le pareció la mujer más hermosa que hubiera visto jamás, y deseo convertirla en su esposa. Pero tal vez, debió darle tiempo a ella para que le conociera y se acostumbrara a él. Su amigo Owen lo observo con cierta pena. Era obvio que pensaba, que Lady Nicolle y Lord Frederick se estaban burlando de él y que aquello era una humillación. Pero Ian no lo sentía así. En primer lugar, nadie más que sus amigos y los Kennedy, sabían de su interés por la joven. Y en segundo lugar, no tenía porque sentirse humillado u ofendido por ella ni su familia, cuando él había sido un completo desconsiderado con ella y no había tomado en cuenta sus sentimientos antes de solicitar al Marqués de Normanby su permiso para cortejarla. - Lo siento amigo mío. Creo que los Kennedy se han burlado de ti. - le dijo Owen. - Pues yo no estaría tan seguro de ello. - dijo Axel, mirando en un punto fijo. Ambos dirigieron la mirada al lugar en el cual este estaba observando. Lord Anthony Kennedy París, hacía acto de presencia justo en ese momento, acompañado de la rubia más hermosa y angelical que existiese en aquella velada.
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