Capítulo 2

2088 Words
Habían pasado cinco horas, 300 minutos de puro silencio, movía mi pierna a una velocidad casi inhumana y me temblaban las manos tanto que producían un alto nivel de sudor que no era saludable. Desde que me arrestaron, rayos, no quería pensar en eso, en que estaba arrestada por algo que no hice, ni que tengo la menor idea de lo qué paso. Cuando mis padres lo sepan, van a morirse de un infarto, van a estar tan decepcionados de mí, de todo esto, de arruinar mi futuro, dioses, pero lo peor de todo es que no sabía que hacer, yo no hice nada y ahora estaba aquí encerrada y asustada. Y los policías no aparecían, me tenían aquí encerrada, sin comida, sin agua y sentía que el aire empezaba a escasear. Había leído bastantes libros policiacos para saber porque me tenían aquí, esperando que me derrumbara para que soltara toda la sopa, solo que esta vez, no había sopa que soltar. Por otra larga hora, hice lo que mejor se me daba: contar. Llegue hasta 15,645 cuando dos personas entraron en la sala, una de ella, una mujer con traje barato azul marino y camisa blanca, llevaba los primeros tres botones desabrochados y podía ver su pez blanca debajo de la tela, me quede mirándola por mucho rato, captando todo sobre ella, la cola perfectamente peinada que traía, los aretes de perlas pequeños, los labios delineados de rojo, tenía unos enormes rojos negros que daban miedo, dejando eso a un lado, era una mujer hermosísima, de facciones delgadas, nariz fina. –Buenas tardes, señorita Rivera. Soy la agente Genna McDanniels de la interpol– ¡Dios mío! Ni en un millón de años me iba a imaginar que conocería a un agente de la interpol, ¿Cómo llegue a este momento? –Él es mi compañero el agente Richarson. –mire al hombre de reojo, no me había fijado en él para nada. –¿Ya puedo irme a casa? – pregunte casi como suplica. Ellos se miraron entre sí por unos segundos. –¿O no? –la agente se sentó frente a mí, poniendo sus manos entrelazadas sobre la mesa. –Señorita Rivera, no sé si entiende que esta usted en serios problemas. –Pero yo no he hecho nada. – me pase la mano temblorosa por la frente, el hombre se quedo de pie, apoyado en la pared. –Tienes que decirnos todo lo que sabes sobre esto– mire al hombre, su voz era más profunda de lo que me imaginaba, con su acento medio raro, era claro que era extranjero, al igual que la agente. –Mire, soy una simple gerente de financiera, no sé que quiere que le diga, yo no hice nada, no sé nada. No puedo decirles nada. –los mire a los dos. –¿Está segura de que es solo una simple gerente financiera? – me miro por unos segundos en silencio, una mirada que me paralizo, ellos sabían más de lo que estaban diciendo– ¿Qué hizo el domingo por la noche, señorita Rivera? – puse mis ojos otra vez en Genna. –Estuve en mi casa todo el fin de semana desde el viernes alrededor de las 10. –Detállenos todo. –El viernes estuve en el trabajo, entregué los estados financieros a mi jefe, al final de la jornada laboral fui a un bar al cual voy todos los viernes con algunos de mis compañeros de trabajo, estuvimos ahí hasta las 10, conocí a un hombre allí y terminamos en mi apartamento. –¿Qué hombre? –Se llamaba Gabriel, paso la noche en mi casa y se fue a la mañana siguiente. –¿De dónde salió este hombre? –Estaba en el bar, coqueteamos como dos personas normales, dijo que no era de la ciudad, pero eso lo deduje por su acento, parecía ser americano, dijo que solo estaría una noche y que luego se iría. –Entiendo, ¿le dijo algo más este hombre? ¿Cómo su apellido? – me trague el nudo de la garganta. –No, a penas nos dijimos nuestros nombres de pila. –Ya veo, ¿acostumbra a invitar a hombres a su casa? –No, es la primera vez. Mire, esto se ve mal, pero…– una nueva persona interrumpió en la pequeña habitación. –Se acabo el interrogatorio– dijo, no tuve que levantar la mirada para conocer la voz de Miguel Cuevas, el abogado de mi familia. –Mia, no digas ni una palabra más. Levántate, nos vamos de aquí. –¿Usted es? – la agente se puso en pie y le tendió la mano a mi abogado. –Su abogado, se acaba de pagar su fianza. –Sí, pero la señorita Rivera sigue estando bajo investigación, no puede salir de la ciudad ni mucho menos del país y tiene que estar disponible para cuando necesitemos hacerles más pregunta. –Ahí estaré, yo no he hecho nada, no tengo nada de lo que ocultarme. –Cualquier cosa que necesite de mi clienta, tendrá que hablarlo conmigo antes. –Miguel le sostuvo la mirada unos segundos. El agente hombre se quedo donde estaba, mirando de uno a otra sin decir ni una sola palabra. –Nos volveremos a ver, señorita Rivera. –asentí antes de ir detrás del abogado de mis padres, me sentí aliviada y aterrorizada a la vez, porque si él estaba aquí eran porque mis padres se habían enterado de esta vergonzosa situación. Ellos estarían tan enojados, pero ellos no eran mi mayor preocupación en este momento, mi abuelo lo era, llevar su apellido se había convertido en una enorme carga para mí, hasta que comencé a utilizar el de mi madre y poner un poco de distancia, para intentar llevar una vida sencilla. –¿Qué ha pasado ahí adentro, Mia? – estaba tan inmersa en mis pensamientos que me asuste al escuchar su voz, Miguel era amigo de mi padre desde que nacieron, no era un simple abogado y ya, era el tío Miguel para mí, el que me daba los mejores regalos, quien hablo con mi padre cuando decidí tomar un camino diferente, porque no era como mi hermano, que sí quería seguir los pasos de los hombres de nuestra familia. –Solo me estuvieron preguntando que hice el domingo por la noche. ¿Es cierto que estoy en muchos problemas? – él tomo una larga respiración antes de hablar. –No tienes que preocuparte por nada de eso ahora, tú solo ve a casa, descansa y no hables con nadie sobre esto. –¿Esta muy enojado? – susurre cuando volvimos a caminar, él sabía que me refería a mi padre. –No lo sabe, no todavía, esta fuera del país hasta mañana. Pero una vez que pise suelo dominicano, todos estarán sobre él con esto. –¿Y el abuelo? – me abrió la puerta trasera de un coche n***o. –Él si lo sabe, esta muy molesto, pero no contigo, tú no hiciste nada, Mia. Esto es alguien intentando dañar el nombre de tu familia, hacer daño, sabes que el próximo año hay elecciones, ¿no crees que es mucha coincidencia esto? Que la hija del comandante general de la fuerza aérea sea acusada de robo a menos de 7 meses de las elecciones, cuando es obvio que tu familia segura donde esta. Muchas personas quieren hacer daño, ganar elecciones a la fuerza, pero tú y yo sabemos que ni tu abuelo, ni tu padre y mucho menos tu hermano son personas malas, nadie tiene nada en contra de ellos, como acabar con todo, van a hacer meses duros, hay muchos ojos en todas partes, queriendo encontrar notas amarillistas donde no las hay. Tú solo sigue con tu vida, tomate unos días en tu casa. – asentí, me perdí en todo eso que dijo, porque no tenía sentido, mi padre o mi abuelo no eran los candidatos a la presidencia, aunque eran bastante cercanos a él, me tragué en nudo de la garganta. –Gracias. –Bien, tu madre pasara a verte luego, te ha mandado a uno de sus choferes, él estará pendiente de ti, para todo lo que necesites. –Gracias otra vez. –Ve– asentí y me metí en el coche. –Buenas tardes, señorita Aquino– me miro por el espejo retrovisor, Felix era el chofer personal de mi madre y que estuviera aquí ahora, no significaba nada bueno, en otras palabras, no se me permitía ir a ninguna parte sin él. –Rivera– lo corregí, apoye la cabeza en el asiento– recuerda que uso el Rivera. –Lo siento, señorita Rivera– volvió a sonreírme. Puso en auto en marcha y en pocos minutos me estaba abriendo la puerta para que subiera a mi apartamento. –Gracias. –¿Desea algo? – lo medite unos segundos. –Quisiera unas hamburguesas del Wendys de la esquina. –Ahora mismo– dijo. –Con mucho Bacon y papas fritas. –asintió y cerro la puerta del auto antes de poner el seguro, fue caminando hasta la esquina y entre al edificio cuando se perdió de mi vista. Estaba agotada mentalmente cuando me deje caer en el sofá, me quite los zapatos de tacón y los deje a un lado, el día de hoy parecía de películas, nunca me había sentido tan expuesta en toda mi vida, esto iba a hacer noticia por meses, hasta que las cosas se aclarara, yo necesitaba que esto se resolviera cuanto antes, porque de lo contrario perdería mi trabajo y toda la libertad por la que había peleado todo este tiempo, me saque el móvil de la cartera y revise las llamadas y los mensajes perdidos. Mi teléfono no tardo en sonar y respire entrecortado cuando distinguí el nombre de Richard en la pantalla, era la última persona con la que debería de hablar, él era… ¿Cómo describir nuestra relación? Nos habíamos conocido en la universidad, por unos amigos en común, íbamos a facultades diferentes, eso no nos impedía vernos de vez en cuando, salir de fiestas, quedar para besarnos y otras cosas más, habíamos intentado salir formalmente en muchas ocasiones, pero yo era la hija de mi padre y no podía casarme con alguien que él no aprobaba, mucho menos con un periodista, que no venía de una familia en la misma posición social que yo. Deje que el celular sonara hasta finalizar la llamada, en pocos segundos estuvo sonando otra vez, el nombre de Richard volvió a aparecer en la pantalla, pero ignore su llamada y fui a abrir la puerta, Felix me entrego una bolsa de papel que olía de maravilla, junto a un enorme baso de soda. –Gracias, gracias. –Estaré cerca, solo tiene que llamarme si necesita cualquier cosa. –Sí. Cerré y me volví a sentar en el sofá, saqué una hamburguesa y puse la funda en la mesa del centro, mi celular sonó nuevamente y esta vez sí lo cogí. –Mia, ¿Cómo estás? – su voz se escuchaba amortiguada del otro lado de la línea. –Estoy bien, Ric, gracias por llamar. –¡Dioses! Me acabo de enterar, es horrible lo que esta pasando. –Lo sé. –¿Necesitas compañía? –Es lo que más quisiera, pero no quiero que te metas en problemas por ahora. –No sería un problema estar contigo en estos momentos. –Ya sé que no, pero mi madre estará aquí en cualquier momento, si tengo un momento libre te llamare más adelante. –Sí, solo llámame a cualquier hora, estaré esperando tu llamada. –Sí, lo haré– cuelgo sin esperar su respuesta, comienzo a comerme mi hamburguesa, mirando la pared frente a mí. ¿Quién quisiera hacerme algo así? Yo nunca le he hecho nada a nadie, no tengo ningún ex loco, nadie que quisiera hacerme daño, y si fuera a mi padre que querían hacerle daño. Termine de comer y me puse en pie, camine por todas partes, entre a mi habitación y me quede mirándola, alguien debió de estar muy cerca de mí para poder ponerle las manos a mi tarjeta, para emular mi tarjeta, la única persona que pudo hacer eso fue Gabriel, ¿En qué momento de la noche lo hizo? Cuando me dormí, cuando me levanté para hacerle desayuno, ¿Quién era aquel hombre que se acerco a mí? ¿era su intención? ¿sabía quien era yo?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD