Delicioso Y Perverso

EMMA (18 años)  4:45 de la tarde. Las clases del estudio de la mente de la profesora Magda; una amable señora de 45 años, piel color nivea y cuerpo redondo; casi siempre se alargaban, y era normal que siempre nos dejara salir tarde. El sol al noreste de Aberdeen, Dakota del Sur, solía ponerse temprano debido al clima frío que reinaba todo el año. Las nubes cubrían los tenues rayos del astro dorado, y cuando eso pasaba, entraba la desesperación dentro del gigantesco salón de clase. Tenía que decirle a mi madre que saldría a las 5:30 por si la adorable profesora Magda se inspiraba y seguía hasta el anochecer.  Cuando el timbre por fin sonó, los gritos de algarabía recorrieron todas las esquinas del salón y por poco mi profesora es aplastada por todo el equipo de fútbol, que siempre aprovechaba la última jornada para entrenar.  Todo un eterno caos, pero no tan grande o eterno como el caos de mi vida.  Mi nombre es Emma Bauer, la pequeña Emma, hija menor de dos hermanas, padres divorciados, pocos amigos, ratón de biblioteca y… ya lo saben, la chica poco privilegiada y la que siempre estaba a la sombra de su hermana. ¿Qué puedo decir?. Cuando eres el patito feo en un estanque de puros, atractivos y hermosos cisnes, no hay mucho que hacer para destacar. De hecho, no me consideraba fea. Tenía mis momentos, pero era cuando despertaba por la mañana y cuando tenía el periodo. ¿Qué chica no pasa por eso?. Mi cabello era rubio claro, mis ojos tenían un hermoso color azul, heredados de mi madre; mi cuerpo no era tan delgado, pero tampoco era tan voluptuoso «Culpa de los postres de mi amiga Bonnie» labios gruesos, cabello ondulado, dentadura blanca y estatura baja. Usaba anteojos desde que tengo memoria, era afín a jugar volleyball, me gustan los videojuegos y suelo aplastar en Free Fire a mi mejor amigo, Noah.  Y hablando de Noah…  ¿Qué podría decir sobre él? Ó mejor dicho ¿Qué no podría decir sobre él?.  El chico perfecto: cabello castaño, ojos verdes, estatura dominante, y cuerpo de ensueño. Era uno de los jugadores novatos del equipo de fútbol de la universidad West. Pero no sólo su sana actividad física y cuerpo perfecto lo hacían ser el mejor. Tenía una beca completa, era el mejor alumno de la clase de Psicología de tercer año, era amante de la naturaleza y de los animales «Eso lo hacía toda una debilidad» y su sonrisa era la que siempre, por no decir todos los días, Iluminaba mis días. Si bien mis padres no me notaban cuando mi hermana estaba cerca, no puedo decir lo mismo de él. Era mi mejor amigo, mi alma gemela, mi persona favorita.  El problema: Mi hermana había sido más rápida.  —¿Irás a ver el entrenamiento? —Se me cruzó Noah cuando iba saliendo con calma del salón. Lo hubiera pensado dos veces, pero siendo sincera no tenía ganas de pasar mucho tiempo con él después de que ayer, mientras yo trataba de decirle lo que sentía, en las escaleras que daban al patio de mi casa, mi hermana, Kate, salió y se sentó en sus piernas uniendo sus labios con bastante fuerza.  Todo dentro de mí se revolvió en ese instante. Estaba viendo al amor de mi vida, con el que planeaba tener cuatro hijos, dos perros, un gato y una vida juntos, en los brazos de la chica pelirroja de ojos azules que decía ser mi hermana. No puedo ni siquiera describir cómo se sintió eso.  Decir que fue una cubetada de agua fría era minimizar lo que estaba sintiendo. Odié con todas mis fuerzas aquella escena y ser yo, justo yo, quien presenciara aquel beso que no parecía terminar nunca, hasta que por fin sus labios se separaron y me arrepentí de haber deseado que eso pasara.  Un "Te amo, Kate" salió de la boca de mi ex posible amor de la vida, y seguido de eso, un nuevo beso abrasador junto con un fuerte toqueteo de Noah en los muslos de mi hermana.  Yo ya no tenía nada que hacer ahí.  Por un momento creí que era un capricho de Kate por fastidiar mi vida, porque digo, sabiendo lo que sentía por él, había ido al campo de guerra y se había llevado a mi soldado, a mi héroe, el único que salvaba mis días grises en aquel aburrido pueblo.  Sin embargo, cuando le pregunté a Kate: ¿Por qué él? Dijo que de verdad lo amaba, que le había enganchado su forma de tratarme y que quería algo serio con él, y pues no podía objetar nada en su contra. Parecía emocionada por su relación, y quizá era mi mente la que siempre me hacía pensar mal de ella, así que decidí dar un paso atrás, y eso incluía también mi amistad con Noah. No sería sano para ninguno de los dos seguir pasando tiempo juntos, aún cuando eso significara tener el corazón roto.  Noah esperó atento mi respuesta. Era común que después de ver su entrenamiento, fuéramos a algún Starbucks a departir un poco, luego a mi casa a jugar videojuegos o a que yo le pintara las uñas «como actividad de recreación femenina para mí» o que viéramos una película acostados en mi cama.  Recordar todo eso me lastimaba, por lo que decidí desistir, y no lo haría estando cerca.  Me alejé sin darle ninguna respuesta, caminé sin que nadie me notara hasta la salida del colegio, continué hasta la estación de autobús de Mine West, y me alejé para siempre de él, de Kate, de mis desatendidos padres y de aquel pequeño pueblo…  O eso creía.  Así era como comenzaba mi historia.